La inmigrante y el “amo del universo”: la detención del director del FMI.
La noticia de que Dominique Strauss-Kahn, director gerente del FMI, ha sido detenido en los Estados Unidos acusado de abusos sexuales ha dado la vuelta al mundo. La relevancia del detenido y ciertas circunstancias de la detención, como que se le haya hecho descender del avión en el que se había subido para salir del país y que en la habitación del hotel donde ocurrieron los hechos quedaran objetos suyos, como el teléfono móvil, al parecer mostrando una huída precipitada, añaden un punto de morbo adicional al suceso.|
No siendo, como no soy, economista, mi conocimiento de las vicisitudes vitales de Dominique Strauss-Kahn y de su actuación profesional no van más allá de las propias de una persona interesada en lo que pasa a su alrededor y que lee los periódicos. Desde luego, su detención y caída –provisional- tiene el aroma de las grandes tragedias: se trata de un “amo del universo” como Sherman, el protagonista de “La Hoguera de las Vanidades” de Tom Wolfe, que, por una serie de acontecimientos más o menos circunstanciales, se ve envuelto en una espiral de desgracias que, finalmente, culminan con su caída y posterior redención.
A mí personalmente, me resulta especialmente impactante que el personaje en cuestión fuera uno de los pocos protagonistas que salía bien parado en el documental “Inside Job” sobra la crisis financiera, que hemos tenido oportunidad de glosar en un post en este blog (ver).
Por supuesto, todavía carecemos de datos suficientes-al menos datos probados- para juzgar lo ocurrido desde un punto de vista jurídico pero, eso sí, desde los primeros instantes de la noticia, nos han llegado noticias que “ambientan” el suceso: que este señor era un mujeriego, que se había casado tres veces, que ya había sido acusado de favorecer a una mujer que trabajaba con él, debido a las relaciones que mantenía con ella; que se había comprado un Porsche Panamera de 150.000 euros cuando políticamente patrocinaba la austeridad, que la habitación donde ocurrieron los hechos costaba 2127 euros diarios…..todo ello como dando a entender como que lo ocurrido ya se veía venir.
Además, hay un factor que imprime a la detención una enorme relevancia: no es solo que este señor fuera director del FMI, es que era uno de los que se postulaban, con ciertas garantías de éxito, para disputar la presidencia francesa, desde las filas socialistas, al actual presidente Sarkozy. Desde este punto de vista, también se han oído opiniones, fundamentalmente de gente que entrevistaba la televisión por la calle, en el sentido de que la detención pudiera ser un complot para desactivar su candidatura.
Pero todo ello me importa poco: a mí lo que me impresiona de esta noticia es otra cosa. Y es que en los Estados Unidos el que la hace la paga y una camarera, inmigrante africana de raza negra, puede poner en graves dificultades a un “amo del universo”, posible candidato a la presidencia de un país aliado. Y seguramente 40 años de condena no se quedan en 12 de los que luego se cumplen dos y medio. La televisión ha sacado los 26 minutos que ha durado la comparecencia Strauss-Kahn y la jueza no ha vacilado en dictar la prisión sin fianza, a pesar de las alegaciones de su abogado de que este importante señor no iba a convertirse en un fugitivo (la jueza, tranquilamente, le ha dicho: “pero, oiga, si le hemos pillado en el avión…” ). Se podrá decir, si se quiere criticar, que EEUU es un país en que todo se ve blanco o negro, o que es muy básico en algunas de sus actuaciones, pero creo que es de admirar el respeto que tiene por sus leyes y como las aplica a todos sin distinción, cosa que no se puede decir de otros países como por ejemplo el de Berlusconi.
¿Habría ocurrido lo mismo en nuestro país? ¿Habrían tenido nuestras instituciones la fuerza y consistencia suficientes para actuar con la determinación y la falta de complejos que han demostrado las autoridades estadounidenses? ¿O el suceso le habría salido gratis al director del FMI, como tantas veces nos ha ocurrido (ver en este mismo blog el post de Rodrigo Tena).
No lo puedo decir, porque este suceso no ha ocurrido aquí, pero no sé por qué se me antoja que a lo mejor nos hubiéramos encontrado con un problema de jurisdicciones, de derechos fundamentales, de falta de pruebas o de competencias, y el pájaro se habría escapado.
Presidente Fundación Hay Derecho. Notario de Madrid. Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid (1979-1984). Oposiciones a Notarías aprobadas en 1988, oposiciones restringidas, entre Notarios, en 1991-1992. En twitter @ignaciogoma
Sr. Gomá, ya sabe Vd que en España, el asunto acabaría llegando en amparo al TC y en aquel momento, en función de la mayoría política que hubiera entonces entre sus magistrados, podríamos predecir la sentencia. Y durante los años de iter procesal previos, los dos partidos se pasarían la vida echándose basura unos a otros… lo de siempre. Luego dicen en el extranjero que en España no somos previsibles ni tenemos seguridad jurídica… No sé en qué se basan, teniendo un CGPJ, un TS y un TC totalmente dependientes de los restantes poderes del Estado.
Ignacio, de acuerdo con tu admiración por un país en donde “quien la hace, la paga”; resulta muy educativo para toda la ciudadanía que, aunque seas “el amo”, respondes igual que cualquier ciudadano. Creo que es el ejemplo práctico de la esencial igualdad ante la justicia. El hecho de que sea trampa (es posible), no cambia la actuación del sujeto, sólo le añade ingenuidad o quizá revela la conciencia de impunidad que da el poder. No me alegro del mal ajeno, pero estos hechos tienen tal relevancia pública que piden una reflexión honda, más allá del juego político que pueda encerrar; ¿de verdad que la separación de la moral pública y privada se puede mantener? ¿Alquien que no es sobrio, fiel y justo en lo privado, puede serlo en lo público?. La coherencia de vida (solo los gatos tienen “siete vidas) es deseable también en nuestros hombres públicos. Una última cosa, también los incoherentes tienen derecho a dignidad personal…
Ignacio, de acuerdo con tu admiración por un país en donde “quien la hace, la paga”; resulta muy educativo para toda la ciudadanía que, aunque seas “el amo”, respondes igual que cualquier ciudadano. Creo que es el ejemplo práctico de la esencial igualdad ante la justicia. El hecho de que sea trampa (es posible), no cambia la actuación del sujeto, sólo le añade ingenuidad o quizá revela la conciencia de impunidad que da el poder. No me alegro del mal ajeno, pero estos hechos tienen tal relevancia pública que piden una reflexión honda, más allá del juego político que pueda encerrar; ¿de verdad que la separación de la moral pública y privada se puede mantener? ¿Alquien que no es sobrio, fiel y justo en lo privado, puede serlo en lo público?. La coherencia de vida (solo los gatos tienen “siete vidas) es deseable también en nuestros hombres públicos. Una última cosa, también los incoherentes tienen derecho a dignidad personal…
Sr. Gomá, ya sabe Vd que en España, el asunto acabaría llegando en amparo al TC y en aquel momento, en función de la mayoría política que hubiera entonces entre sus magistrados, podríamos predecir la sentencia. Y durante los años de iter procesal previos, los dos partidos se pasarían la vida echándose basura unos a otros… lo de siempre. Luego dicen en el extranjero que en España no somos previsibles ni tenemos seguridad jurídica… No sé en qué se basan, teniendo un CGPJ, un TS y un TC totalmente dependientes de los restantes poderes del Estado.
