¿La culpa es del banco?
Este blog define su objeto como un punto de encuentro sobre la actualidad jurídica y política. Cualquiera que lo consulte periódicamente puede comprobar que, en efecto, se ha convertido en un lugar de debate jurídico sumamente interesante. Ofrece a sus lectores el Derecho “vivo”: un análisis ágil de la evolución de problemas normativos, judiciales o sociales de actualidad y de naturaleza diversa.
Lo anterior sirve, desde luego, para felicitar a los creadores y rectores de “¿Hay Derecho?”. Dicho lo cual, lo que anima de forma principal esa introducción, es remitir al lector a uno de los temas más frecuentes en este blog, como es el de “Reales e hipotecario”. Su consulta pone de manifiesto uno de los efectos que me parecen más ilustrativos del calado de la actual crisis económica, como resulta el constante cuestionamiento de nuestro sistema hipotecario, en el que se observan medidas de naturaleza diversa que atestiguan la relevancia del problema. Algunos ejemplos desordenados: las iniciales y debatidas resoluciones de algunas Audiencias Provinciales en materia de ejecución hipotecaria; las ofertas comerciales de entidades que reaccionan con agilidad ofreciendo la “novedad” de que la responsabilidad del deudor se limite al bien hipotecado o el aplazamiento del pago de cuotas a quienes pierden su empleo; las reformas normativas adoptadas para protección del deudor hipotecario, como las medidas incluidas en el Real Decreto-ley 8/2011; las “plataformas de afectados” que desafían y obstaculizan procedimientos judiciales de ejecución y, en fin, el Auto del Tribunal Constitucional de 21 de julio de 2011, confirmando la constitucionalidad de determinadas disposiciones de la LEC en esta materia.
En suma, contamos con una sucesión constante de hechos con relevancia jurídica que, como señalaba antes, han convertido nuestro sistema hipotecario en uno de los temas centrales del debate actual. Un debate que incita este post. Sobre los aspectos jurídicos de distinto calado que abonan la discusión en este asunto encontrará el lector en este blog y en otras publicaciones contribuciones valiosas y certeras, ya sea sobre cuestiones hipotecarias estrictas, ya sobre aspectos procesales. Lo único que hoy pretendo es abordar un argumento que se repite en relación con las causas de la situación actual y la responsabilidad correspondiente. Tal argumento, reiterado por actores políticos principales, acogido por medios de comunicación destacados y, recibido con lógica satisfacción por amplias capas de ciudadanos (inminentes votantes) es simple: la culpa de la hipoteca que no se paga es del acreedor. En un lenguaje menos obligacional: son las entidades de crédito las responsables de la concesión de hipotecas a quienes hoy no pueden pagarlas.
Vaya por delante el obligado reconocimiento del drama social que tantos padecen. El desempleo y la consiguiente pérdida de ingresos tienen en la pérdida de la vivienda familiar uno de sus efectos más dramáticos. Toda reacción que ayude a paliar esa evidencia y que se adopte en el plano laboral o en el hipotecario debe ser bienvenida.
La crisis económica en la que estamos instalados viene ocupando a muchos desde hace tiempo en algo lógico: determinar sus causas y reclamar las consiguientes responsabilidades. Ese debate se ha convertido en un río revuelto, en el que junto a estudios cuidados e investigaciones profundas que tratan de responder a esa pregunta, no faltan rotundas “opiniones” que lejos de ser el resultado de una mínima reflexión, buscan confirmar la ideología de su emisor. Muchas de esas opiniones (fruto de distintas posiciones ideológicas) comparten la idea de que, sea de quien fuere, la culpa es de los demás. En tema tan grave no debiera extrañar tan elemental y frecuente recurso psicológico, que además tiene en la vida pública constantes expresiones.
