Por qué fallan los controles autonómicos. Artículo de nuestra editora Elisa de la Nuez en el diario El Mundo

Sospechábamos que estos días de cambio en gran número de Administraciones autonómicas y locales iban a ser interesantes, pero era difícil imaginar hasta qué punto. Hoy mismo leemos en los periódicos que los nuevos gestores de Castilla-La Mancha afirman que la comunidad está “en quiebra total” y que probablemente no puedan pagar ni las nóminas. El dato es interesante y la solución se antoja complicada, por eso no está de más reflexionar sobre cómo hemos llegado a esta sorprendente situación, al menos si queremos evitar que tal cosa se repita. Nuestra coeditora Elisa de la Nuez lo hizo ayer en un artículo publicado en el diario El Mundo.|

Pueden leerlo aquí.

7 comentarios
  1. jj
    jj Dice:

    De acuerdo con la autora del post. Solo añadiría que la culpa no es solo de las CCAAs. El Estado, sobre todo desde la victoria socialista del 82, se dedicó a desvalorizar casi  todo aquello que en los cuerpos estatales de funcionarios había de excelencia. Y a “democratizarlo”. Buen ejemplo de ello el la ley 30/84, que instaura el ppio de adscripción indistinta y otras cosas… Otro ejemplo de “democratización”, aunque ya es salirse del post es la modificación de sistema de elección de vocales del CGPJ que a su vez elige a los magistrados que no proceden de la carrera judicial, pero no con criterios de excelencia (como el antiguo art. 20 LJCA de 1956) sino con criterios más oscuros (o bien claros, según cómo se quiera verlo).

  2. G. Moreno
    G. Moreno Dice:

    Muy de acuerdo con el diagnóstico de la autora. También con jj. Lo cierto es que a los partidos políticos no les ha interesado nunca una función pública eficaz. Buenas palabras en los programas electorales, y ahí acaba todo. Luego, cuando llegan las crisis, los funcionarios son los primeros cabezas de turco. Claro que los recortes en la función pública son bien vistos por los votantes. De aquellos polvos vienen estos lodos.

    Otra cuestión clave, también relacionada con la necesidad de aparentar ante los votantes, es el endurecimiento de las normas que rigen el funcionamiento de la Administración: me refiero a la legislación en materia de contratos, de control financiero, de administración de recursos humanos, de gestión de subvenciones públicas, de elaboración normativa, etcétera. Todo este elenco normativo, tremendamente riguroso, hace imposible su cumplimiento si se pretende que la Administración funcione, compre, gaste, gestione en suma. Tiene gracia que los mismos políticos que aprueban esas normas se escandalicen ante los obstáculos administrativos cuando acceden a un alto cargo e intentan ejecutar su programa. 

    En resumidas cuentas, grandes dosis de hipocresía. Hay que atar corto a la Administración, y luego decimos que no funciona. Y claro, la culpa es de los funcionarios. Por eso, es mejor dejar las cosas como están: nombrar a un puñado de asesores bien pagados, que son los que supuestamente “sacan el trabajo”, y, para el resto, a pactar con los sindicatos para garantizar la “paz social”.

    Así nos luce el pelo.

  3. elisadelanuez
    elisadelanuez Dice:

    Lo que apunta G. Moreno es muy cierto con respecto a las normas. Cada vez que salta un escándalo de corrupción, o de falta de controles efectivos, se vuelve a cambiar la legislación que cada vez es más se hace más rigurosa, pero desgraciadamente solo sobre el papel. Los políticos enseguida corren a reformar las leyes y a “endurecerlas”, ya se trate de la legislación de contratos, subvenciones, control financiero, el Código Penal o lo que les echen, y de nuevo vuelven a surgir escándalos y corruptelas sin cuento. El problema no está en la legislación, sino en su aplicación y en la adecuada exigencia de responsabilidades. Por otra parte como bien dice G. Moreno al gestor honesto le vuelven loco de manera que todo este entremado normativo, tan burocrático y formal, le impide gestionar con eficacia. Y para colmo de males, no desalienta en absoluto a los gestores deshonestos, que se manejan con él como Pedro por su casa, amañando informes, abriendo los sobres con las valoraciones económicas antes de las aperturas públicas, falseando la publicidad, dando contratos a empresas tapaderas o subvencionando a entifdades “amigas”… Todo esto se hace sabiendo que nadie les va a exigir ninguna responsabilidad de gestión o patrimonial y que la penal, la única que les puede preocupar mínimamente, está, en el mejor de os casos, en un futuro muy distante..

