“Esto es Wimbledon”, o el respeto a las viejas normas útiles

Vivimos en un país que demuestra muy poco respeto por sus leyes. Y no lo digo en el sentido de que seamos un nido de delincuentes, sino porque demostramos a diario, en el funcionamiento legislativo habitual del Estado central y de las Comunidades Autónomas, tal y como ha quedado brillantemente expuesto en la serie de la “floresta autonómica” que se ha ido publicando en este blog, que consideramos a nuestras disposiciones normativas como bienes de consumo, casi de “usar y tirar”, una vez que han satisfecho el objetivo puntual, bien jurídico o bien puramente de imagen, que tenía el gobernante de turno al promoverlas. Eso redunda también en otros aspectos no menos preocupantes de nuestra voluminosa colección legislativa, que también se han puesto de manifiesto reiteradamente en este blog, como el arrinconamiento de los viejos Códigos tradicionales, la absurda proliferación de disposiciones, la baja calidad técnica de nuestras normas, y hasta su escasa calidad lingüística, no siendo pocos los supuestos de normas ininteligibles o contradictorias, bien en sus propios términos, o bien con otras disposiciones que continúan vigentes.

 

Otros paises no son así. He tenido la oportunidad de visitar hace unos días el torneo de tenis de Wimbledon, que se celebra en el “All England Lawn Tennis & Crocket Club” de dicha localidad, cercana a Londres, donde se produce una demostración permanente de todo lo contrario. El Club es maravilloso: las instalaciones son impresionantes, miles de personas circulan por ellas con un orden y una educación admirables, todas las flores que aparecen por doquier son, exclusivamente, de los colores malva, verde y blanco del Club, no hay ni un solo papel ni una botella en el suelo, y la hierba de las casi veinte pistas parece una alfombra verde, toda ella cortada al milímetro con la misma medida. Los soportes de las redes son de madera barnizada, hay sólo una pequeña marca de publicidad en cada pista (que, por supuesto, lleva casi cien años patrocinando el torneo), y los árbitros y jueces de línea van vestidos de forma impecable, con ropa de época, y funcionan como una máquina de precisión. En la pista central, donde se juegan los partidos más importantes y donde se encuentran las principales instalaciones destinadas a los socios del Club, los partidos comienzan a diario a las 13 horas, una hora más tarde que en el resto de las pistas. ¿La razón? Que los cerca de 500 socios (unos 350 titulares, y ciento y pico eventuales) tengan tiempo suficiente para almorzar en los restaurantes que la rodean antes de asistir al primer partido del día. Preguntado hace escasos días el Presidente del Club por la enorme dificultad para conseguir hacerse socio del “All England” contestó que la manera más sencilla de conseguirlo era “ganar el torneo”, ya que los que han vencido allí alguna vez se convierten en socios vitalicios. ¿Se imaginan ustedes lo que sucedería en España en el departamento de admisiones de un Club parecido? Ah! Y los jugadores tienen que vestir todos ellos de blanco inmaculado, obligando a sus millonarias marcas de ropa deportiva a prescindir, durante quince días, del horrible festival de colores con el que equipan hoy en día a casi todos los tenistas del mundo. Y, al que no le guste, que no venga….. El resultado de todo ello es un torneo que cumple este año su 125 aniversario, y que cualquier tenista del mundo sueña no ya con ganar…. sino sólo con poder jugarlo alguna vez.

 

El año pasado sucedió en la primera semana del torneo de Wimbledon un hecho fuera de lo normal: dada la ausencia de “tie break” o “muerte súbita” en el quinto set, un partido de la segunda ronda que enfrentaba al norteamericano John Isner y al francés Nicolas Mahut acabó durando tres días, siendo el marcador final 6-4, 3-6, 6-7 (7-9 en el tie break), 7-6 (7-3 en el tie break) y 70-68 en el quinto set, a favor de Isner. El partido, que empezó un martes por la mañana con unas decenas de aficionados en las gradas de la pista 18, acabó el jueves por la tarde bajo una atronadora ovación de miles de personas entregadas a los dos exhaustos y modestos gladiadores del tenis, que acababan de jugar el partido más largo de la historia conocida de este bello deporte.

