Sociedad Civil y Sociedad de la Información

La sociedad civil, como manifestación de la responsabilidad de los ciudadanos hacia la sociedad en la que viven y expresión de la libertad individual aplicada a la mejora de la convivencia y al progreso social, constituye el principal valladar frente a lo que Tocqueville diagnosticó como uno de los grandes riesgos de las democracias: el despotismo democrático; es decir, la deriva despótica de los Estados, que tienden a extender su influencia sobre la sociedad en su conjunto, a través de un exceso de normas que, más allá de garantizar la prestación de los servicios públicos, instilan ideas y valores en las personas, aletargan las voluntades, coartan la iniciativa y restringen la capacidad de emprender y de crear.

En el mundo occidental, la sociedad civil destaca por su fortaleza en los países anglosajones: Estados Unidos y Gran Bretaña. También las naciones del norte de Europa presentan una sociedad civil vertebrada e influyente. Lamentablemente, conforme nos aproximamos al Mediterráneo, la sociedad civil se desdibuja y pierde predicamento. En España, la sociedad civil ha sido especialmente débil. La casi omnipresencia de los poderes públicos en todos los ámbitos de la vida de los ciudadanos durante buena parte del siglo XX ha mantenido la actividad de los movimientos cívicos, profesionales o asociacionistas de cualquier naturaleza en niveles muy restringidos. La transición a la democracia no puso adecuado remedio a esta situación, al mantenerse la hipertrofia de los poderes públicos, y añadirse a la misma el concurso de unos partidos políticos organizados en estructuras sujetas por mecanismos de férrea disciplina interna que dificultan la ascensión de ideas e iniciativas propuestas desde sus bases. Sin embargo, en esta ocasión un cambio tecnológico puede ofrecernos una nueva oportunidad para que la sociedad civil española alcance su madurez en un breve lapso de tiempo.

Los instrumentos que la Sociedad de la Información pone a nuestra disposición permiten nuevas formas de organización y expresión de la sociedad civil. La disponibilidad casi universal de Internet, con la posibilidad de acceder a información y a opinión de muy variadas fuentes; pero también de aportar nueva información o de expresar la propia opinión, supone un cambio disruptivo en la forma de comunicarse, de compartir información, de participar y de crear opinión. Se diluye así el papel de intermediarios de la información y de formadores de opinión de los medios de comunicación tradicionales, que pierden este valioso monopolio en beneficio de una miríada de blogs, páginas web y redes sociales a través de las que organizaciones o individuos de la más variada condición reclaman un espacio de expresión directa.

Existe, sin duda, el riesgo de que sea prácticamente imposible discernir la información veraz de la que no lo es, o de la mera desinformación. No es menor el peligro de que surjan supuestos líderes de opinión, con amplio seguimiento por parte de los internautas menos avisados, que se arroguen una representatividad que no ostentan y, en realidad, se muevan por intereses espurios. Sin embargo, el balance es netamente positivo, y blogs como este constituyen un buen ejemplo de ello. La atrofiada sociedad civil española dispone ahora, gracias a Internet, de un potente medio para recuperar el terreno perdido con sus homólogas anglosajonas, y esta es una oportunidad que no se debe dejar pasar, máxime en la situación de profunda crisis económica que atravesamos.

Efectivamente, la crisis económica que se inició allá por el verano de 2007, y cuyos efectos sobre la economía española han sido y continúan siendo devastadores, ha devenido en una crisis estructural que está poniendo en cuestión pilares de nuestra sociedad que hasta ahora se habían considerado inmutables. Desde el mantenimiento del estado del bienestar hasta la estructura administrativa, todo ha pasado a ser cuestionado y cuestionable. Surgen voces que califican de insostenible el esquema vigente de protección social, que plantean la quiebra del modelo de atención sanitaria universal y gratuita al que apuntaba la Ley General de Sanidad de 1986, que tildan de hipertrófica, endogámica e ineficiente la estructura administrativa surgida del desarrollo del estado autonómico, que consideran inviable un sistema de más de cien mil normas jurídicas en no pocas ocasiones contradictorias entre si y cuya aplicación es imposible garantizar, y así con tantos y tantos otros aspectos sobre los que se ha abierto la temporada de caza tras años de veda absoluta. La crisis tiene como efecto colateral positivo, ¿quizás el único?, la apertura al debate incluso de aspectos que algunos consideraban “atados y bien atados” en su propio beneficio. Y en esta ocasión la sociedad civil dispone de los medios necesarios para participar activamente en dicho debate, para organizarse y expresarse de forma ágil y eficaz, en detrimento del anterior monopolio de partidos políticos, grupos de presión y medios de comunicación, con sus lastres de servidumbres, clientelismo, intereses y corrección política.

La crisis económica llegará a su fin, como sucedió con todas las anteriores, y de ella saldremos quizás con otra estructura económica más competitiva, quizás con un ordenamiento jurídico más racional, quizás con una estructura administrativa más eficiente y más centrada en el servicio público. O quizás no. Pero la oportunidad de salir de ella con una sociedad civil más influyente, fuerte y estructurada, desarrollada a lomos de la Sociedad de la Información, no podemos desaprovecharla.