Es en relación con ello donde se repite que son los bancos los responsables de las hipotecas (es decir, del incumplimiento del deudor), cuya concesión fue un abuso y engaño frente a los clientes. El argumento tiene una buena acogida en tantos deudores atribulados, pero incorpora un mensaje demoledor hacia sus supuestos beneficiarios, a los que se presenta como sujetos jurídicos que son simples víctimas de actos ajenos. Toda hipoteca “voluntaria” es, por encima de cualquier otra consideración, la expresión de la autonomía de la voluntad y de la libertad de contratar y de la libertad de disponer de nuestro patrimonio (art. 138 LH). Es cierto que el ordenamiento mercantil está plagado de soluciones normativas que tratan de proteger al contratante frente al uso de su libertad. Por ejemplo, al consumidor se le atribuye un privilegio en forma de derecho a desistir (de “arrepentirse” dicen algunos) de un contrato. Pero en el debate actual se va más lejos cuando la hipoteca se caracteriza como un negocio diseñado por los bancos, en que el deudor “picó” sin alternativa posible. Por cierto, una caracterización que topa con la indignación de tantos a los que se deniega el préstamo hipotecario solicitado.
Comprar una vivienda y recurrir a una financiación hipotecaria suele ser una decisión trascendente. Con seguridad, la de mayor relevancia patrimonial para muchos, que en uso de su libertad, deciden afrontar ese riesgo. Negar esa evidencia elemental como cauce para una exoneración general de responsabilidad de los deudores hipotecarios puede tener éxito a corto plazo, como ejercicio de psicología social, situando toda la responsabilidad en el lado de los acreedores. Pero supone al mismo tiempo negar a los supuestos favorecidos por esa exoneración su capacidad para ejercer su autonomía de la voluntad y regular su propia esfera jurídico-patrimonial. Algo que no creo que todos estén dispuestos a aceptar.
Cierto, no se puede exonerar de responsabilidad a quienes libremente decidieron contratar un préstamo hipotecario y ahora, por la causa que sea, no pueden pagar. Ellos se obligaron y ellos han de asumir las consecuencias de su impago. Pero en este asunto ellos no son los únicos que deben asumir las consecuencias de sus actos. La banca concedió unos préstamos (a particulares y promotoras) que no va a cobrar; la banca asumió un riesgo excesivo y ahora se encuentra en sus balances con unos activos sobrevalorados (créditos o inmuebles). La banca (y las promotoras) debe asumir las pérdidas generadas por el riesgo excesivo; entonces bajarán los precios y se venderá todo el stock que hay sin vender; no hay que esperar a bajadas de IVA, desgravaciones ni a otras ayudas encubiertas a los que colaboraron a inflar la burbuja. Lamentablemente, mucho me temo que al final no pagaremos las deudas de los hipotecados pero sí los errores de la banca.
Cierto, no se puede exonerar de responsabilidad a quienes libremente decidieron contratar un préstamo hipotecario y ahora, por la causa que sea, no pueden pagar. Ellos se obligaron y ellos han de asumir las consecuencias de su impago. Pero en este asunto ellos no son los únicos que deben asumir las consecuencias de sus actos. La banca concedió unos préstamos (a particulares y promotoras) que no va a cobrar; la banca asumió un riesgo excesivo y ahora se encuentra en sus balances con unos activos sobrevalorados (créditos o inmuebles). La banca (y las promotoras) debe asumir las pérdidas generadas por el riesgo excesivo; entonces bajarán los precios y se venderá todo el stock que hay sin vender; no hay que esperar a bajadas de IVA, desgravaciones ni a otras ayudas encubiertas a los que colaboraron a inflar la burbuja. Lamentablemente, mucho me temo que al final no pagaremos las deudas de los hipotecados pero sí los errores de la banca.
cierto que los que solicitaron los préstamos hipotecarios son responsables de sus decisiones, pero los que decidieron dar préstamos a personas de dudosa solvencia o falsificaron nóminas para que se autorizaran las hipotecas, o inflaron las tasaciones, se han ido de rositas, y todavía el Estado ha regalado dinero a esos mismos bancos. Los gestores de Caja Castilla La Mancha, por ejemplo, han salido de todo esto indemnes.
cierto que los que solicitaron los préstamos hipotecarios son responsables de sus decisiones, pero los que decidieron dar préstamos a personas de dudosa solvencia o falsificaron nóminas para que se autorizaran las hipotecas, o inflaron las tasaciones, se han ido de rositas, y todavía el Estado ha regalado dinero a esos mismos bancos. Los gestores de Caja Castilla La Mancha, por ejemplo, han salido de todo esto indemnes.