 

Pues bien, finalizada la épica batalla, el Director del torneo ofreció una rueda de prensa multitudinaria a todos los medios de comunicación allí presentes, que estaban conmocionados por la hazaña tenística que acababan de contemplar. Tras varias preguntas de contenido deportivo, le llegó el turno a un periodista español quien, en perfecta consonancia con lo que he contado al inicio del presente post, le preguntó si el torneo, viendo lo que acababa de suceder en la pista 18 y el trastorno de horarios de partidos que ello había ocasionado a la organización, se iba a plantear la modificación de la norma del “tie break” para implantarlo también en el quinto set. La respuesta del Director del torneo, dada con un impecable acento londinense, fue escuetamente la siguiente: “Sorry. This is Wimbledon. Next question, please”.

 

La anterior me parece una anécdota tremendamente reveladora del éxito de cualquier acontecimiento u organización cuando es fiel a sus tradiciones, respeta sus normas centenarias y ni siquiera se plantea una modificación de las mismas en función de un accidente coyuntural, de una necesidad puntual o de un pequeño desajuste horario. Como el deporte no es más que una escuela de la vida, tanto los que somos aficionados como los que no lo son deberíamos sacar importantes conclusiones de todo ello. El resultado salta a la vista. Queda demostrado que se puede vivir perfectamente sin “tie break”.

8 comentarios
  1. Jaime de Nicolás
    Jaime de Nicolás Dice:

    El respeto a las tradiciones y a las normas no escritas denota un orgullo de lo que son y de lo que han sido, muy alejado de la actitud habitual en España, a la que ni siquiera se la suele llamar por su nombre, sino por el eufemístico “este país”.

  2. Jaime de Nicolás
    Jaime de Nicolás Dice:

    El respeto a las tradiciones y a las normas no escritas denota un orgullo de lo que son y de lo que han sido, muy alejado de la actitud habitual en España, a la que ni siquiera se la suele llamar por su nombre, sino por el eufemístico “este país”.

  3. Robespierre
    Robespierre Dice:

    Aqui se cambiarian las reglas cada vez que alguien pensara que al dia siguiente iba a conseguir dos minutos de telediaio o una noticia en prensa favorable…que te lleves todo lo demas por delante no le importa mucho a nuestros politicos. 125 años…cuan largo me lo fiais. Aqui se vive para las 24 horas siguientes. Y puede que hasta tengan razon porque al paso que vamos esto no va a aguantar mucho mas.

  4. Robespierre
    Robespierre Dice:

    Aqui se cambiarian las reglas cada vez que alguien pensara que al dia siguiente iba a conseguir dos minutos de telediaio o una noticia en prensa favorable…que te lleves todo lo demas por delante no le importa mucho a nuestros politicos. 125 años…cuan largo me lo fiais. Aqui se vive para las 24 horas siguientes. Y puede que hasta tengan razon porque al paso que vamos esto no va a aguantar mucho mas.

  5. elisadelanuez
    elisadelanuez Dice:

    Me parece que este post plantea de manera muy gráfica (aunque reconozco que a mí el tenis me aburre lo no escrito) un tema de fondo muy importante: el respeto a las reglas del juego permite que haya un juego de calidad. Aquí en España las reglas de juego no se respetan. Ejemplos tenemos a miles, pero por citar casos muy paradigmáticos, veánse las reacciones ante sentencias como la del Estatuto de Cataluña (y eso que aceptaron pulpo como animal de compañía aunque les costó unos cuantos años) del tipo de “bueno, lo arreglaremos vía legislación ordinaria” o directamente del tipo “no respeta la voluntad del pueblo catalán”. Y luego se quejan de que los indignados no pidan permiso para acampar!! Es lo que tiene, si hay reglas se juega mejor que si no las hay, tanto si estás en un sitio como en otro. Nuestros políticos creen que hay que cambiar las reglas del juego cada vez que no les favorecen. Y al final lo que acaba pasando es que no hay reglas y los hooligans se lanzan al cesped (o lo que haya en Wimbledon y perdonen mi ignorancia).