Una muy buena noticia para comprobar la sumisión al derecho de toda persona más allá de si lleva boina o birrete.
El caso presenta los elementos propios de cualquier película, aunque bien pudiera decirse aquello de que “la realidad supera la ficción”
De todas formas, y con los datos que se han ido publicando en distintos medios, y por supuesto careciendo de cualquier otra fuente, si llama la atención la celeridad de la detención, sobre todo si la comparamos con los “tiempos” que usualmente estamos acostumbrados por estos lares.
Desde la agresión sexual que se denuncia hasta la detención del supuesto agresor pasa un “plisplas”, teniendo mientras tanto que haber ido la agredida a comisiaría, prestar declaración, identificar lugar y hora, que confirmaran la identidad del huésped en el hotel, localizarlo, desplazarse hasta su localización y detenerlo, y todo ello ni más ni menos que Nueva York (que no es precisamente una aldea); no sé, cualquiera que se haya visto en situaciones similares a ésta le sorprenderá la rapidez de este caso.
Desde luego que los antecedentes del sujeto según se ha señalado, son de aúpa, y no es menos cierto la lucha económica larvada que se está llevando a cabo (rescates del FMI, políticas de los grandes Bancos Centrales,…), y sin poner en ningún momento en duda ni la veracidad de lo denunciado ni la presunción de inocencia del denunciado, me pregunto, ¿podemos estar seguros que sólo es sumisión al derecho? ¿o hay algo más?
No estoy muy de acuerdo con Leoncio, al margen de que el impeachment contra Clinton no estuvo basado en su infidelidad, por supuesto, sino en la mentira, al alegar en un procedimiento judicial (por otro asunto pero en el que esa declaración era relevante) que no había tenido relaciones sexuales con Monica Lewinsky. Y eso sí es un delito serio en EEUU, mentir a un juez, aunque aquí en España nos resulte asombroso.
Pero al margen de eso yo creo que la vida privada de un político sí es muy relevante para los electores. Nadie está obligado a entrar en política, pero si una persona se propone para gestionar mis intereses me interesa saber cómo es y cómo piensa en un montón de asuntos: ¿es ateo, mormón o quizá cree en el espagueti volador?, ¿le pone los cuernos a su mujer y a ella le sienta mal? Porque quizá si se los pone no le resulte muy costoso engañarme también a mi. En fin, estos y otros detalles no interesan en el vecino, pero sí en el que gestiona la vida nacional. Al menos a los americanos se lo parece, y creo que con razón.
Tiene razón el autor al destacar la seriedad y celeridad del sistema judicial estadounidense, pero a mi me interesa más destacar la diferencia con el sistema político, no sólo americano, sino incluso francés. Nadie duda en Francia de que DSK ya no puede ser el candidato socialista a las próximas presidenciales, pese a que todavía ni siquiera está imputado, porque se supone que los franceses no le votarían. Si fuera español, sin embargo, y fuese además el líder de uno de nuestros partidos políticos, o hubiese ayudado al líder del partido a serlo, no sólo seguiría siendo candidato, sino que sería incluso elegido por mayoría absoluta en las correspondientes elecciones y gobernaría su CCAA o incluso la nación desde una cárcel de NY o desde el mismísimo Sing-Sing. Y si no me creen, esperen, esperen a ver qué pasa el próximo domingo en Valencia. Creo que esto ya no es culpa de nuestro sistema judicial, sino de nosotros mismos, vamos.
En relación con el comentario de Maria Luisa García de Blas. Peligroso me parece exigir que quien ostente una responsabilidad pública deba mantener una determinada conducta en privado. Porque ello trae consigo las siguientes preguntas ¿debemos indagar en las costunbres personales de quienes aspiran a ejercer un cargo público? ¿cuál es el canon moral a aplicar, el de los ciudadanos o el propio y personal del candidato? ¿Debe importarnos si es o no fiel a su mujer, con independencia de los pactos que haya alcanzado con ésta?.Existen múltiples ejemplos de gobernantes que no eran fieles ni sobrios – Churchill, que se atizaba una buena ración de ginebra diaria y era de todo menos sobrio en sus aficiones personales; Kennedy, voraz depredador sexual- que no han merecido grandes reproches en su calidad de gobernantes. En cambio Hitler era abstemio, vegetariano y poco dado a las faldas. Son ejemplos manidos, lo se.
Al gobernante solo se le puede exigir en lo relativo a su vida privada que nunca transgreda la Ley. Esa es la diferencia entre Berlusconi y Clinton. El primero roza la ilegalidad (o incurre en ella)al promover la prostitución, y no le fue infiel a su mujer (o por lo menos en una época). El segundo le fue infiel a su mujer y fue sometido a un proceso escandaloso, aún no habiendo con esa infidelidad trangredido ninguna ley, por por la aplicación del principio de exigencia de una determinada conducta moral privada a los gobernantes.
No necesitamos líderes carismáticos que iluminen con su ejemplo a los demás mortales, sino componedores de intereses y aspiraciones en pro del bien común. El liderazgo carismático, basado en las cualidades personales del líder (y que por lo tanto también alcanza a su conducta privada) no es propio de las democracias, sino de los sistemas autoritarios.
Señor Gomá, no es solo que aquí no le habrían detenido con esa celeridad (imposible dado el paso de elefante de nuestra Administración de Justicia) o que se hubieran tenido en cuenta ciertas consideraciones por razón de su puesto o en razón a ser la denunciante una inmigrante africana, es que como bien dice el Fénix aunque finalmente le hubieran detenido e incluso imputado se podría presentar a cualquier elección autonómica o general sin problema alguno, al contrario a lo mejor tenía más votos por machote.
Una muy buena noticia para comprobar la sumisión al derecho de toda persona más allá de si lleva boina o birrete.
El caso presenta los elementos propios de cualquier película, aunque bien pudiera decirse aquello de que “la realidad supera la ficción”
De todas formas, y con los datos que se han ido publicando en distintos medios, y por supuesto careciendo de cualquier otra fuente, si llama la atención la celeridad de la detención, sobre todo si la comparamos con los “tiempos” que usualmente estamos acostumbrados por estos lares.
Desde la agresión sexual que se denuncia hasta la detención del supuesto agresor pasa un “plisplas”, teniendo mientras tanto que haber ido la agredida a comisiaría, prestar declaración, identificar lugar y hora, que confirmaran la identidad del huésped en el hotel, localizarlo, desplazarse hasta su localización y detenerlo, y todo ello ni más ni menos que Nueva York (que no es precisamente una aldea); no sé, cualquiera que se haya visto en situaciones similares a ésta le sorprenderá la rapidez de este caso.
Desde luego que los antecedentes del sujeto según se ha señalado, son de aúpa, y no es menos cierto la lucha económica larvada que se está llevando a cabo (rescates del FMI, políticas de los grandes Bancos Centrales,…), y sin poner en ningún momento en duda ni la veracidad de lo denunciado ni la presunción de inocencia del denunciado, me pregunto, ¿podemos estar seguros que sólo es sumisión al derecho? ¿o hay algo más?