Estando de acuerddo, en lo fundamental, con el autor del post, creo sin embargo que resulta casi inevitable que en períodos de crisis como la que vivimos se trate de culpabilizar siempre al otro (al Gobierno, a la Banca, a los «mercados», a la «conspiración judeo-internacional…) de las causas últimas de la crisis. Es un mecanismo psicológico que simplifica la realidad y exime de la responsabilidad personal individual. Pero entre otras consecuencias nefastas, lo cierto es que las crisis económicas siempre traen consigo que los principales perjudicados sean amplias capas de la población que actúan, desgraciadamente, al son de lo que en cada momento determinan los responsables de la política económica del país, y que estos últimos, a su vez, actúan muchas veces en función de las pautas que marcan, entre otros poderes económicos, la Banca. Desde esta perspectiva, el fenómeno de los créditos hipotecarios fallidos no creo que pueda ser analizado exclusivamente en función de la responsabilidad individual del deudor hipotecario que no ha sabido (o querido) comportarse con la prudencia de un buen padre de familia. El tema trasciende esa responsabilidad y, sin negarla, parece evidente sin embargo que mayor responabilidad (y culpa) en la crisis actual tienen los responsables de las entidades financieras y Gobiernos que no han podido o querido atajar a tiempo el caos y ausencia de regulación en la que se mueven los llamados mercados financieros y el protagonismo «culpable» que en los mismos han tenido y tienen los Bancos.
No lo podría expresar mejor que Guillermo. Suscribo plenamente lo dicho por él y felicito al autor del post.
Estando de acuerddo, en lo fundamental, con el autor del post, creo sin embargo que resulta casi inevitable que en períodos de crisis como la que vivimos se trate de culpabilizar siempre al otro (al Gobierno, a la Banca, a los «mercados», a la «conspiración judeo-internacional…) de las causas últimas de la crisis. Es un mecanismo psicológico que simplifica la realidad y exime de la responsabilidad personal individual. Pero entre otras consecuencias nefastas, lo cierto es que las crisis económicas siempre traen consigo que los principales perjudicados sean amplias capas de la población que actúan, desgraciadamente, al son de lo que en cada momento determinan los responsables de la política económica del país, y que estos últimos, a su vez, actúan muchas veces en función de las pautas que marcan, entre otros poderes económicos, la Banca. Desde esta perspectiva, el fenómeno de los créditos hipotecarios fallidos no creo que pueda ser analizado exclusivamente en función de la responsabilidad individual del deudor hipotecario que no ha sabido (o querido) comportarse con la prudencia de un buen padre de familia. El tema trasciende esa responsabilidad y, sin negarla, parece evidente sin embargo que mayor responabilidad (y culpa) en la crisis actual tienen los responsables de las entidades financieras y Gobiernos que no han podido o querido atajar a tiempo el caos y ausencia de regulación en la que se mueven los llamados mercados financieros y el protagonismo «culpable» que en los mismos han tenido y tienen los Bancos.
D. Juan, muy correctas sus apreciaciones, la hipoteca voluntaria es expresión de la libertad y voluntad de contratar. Yo no creo que los Bancos sean los malos de la película, por mucho que algunos errores habrán cometido. Bien al contrario, soy uno de entre tantos millones de ciudadanos que posee vivienda gracias a que existió financiación, o dicho de otra maneras, gracias a los Bancos. Pero eso no oculta que hay muchos parámetros que están fuera del control del ciudadano individual, muy singularmente el nivel general de precios de las viviendas. Así, si querías vivienda te tenías que «meter» en los consabidos 50 «kilos» por un pisito de 100 metros, y la hipoteca tenía que ser de ese nivel, no había más opción que quedarte fuera. Personalmente tuve la suerte de haber comprado justo antes de la locura desatada, y tuve la cordura de no sucumbir al «efecto riqueza» y no reendeudarme para el consabido coche alemán. Por supuesto que hay quienes han hecho idioteces, pero comprendo el enfado de tantos y tantos que sencillamente se guiaron por un nivel de precios sobre el que no tenían influencia y que ahora sufren el embate de factores sobre los que siguen sin tener influencia. Dicho que comprendo su enfado, digo también que no comparto actitudes «antisistema».
