Y a tí te hago…Ministro
Como hoy es domingo y día de descanso, un post ligerito basado en la simpática frase del Sr. Rajoy dirigida al parecer a un niño en uno de sus últimos baños de multitudes.
Terminada la elaboración de las listas electorales, que tal y como anticipamos en su momento no ha deparado nada nuevo más allá de la (poca) curiosidad que pueden despertar las intrigas de pasillo por colocar a unos o a otros, o ver quien se queda descolgado, o quien va antes o después en las listas (síntomas todos inequívocos del favor o disfavor del líder supremo o de la cúpula directiva de cada partido, lo que viene a ser lo mismo) ahora empiezan las quinielas para los “ministrables”. Y aquí la cosa empieza a ser más grave, y de la indiferencia o la resignación se pasa al susto.
Efectivamente, si ya resulta bastante deprimente que para elaborar las listas electorales no se tengan en cuenta los méritos (o deméritos) que los ciudadanos podrían valorar, como el de la gestión anterior del aspirante a electo, no digamos ya cuando se trata de hablar de posibles Ministros. Por lo que se ve, las capacidades o discapacidades que se puedan tener para acceder al cargo no son nada en comparación con otras consideraciones cuya relevancia, no obstante, se nos escapa al común de los mortales. Por ejemplo, el haber dejado un Ayuntamiento como Madrid en quiebra técnica como ha hecho el Sr. Gallardón no parece ser el mejor aval para ser elegido para nada que conlleve una mínima relación con el dinero del contribuyente, por muchas prendas que le adornen a uno. Prendas que por otra parte suelen ser más del tipo “adhesión inquebrantable” al partido o al líder máximo. Incluso estamos viendo raptos de magnanimidad de algún lider cuestionado en un momento de debilidad (del que lo ha cuestionado, no del líder que por definición si es líder no los tiene) que han permitido escenificar la vuelta al redil de algún “hijo pródigo” en forma de puestos de salida en las listas electorales, con el natural enojo de los hijos que estuvieron todo el rato cuidando a los cerdos.
Y es que ya sabemos que en España las listas electorales son lentejas, o las tomas o las dejas. Todo atado y bien atado “top-down”, siendo el top ellos, los elegibles, y el down nosotros los que les elegimos. Bueno, pues las lentejas ya están servidas y solo queda comérselas o no el día 20. Pero ya nos podemos empezar a preocupar de lo que viene después, a la vista de los nombres que empiezan a saltar a los medios como posibles Ministros para un previsible Gobierno del PP. Y aquí es donde empieza uno a asustarse, porque con independencia de los nombres concretos, y de la mayor o menor verosimilitud de las quinielas, nos volvemos a encontrar con un modelo de “casting” bastante perverso, dado que se prioriza la proximidad al líder, o incluso las apetencias o las ilusiones de los ministrables sobre su trayectoria, experiencia, formación o capacidad. Vamos, que las razones para elegir a un Ministro de entrada parece que no tienen mucho que ver con los intereses de los ciudadanos y sobre todo con las necesidades del país (aclaración: cuando en este blog decimos “país” nos referimos a España, somos así de antiguos).
Así Esperanza Aguirre comenta con cierta frivolidad y bastante mala intención que a “Gallardón le haría mucha ilusión ser Ministro”. Bueno, a mí y seguro que a unos cuantos de nuestros colaboradores y lectores también nos haría mucha ilusión, pero no nos parece que esa sea una razón suficiente para que nos hagan Ministros, ni siquiera para que suenen nuestros nombres, la verdad. Ni Ministros ni nada para lo que no reunamos unos mínimos requisitos, porque a mí también me haría mucha ilusión tocar en la Filarmónica de Berlín, pero el caso es que no se tocar ningún instrumento.
¿Y que es reunir unas mínimos requisitos para ser Ministro? Bonita pregunta y no fácil de contestar, pero creo que en el momento tan trascendental en que estamos hay uno esencial: la capacidad de infundir confianza. Confianza en que el país puede salir de esta crisis institucional, política y económica, en que se van a hacer las reformas necesarias, en que se va a tener el valor pero también la capacidad indispensable para hacerlas. Y no me refiero solo confianza de cara a los inversores y acreedores externos, que también, aunque supongo que se van a fijar más en el nombre del Ministro de Economía y Hacienda y en el del Gobernador del Banco de España. Me refiero sobre todo a la confianza que hay que inspirar a los propios ciudadanos españoles, para que piensen –pensemos- que tenemos expectativas de futuro sin necesidad de que venga por aquí la “troika” comunitaria o una delegación del FMI.
En mi opinión, para generar esta confianza, ya no vale cualquiera. Tampoco valen las habituales operaciones de maquillaje y de marketing que realizan los responsables de prensa y los medios más o menos afines. O las reseñas y semblanzas con las que nos los “venden” una vez nombrados, aunque su último puesto antes de entrar en el Ministerio haya sido en una Agencia de flamenco o/y no hayan cumplido 30 años o digan “conyugue”, por citar algunos casos recientes. Y en ese sentido, tampoco es suficiente para generar confianza con que los nombres que se barajen ahora sean “mejores” que los de los Ministros de los últimos Gobiernos, porque desgraciadamente esto no es decir mucho. Sencillamente, los nuevos Ministros tienen que ser lo suficientemente buenos para sacarnos de ésta
Y me parece que los ciudadanos españoles ya no estamos por la labor de dejarnos engañar ni sobre la calidad personal y profesional de nuestros futuros Ministros ni sobre ningún otro asunto público. Y da la sensación de que fuera de nuestras fronteras tampoco están por la labor.
.
Elisa de la Nuez Sánchez-Cascado es licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid (1980-1985). Accedió al Cuerpo de Abogados del Estado en el año 1988
En la Administración pública ha ostentando cargos tales como Abogado del Estado-Jefe de la Secretaría de Estado de Hacienda; Subdirectora General de Asuntos Consultivos y Contenciosos del Servicio Jurídico de la Agencia Estatal de Administración Tributaria; Abogada del Estado-Secretaria del Tribunal Económico-Administrativo Regional de Madrid; Abogada del Estado-Jefe Servicio Jurídico de la Rioja; Letrada en la Dirección General Registros y Notariado; Abogada del Estado ante el TSJ de Madrid; Abogada del Estado en la Dirección General del Servicio Jurídico del Estado del Ministerio de Justicia
En la actualidad compatibiliza su trabajo en los Juzgados de lo contencioso-administrativo de la Audiencia Nacional con otras labores profesionales.
En el sector público, ha ostentado muchos años el puesto de Secretaria General de una entidad pública empresarial.
En su dedicación al sector privado es socia fundadora de la empresa de consultoría Iclaves y responsable del área jurídica de esta empresa.
Destaca también su experiencia como Secretaria del Consejo de administración de varias empresas privadas y públicas, Secretaria del Consejo de Eurochina Investment,
de la de la SCR Invergestión de Situaciones Especiales, y de la SCR Renovalia de Energía; ha sido también Consejera de la sociedad estatal Seyasa y Secretaria de la Comisión de Auditoria Interna; Secretaria del Consejo de la sociedad estatal SAECA.
En el área docente ha colaborado en centro como ICADE; la Universidad Complutense de Madrid; la Universidad San Pablo-CEU o el Instituto de Estudios Fiscales. Ha publicado numerosas colaboraciones en revistas especializadas, de pensamiento y artículos periodísticos.
Es coeditora del blog ¿Hay derecho? y del libro del mismo nombre editado por Península junto con otros coautores bajo el pseudónimo colectivo “Sansón Carrasco” y Secretaria General de la Fundación ¿Hay Derecho?