Tiene razón el autor al destacar la seriedad y celeridad del sistema judicial estadounidense, pero a mi me interesa más destacar la diferencia con el sistema político, no sólo americano, sino incluso francés. Nadie duda en Francia de que DSK ya no puede ser el candidato socialista a las próximas presidenciales, pese a que todavía ni siquiera está imputado, porque se supone que los franceses no le votarían. Si fuera español, sin embargo, y fuese además el líder de uno de nuestros partidos políticos, o hubiese ayudado al líder del partido a serlo, no sólo seguiría siendo candidato, sino que sería incluso elegido por mayoría absoluta en las correspondientes elecciones y gobernaría su CCAA o incluso la nación desde una cárcel de NY o desde el mismísimo Sing-Sing. Y si no me creen, esperen, esperen a ver qué pasa el próximo domingo en Valencia. Creo que esto ya no es culpa de nuestro sistema judicial, sino de nosotros mismos, vamos.
En relación con el comentario de Maria Luisa García de Blas. Peligroso me parece exigir que quien ostente una responsabilidad pública deba mantener una determinada conducta en privado. Porque ello trae consigo las siguientes preguntas ¿debemos indagar en las costunbres personales de quienes aspiran a ejercer un cargo público? ¿cuál es el canon moral a aplicar, el de los ciudadanos o el propio y personal del candidato? ¿Debe importarnos si es o no fiel a su mujer, con independencia de los pactos que haya alcanzado con ésta?.Existen múltiples ejemplos de gobernantes que no eran fieles ni sobrios – Churchill, que se atizaba una buena ración de ginebra diaria y era de todo menos sobrio en sus aficiones personales; Kennedy, voraz depredador sexual- que no han merecido grandes reproches en su calidad de gobernantes. En cambio Hitler era abstemio, vegetariano y poco dado a las faldas. Son ejemplos manidos, lo se.
Al gobernante solo se le puede exigir en lo relativo a su vida privada que nunca transgreda la Ley. Esa es la diferencia entre Berlusconi y Clinton. El primero roza la ilegalidad (o incurre en ella)al promover la prostitución, y no le fue infiel a su mujer (o por lo menos en una época). El segundo le fue infiel a su mujer y fue sometido a un proceso escandaloso, aún no habiendo con esa infidelidad trangredido ninguna ley, por por la aplicación del principio de exigencia de una determinada conducta moral privada a los gobernantes.
No necesitamos líderes carismáticos que iluminen con su ejemplo a los demás mortales, sino componedores de intereses y aspiraciones en pro del bien común. El liderazgo carismático, basado en las cualidades personales del líder (y que por lo tanto también alcanza a su conducta privada) no es propio de las democracias, sino de los sistemas autoritarios.
Señor Gomá, no es solo que aquí no le habrían detenido con esa celeridad (imposible dado el paso de elefante de nuestra Administración de Justicia) o que se hubieran tenido en cuenta ciertas consideraciones por razón de su puesto o en razón a ser la denunciante una inmigrante africana, es que como bien dice el Fénix aunque finalmente le hubieran detenido e incluso imputado se podría presentar a cualquier elección autonómica o general sin problema alguno, al contrario a lo mejor tenía más votos por machote.
No estoy muy de acuerdo con Leoncio, al margen de que el impeachment contra Clinton no estuvo basado en su infidelidad, por supuesto, sino en la mentira, al alegar en un procedimiento judicial (por otro asunto pero en el que esa declaración era relevante) que no había tenido relaciones sexuales con Monica Lewinsky. Y eso sí es un delito serio en EEUU, mentir a un juez, aunque aquí en España nos resulte asombroso.
Pero al margen de eso yo creo que la vida privada de un político sí es muy relevante para los electores. Nadie está obligado a entrar en política, pero si una persona se propone para gestionar mis intereses me interesa saber cómo es y cómo piensa en un montón de asuntos: ¿es ateo, mormón o quizá cree en el espagueti volador?, ¿le pone los cuernos a su mujer y a ella le sienta mal? Porque quizá si se los pone no le resulte muy costoso engañarme también a mi. En fin, estos y otros detalles no interesan en el vecino, pero sí en el que gestiona la vida nacional. Al menos a los americanos se lo parece, y creo que con razón.
Triboniano: En relación con Clinton me estaba refiriendo más bien al proceso “moral”, “de opinión pública” al que fue sometido.
En cualquier caso, el tema es si la conducta moral privada ha de ser relevante en la valoración de un gobernante. En caso de que se responda a esta cuestión afirmativamente, se sigue ineludiblemente la conclusión de que tal conducta privada se ha de sujetar al escrutinio público, con lo que, se priva al que aspira a gestionar cualquier interés público de derechos fundamentales tales como el derecho a la intimidad o a la libertad religiosa (no declarar sobre las propias convicciones).
Si es relevante la conducta moral privada, es decir, la referida a actividades y conductas sobre las que la Ley no puede incidir, en las que no puede inmiscuirse; si decidimos que los ciudadanos tienen derecho a saber eso tendremos que establecer un sistema de declaraciones juradas acerca de ese tipo de prácticas. ¿A qué políticos? ¿A todos, pues todos en mayor o menor medida van a gestionar los intereses generales? ¿Sólo a algunos? ¿También a los funcionarios? ¿Y por qué no a los directivos de los Bancos, a los que la Ley les exige competencia y honorabilidad en lo profesional?¿Por qué no extender esa exigencia a lo personal?. Porque, según has dicho, si el banquero le pone los cuernos a su mujer es probable que robe el dinero que deposito en su Banco.
Y esa declaración de conducta sprivadas que, según tu criterio, son relevantes, ¿a qué conductas alcanzará?. la determinación de las conductas de interés ya supone una toma de posición en cuanto a un determinado criterio moral y una valoración absolutamente subjetiva acerca de las conductas que son relevantes para los ciudadanos en cuanto que reflectoras o predictoras de un eventual y futuro comportamiento en la gestión de los intereses generales. ¿Elaboraría el listado de cuestiones relevantes la Conferencia Episcopal? ¿o instituimos un Comité de Salud y Moral Públicas?
En este país nuestro, durante cuarenta años gobernó un señor que mantenía una conducta moral privada intachable, según ciertos criterios (fiel esposo, amantísimo padre, cariñoso abuelito) y una conducta pública despótica, cruel y cleptómana. Como se ha podido ver, no hay conexión entre las virtudes (o los vicios)privados y los vicios (o virtudes) públicos.
Bien cher Ignacio
Je suis comme toi admiratif de l’efficacité, de l’honnêteté, et de l’indépendance de la justice américaine, dans cette affaire, ce n’est peut être pas toujours le cas !
Pourtant, en tant que français, je donne plus d’importance, à la démonstration qui vient d’être faite, sur l’imperfection de notre système de désignation des élites.
Coupable ou non coupable, « DSK »s’est placé dans des situations inacceptables, elles montrent de la maladresse, du mépris pour l’opinion publique, une échelle des valeurs anormale, une certitude d’impunité. Chacune de ces observations prouve, à elle seule, l’inaptitude du sujet à exercer une fonction de représentation démocratique. La faute la plus grave, la maladresse de « se faire prendre » est inacceptable à ce niveau. Le non respect des valeurs morales adoptées par ceux qui lui faisaient confiance reste la faute la plus profonde, même si le cas d’actualité n’était pas prouvé, les comportements précédents révélés (femmes, train de vie) ne méritent aucune admiration.