D. Juan, muy correctas sus apreciaciones, la hipoteca voluntaria es expresión de la libertad y voluntad de contratar. Yo no creo que los Bancos sean los malos de la película, por mucho que algunos errores habrán cometido. Bien al contrario, soy uno de entre tantos millones de ciudadanos que posee vivienda gracias a que existió financiación, o dicho de otra maneras, gracias a los Bancos. Pero eso no oculta que hay muchos parámetros que están fuera del control del ciudadano individual, muy singularmente el nivel general de precios de las viviendas. Así, si querías vivienda te tenías que «meter» en los consabidos 50 «kilos» por un pisito de 100 metros, y la hipoteca tenía que ser de ese nivel, no había más opción que quedarte fuera. Personalmente tuve la suerte de haber comprado justo antes de la locura desatada, y tuve la cordura de no sucumbir al «efecto riqueza» y no reendeudarme para el consabido coche alemán. Por supuesto que hay quienes han hecho idioteces, pero comprendo el enfado de tantos y tantos que sencillamente se guiaron por un nivel de precios sobre el que no tenían influencia y que ahora sufren el embate de factores sobre los que siguen sin tener influencia. Dicho que comprendo su enfado, digo también que no comparto actitudes «antisistema».
En mi modesta opinión, en la actual crisis inmobiliaria y financieran han convergido muchas circustancias, como si fuera la tormenta perfecta. Me gustaría centrarme en alguna de ellas:
1º.- Hasta finales de los 80, el mercado hipotecario, en España, estaba muy intervenido, siendo lo habitual las hipotecas a 12 años y con un tipo de interés muy elevado, sobre el 16%. No obstante, el precio de la vivienda era razonablemente adsequible, de modo que la cuota mensual del préstamo hipotecario era asumible.
2º.- En la década de los 90, como consecuencia de esa liberalización, se produce una rebaja en los tipos de interés y un alargamiento en los plazos, siendo lo habitual los 20- 25 años, pero a veces hasya los 30-40 o 50 años.
3º.- Inicialmente lo anterior beneficiaba a los compradores-prestatarios; pero al aumentar la demanda de vivienda, se produjo una elevación extraordinaria de precios, de modo que el beneficio no se quedó en el comprador, sino en el vendedor, lo que se constata por los extraordinarios beneficios de las constructoras y promotoras.
4º.- En la actualidad, los precios siguen desorbitados, muchos compradores están pillados con hipotecas a larguísimos plazos, lo que hace que más que hipotecas, estemos ante cuasicensos temporales, con unos tipos de interés todavía bajos (Dios quiera que no repunten). ¿En las hipotecas a 50 años ¿quién es el verdadero propietario?
5º.- A lo anterior debe añadirse, una reforma en la LEC en el año 2000, con un proceso de ejecución hipotecaria muy ventajosa para las entidades de crédito- En Julio pasado se reformó en parte este exceso.
6º.- La reforma de la Ley hipotecaria de 2007, atribuyó a las entidades de crédito, la llamada hipoteca-flotante (art. 153 bis L.H), que como ha dicho algún autor es flotante para las entidades de crédito, pero un ancla para el resto de acreedores y para el deudor.
Saldremos de ésta, cuando se normalice todo el mercado. El precio de la vivienda a precios asequibles; el plazo de los préstamos se reduzcan, que inicialmente puede aparentemente perjudicar al deudor, pero a medio-largo plazo, ajustará el precio de la vivienda; las garantías hipotecarias, en su sitio, es decir, que el acreedor goce de sus privilegios, pero que no paeen al abuso, que es lo que ha ocurrido en la última decada.
En mi modesta opinión, en la actual crisis inmobiliaria y financieran han convergido muchas circustancias, como si fuera la tormenta perfecta. Me gustaría centrarme en alguna de ellas:
1º.- Hasta finales de los 80, el mercado hipotecario, en España, estaba muy intervenido, siendo lo habitual las hipotecas a 12 años y con un tipo de interés muy elevado, sobre el 16%. No obstante, el precio de la vivienda era razonablemente adsequible, de modo que la cuota mensual del préstamo hipotecario era asumible.