  6. elisadelanuez
    elisadelanuez Dice:

    Me parece que este post plantea de manera muy gráfica (aunque reconozco que a mí el tenis me aburre lo no escrito) un tema de fondo muy importante: el respeto a las reglas del juego permite que haya un juego de calidad. Aquí en España las reglas de juego no se respetan. Ejemplos tenemos a miles, pero por citar casos muy paradigmáticos, veánse las reacciones ante sentencias como la del Estatuto de Cataluña (y eso que aceptaron pulpo como animal de compañía aunque les costó unos cuantos años) del tipo de “bueno, lo arreglaremos vía legislación ordinaria” o directamente del tipo “no respeta la voluntad del pueblo catalán”. Y luego se quejan de que los indignados no pidan permiso para acampar!! Es lo que tiene, si hay reglas se juega mejor que si no las hay, tanto si estás en un sitio como en otro. Nuestros políticos creen que hay que cambiar las reglas del juego cada vez que no les favorecen. Y al final lo que acaba pasando es que no hay reglas y los hooligans se lanzan al cesped (o lo que haya en Wimbledon y perdonen mi ignorancia).

  7. Curro Arriola
    Curro Arriola Dice:

    Haces mal, Alvaro, en escribir estas cosas. A mí me has puesto los dientes larguísimos de envidia. Y metes el dedo en la herida (ya casi callo) que siento por la vergüenza de ser español hoy.
    ¡Y muy bien dicho, Robespierre!
    A ver cuánto más aguanta esta inmensa y repugnante mentira. La única duda será quién o qué la derrumbará… ¿otra crisis financiera mundial? ¿nuestra propia crisis económica? ¿el Islam? ¿unos cuantos “indignados” algo más organizados? ¿Belén Esteban presentándose a las elecciones y ganándolas de calle? Todo es posible.
    Este tinglado es tan endeble que si pej la Policía Municipal de Socuéllamos decidiera un día tomar el poder con  las armas, a ver quién la paraba.
    Al final, como muy bien dijo Spengler, a las civilizaciones las salvan los soldados. Y ni soldados tenemos; los han convertido, muy a su pesar, en miembros de una ONG, rechazados por aquéllos a quienes defienden, y destinados a inmolarse  a la mayor gloria y enriquecimiento de los políticos de turno.
     

  8. Curro Arriola
    Curro Arriola Dice:

    Haces mal, Alvaro, en escribir estas cosas. A mí me has puesto los dientes larguísimos de envidia. Y metes el dedo en la herida (ya casi callo) que siento por la vergüenza de ser español hoy.
    ¡Y muy bien dicho, Robespierre!
    A ver cuánto más aguanta esta inmensa y repugnante mentira. La única duda será quién o qué la derrumbará… ¿otra crisis financiera mundial? ¿nuestra propia crisis económica? ¿el Islam? ¿unos cuantos “indignados” algo más organizados? ¿Belén Esteban presentándose a las elecciones y ganándolas de calle? Todo es posible.
    Este tinglado es tan endeble que si pej la Policía Municipal de Socuéllamos decidiera un día tomar el poder con  las armas, a ver quién la paraba.
    Al final, como muy bien dijo Spengler, a las civilizaciones las salvan los soldados. Y ni soldados tenemos; los han convertido, muy a su pesar, en miembros de una ONG, rechazados por aquéllos a quienes defienden, y destinados a inmolarse  a la mayor gloria y enriquecimiento de los políticos de turno.
     