Se pose donc la question de savoir comment une nation peut produire des élites d’aussi mauvaise qualité et demander aux nations amies de leur confier des fonctions de « maître du monde » ?
Sommes nous les seuls en France ?
Coincido plenamente con el comentario de Leoncio y discrepo de Triboniano por las razones que él expone. A mi juicio el criterio de cuando los “vicios” privados (por usar una expresión hoy ya en desuso) se convierten en “vicios públicos” y por tanto perseguibles, denunciables e informables tiene que ser muy nítido, porque si no podemos caer en el extremo de que todo sea objeto de fiscalización, manipulación o simple y llanamente puro cotilleo o/y morbo y de paso nos quedamos sin poder elegir a nadie que no sea un monje trapense y creo que de esos no quedan. En el caso de DSK evidentemente no hay duda alguna. Pero se me ocurre una ampla gama de grises donde realmente creo que hay que dejar margen a la vida privada y a la intimidad mientras que no tenga ninguna relevancia para la gestión de los asuntos públicos aunque upeda tenerla, y mucha, precisamente en ese ámbito privado.
En cuanto a Michel Burgan, coincidimos en la estupefacción que produce el que este tipo de personas lleguen a los más altos puestos y a su preocupación sobre el perverso sistema de selección de las elites en particular de las políticas, aunque de élites por lo menos en España tienen ya muy poco. Pediremos a alguno de los editores un post sobre el tema de la calidad de la clase política que ya toca.
Leoncio, comprendo tu punto de vista, pero creo que en tu planteamiento se desliza una confusión. Tu puedes presentarte a Presidente de EEUU y negarte a declarar cual es tu confesión religiosa. Nadie te va a obligar a ello, por supuesto. Simplemente votarán a la alternativa. Para una americano conocer ese dato es relevante, pero si tu no quieres decirlo…. no pasa nada, presumirán que eres ateo y no te votarán. Según encuestas recientes el 90 por ciento de los americanos nunca elegirían a un ateo. Yo no comparto la preferencia, pero si el criterio: yo no votaría a alguien que creyese en el espagueti volador.
No se trata de imponer nada, sino que determinadas informaciones tienen interés en ser difundidas. A un fiscal de NY que peroraba contra la prostitución le pillaron con una en un hotel. Se difundió porque era un tema relevante, el fiscal era un hipócrita y quizá sus electores tenían el derecho a saberlo.
En mi opinión sí hay aspectos de la vida privada relevantes para la pública y que en su caso deben darse a conocer: cuando un político declara tener una determinada postura o creencia en la vida pública, y se comporta de manera completamente contraria en su vida privada, o es un hipócrita y no cree en lo que proclama, o es un inconsecuente, que no pone en práctica aquello en lo que cree. Ambas cosas son relevantes para el ejercicio de un cargo político. Cuando no se dan estas circunstancias, coincido con mi coeditora Elisa en lo expuesto en el comentario anterir.
Leoncio, comprendo tu punto de vista, pero creo que en tu planteamiento se desliza una confusión. Tu puedes presentarte a Presidente de EEUU y negarte a declarar cual es tu confesión religiosa. Nadie te va a obligar a ello, por supuesto. Simplemente votarán a la alternativa. Para una americano conocer ese dato es relevante, pero si tu no quieres decirlo…. no pasa nada, presumirán que eres ateo y no te votarán. Según encuestas recientes el 90 por ciento de los americanos nunca elegirían a un ateo. Yo no comparto la preferencia, pero si el criterio: yo no votaría a alguien que creyese en el espagueti volador.
No se trata de imponer nada, sino que determinadas informaciones tienen interés en ser difundidas. A un fiscal de NY que peroraba contra la prostitución le pillaron con una en un hotel. Se difundió porque era un tema relevante, el fiscal era un hipócrita y quizá sus electores tenían el derecho a saberlo.
En mi opinión sí hay aspectos de la vida privada relevantes para la pública y que en su caso deben darse a conocer: cuando un político declara tener una determinada postura o creencia en la vida pública, y se comporta de manera completamente contraria en su vida privada, o es un hipócrita y no cree en lo que proclama, o es un inconsecuente, que no pone en práctica aquello en lo que cree. Ambas cosas son relevantes para el ejercicio de un cargo político. Cuando no se dan estas circunstancias, coincido con mi coeditora Elisa en lo expuesto en el comentario anterir.
Acerca del tema sobrevenido: seguramente no inmiscuirse en la vida privada de los políticos es preferible alternativa, pero eso de que la moral es perfectamente “compartimentable” (moral pública vs moral privada, moral sexual vs moral económica, etc) no me convence nada, la verdad. Me recuerda a la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner y demás posmodernidades similares. Algo parecido me pasa con las teorías de la conspiración que en todas las direcciones están afluyendo en los últimos tiempos; aunque cierto escepticismo pueda ser saludable dada la manipulación reinante, en general creo que caen en el campo de la superstición infundada y contaminan los hechos.
Suscribo enteramente el comentario de Luis Leoncio y me alegro de conocer su nombre concreto. Me parece una conquista indudable de las democracias europeas el que ciertos temas, como la moral sexual o la religion no sean relevantes de cara a la eleccion de candidatos. Pertenecen al ambito de la vid privada y ahi deben seguir como muchas otras cuestiones que usted menciona. Tambien discrepo con Javier Goma en el asunto de la ejemplaridad de los politicos, el concepto me parece muy peligroso por lo manipulable sin duda lo ejemplar para el sr. Goma y alguno de los comentaristas de este blog me lo parecera tambien a mi, pero puede que no a mi vecino que vota igual que yo y que puede tener otras convicciones sobre lo que es ser ejemplar. Yo me conformo con bastante menos y la verdad es que como en España hay tanto margen de mejora con respecto a nuestra clase politica lo que se les puede pedir se queda muy por debajo del concepto de ejemplar.
Veo con interés que la cuestión se desplaza hacia el tema clásico de la moralidad de las personas públicas. Considero todas las opiniones vertidas interesantes y defendibles. No obstante, en mi opinión, esta cuestión esta afectada por un elemento básicamente cultural. En el mundo anglosajón, el puritanisto protestante lleva a proscribir no solo el delito sino también aquellas conductas que se consideran incompatibles con la integridad que debe tener la persona. En el mundo latino, se mantiene una posición más flexible, entendiendo que la moralidad pertenece a un mundo de intimidad en el que no pueden entrar otras personas y menos el mundo en general. Esta postura, en cuanto afecta a la solo a la moral sexual (no al abuso o maltrato), me parece positivo, y es bien conocido que en España hay una cierta tolerancia con las aventuras extraconyugales y tendencias sexuales. Ahora bien, dicho eso, me parece también que, como dice mi hermano Javier, el filósofo, debe cada vez más exigirse al político una ejemplaridad, es decir, debe buscarse gente que sean no solo eficaces sino ejemplo para todos. Creo que todos ganaríamos.
Pour mon cheri ami Michel: evidemment, vous n”etes pas les seuls avec ce problem, comme voue bien savez.