2º.- En la década de los 90, como consecuencia de esa liberalización, se produce una rebaja en los tipos de interés y un alargamiento en los plazos, siendo lo habitual los 20- 25 años, pero a veces hasya los 30-40 o 50 años.
3º.- Inicialmente lo anterior beneficiaba a los compradores-prestatarios; pero al aumentar la demanda de vivienda, se produjo una elevación extraordinaria de precios, de modo que el beneficio no se quedó en el comprador, sino en el vendedor, lo que se constata por los extraordinarios beneficios de las constructoras y promotoras.
4º.- En la actualidad, los precios siguen desorbitados, muchos compradores están pillados con hipotecas a larguísimos plazos, lo que hace que más que hipotecas, estemos ante cuasicensos temporales, con unos tipos de interés todavía bajos (Dios quiera que no repunten). ¿En las hipotecas a 50 años ¿quién es el verdadero propietario?
5º.- A lo anterior debe añadirse, una reforma en la LEC en el año 2000, con un proceso de ejecución hipotecaria muy ventajosa para las entidades de crédito- En Julio pasado se reformó en parte este exceso.
6º.- La reforma de la Ley hipotecaria de 2007, atribuyó a las entidades de crédito, la llamada hipoteca-flotante (art. 153 bis L.H), que como ha dicho algún autor es flotante para las entidades de crédito, pero un ancla para el resto de acreedores y para el deudor.
Saldremos de ésta, cuando se normalice todo el mercado. El precio de la vivienda a precios asequibles; el plazo de los préstamos se reduzcan, que inicialmente puede aparentemente perjudicar al deudor, pero a medio-largo plazo, ajustará el precio de la vivienda; las garantías hipotecarias, en su sitio, es decir, que el acreedor goce de sus privilegios, pero que no paeen al abuso, que es lo que ha ocurrido en la última decada.
No se puede exonerar de su responsabillidad al deudor en caso de impago, efectivamente, pero es que esa responsabilidad se está pagando con creces en el presente. No olvidemos que las discusiones sobre la dación en pago, de concretarse, no tendrían efecto retroactivo.
Ahora bien, es claro que en la situación de tipos de interés reales casi negativos los bancos tenían un incentivo muy poderoso para rebajar los requisitos de solvencia personal de sus posibles prestatarios, dando lugar a realidades aberrantes. Si a ello añadimos la opacidad informativa de que se alimenta la agresiva política comercial de muchas sucursales, en mi opinión tenemos razones suficientes para afirmar que la posición de fuerza de las entidades de crédito exigía un mayor celo por su parte a la hora de conceder préstamos.
El riesgo de acudir a la financiación hipotecaria es ciertamente aceptado de forma libre por personas maduras y responsables de sus actos, pero, seamos sensatos, ni todos estos beneficiarios entendían por ejemplo qué es una cláusula suelo, ni disponían de software de análisis de riesgos o planificación financiera en sus casas, como su contraparte.
Concluyendo, que los actuales deudores hagan frente a su exceso de optimismo en años pasados, pero tomemos nota también y que los bancos reflexionen sobre sus propios excesos. Y si todo ello significa elevación de tipos y que la hipoteca sea accesible sólo a una minoría que en realidad puede permitírsela, bienvenido sea ese baño de realidad.
No se puede exonerar de su responsabillidad al deudor en caso de impago, efectivamente, pero es que esa responsabilidad se está pagando con creces en el presente. No olvidemos que las discusiones sobre la dación en pago, de concretarse, no tendrían efecto retroactivo.
Ahora bien, es claro que en la situación de tipos de interés reales casi negativos los bancos tenían un incentivo muy poderoso para rebajar los requisitos de solvencia personal de sus posibles prestatarios, dando lugar a realidades aberrantes. Si a ello añadimos la opacidad informativa de que se alimenta la agresiva política comercial de muchas sucursales, en mi opinión tenemos razones suficientes para afirmar que la posición de fuerza de las entidades de crédito exigía un mayor celo por su parte a la hora de conceder préstamos.
