Un cariñoso adios a nuestro gran maestro

D. Fernando Sánchez Calero nos ha abandonado. Desde mi condición no lejana de estudiante me corresponde expresar la admiración y reconocimiento hacia D. Fernando.| Numerosas y grandiosas han sido sus contribuciones al Derecho mercantil. Abogado en ejercicio desde 1964. Persona dedicada con gran empeño a la Universidad, obteniendo la Cátedra de Derecho mercantil por las Universidades de La Laguna, Bilbao y Complutense de Madrid en las que durante más de cuarenta años compartió con todos su saber. Miembro de número de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación desde 2001. Indiscutible la calidad de sus Instituciones y de otras obras jurídicas centradas en variados sectores del Derecho mercantil: sociedades, contrato de seguro o de transporte, entre otros. Vocal permanente de la Comisión General de Codificación desde 1970 y hasta sus últimos días. Director, Presidente y miembro del Consejo de redacción de numerosas revistas jurídicas. Estos son algunos de los innumerables méritos que presenta su trayectoria.

Las actuales 33 ediciones de las Instituciones de Derecho Mercantil han sabido aunar esta normativa, permitiendo a los que estudian un gran entendimiento de tan vital materia. En su discurso de ingreso en la Real Academia, puso de manifiesto la limitada eficacia de nuestro ordenamiento en aquel momento para el tratamiento de las sociedades cotizadas. Este incansable deseo de obtener un mejor Derecho lo mantuvo durante mucho tiempo, en su labor de gran jurista y estudioso, de manera que muchas de sus propuestas fundamentaron posteriores normas.

Pero si admirable es todo lo anterior, no lo es menos su humildad, simpatía y amabilidad que ha mostrado hacia los estudiantes. Mi toma de contacto con él no fue mucho tiempo atrás, en septiembre de 2009. Desde ese día y hasta casi el 15 de mayo de este año he tenido una relación diaria con D. Fernando. Casi todas las mañanas he tenido el privilegio de poder compartir con él mis dudas y unas largas conversaciones. Empezaban con asuntos de Derecho y terminaban siempre con enseñanzas desde su constante y brillante experiencia. Y todas ellas las acompañaba con una agradable sonrisa.  D. Fernando y yo compartíamos la condición de estudiante y es que a pesar de su larga edad nunca dejó de estudiar. 

Por ello, no puedo sino agradecer a D. Fernando el privilegio que he tenido de poder conocerlo y de aprender con todo su inteligente magisterio, acompañado de consejos. Se nos ha marchado D. Fernando pero su doctrina y su saber estarán eternamente presentes.

D. Fernando, siempre estaré en deuda con todo lo que me ha aportado y siempre, siempre estará en mi recuerdo.