Para incendiar un poco el debate. Imaginemos un señor que se dedica a la política y decide salir del armario confesando su condición de homosexual. Es evidente que este caballero ha hecho de su opción sexual, una cuestión indudablemente íntima y que por supuesto, nadie tendría derecho a hacer pública sin consentimiento del interesado, sea o no un político, una cuestión pública. Y con independencia del juicio moral que a cada cual merezca, a partir de ese momento tiene trascendencia pública. Lógicamente el político trata de aprovechar la ola favorable a la homosexualidad para adquirir los “derechos” que tal condición añade a los que le son propios como ciudadano.
¿Qué ocurriría si luego se descubre que la homosexualidad del político era mentira?
Si al político le llamamos Clinton y a la declaración de homosexualidad “no conozco a Monica” ante un juez, ahí tenemos la reacción de las instituciones norteamericanas: Se libró por un voto del Impeachment en un Senado donde votaron las personas y no los partidos (se requería mayoría de 2/3).
¿Qué habría pasado en España?
Dependería de la ideología del interfecto. No he visto rasgado de vestidura alguno por las feministas que pretendieron linchar al alcalde de Valladolid por unas desafortunadas declaraciones sobre Leire Pajín que eran mucho menos soeces que las de un conocido humorista amigo de la actual Ministra de Sanidad.
No me importa tanto las ideas que se tengan al respecto como la hipocresía y el sectarismo de aplicar la indignación interesada o el silencio cómplice según convenga.
Una cosa maravillosa que merece comentarse es la teoría de la conspiración que están difundiendo distintos políticos y medios franceses. Según parece, los conspiradores (la CIA, Wall Street y Sarkozy, todos en feliz conjunción) conocedores de la “debilidad” de DSK con las mujeres, le habrían tendido una trampa. (Aunque hay que reconocer que hay debilidades y debilidades, yo mismo tengo cierta debilidad por las mujeres, por lo menos eso pensaba hasta ahora, pero la verdad es que comparada con la de DSK la mía es hielo siberiano.) Así que los perversos conspiradores idearon un plan complejo y arriesgado a la par que muy ingenioso. Consistía en llamar al servicio de habitaciones, haciéndose pasar por el conserje, mientras el presidente del FMI estaba todavía ahí (cuando todo el mundo sabe que en cualquier hotel que se precie la camarera solo entra a limpiar cuando el cliente ya ha abandonado la habitación). Y ya está, ese era el plan. Sabían, conociendo la “debilidad” del sujeto, (por otra parte bastante difundida aunque los sufridos paganos nos estemos enterando ahora) que cualquiera que fuese la camarera que entrase, mientras fuese efectivamente una camarera, o al menos lo pareciese, con independencia de su raza, color o edad, DSK se abalanzaría irremisiblemente sobre ella. Verdaderamente, Sarkozy es un tipo sibilino y avieso.
Triboniano: En relación con Clinton me estaba refiriendo más bien al proceso “moral”, “de opinión pública” al que fue sometido.
En cualquier caso, el tema es si la conducta moral privada ha de ser relevante en la valoración de un gobernante. En caso de que se responda a esta cuestión afirmativamente, se sigue ineludiblemente la conclusión de que tal conducta privada se ha de sujetar al escrutinio público, con lo que, se priva al que aspira a gestionar cualquier interés público de derechos fundamentales tales como el derecho a la intimidad o a la libertad religiosa (no declarar sobre las propias convicciones).
Si es relevante la conducta moral privada, es decir, la referida a actividades y conductas sobre las que la Ley no puede incidir, en las que no puede inmiscuirse; si decidimos que los ciudadanos tienen derecho a saber eso tendremos que establecer un sistema de declaraciones juradas acerca de ese tipo de prácticas. ¿A qué políticos? ¿A todos, pues todos en mayor o menor medida van a gestionar los intereses generales? ¿Sólo a algunos? ¿También a los funcionarios? ¿Y por qué no a los directivos de los Bancos, a los que la Ley les exige competencia y honorabilidad en lo profesional?¿Por qué no extender esa exigencia a lo personal?. Porque, según has dicho, si el banquero le pone los cuernos a su mujer es probable que robe el dinero que deposito en su Banco.
Y esa declaración de conducta sprivadas que, según tu criterio, son relevantes, ¿a qué conductas alcanzará?. la determinación de las conductas de interés ya supone una toma de posición en cuanto a un determinado criterio moral y una valoración absolutamente subjetiva acerca de las conductas que son relevantes para los ciudadanos en cuanto que reflectoras o predictoras de un eventual y futuro comportamiento en la gestión de los intereses generales. ¿Elaboraría el listado de cuestiones relevantes la Conferencia Episcopal? ¿o instituimos un Comité de Salud y Moral Públicas?
En este país nuestro, durante cuarenta años gobernó un señor que mantenía una conducta moral privada intachable, según ciertos criterios (fiel esposo, amantísimo padre, cariñoso abuelito) y una conducta pública despótica, cruel y cleptómana. Como se ha podido ver, no hay conexión entre las virtudes (o los vicios)privados y los vicios (o virtudes) públicos.
Bien cher Ignacio
Je suis comme toi admiratif de l’efficacité, de l’honnêteté, et de l’indépendance de la justice américaine, dans cette affaire, ce n’est peut être pas toujours le cas !
Pourtant, en tant que français, je donne plus d’importance, à la démonstration qui vient d’être faite, sur l’imperfection de notre système de désignation des élites.
Coupable ou non coupable, « DSK »s’est placé dans des situations inacceptables, elles montrent de la maladresse, du mépris pour l’opinion publique, une échelle des valeurs anormale, une certitude d’impunité. Chacune de ces observations prouve, à elle seule, l’inaptitude du sujet à exercer une fonction de représentation démocratique. La faute la plus grave, la maladresse de « se faire prendre » est inacceptable à ce niveau. Le non respect des valeurs morales adoptées par ceux qui lui faisaient confiance reste la faute la plus profonde, même si le cas d’actualité n’était pas prouvé, les comportements précédents révélés (femmes, train de vie) ne méritent aucune admiration.
Se pose donc la question de savoir comment une nation peut produire des élites d’aussi mauvaise qualité et demander aux nations amies de leur confier des fonctions de « maître du monde » ?
Sommes nous les seuls en France ?
Coincido plenamente con el comentario de Leoncio y discrepo de Triboniano por las razones que él expone. A mi juicio el criterio de cuando los “vicios” privados (por usar una expresión hoy ya en desuso) se convierten en “vicios públicos” y por tanto perseguibles, denunciables e informables tiene que ser muy nítido, porque si no podemos caer en el extremo de que todo sea objeto de fiscalización, manipulación o simple y llanamente puro cotilleo o/y morbo y de paso nos quedamos sin poder elegir a nadie que no sea un monje trapense y creo que de esos no quedan. En el caso de DSK evidentemente no hay duda alguna. Pero se me ocurre una ampla gama de grises donde realmente creo que hay que dejar margen a la vida privada y a la intimidad mientras que no tenga ninguna relevancia para la gestión de los asuntos públicos aunque upeda tenerla, y mucha, precisamente en ese ámbito privado.