El riesgo de acudir a la financiación hipotecaria es ciertamente aceptado de forma libre por personas maduras y responsables de sus actos, pero, seamos sensatos, ni todos estos beneficiarios entendían por ejemplo qué es una cláusula suelo, ni disponían de software de análisis de riesgos o planificación financiera en sus casas, como su contraparte.
Concluyendo, que los actuales deudores hagan frente a su exceso de optimismo en años pasados, pero tomemos nota también y que los bancos reflexionen sobre sus propios excesos. Y si todo ello significa elevación de tipos y que la hipoteca sea accesible sólo a una minoría que en realidad puede permitírsela, bienvenido sea ese baño de realidad.
El deudor constituye hipoteca voluntaria, sí es cierto, pero porque no le queda otra y las condiciones las fija el banco. Prueba de ello es la Sentencia del Tribunal Supremo de fecha 16 de Septiembre de 2009, que declara abusivas cláusulas en los préstamos hipotecarios.
El deudor: Ha pecado de ingenuo, pretendía con 1.000 euros pagar 600 de hipoteca a 35 años, tener el mejor de los coches y llevar un ritmo de vida muy superior al que podía mantener.
El acreedor: No analizaba los Riesgos (¿Ó aún se sorprende alguien si digo que no se analizaban riesgos y todo pasaba directamente a “operación viable”?), concedía el 100% y más, no se pedía la vida laboral (¿Nadie ha visto un préstamo concedido con nominas faltas?)…y encima se incitaba al cliente a que aumentará el importe del préstamo para meter el coche, las vacaciones y lo que hiciera falta, todo bajo la garantía hipotecaria.
Sí, el deudor tiene culpa pero no tiene ni una milésima de culpa al lado de los bancos y los políticos.
Obviamente, no hace falta ni decir que el que menos culpa tiene, el deudor, es el que más esta pagando las consecuencias. Y los bancos cada día con más ingresos y más ladrillos en su activo…
El deudor constituye hipoteca voluntaria, sí es cierto, pero porque no le queda otra y las condiciones las fija el banco. Prueba de ello es la Sentencia del Tribunal Supremo de fecha 16 de Septiembre de 2009, que declara abusivas cláusulas en los préstamos hipotecarios.
El deudor: Ha pecado de ingenuo, pretendía con 1.000 euros pagar 600 de hipoteca a 35 años, tener el mejor de los coches y llevar un ritmo de vida muy superior al que podía mantener.
El acreedor: No analizaba los Riesgos (¿Ó aún se sorprende alguien si digo que no se analizaban riesgos y todo pasaba directamente a “operación viable”?), concedía el 100% y más, no se pedía la vida laboral (¿Nadie ha visto un préstamo concedido con nominas faltas?)…y encima se incitaba al cliente a que aumentará el importe del préstamo para meter el coche, las vacaciones y lo que hiciera falta, todo bajo la garantía hipotecaria.
Sí, el deudor tiene culpa pero no tiene ni una milésima de culpa al lado de los bancos y los políticos.
Obviamente, no hace falta ni decir que el que menos culpa tiene, el deudor, es el que más esta pagando las consecuencias. Y los bancos cada día con más ingresos y más ladrillos en su activo…
pues nada. A prohibir en la Constitución el déficit privado también (total , no se va a prohibir el déficit público?) nada de préstamos hipotecarios; sólo el que tenga disponible una cantidad igual al precio de una vivienda podrá comprársela. Pobrecitos los Bancos, esas entidades angelicales, benéficas e inocentes que tienen que lidiar con los taimados prestatarios, hombre ya. Además, se van a conformar esos otros seres seráficos y perfectos que son los especuladores sólo con la prohibición constitucional del déficit público? el privado también, hala. Que viva la democracia y la soberanía del pueblo…
pues nada. A prohibir en la Constitución el déficit privado también (total , no se va a prohibir el déficit público?) nada de préstamos hipotecarios; sólo el que tenga disponible una cantidad igual al precio de una vivienda podrá comprársela. Pobrecitos los Bancos, esas entidades angelicales, benéficas e inocentes que tienen que lidiar con los taimados prestatarios, hombre ya. Además, se van a conformar esos otros seres seráficos y perfectos que son los especuladores sólo con la prohibición constitucional del déficit público? el privado también, hala. Que viva la democracia y la soberanía del pueblo…