¿Una doble vara de medir en el Derecho penal internacional? Caso Bin Laden (2)
Sobre la ejecución de Bin Laden habrá muchas opiniones entre los colaboradores y lectores de este blog. Yo solo voy a ofrecer una de las posibles visiones para tratar de entender lo que está pasando. Ken Follet en su novela “La caída de los gigantes” narra una anécdota ocurrida poco antes (1914) de la Primera Guerra Mundial cuando el Presidente Wilson decidió bloquear el carguero alemán “Ypiranga”, cargado con armas destinadas a México. Poco después tuvo que presentar excusas formales a Alemania pues no había mediado ni declaración formal de guerra ni de bloqueo naval; es decir, se impuso el Derecho internacional. En estos momentos los servicios secretos americanos los componían cuatro personas.|
Tras la Segunda Guerra Mundial surgió un nuevo orden donde los servicios secretos adquirieron una importancia decisiva. Durante mucho tiempo en Occidente nos hemos podido ir a dormir con la conciencia tranquila porque podíamos amablemente ignorar que nuestra seguridad se ganaba en una lucha (en las alcantarillas) que la mayoría hubieramos declarado escandalizados como ilegal; esto era probablemente hipócrita pero había una consecuencia: si a alguien (algún Gobierno) le pillaban, primero era públicamente reprobado y segundo debían depurarse responsabilidades penales o políticas. Pero esto ha cambiado.
Hoy hay dos tipos de asesinatos de Estado (porque de eso estamos hablando): los que se reconocen públicamente y los que no. Puestos a aceptar que un Estado democrático y de Derecho se manche las manos de sangre, parece tal vez mejor que al menos sea transparente y lo reconozca (aunque sea por cuestiones electorales como en este caso). Pero esto no sana nuestra hipocresía sino que la cambia de color simplemente. En todo caso ese sería el único punto a favor de la acción militar del Gobierno Obama.Todo el resto son violanciones del Derecho internacional y humanitario, por cierto a manos de un Premio Nobel de la Paz, que ya en su discurso de 10 de diciembre de 2009 expuso las bases morales de su nueva política: “Evil does exit in the world. And non violent movement could not have altered Hitler´s armies. Negotiations cannot convince Al Qaeda´s leaders to lay down their arms. To say that force is sometimes necessary is not a call to cynicism – it is a recognition of History; the imperfections of man and the limits of reason”.
Primero se tortura para conseguir la información a presos ilegalmente retenidos en la ilegal prisión de Guantánamo; segundo, se hace una incursión de tropas militares en un país soberano (Pakistán) sin pedir la correspondiente autorización; tercero, se dispara contra civiles (los acompañantes y familia de Bin Laden, parece que había solo dos guardaespaldas armados); cuarto, se mata a un hombre desarmado (reconocido oficialmente), sin juicio previo; quinto, se arroja el cadaver al mar (se supone que atado con una piedra para que no salga a flote), privando así del derecho a los familiares al duelo y eliminando pruebas por el principio superior ¿en qué Derecho? de evitar la peregrinación a su tumba. Resulta que esta forma de deshacerse de cádaveres es más humnitaria y conforme a la religión musulmana que otras. ¡Si lo hubieran sabido todas las dictaduras hasta la fecha cuantos procesos de exhumación de cadáveres se habrían evitado! Eso sí, el Consejo de Seguridad de la ONU se prestó enseguida a dar por buena la actuación americana y por tanto la nueva visión del Derecho Internacional. A partir de ahora cualquier persona en cualquier lugar puede ser ejecutada sin juicio previo: ¡lo ha dicho la ONU! Un Consejo de Seguridad, por cierto, donde algunos Estados con poder de veto pueden decidir que no salga una resolución aunque hay una mayoría de población y de Estados a favor (como ocurrió en el caso de Irak donde Francia, un país de sesenta millones de habitantes, bloqueo una posible resolución). Esta es la legitimad que tenemos.
Paralelamemnte, en Libia, día sí y día también se vulnera la resolución de las Naciones Unidas que autoriza la protección de la población civil, incluyendo entre los objetivos a Gadafi y su familia (ya han muerto niños) o bombardeos sobre ciudades. No hay imágenes, luego no hay noticias, pero muertos ¡haberlos, haylos! Y sin embargo, en Siria, donde la población civil no tiene armas para defenderse (como sí tenían en Libia) al parecer “no se dan las circunstancias” para una intervención, limitándose a sanciones económicas.
¿Qué cabe colegir de todo esto? Pues que parecemos asistir al efecto (¿narcotizante?) Obama: lo que toca lo convierte en legal aunque antes (lo mismo) no lo fuera, e incluso es capaz de cambiar el significado de las palabras, pues a partir de ahora “venganza” se tradice en ingés como “justicia”. Otra segunda consecuencia es que el Derecho penal internacional que surge de los procesos de Nuremberg al régimen nazi y continua con la creación del Tribunal Penal Internacional para juzgar los crímenes de la antigua Yugoslavia ha muerto. La “guerra” contra el terrorismo parece que tiene sus propias reglas (incluso aunque nos encontremos en una época de falta de atentados o que Osama viviera al parecer retirado) donde eso de que un Estado democrático no podía oponerse al mismo nivel que vulgares criminales ya no vale. Y todo ello con el aplauso prácticamente unánime del los Estado democráticos del mundo y de los grandes medios de comunicación: ¡quién te ha visto y quién te ve! Queda en el aire la pregunta: ¿qué hubiera pasado si la decisión de matar a Bin Laden la hubiera dado GW Bush? ¿O si algo semejante lo hubiera hecho Rusia, Israel, China o Cuba? ¿O qué hubiera pasado si Felipe González hubiera vencido sus dudas manifestadas recientemente y hubiera decidido “volar” la cúpula de ETA en Francia? Pues probablemente que la doble vara de medir se habría impuesto.
Se esté o no de acuerdo en asunto tan complejo y matizable con el autor del post, o cierto es que su último párrafo contiene una reflexión importantísima, como es la conculcación del mensaje del Evangelio, “por sus obras los conoceréis”, o de la conocida frase: “le verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero”. Para mí es irrebatible que si esto que hace Obama lo hace Bush, habría reacciones completamente diferentes pero el hecho ha sido el mismo. Eso es algo muy cínico, aunque, quizá, inevitable.
Se esté o no de acuerdo en asunto tan complejo y matizable con el autor del post, o cierto es que su último párrafo contiene una reflexión importantísima, como es la conculcación del mensaje del Evangelio, “por sus obras los conoceréis”, o de la conocida frase: “le verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero”. Para mí es irrebatible que si esto que hace Obama lo hace Bush, habría reacciones completamente diferentes pero el hecho ha sido el mismo. Eso es algo muy cínico, aunque, quizá, inevitable.