En cuanto a Michel Burgan, coincidimos en la estupefacción que produce el que este tipo de personas lleguen a los más altos puestos y a su preocupación sobre el perverso sistema de selección de las elites en particular de las políticas, aunque de élites por lo menos en España tienen ya muy poco. Pediremos a alguno de los editores un post sobre el tema de la calidad de la clase política que ya toca.
Veo con interés que la cuestión se desplaza hacia el tema clásico de la moralidad de las personas públicas. Considero todas las opiniones vertidas interesantes y defendibles. No obstante, en mi opinión, esta cuestión esta afectada por un elemento básicamente cultural. En el mundo anglosajón, el puritanisto protestante lleva a proscribir no solo el delito sino también aquellas conductas que se consideran incompatibles con la integridad que debe tener la persona. En el mundo latino, se mantiene una posición más flexible, entendiendo que la moralidad pertenece a un mundo de intimidad en el que no pueden entrar otras personas y menos el mundo en general. Esta postura, en cuanto afecta a la solo a la moral sexual (no al abuso o maltrato), me parece positivo, y es bien conocido que en España hay una cierta tolerancia con las aventuras extraconyugales y tendencias sexuales. Ahora bien, dicho eso, me parece también que, como dice mi hermano Javier, el filósofo, debe cada vez más exigirse al político una ejemplaridad, es decir, debe buscarse gente que sean no solo eficaces sino ejemplo para todos. Creo que todos ganaríamos.
Pour mon cheri ami Michel: evidemment, vous n”etes pas les seuls avec ce problem, comme voue bien savez.
Para incendiar un poco el debate. Imaginemos un señor que se dedica a la política y decide salir del armario confesando su condición de homosexual. Es evidente que este caballero ha hecho de su opción sexual, una cuestión indudablemente íntima y que por supuesto, nadie tendría derecho a hacer pública sin consentimiento del interesado, sea o no un político, una cuestión pública. Y con independencia del juicio moral que a cada cual merezca, a partir de ese momento tiene trascendencia pública. Lógicamente el político trata de aprovechar la ola favorable a la homosexualidad para adquirir los “derechos” que tal condición añade a los que le son propios como ciudadano.
¿Qué ocurriría si luego se descubre que la homosexualidad del político era mentira?
Si al político le llamamos Clinton y a la declaración de homosexualidad “no conozco a Monica” ante un juez, ahí tenemos la reacción de las instituciones norteamericanas: Se libró por un voto del Impeachment en un Senado donde votaron las personas y no los partidos (se requería mayoría de 2/3).
¿Qué habría pasado en España?
Dependería de la ideología del interfecto. No he visto rasgado de vestidura alguno por las feministas que pretendieron linchar al alcalde de Valladolid por unas desafortunadas declaraciones sobre Leire Pajín que eran mucho menos soeces que las de un conocido humorista amigo de la actual Ministra de Sanidad.
No me importa tanto las ideas que se tengan al respecto como la hipocresía y el sectarismo de aplicar la indignación interesada o el silencio cómplice según convenga.
Una cosa maravillosa que merece comentarse es la teoría de la conspiración que están difundiendo distintos políticos y medios franceses. Según parece, los conspiradores (la CIA, Wall Street y Sarkozy, todos en feliz conjunción) conocedores de la “debilidad” de DSK con las mujeres, le habrían tendido una trampa. (Aunque hay que reconocer que hay debilidades y debilidades, yo mismo tengo cierta debilidad por las mujeres, por lo menos eso pensaba hasta ahora, pero la verdad es que comparada con la de DSK la mía es hielo siberiano.) Así que los perversos conspiradores idearon un plan complejo y arriesgado a la par que muy ingenioso. Consistía en llamar al servicio de habitaciones, haciéndose pasar por el conserje, mientras el presidente del FMI estaba todavía ahí (cuando todo el mundo sabe que en cualquier hotel que se precie la camarera solo entra a limpiar cuando el cliente ya ha abandonado la habitación). Y ya está, ese era el plan. Sabían, conociendo la “debilidad” del sujeto, (por otra parte bastante difundida aunque los sufridos paganos nos estemos enterando ahora) que cualquiera que fuese la camarera que entrase, mientras fuese efectivamente una camarera, o al menos lo pareciese, con independencia de su raza, color o edad, DSK se abalanzaría irremisiblemente sobre ella. Verdaderamente, Sarkozy es un tipo sibilino y avieso.
Fenix , al parecer aquí las teorías conspiratorias también pitan, nos dicen que los acampados en la Puerta del Sol no son ciudadanos “fastidiados” (lo de fastidiados por aquello de respetar las reglas de estilo de este prestigioso blog) sino hábiles conspiradores o peor aún, marionetas en la mano de algún perverso conspirador contra nuestra bienaventurada clase política.
No se trata de compartimentar, sino de determinar los criterios éticos a los que ajustarse en cada situación. Patricia CM, cuando hablas, por ejemplo, de moral sexual vs moral económica, pareces estar diciendo que, dado que hay un criterio único de lo que debe considerarse como moral, un comportamiento “x” en lo conómico debe llevar aparejado un comportamiento “y” en lo sexual, y no un comportamiento “z”. Ahora bien, ¿quién fijará el criterio de lo que es moral ?. En un Estado democrático, la ley marca las conductas que se consideran correctas para la armoniosa convivencia. En aquello que no afecta a la convivencia social la ley no se mete, ni se tiene que meter.
La sociedad sólo tiene derecho a conocer y, en su caso,reprochar, al gobernante comportamientos que infrinjan la ley, es decir que contravengan las convicciones éticas comunes y “consensuadas” que se objetivan en el mandato legal. Si queremos que la conducta privada (que es aquella que sólo afecta a la persona del gobernante) sea relevante, fijemos los criterios a los que ha de ajustarse su conducta en TODOS los ámbitos. Resultado: aquí el que no piense y viva su vida como yo creo que debe ser, aunque su actuación en ciertos ámbitos no me afecte ni a mi ni a la sociedad o a los intereses generales, queda inhabilitado. Pero ello llevaría al siguiente paso. si este tipo no vive conforme a mis convicciones morales, ¿por qué ha de estar en sociedad? ¿No podría contaminarnos a todos? ¿No estaría mejor apartad, quizá en la cárcel?.
Por otra parte, Ignacio Gomá, en su comentario anterior dice, citando a su hermano,dice que”debe cada vez más exigirse al político una ejemplaridad, es decir, debe buscarse gente que sean no solo eficaces sino ejemplo para todos”. ¿de verdad los políticos, los que gestionan la cosa pública, han de ser un ejemplo para todos? ¿No hemos superado el tiempo de los líderes carismáticos ungidos de perfección? Su ejemplo no debe ser otro que el de cumplir la Ley, que ya contiene una carga moral ejemplificante suficiente. ¿por qué ha de ser una guía moral en su comportamiento íntimo? ¿Guía moral para quién? ¿De acuerdo con que criterios?. ¿Es ejemplar el gobernante que vive confrme a lo que yo pienso? ¿Y por qué no va a ser ejemplar el que vive conforme a lo que piensa mi vecino?.