11 comentarios
  1. Fernando Rodríguez Prieto
    Fernando Rodríguez Prieto Dice:

    Un análisis certero por el que hay que felicitar al autor. Hay que consegir que este análisis crítico cale en la sociedad y se vaya convirtiendo en un clamor.

  2. Fernando Gomá
    Fernando Gomá Dice:

    El post es un muy interesante análisis DAFO de la situación (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades). La debilidad de la falta de sociedad civil, no desde el siglo XIX, sino desde siempre, por unos poderes públicos excesivos; la amenaza de una crisis que no sabemos cómo va a terminar; la fortaleza de la sociedad de la información y su desarrollo imparables; y, finalmente, la oportunidad. La oportunidad, y coincido totalmente con el autor, depende de nosotros mismo, no podemos dejarla pasar. Debemos utilizar los medios tecnológicos para crear sociedad no exactamente frente al poder establecido, sino al margen de ese poder, contrapesándolo. El poder querrá manipular esos medios, y en ningún caso debemos ser tan ingenuos como para pensar que no puede conseguirlo. Tenemos fortaleza, aprovechemos la oportunidad.

  3. Gregorio Moreno
    Gregorio Moreno Dice:

    En primer lugar, quiero felicitar a los promotores de este blog. Soy lector asiduo de nadaesgratis y echaba en falta un foro de debate e intercambio de opiniones en el ámbito jurídico.

    Totalmente de acuerdo con el panorama descrito en el artículo. A partir de ahí, mi opinión es que, efectivamente, saldremos de la crisis, y ello comportará de forma necesaria una cierta reestructuración de nuestro aparato productivo, que será sin duda más eficiente (porque lógicamente las empresas que sobrevivan serán las más fuertes y competitivas). También parece claro que se dará lugar a la reestructuración del sector público, tanto en su vertiente económica como en la administrativa. Y ello por dos razones: por la disminución de los presupuestos públicos a causa de la crisis y de la imprescindible disminución del déficit y por la búsqueda de la “apariencia” política de la reducción de estructuras administrativas. Sin embargo, soy más bien pesimista en lo que se refiere a que consigamos un ordenamiento jurídico más racional. Con todo, suscribo la idea de que las herramientas tecnológicas de que disponemos pueden facilitar la posibilidad de que la sociedad civil -o la suma de personas individuales- puedan manifestar sus opiniones y , en algunos casos, hacerlas prevalecer (aquí podemos citar, a modo de ejemplo, la presión ejercida por los internautas en contra de la denominada “Ley Sinde”, que ya ha sido objeto de atención, y de manera muy acertada, en este blog).

  4. jj
    jj Dice:

    Totalmente de acuerdo con las ideas del artículo. Una cuestión que no tiene que ver directamente con el artículo, pero sí de modo indirecto, es la referente a la hipertrofia de información. Información no es lo mismo que formación ni que conocimiento ni que sabiduría. Gentes de lo más variado se han referido a este asunto. Desde Marías o A. Llano a J.Gomá (en alguno de sus primeros artículos en NR), y también en sectores idelógicamente opuestos. Sabíamos más cosas cuando teníamos menos información. La información sería, en cierto modo, como la comida: te aprovecha lo que puedes asimilar. Lo que no puedes procesar, te paraliza, te bloquea, es contraproducente. ¿Cómo jerarquizar el alud de información, de libros, blogs, ideas que te llegan? ¿Cómo saber qué es lo importante? La información, sin una formación previa sólida, sin una cabeza bien articulada, es una bomba de relojería, abono para la manipulación mental y política.

  5. ENNECERUS
    ENNECERUS Dice:

    Estoy totalmente de acuerdo con Javier y me sumo a Fernando en la felicitación.

    En cuanto a los temores esbozados por la “necesidad de que alguien ordene y clasifique la información” me resultan paternalistas y peligrosos pues serían la mejor justificación de una restricción a las libertades de expresión, opinión e información que no son en absoluto imposibles ni siquiera en Internet (véase el ejemplo de China, Cuba y otras “democracias populares” que restrinjen el acceso a todo aquello que no les interesa o bloquean los correos electrónicos con contenidos “inadecuados”).

    El planteamiento de jj es defendible, EMHO, en sociedades o estructuras encaminadas a un fin concreto y determinado. Por ejemplo, en el seno de una confesión religiosa, como es el Catolicismo, la idea de la Iglesia como depositaria del mensaje de Jesús y titular de un Magisterio doctrinal necesario para la salvación que depure, interprete, expurgue y muestre el verdadero sentido de las Escrituras y la Verdad Revelada es consustancial a la propia Fe, aunque muchos teólogos y fieles, laicos o religiosos, se revelan contra esta idea, de muy difícil encaje en la mentalidad actual.

    Sin embargo, llama la atención de que en las sociedades abiertas, donde coexisten pluralidad de fines, siempre cambiantes, exista una preocupación por lo “políticamente correcto” que justifique el conceder a las autoridades potestades más propias de un Sumo Pontífice. O sea, que lo que se niega a la Iglesia -donde no es obligatorio estar- es imperativo atribuirlo al Estado -de dónde no puedes escaparte-. concederse.

