¿“Autonomía” financiera o “libertinaje” autonómico?

Dejando de lado otros efectos o posibles defectos de la reciente reforma constitucional, voy a concentrarme en este post en analizar la oposición de los grupos nacionalistas a su contenido, concretada en la declaración/queja del Sr. Durán i Lleida de que la reforma “ataca” la autonomía financiera de las comunidades autónomas.

Desde la aprobación de nuestra Constitución de 1978 muchas son las vueltas que se han dado al concepto de “autonomía”. Una de las proclamas más reiteradas a este respecto es que no podía haber verdadera autonomía política si no existía al mismo tiempo autonomía económica. Ésta se cifraba en dos objetivos: recaudar autónomamente (País Vasco y Navarra habría conseguido el top autónomo) y gastar del mismo modo (“caiga quien caiga”). Como consecuencia se ha tratado de trasladar (hábilmente) al imaginario colectivo de la sociedad que por tanto autonomía “debía” equivaler a ausencia de límites, emulando así la visión un tanto adolescente y utópica de los años sesenta respecto a un concepto de libertad que debía llevar necesariamente a un mundo sin policía, sin cárceles e incluso sin leyes. De hecho este mensaje llegó a calar hasta en algunas sentencias del Tribunal Constitucional  que han venido interpretando restrictivamente el contenido determinados artículos de la Constitución que precisamente fijaban límites al desarrollo competencial de las CCAA. Aunque no todas afortunadamente pues, como ya se ha destacado en este blog, la sentencia del TC de 20 de julio de 2011 (recurso de inconstitucionalidad nº 1451/2002) ha rechazado precisamente que el principio de estabilidad presupuestaria afecte a la autonomía política y financiera de la Generalitat de Cataluña. En dicha sentencia se recuerda y concreta el concepto de autonomía política (posibilidad de realizar políticas propias en los ámbitos materiales de su competencia) y financiera (suficiencia de medios y autonomía de gasto), señalando sin embargo que ambos criterios deben plasmarse en unos presupuestos que respeten a su vez las competencias del Estado del art. 149.1.13 CE y su potestad de coordinación financiera.

Lo cierto es que en el mundo real todos estamos sujetos a límites, algunos son puramente físicos pero otros son fijados por nuestras leyes, y son precisamente gracias a estos límites que podemos ejercer nuestra libertad. Lo más curioso es que los nacionalistas reclaman para sí un concepto de autonomía de la que no gozan ni siquiera los Estados-nación, como ellos llaman (y que tampoco existe en ningún  Estado federal). Así, todos hemos aceptado desde hace años (más concretamente desde el Tratado de Maastricht, aunque recientemente hayan cobrado nueva fuerza) que la UE pueda establecer controles y sanciones sobre los Estados que rebasen cierto porcentaje de déficit y deuda por el “bien común” del euro. Sin embargo, curiosamente, si un Estado trata de hacer lo mismo sobre sus regiones/nacionalidades supone al parecer la violación de un derecho natural a su autonomía financiera. Cabría tal vez comprender esta postura si proviniera de una Comunidad Autónoma que ejerce de modelo para las demás en rigor presupuestario y austeridad en el gasto, pero por el contrario es precisamente Cataluña la que ocupa en primer puesto en el ránking de administraciones derrochadoras, con el parlamento y políticos mejor pagados de España y con extravagancias tales como la creación de costosa embajadas cuya utilidad práctica es cercana al cero cuando no al ridículo. En efecto, además de que la protección consular sólo puede ser ejercida legalmente por el Estado español, ¿alguien cree que se fomenta la inversión extranjera clamando que Cataluña no es España? Bonita seguridad jurídica la que ofrecen.

En realidad, sería como si los bañistas de una playa clamaran que su autonomía individual les exige nadar sin límites, cuándo y cómo quieran, independientemente de cómo esté al mar, lo que curiosamente contrasta con la postura adoptada este agosto por el Consejero catalán de interior, Sr. Puig, quien amenazó con sanciones a los bañistas que violasen las prohibiciones de baño y se expusieran al peligro (y coste) de tener que ser rescatados [tomo el ejemplo del interesante artículo de Manuel Conthe “El (¿curioso?) incidente del artículo 135”, publicado el 5/09/2011 en la Revista Expansión].

Mala suerte la de este país (y sus regiones) que precisamente cuando peor nos va, dirigentes más irresponsables aparecen, ¿o será al revés?

5 comentarios
  1. mariano martin peña
    mariano martin peña Dice:

    No entrando a valorar la reforma constitucional pues mi escasa formación juridica me lo impide, lo que si puedo afirmar es que debe ser buena para el conjunto de España cuando los buitres carroñeros protestan.
    Como manifiesta el autor, es curioso que en la Unión Europea se puedan establecer limites al gasto publico y dentro de un Estado esta misma medida constituya un ataque a la autonomía de una región.
    Mientras tanto la Generalidad de Cataluña sigue dilapidando los fondos publicos en gastos innecesarios y suntuosos. Los viajes del Sr. Carod Rovira y sus amigos. Los cargos creados con sueldos escandalosos para dar de comer a los palmeros de turno y otras frivolidades similares no parecen tener importancia para estos representantes del pueblo.
    Mientras tanto el ciudadano que vive en Cataluña, a costa de ser una Nacion, va perdiendo prestaciones sociales y se va empobreciendo.
    Enhorabuena
      

  2. Jellinek
    Jellinek Dice:

    Últimamente me da por pensar qué pasaría con un partido que abogara por independizar a España de ciertas regiones. Pero con referendum en todos los sitios menos en esas regiones. Y si sale que sí, pues nada, a la calle, aunque sea una ruina económica. Es que a veces es mejor perder dinero que te estén perdonando la vida todo el rato y haciéndote ver que no te quieren y que son mejores. Quizá les votara, y les botara.