    • jj
      jj Dice:

      De acuerdo con la autora del post. Solo añadiría que la culpa no es solo de las CCAAs. El Estado, sobre todo desde la victoria socialista del 82, se dedicó a desvalorizar casi  todo aquello que en los cuerpos estatales de funcionarios había de excelencia. Y a “democratizarlo”. Buen ejemplo de ello el la ley 30/84, que instaura el ppio de adscripción indistinta y otras cosas… Otro ejemplo de “democratización”, aunque ya es salirse del post es la modificación de sistema de elección de vocales del CGPJ que a su vez elige a los magistrados que no proceden de la carrera judicial, pero no con criterios de excelencia (como el antiguo art. 20 LJCA de 1956) sino con criterios más oscuros (o bien claros, según cómo se quiera verlo).

    • G. Moreno
      G. Moreno Dice:

      Muy de acuerdo con el diagnóstico de la autora. También con jj. Lo cierto es que a los partidos políticos no les ha interesado nunca una función pública eficaz. Buenas palabras en los programas electorales, y ahí acaba todo. Luego, cuando llegan las crisis, los funcionarios son los primeros cabezas de turco. Claro que los recortes en la función pública son bien vistos por los votantes. De aquellos polvos vienen estos lodos.

      Otra cuestión clave, también relacionada con la necesidad de aparentar ante los votantes, es el endurecimiento de las normas que rigen el funcionamiento de la Administración: me refiero a la legislación en materia de contratos, de control financiero, de administración de recursos humanos, de gestión de subvenciones públicas, de elaboración normativa, etcétera. Todo este elenco normativo, tremendamente riguroso, hace imposible su cumplimiento si se pretende que la Administración funcione, compre, gaste, gestione en suma. Tiene gracia que los mismos políticos que aprueban esas normas se escandalicen ante los obstáculos administrativos cuando acceden a un alto cargo e intentan ejecutar su programa. 

      En resumidas cuentas, grandes dosis de hipocresía. Hay que atar corto a la Administración, y luego decimos que no funciona. Y claro, la culpa es de los funcionarios. Por eso, es mejor dejar las cosas como están: nombrar a un puñado de asesores bien pagados, que son los que supuestamente “sacan el trabajo”, y, para el resto, a pactar con los sindicatos para garantizar la “paz social”.

      Así nos luce el pelo.

    • elisadelanuez
      elisadelanuez Dice:

      Lo que apunta G. Moreno es muy cierto con respecto a las normas. Cada vez que salta un escándalo de corrupción, o de falta de controles efectivos, se vuelve a cambiar la legislación que cada vez es más se hace más rigurosa, pero desgraciadamente solo sobre el papel. Los políticos enseguida corren a reformar las leyes y a “endurecerlas”, ya se trate de la legislación de contratos, subvenciones, control financiero, el Código Penal o lo que les echen, y de nuevo vuelven a surgir escándalos y corruptelas sin cuento. El problema no está en la legislación, sino en su aplicación y en la adecuada exigencia de responsabilidades. Por otra parte como bien dice G. Moreno al gestor honesto le vuelven loco de manera que todo este entremado normativo, tan burocrático y formal, le impide gestionar con eficacia. Y para colmo de males, no desalienta en absoluto a los gestores deshonestos, que se manejan con él como Pedro por su casa, amañando informes, abriendo los sobres con las valoraciones económicas antes de las aperturas públicas, falseando la publicidad, dando contratos a empresas tapaderas o subvencionando a entifdades “amigas”… Todo esto se hace sabiendo que nadie les va a exigir ninguna responsabilidad de gestión o patrimonial y que la penal, la única que les puede preocupar mínimamente, está, en el mejor de os casos, en un futuro muy distante..