    Por este motivo, aun compartiendo sus temores, discrepo cordialmente de jj, en el sentido de que siempre es preferible en este punto el riesgo de la libertad a la certidumbre de la minoría de edad desde lo 0 hasta los 99 años.

  6. JAVIER TRILLO
    JAVIER TRILLO Dice:

    Magnífico el post y no menos acertados e interesantes los comentarios que ha generado entre los blogueros. No obstante, me preocupa la ingenuidad y el buen ánimo con que se afronta lo que, sin duda, será una encarnizada batalla sin cuartel por la “recuperación” de una sociedad civil fuerte, vertebrada y activa. Y no creo que la solución esté en la Red, como tampoco creo que el problema principal fuera la falta de cauces de expresión de la libertad individual; Han sido muchos años (va para un siglo) de “sestear” y mirar para otro lado ante el acoso y derribo perpetrado contra la sociedad civil por una clase política cada vez más mediocre que ha ido conquistando paulatinamente todos los ámbitos del poder civil, ayudada sin casi saberlo -o sí?- por unos hábiles agentes económicos y financieros (multinacionales y grandes bancos) cada vez más hipertrofiados que, a cambio del silencio y de otras prebendas, alimentaban a aquella mientras veían crecer sus resultados y aumentar su volumen hasta casi aplastar a los individuos a los que supuestamente prestaban servicios, debilitando así hasta el coma en que actualmente se encuentra lo que en su día fue una sociedad civil fuerte y sana. Tenemos internet, pero ellos también. Y no creo que vayan a quedarse quietos si pretendemos desalojarles de las instituciones y recuperar el poder “civil” que durante años y años han ido conquistando. Me ha quedado un poco “antisistema”, pero croe que para poder afrontar este proyecto, además de ilusión, hay que tener muy claras las cosas y ser conscientes de nuestras limitaciones…

  7. ENNECERUS
    ENNECERUS Dice:

    Aclaro que no creo que jj defienda una intromisión estatal hasta ese punto, faltaría más. Simplemente me limito a exponer mi opinión de que es peor el remedio que la enfermedad.

  8. jj
    jj Dice:

    Tenía casi escrito el comentario y, mala suerte, se ha borrado. Decía que me he debido explicar mal en mi comentario previo porque Ennecerus ha entendido algo que ni quería yo decir, ni pienso. Estoy totalmente a favor de la libertad y en contra de las informaciones teledirigidas del tipo que sea. Constato, sin embargo, el hecho de que no por tener muchísima información uno se hace necesariamente una idea más cabal sobre las cosas (dependerá de las capacidades de cada cual, de su perspicacia, de la fiablidad de la información que maneje, del tiempo que disponga para leerla y para analizarla…). Unas veces sí, otras no. Por eso, pensadores importantes, religiosos o iconoclastas, han dicho que el exceso de información puede ser perjudicial. Elegir es rehusar porque el tiempo no es infinito, y hay que elegir bien los blogs, libros, webs…, que uno consulta. Cuántas veces sucede que nos encontramos ante eruditos que manejan mil datos, que han leído mucho, y vemos que no terminan de rematar un pensamiento, de sacar una conclusión articulada. Por tanto, información toda, pero al mismo tiempo, capacidad crítica, capacidad de síntesis. Por eso, Ortega, en una frase irónica pero auténtica, decía que hay que leer poco y “pensar mucho”.

  9. jj
    jj Dice:

    Estimado Ennecerus, al ver su segundo comentario, ya entiendo el malentendido. Pero yo no defiendo, como usted dice, una “intromisión estatal hasta ese punto”, ni hasta ningún punto. Al revés. Eso ha sido imaginación suya. Ante la avalancha de libros, periódicos, webs, blogs.., lo que de verdad armará una sociedad civil es la capacidad crítica (para saber discriminar argumentos e ideas) y la capacidad de reacción para no “tragar”. Y totalmente de acuerdo con lo que dice Javier Trillo. Los políticos tienen topada también la “sociedad civil” vía subvenciones a fundaciones, y por muchas otras vías.

  10. elisa de la nuez
    elisa de la nuez Dice:

    Interesante discusión e interesante post. Está claro que hay una oportunidad para que la sociedad civil española, en cuya existencia tengo fe a pesar de que no se vea y no se toque, pueda encontrar un cauce de expresión/oposición a los poderes políticos y fácticos que dominan nuestra sociedad a través de Internet. Iniciativas como las de la asociación Probono público y webs como la de ¿donde van mis impuestos? van en esa dirección http://dondevanmisimpuestos.es/#year=2011&focus=TOTAL&view=uk-bubble-char

    Claro que no es oro todo lo que reluce en la web, por eso la necesidad de criterio y de rigor. Para eso están blogs como el nuestro!!

  11. Iñaki Espinosa
    Iñaki Espinosa Dice:

    MAGNIFICO FORO,
    LA SOCIEDAD CIVIL DEBE TENER EL PESO QUE LA CORRESPONDE, al margen de los politicos profesionales, y muy por encima de ellos.

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