Cuestión distinta a la anterior, aunque relacionada, y como bien ha señalado Ennecerus es que el gobernante, el candidato, el político, haya publicado tal o cual aspecto de su conducta (su piedad religiosa, su desmedido amor por su mujer, su abstinencia alcohólica) convirtiéndolas en datos relevantes para su elección. En este caso, por habernos “vendido el producto” si tenemos derecho a reclamar indemnización por incumplimiento de contrato.
PS.- Firmo este post con mi nombre completo, al contrario que los anteriores. Me parece más correcto.
Ignacio, tu comentario suscita los siguientes por mi parte.
Primero.- Yo n o he circunscrito el elenco de conductas privadas que no han de ser so metidas al escrutinio público a las sexuales. También me he referido, por ejemplo al ámbito religioso, o al consumo de alcohol.
Segundo.- En cuanto a las conductas que citas, el fraude fiscal y el acoso laboral son conductas ilicitas, y, por lo tanto inadmisibles en un gobernante. El abuso de poder y la mentira pueden ser o no conductas infractoras de la norma.
Tercero.- En cualquier caso, tu comentario si me obliga, por reconocerte parte de razón a matizar mi posición anterior. efectivamente, la conducta exigible a un político no debe reducirse única y exclusivamente a la observancia de la ley. Creo que, para acotar los términos del debate convendría aclara lo que yo entiendo por moral pública y moral privada.
El comportamiento moral “público” haría referencia a los actos realizados y conductas desplegadas en el ejercicio del cargo, las vínculadas directa o indirectamente al cargo y cualesquiera otras en que el cargo o función intervenga como factor relevante. Así, conforme a esto si serían de necesario conocimiento público y censura por los ciudadanos la mentira en las promesas de campaña, el abuso “soft” del cargo (como soy el concejal, presiono haciéndome valer de ello para conseguir mesa en un restaurante). La sconductas lícitas pero reprobables moralmente, en cuanto que deben ser publicadas (y aqui también entran en juego cuestiones tales como los límites a la libertad de información) serán juzgadas por los ciudadanos, según sus criterios, en las urnas.
La moral privada haría referencia a conductas que hayan tenido lugar sin hallarse en el ejercicio del cargo, ni actuando en concepto de , siquiera sea nominalmente. Pertenecen al ámbito privado y no se puede exigir su conocimiento. Y lo que no es cognoscible no puede ser oponible . Así a nadie la interesa, nadie tiene derecho a saber para juzgar su idoneidad para el cargo, si una persona es poco o nada afectuosa con sus hijos, si es adicto al bingo (con su propio dinero), si no visita a sus ancanos padres, si es un cotilla y un maldedicente en su círculo de amigos o si blasfema , por más que a algunos todas, algunas o alguna de estas conductas pueden parecerle reprobales.
Los límites son difusoa es cierto. Pero creo que es mejor pecar de laxos que de estrictos, porque exigir un determinado canon ético a los políticos en lo que se refiere a su vida privada puede abrir caminos muy peligrosos.
Leoncio, desde un punto de vista jurídico estoy totalmente de acuerdo contigo: al político, pero también al funcionario, o al empleado, o al administrador de la sociedad, ha de exigírseles que cumplan la ley. Ahora bien, quizá ahora estamos hablando de política, en el sentido de vida pública. Y yo como ciudadano prefiero, a ser posible, un ciudadano ejemplar como político, del mismo modo que lo preferiría como empleado o administrador de mi empresa. Ciertamente, como decía en el comentario anterior, hay ciertos puntos que pertenecen al mundo íntimo de la persona (lo que según los tiempos puede ser más o menos amplio, pero desde luego, hoy comprenden la moral sexual), pero ¿no preferirías como representante tuyo- o como empleado o como administrador- a alguien que haya tenido una conducta intachable, porque no haya sido pillado mintiendo, defraudando a Hacienda, acosando a sus empleados, o abusando de su cargo, aunque ello no sea estrictamente hablando delito….)?. No todo es moral sexual….
Fenix , al parecer aquí las teorías conspiratorias también pitan, nos dicen que los acampados en la Puerta del Sol no son ciudadanos “fastidiados” (lo de fastidiados por aquello de respetar las reglas de estilo de este prestigioso blog) sino hábiles conspiradores o peor aún, marionetas en la mano de algún perverso conspirador contra nuestra bienaventurada clase política.
Acerca del tema sobrevenido: seguramente no inmiscuirse en la vida privada de los políticos es preferible alternativa, pero eso de que la moral es perfectamente “compartimentable” (moral pública vs moral privada, moral sexual vs moral económica, etc) no me convence nada, la verdad. Me recuerda a la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner y demás posmodernidades similares. Algo parecido me pasa con las teorías de la conspiración que en todas las direcciones están afluyendo en los últimos tiempos; aunque cierto escepticismo pueda ser saludable dada la manipulación reinante, en general creo que caen en el campo de la superstición infundada y contaminan los hechos.
No se trata de compartimentar, sino de determinar los criterios éticos a los que ajustarse en cada situación. Patricia CM, cuando hablas, por ejemplo, de moral sexual vs moral económica, pareces estar diciendo que, dado que hay un criterio único de lo que debe considerarse como moral, un comportamiento “x” en lo conómico debe llevar aparejado un comportamiento “y” en lo sexual, y no un comportamiento “z”. Ahora bien, ¿quién fijará el criterio de lo que es moral ?. En un Estado democrático, la ley marca las conductas que se consideran correctas para la armoniosa convivencia. En aquello que no afecta a la convivencia social la ley no se mete, ni se tiene que meter.
La sociedad sólo tiene derecho a conocer y, en su caso,reprochar, al gobernante comportamientos que infrinjan la ley, es decir que contravengan las convicciones éticas comunes y “consensuadas” que se objetivan en el mandato legal. Si queremos que la conducta privada (que es aquella que sólo afecta a la persona del gobernante) sea relevante, fijemos los criterios a los que ha de ajustarse su conducta en TODOS los ámbitos. Resultado: aquí el que no piense y viva su vida como yo creo que debe ser, aunque su actuación en ciertos ámbitos no me afecte ni a mi ni a la sociedad o a los intereses generales, queda inhabilitado. Pero ello llevaría al siguiente paso. si este tipo no vive conforme a mis convicciones morales, ¿por qué ha de estar en sociedad? ¿No podría contaminarnos a todos? ¿No estaría mejor apartad, quizá en la cárcel?.
Por otra parte, Ignacio Gomá, en su comentario anterior dice, citando a su hermano,dice que”debe cada vez más exigirse al político una ejemplaridad, es decir, debe buscarse gente que sean no solo eficaces sino ejemplo para todos”. ¿de verdad los políticos, los que gestionan la cosa pública, han de ser un ejemplo para todos? ¿No hemos superado el tiempo de los líderes carismáticos ungidos de perfección? Su ejemplo no debe ser otro que el de cumplir la Ley, que ya contiene una carga moral ejemplificante suficiente. ¿por qué ha de ser una guía moral en su comportamiento íntimo? ¿Guía moral para quién? ¿De acuerdo con que criterios?. ¿Es ejemplar el gobernante que vive confrme a lo que yo pienso? ¿Y por qué no va a ser ejemplar el que vive conforme a lo que piensa mi vecino?.