  9. non solum, sed etiam
    non solum, sed etiam Dice:

    No acabo de entender el vínculo entre el concepto de “utilidad” que le damos en España a las normas (concepto que, por cierto, se ha puesto de moda gracias al último Gobierno) y el respeto a las tradiciones. Estoy seguro que la Ministra Salgado, habiendo apoyado la “ida y vuelta” de los 110-120 km/h en autopistas y autovías, está encantada de pertenecer al Club de Campo Villa de Madrid, cuya lista de espera para nuevos socios es de unos 15-20 años. Con todos los respetos, y estando de acuerdo en las dos líneas argumentales (la provisionalidad de las últimas medidas legislativas en España, por una parte, y la bondad del respeto a las tradiciones, por otra), me parece un artículo un poco traído por los pelos (a diferencia del nivel habitual del blog). Y aunque respeto la opinión del autor, aprovecho la exhibición pública que hace de esta idea, y su consiguiente exposición al juicio de los lectores, para formular una crítica sobre ella.

    Por no hablar de que España es un país, mientras que el All England Club es una institución privada. Es obvio que los socios de un club privado tienen derecho a imponer las normas que consideren oportunas, y a no moverse ni un milímetro de las mismas si así se decide de acuerdo con su organización interna; pero no se debe comparar esa situación con la del legislador nacional, ya que -en mi modesta opinión- mal haría si mantuviera estáticas determinadas normas sólo por el hecho de que “esto es España, y a quien no le guste, que se vaya”.

  10. Alvaro Delgado
    Alvaro Delgado Dice:

    Gracias a todos por vuestra lectura y vuestros comentarios. La verdad es que se trata de un post algo lúdico, diferente al rigor jurídico habitual en el blog, aunque planteado así de forma deliberada. Sólo he tratado de entretener un poco a la concurrencia con mi reciente experiencia deportiva, rompiendo de alguna manera el pesimismo que nos domina a todos, aunque transmitiendo de paso también un cierto mensaje jurídico. Realmente no he querido alabar un “inmovilismo” en las normas jurídicas, como ha interpretado “Non solum”, sino criticar el que algunas se dicten exclusivamente por razones de oportunidad o de imagen, sin pensar en su encaje con las demás normas y procedimientos que siguen vigentes. Saludos.

  11. Alvaro Delgado
    Alvaro Delgado Dice:

    Gracias a todos por vuestra lectura y vuestros comentarios. La verdad es que se trata de un post algo lúdico, diferente al rigor jurídico habitual en el blog, aunque planteado así de forma deliberada. Sólo he tratado de entretener un poco a la concurrencia con mi reciente experiencia deportiva, rompiendo de alguna manera el pesimismo que nos domina a todos, aunque transmitiendo de paso también un cierto mensaje jurídico. Realmente no he querido alabar un “inmovilismo” en las normas jurídicas, como ha interpretado “Non solum”, sino criticar el que algunas se dicten exclusivamente por razones de oportunidad o de imagen, sin pensar en su encaje con las demás normas y procedimientos que siguen vigentes. Saludos.

  12. ENNECERUS
    ENNECERUS Dice:

    Pues yo estoy muy de acuerdo con lo que entre líneas nos quiere decir Álvaro, con bastante más rigor y profundidad de lo que su desenfadada narración aparenta.

    Si no me equivoco, Álvaro defiende que para que las normas sean respetadas deben apoyarse en una tradición generalmente aceptada por los miembros de la comunidad a la que van dirigidas. Y si es así, esto vale igual para el All England Tennis Club, el Banco Santander, S.A. , el Real Madrid Club de Fútbol o el Reino de España. Incluso para el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

    Uno de los dramas, si no tragedia, de las sociedades actuales es la explosión incontrolada de normas jurídicas, un  normativismo absolutamente infantil que pretende arreglar todo por decreto o por ley, en vez de tratar de solucionar los problemas con las herramientas que la tradición jurídica nos aporta, debidamente adaptadas a los tiempos, como no puede ser de otro modo.