  3. Jellinek
    Jellinek Dice:

    Últimamente me da por pensar qué pasaría con un partido que abogara por independizar a España de ciertas regiones. Pero con referendum en todos los sitios menos en esas regiones. Y si sale que sí, pues nada, a la calle, aunque sea una ruina económica. Es que a veces es mejor perder dinero que te estén perdonando la vida todo el rato y haciéndote ver que no te quieren y que son mejores. Quizá les votara, y les botara.

  4. Ignacio Gomá
    Ignacio Gomá Dice:

    Enhorabuena Alberto. Me ha gustado especialmente tu identificación de cierta concepción de la autonomía con la adolescencia sesentayochesca, donde no hay límites: “prohibido prohibir”.

  5. Ignacio Gomá
    Ignacio Gomá Dice:

    Enhorabuena Alberto. Me ha gustado especialmente tu identificación de cierta concepción de la autonomía con la adolescencia sesentayochesca, donde no hay límites: “prohibido prohibir”.

  6. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    El artículo suscita numerosos comentarios. Trataré de resumir lo que creo esencial.

    1. El nacionalismo, dice Gellner hasta en el prólogo de su obra del mismo título, es impensable sin una gran dosis de amnesia.
    En nuestro caso también exige que los gobernantes de la nación actúen de forma sostenida en el tiempo como si ignorasen nuestra historia y que estén dispuestos a agachar la cabeza ante algunas actitudes que van desde el código penal a la consulta del terapeuta infantil.
    No decirlo de frente desde el primer momento ha alentado el crecimiento de esta grave disfunción.
    2. El nacionalismo nos ha dado una lección de primera magnitud de constancia, dedicación, planificación estratégica a largo plazo y compromiso con los propios intereses en perjuicio del conjunto y en muchos casos de su propia ciudadanía cada vez más sometida como ilustra el artículo y nos recuerdan Conthe y otros desde hace treinta años. 
    El nacionalismo no se ha encontrado enfrente en los gobiernos de España (vide PSOE e incluso PP)– ni talantes ni convicciones que sean capaces de resitir la presión nacionalista. Entre otras cosas porque desde el 89 sólo ha habido 4 años de un gobierno en mayoría capaz de gobernar.
    Saludos 
     

  7. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    El artículo suscita numerosos comentarios. Trataré de resumir lo que creo esencial.

    1. El nacionalismo, dice Gellner hasta en el prólogo de su obra del mismo título, es impensable sin una gran dosis de amnesia.
    En nuestro caso también exige que los gobernantes de la nación actúen de forma sostenida en el tiempo como si ignorasen nuestra historia y que estén dispuestos a agachar la cabeza ante algunas actitudes que van desde el código penal a la consulta del terapeuta infantil.
    No decirlo de frente desde el primer momento ha alentado el crecimiento de esta grave disfunción.
    2. El nacionalismo nos ha dado una lección de primera magnitud de constancia, dedicación, planificación estratégica a largo plazo y compromiso con los propios intereses en perjuicio del conjunto y en muchos casos de su propia ciudadanía cada vez más sometida como ilustra el artículo y nos recuerdan Conthe y otros desde hace treinta años. 
    El nacionalismo no se ha encontrado enfrente en los gobiernos de España (vide PSOE e incluso PP)– ni talantes ni convicciones que sean capaces de resitir la presión nacionalista. Entre otras cosas porque desde el 89 sólo ha habido 4 años de un gobierno en mayoría capaz de gobernar.
    Saludos 
     

  8. Serafín Casamayor
    Serafín Casamayor Dice:

    Brillante Post Alberto, sobre todo por la cantidad de información que aporta y lo que induce a la reflexión. Por ello, quisiera mostrar uno de los puntos de reflexión a los que puede conducir tu planteamiento. Según dices en tu post “(…) Sin embargo, curiosamente, si un Estado trata de hacer lo mismo sobre sus regiones/nacionalidades supone al parecer la violación de un derecho natural a su autonomía financiera.”  Las negociaciones con la CEE que culminaron en el tratado de adhesión de 1985 (efectos 1-1-1986) ¿nunca contemplaron dichas negociaciones nuestra estructura política y territorial según la CE 1978? ¿nunca contemplaron que las distintas nacionalidades / regiones, no fueran responsables ante el propio Estado miembro siendo que, a su vez, este último, sí que lo era ante Bruselas? ¿Tanto poder ha tenido en Europa un malentendido concepto de “subsidiariedad” aplicada al gasto que nos ha llevado a una reforma constitucional “express” en este sentido? Tal vez fuera un trabajo de arqueología política inútil, y que no ayude a solucionar nada, pero sí nos ilustraría conocer la realidad de las cosas en aquellos momentos según la vivieron de primera mano los Sres. Fernando Morán, Manuel Marín o incluso el mismo Raimundo Bassols, todos ellos afortunadamente para todos nosotros, todavía en activo. Saludos cordiales.

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