“Colgar el hierro”, de Javier Gomá
Probablemente el asunto principal de este blog es la defensa del Estado de Derecho y quizá nos ocurra en ocasiones, enfrascados como estamos en debatir cuestiones particulares, que dejemos de percibir la maravilla de la civilización que supone que en un momento muy concreto de la historia, el hombre occidental renuncie voluntariamente a la venganza privada y asuma un procedimiento pacífico para la resolución de los conflictos. El terrorista, así, no solamente es un asesino o cómplice de él, sino que además es una antigualla en el peor sentido de la palabra porque todavía no ha dado ese paso.
Javier Gomá Lanzón, hermano de quien esto les escribe y de otro de los editores, nos recuerda en un muy interesante artículo publicado en El País y titulado “Colgar el hierro” que nos hallamos en presencia de un avance prodigioso, resultado de un doloroso aprendizaje colectivo, y que nos hace elevarnos por encima de nuestras propias pulsiones primitivas. Y que esto ha ocurrido, después de tantos milenios, hace menos de tres siglos.
De vez en cuando hay que dejar los detalles y poner en valor los aspectos fundamentales que tiene nuestra civilización. El artículo lo hace, y puede leerlo aquí.
Notario desde el año 1991, actualmente con plaza en Madrid.
Patrono fundador de la Fundación Hay Derecho y coautor bajo el nombre colectivo de Sansón Carrasco de los libros “¿Hay Derecho?” y “Contra el capitalismo clientelar.”
Es presidente de honor de la plataforma cultural y educativa Qué Aprendemos Hoy (queaprendemoshoy.com)
Es vicepresidente de la Fundación Toro de Lidia.
Aun queda mucho por hacer.
Existen Estados que no deben de entender las cosas tan pacificas, sólo hay que ver como se mato a Gadafi.
Y la desafortunada frase que le dijo la Secretaria de Estado Hillary Clinton a una periodista: “Fuimos, vimos, murió”.
Me explicara alguien como un Estado puede articular Leyes y vender paz con una mano y con la otra matar sin intentar juzgar y vender armas.
Yo directamente no entiendo como se pueden hacer ambas cosas…
¡¡¡Felicidades a Javier por el artículo!!!
Aun queda mucho por hacer.
Existen Estados que no deben de entender las cosas tan pacificas, sólo hay que ver como se mato a Gadafi.
Y la desafortunada frase que le dijo la Secretaria de Estado Hillary Clinton a una periodista: “Fuimos, vimos, murió”.
Me explicara alguien como un Estado puede articular Leyes y vender paz con una mano y con la otra matar sin intentar juzgar y vender armas.
Yo directamente no entiendo como se pueden hacer ambas cosas…
¡¡¡Felicidades a Javier por el artículo!!!
Fernando, se ve que escribir bien lo lleváis en los genes en tu familia. ¡Qué delicia de artículo! Enhorabuena.
Pero echo de menos algo. Tu hermano describe maravillosamente la violencia en la antigüedad clásica nuestra (Roma y Grecia). Y luego ensalza al Estado que “a partir de la Ilustración” renuncia a la violencia. Habla de “la admirable proeza moral del hombre moderno”.
¿No sucedió nada en ese milenio largo que hay en medio?
Sí que sucedió. Sucedió que un “Hombre” (también era hombre), no “moderno”, sino intemporal, se encontró con una tradición de violencia (“ein le ein, shan le shan”), norma DIVINA de la Torah, bien que atenuada y humanizada, porque el judaismo contra lo que se cree ha sido siempre muy “humanista” (era NO MAS que un ojo por uno ojo, etc…). Y ese Hombre reaccionó nada menos que con el “amad a vuestros enemigos” y “quien a hierro mata a hierro muere”, y más cosas por el estilo.
Y aunque el mensaje tardó en calar, ha acabado calando entre nosotros.
No es a la Ilustración, ni a su hija la Revolución Francesa con su su Madame la Guillotine a quien hay que agradecerle estas cosas. A cada uno, lo suyo.
Fernando, se ve que escribir bien lo lleváis en los genes en tu familia. ¡Qué delicia de artículo! Enhorabuena.
Pero echo de menos algo. Tu hermano describe maravillosamente la violencia en la antigüedad clásica nuestra (Roma y Grecia). Y luego ensalza al Estado que “a partir de la Ilustración” renuncia a la violencia. Habla de “la admirable proeza moral del hombre moderno”.