Cuestión distinta a la anterior, aunque relacionada, y como bien ha señalado Ennecerus es que el gobernante, el candidato, el político, haya publicado tal o cual aspecto de su conducta (su piedad religiosa, su desmedido amor por su mujer, su abstinencia alcohólica) convirtiéndolas en datos relevantes para su elección. En este caso, por habernos “vendido el producto” si tenemos derecho a reclamar indemnización por incumplimiento de contrato.
PS.- Firmo este post con mi nombre completo, al contrario que los anteriores. Me parece más correcto.
Leoncio, desde un punto de vista jurídico estoy totalmente de acuerdo contigo: al político, pero también al funcionario, o al empleado, o al administrador de la sociedad, ha de exigírseles que cumplan la ley. Ahora bien, quizá ahora estamos hablando de política, en el sentido de vida pública. Y yo como ciudadano prefiero, a ser posible, un ciudadano ejemplar como político, del mismo modo que lo preferiría como empleado o administrador de mi empresa. Ciertamente, como decía en el comentario anterior, hay ciertos puntos que pertenecen al mundo íntimo de la persona (lo que según los tiempos puede ser más o menos amplio, pero desde luego, hoy comprenden la moral sexual), pero ¿no preferirías como representante tuyo- o como empleado o como administrador- a alguien que haya tenido una conducta intachable, porque no haya sido pillado mintiendo, defraudando a Hacienda, acosando a sus empleados, o abusando de su cargo, aunque ello no sea estrictamente hablando delito….)?. No todo es moral sexual….
Ignacio, tu comentario suscita los siguientes por mi parte.
Primero.- Yo n o he circunscrito el elenco de conductas privadas que no han de ser so metidas al escrutinio público a las sexuales. También me he referido, por ejemplo al ámbito religioso, o al consumo de alcohol.
Segundo.- En cuanto a las conductas que citas, el fraude fiscal y el acoso laboral son conductas ilicitas, y, por lo tanto inadmisibles en un gobernante. El abuso de poder y la mentira pueden ser o no conductas infractoras de la norma.
Tercero.- En cualquier caso, tu comentario si me obliga, por reconocerte parte de razón a matizar mi posición anterior. efectivamente, la conducta exigible a un político no debe reducirse única y exclusivamente a la observancia de la ley. Creo que, para acotar los términos del debate convendría aclara lo que yo entiendo por moral pública y moral privada.
El comportamiento moral “público” haría referencia a los actos realizados y conductas desplegadas en el ejercicio del cargo, las vínculadas directa o indirectamente al cargo y cualesquiera otras en que el cargo o función intervenga como factor relevante. Así, conforme a esto si serían de necesario conocimiento público y censura por los ciudadanos la mentira en las promesas de campaña, el abuso “soft” del cargo (como soy el concejal, presiono haciéndome valer de ello para conseguir mesa en un restaurante). La sconductas lícitas pero reprobables moralmente, en cuanto que deben ser publicadas (y aqui también entran en juego cuestiones tales como los límites a la libertad de información) serán juzgadas por los ciudadanos, según sus criterios, en las urnas.
La moral privada haría referencia a conductas que hayan tenido lugar sin hallarse en el ejercicio del cargo, ni actuando en concepto de , siquiera sea nominalmente. Pertenecen al ámbito privado y no se puede exigir su conocimiento. Y lo que no es cognoscible no puede ser oponible . Así a nadie la interesa, nadie tiene derecho a saber para juzgar su idoneidad para el cargo, si una persona es poco o nada afectuosa con sus hijos, si es adicto al bingo (con su propio dinero), si no visita a sus ancanos padres, si es un cotilla y un maldedicente en su círculo de amigos o si blasfema , por más que a algunos todas, algunas o alguna de estas conductas pueden parecerle reprobales.
Los límites son difusoa es cierto. Pero creo que es mejor pecar de laxos que de estrictos, porque exigir un determinado canon ético a los políticos en lo que se refiere a su vida privada puede abrir caminos muy peligrosos.
Suscribo enteramente el comentario de Luis Leoncio y me alegro de conocer su nombre concreto. Me parece una conquista indudable de las democracias europeas el que ciertos temas, como la moral sexual o la religion no sean relevantes de cara a la eleccion de candidatos. Pertenecen al ambito de la vid privada y ahi deben seguir como muchas otras cuestiones que usted menciona. Tambien discrepo con Javier Goma en el asunto de la ejemplaridad de los politicos, el concepto me parece muy peligroso por lo manipulable sin duda lo ejemplar para el sr. Goma y alguno de los comentaristas de este blog me lo parecera tambien a mi, pero puede que no a mi vecino que vota igual que yo y que puede tener otras convicciones sobre lo que es ser ejemplar. Yo me conformo con bastante menos y la verdad es que como en España hay tanto margen de mejora con respecto a nuestra clase politica lo que se les puede pedir se queda muy por debajo del concepto de ejemplar.
Visto el resultado, parece que el sistema judicial USA no estan bueno, como algunos pretenden. El fiscal ha hecho el ridículo; la jueza idem; si el acusado no hubiera tenido medios económicos, probablemente estaría en la carcel de por vida. La pobre inmigrante, ya no se sabe si es la vilolada o la violadora. En fin, un desastre.
Me gusta nuestro sistema garantista, aunque todo sea mejorable.
Que conste, Alfredo, que no dejo estar de acuerdo contigo, y no creo que ello sea incompatible con lo que expongo en el post. Una cosa es que sea de admirar el respeto que la sociedad tiene a sus instituciones y la energía y rigor con que se aplican y otra cosa es que esas instituciones sean las mejores. Aunque eso daría mucho que hablar, siempre me parece que las instituciones continentales son más avanzadas que las americanas: al menos han llegado al derecho escrito (generalizando un poco); pero también creo que nuestra sociedad europea está ya un poco de vuelta de todo.
Visto el resultado, parece que el sistema judicial USA no estan bueno, como algunos pretenden. El fiscal ha hecho el ridículo; la jueza idem; si el acusado no hubiera tenido medios económicos, probablemente estaría en la carcel de por vida. La pobre inmigrante, ya no se sabe si es la vilolada o la violadora. En fin, un desastre.
Me gusta nuestro sistema garantista, aunque todo sea mejorable.
Don Ignacio, en ningún momento me estaba refiriendo a usted, a quien tengo en gran consideración, por sus magnícos artículos.
Más bien, me refería a otros sectores de la sociedad, especialmente de la prensa y financiero, que sobrevaloran lo anglosajón.
Quizá debiera dedicar un comentario a la posible necesidad de regular el papel de los medios de comunicación en los procesos penales, sobre la pugna entre la libertad de prensa y de expresión y la presunción de inocencia. No olvidemos que para la gente de honor, la difamación pública es peor que la condena a prisión.
Un cordial saludo.
Don Ignacio, en ningún momento me estaba refiriendo a usted, a quien tengo en gran consideración, por sus magnícos artículos.
Más bien, me refería a otros sectores de la sociedad, especialmente de la prensa y financiero, que sobrevaloran lo anglosajón.
Quizá debiera dedicar un comentario a la posible necesidad de regular el papel de los medios de comunicación en los procesos penales, sobre la pugna entre la libertad de prensa y de expresión y la presunción de inocencia. No olvidemos que para la gente de honor, la difamación pública es peor que la condena a prisión.
Un cordial saludo.