    Solamente si la norma, la ley, es duradera y aplicable a situaciones muy diferentes será posible que germinen la seguridad jurídica y el respeto a la ley. Si a cada resultado que nos contraríe cambiamos la norma a gusto del consumidor de telediarios, series de televisión y realitys -no necesariamente por este orden- el resultado es el uso alternativo del derecho y el respeto a la ley queda como un simple argumento tramposo de los que mandan para hacer comulgar con ruedas de molino a sus súbditos, muchas veces indebidamente llamados “ciudadanos”.

    Puede que suene radical, pero en el fondo es menos que lo acertadamente afirmado por Elisa en un comentyario anterior.

  13. ENNECERUS
    ENNECERUS Dice:

    Pues yo estoy muy de acuerdo con lo que entre líneas nos quiere decir Álvaro, con bastante más rigor y profundidad de lo que su desenfadada narración aparenta.

    Si no me equivoco, Álvaro defiende que para que las normas sean respetadas deben apoyarse en una tradición generalmente aceptada por los miembros de la comunidad a la que van dirigidas. Y si es así, esto vale igual para el All England Tennis Club, el Banco Santander, S.A. , el Real Madrid Club de Fútbol o el Reino de España. Incluso para el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

    Uno de los dramas, si no tragedia, de las sociedades actuales es la explosión incontrolada de normas jurídicas, un  normativismo absolutamente infantil que pretende arreglar todo por decreto o por ley, en vez de tratar de solucionar los problemas con las herramientas que la tradición jurídica nos aporta, debidamente adaptadas a los tiempos, como no puede ser de otro modo.

    Solamente si la norma, la ley, es duradera y aplicable a situaciones muy diferentes será posible que germinen la seguridad jurídica y el respeto a la ley. Si a cada resultado que nos contraríe cambiamos la norma a gusto del consumidor de telediarios, series de televisión y realitys -no necesariamente por este orden- el resultado es el uso alternativo del derecho y el respeto a la ley queda como un simple argumento tramposo de los que mandan para hacer comulgar con ruedas de molino a sus súbditos, muchas veces indebidamente llamados “ciudadanos”.

    Puede que suene radical, pero en el fondo es menos que lo acertadamente afirmado por Elisa en un comentyario anterior.

  14. Alvaro Delgado
    Alvaro Delgado Dice:

    El mensaje era esencialmente ese, amigo Ennecerus. Gracias por tu clarividencia. Y la situación legislativa que vivimos actualmente, y que critico veladamente en mi post, tiene además un agravante tremendo. Si las normas están claras y son duraderas y conocidas por todos, su aplicación y cumplimiento resulta sencillo. Cuando las normas son volátiles, oportunistas y perecederas resultan de difícil conocimiento no sólo para los ciudadanos, que son sus destinatarios finales, sino hasta para los propios operadores jurídicos, que sufrimos enormemente para conocer y para conseguir encajar correctamente la multitud de disposiciones confluyentes sobre un asunto determinado. Un fuerte abrazo

  15. Alvaro Delgado
    Alvaro Delgado Dice:

    El mensaje era esencialmente ese, amigo Ennecerus. Gracias por tu clarividencia. Y la situación legislativa que vivimos actualmente, y que critico veladamente en mi post, tiene además un agravante tremendo. Si las normas están claras y son duraderas y conocidas por todos, su aplicación y cumplimiento resulta sencillo. Cuando las normas son volátiles, oportunistas y perecederas resultan de difícil conocimiento no sólo para los ciudadanos, que son sus destinatarios finales, sino hasta para los propios operadores jurídicos, que sufrimos enormemente para conocer y para conseguir encajar correctamente la multitud de disposiciones confluyentes sobre un asunto determinado. Un fuerte abrazo

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