  4. jj
    jj Dice:

    El problema no está en la legislación, sino en su aplicación y en la adecuada exigencia de responsabilidades…

     

    Esta frase del comentario de Elisa me parece capital. Porque se pueden aprobar las leyes más exigentes, que si luego no se aplican….  Y eso no vale solo respecto a las CCAAs, sino a casi todo lo que pasa… Inaplicar normas vigentes (aunque su contenido no nos guste, sea imperfecto, discutible, e incluso se pueda “considerar” ilegal) no sale nunca gratis… Siempre tiene un coste!! Cargarse la seguridad jurídica, y desde la inseguirdad jurídica, lo que venga…

    Me encataría que alguno de los editores o colaboradores del blog escribiera un post sobre las relaciones entre seguridad jurícia y justicia. ¿Qué prima? ¿Qué es más importante? Si Goethe dijo preferir la injusticia al desorden, Radbruch dijo que “la seguiridad jurídica reclama que el Dº Positivo se aplique aun cuando sea injusto (… ) afirmar la preeminencia incondicionada de la justicia por encima de la seguirdad y certeza jurídica, despreciando el Dº Positivo y el poder que lo establece, conduce al anarquismo (…) toda ley, sin consideración a la justicia de su contenido, por su mera existencia, cumple ya un fin moral…en tanto crea una situación de certeza”. Guasp, en sentido parecido, dice que la seguirdad jurídica es presupuesto necesario de la justicia. En fin largo tema que confío en que alguien trate debidamente….

  5. elisadelanuez
    elisadelanuez Dice:

    Hombre yo creo que aunque el reto que nos lanza jj se las trae y por cierto espero que otro coeditor que no sea yo recoja el guante, en nuestro casno no hace falta remontarse a estaz alturas filosoficas porque estas leyes de cuyo incumplimiento hablo son harto modestas y no dan para tanto. No solo no cabe dudar de su justicia sino que son basicamente normas que regulan procedimientos administrativos, quiza pelin anquilosadas o burocratizados porque suelen estar hechas muchas veces por funcionarios que no han gestionado nada si han ocupado cargo alguno. De ahi lo facil que es que un directivo sin escrupulos haga lo que le de la gana, sin que nadie le exija responsabilidad alguna.

  6. jj
    jj Dice:

    El problema no está en la legislación, sino en su aplicación y en la adecuada exigencia de responsabilidades…

     

    Esta frase del comentario de Elisa me parece capital. Porque se pueden aprobar las leyes más exigentes, que si luego no se aplican….  Y eso no vale solo respecto a las CCAAs, sino a casi todo lo que pasa… Inaplicar normas vigentes (aunque su contenido no nos guste, sea imperfecto, discutible, e incluso se pueda “considerar” ilegal) no sale nunca gratis… Siempre tiene un coste!! Cargarse la seguridad jurídica, y desde la inseguirdad jurídica, lo que venga…

    Me encataría que alguno de los editores o colaboradores del blog escribiera un post sobre las relaciones entre seguridad jurícia y justicia. ¿Qué prima? ¿Qué es más importante? Si Goethe dijo preferir la injusticia al desorden, Radbruch dijo que “la seguiridad jurídica reclama que el Dº Positivo se aplique aun cuando sea injusto (… ) afirmar la preeminencia incondicionada de la justicia por encima de la seguirdad y certeza jurídica, despreciando el Dº Positivo y el poder que lo establece, conduce al anarquismo (…) toda ley, sin consideración a la justicia de su contenido, por su mera existencia, cumple ya un fin moral…en tanto crea una situación de certeza”. Guasp, en sentido parecido, dice que la seguirdad jurídica es presupuesto necesario de la justicia. En fin largo tema que confío en que alguien trate debidamente….

  7. elisadelanuez
    elisadelanuez Dice:

    Hombre yo creo que aunque el reto que nos lanza jj se las trae y por cierto espero que otro coeditor que no sea yo recoja el guante, en nuestro casno no hace falta remontarse a estaz alturas filosoficas porque estas leyes de cuyo incumplimiento hablo son harto modestas y no dan para tanto. No solo no cabe dudar de su justicia sino que son basicamente normas que regulan procedimientos administrativos, quiza pelin anquilosadas o burocratizados porque suelen estar hechas muchas veces por funcionarios que no han gestionado nada si han ocupado cargo alguno. De ahi lo facil que es que un directivo sin escrupulos haga lo que le de la gana, sin que nadie le exija responsabilidad alguna.

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