¿No sucedió nada en ese milenio largo que hay en medio?
Sí que sucedió. Sucedió que un “Hombre” (también era hombre), no “moderno”, sino intemporal, se encontró con una tradición de violencia (“ein le ein, shan le shan”), norma DIVINA de la Torah, bien que atenuada y humanizada, porque el judaismo contra lo que se cree ha sido siempre muy “humanista” (era NO MAS que un ojo por uno ojo, etc…). Y ese Hombre reaccionó nada menos que con el “amad a vuestros enemigos” y “quien a hierro mata a hierro muere”, y más cosas por el estilo.
Y aunque el mensaje tardó en calar, ha acabado calando entre nosotros.
No es a la Ilustración, ni a su hija la Revolución Francesa con su su Madame la Guillotine a quien hay que agradecerle estas cosas. A cada uno, lo suyo.
Aun a riesgo de parecer pelota, no puedo evitar decir que el “gen Gomá” es una maravilla. Y, si parezco pelota, lo soy con muchísima sinceridad 🙂
Como cualquier cosa que pueda escribir de mi cosecha empeora el artículo, me voy a limitar prudentemente a difundir algunas ideas de su autor que a mi parecer lo complementan, pidiendo disculpas de antemano por si, contra mi mejor empeño, desvirtúo alguna. D. Javier Gomá se preguntaba una vez, en la Revista de Libros, números 139-140, pp. 33 y ss (http://www.revistadelibros.com/articulos/existe-el-progreso-moral), si existe el progreso, y concluía lo siguiente:
-Sí existe el progreso científico, dado que es un tipo de conocimiento objetivo y acumulativo. La ciencia actual es superior a la del tiempo de Aristóteles.
-No tiene sentido hablar de progreso artístico. Las obras de arte son “expresiones, enraizadas en su tiempo, del genio individual o colectivo que las produce”, de manera que, todo lo más, podemos hablar de preferencias subjetivas, nunca de certidumbres objetivas.
-Es dudoso si existe el progreso ético. Podemos considerar que sí puesto que el ámbito de libertad individual frente a la coacción se incrementa, es decir, los valores de la Ilustración se extienden a nuevos territorios. Sin embargo, que tengamos más libertad no implica que la utilicemos mejor. Desde un punto de vista ético, no somos un ápice mejores que quienes nos precedieron.
Expuestas estas ideas, entiendo que D. Javier viene a sostener que un terrorista es premoderno, anti-ilustrado, sigue anclado en una fase de evolución ética (y jurídica) anterior a la generalmente asumida por los Estados de Derecho o democracias liberales de occidente.
Aun a riesgo de parecer pelota, no puedo evitar decir que el “gen Gomá” es una maravilla. Y, si parezco pelota, lo soy con muchísima sinceridad 🙂
Como cualquier cosa que pueda escribir de mi cosecha empeora el artículo, me voy a limitar prudentemente a difundir algunas ideas de su autor que a mi parecer lo complementan, pidiendo disculpas de antemano por si, contra mi mejor empeño, desvirtúo alguna. D. Javier Gomá se preguntaba una vez, en la Revista de Libros, números 139-140, pp. 33 y ss (http://www.revistadelibros.com/articulos/existe-el-progreso-moral), si existe el progreso, y concluía lo siguiente:
-Sí existe el progreso científico, dado que es un tipo de conocimiento objetivo y acumulativo. La ciencia actual es superior a la del tiempo de Aristóteles.
-No tiene sentido hablar de progreso artístico. Las obras de arte son “expresiones, enraizadas en su tiempo, del genio individual o colectivo que las produce”, de manera que, todo lo más, podemos hablar de preferencias subjetivas, nunca de certidumbres objetivas.
-Es dudoso si existe el progreso ético. Podemos considerar que sí puesto que el ámbito de libertad individual frente a la coacción se incrementa, es decir, los valores de la Ilustración se extienden a nuevos territorios. Sin embargo, que tengamos más libertad no implica que la utilicemos mejor. Desde un punto de vista ético, no somos un ápice mejores que quienes nos precedieron.
Expuestas estas ideas, entiendo que D. Javier viene a sostener que un terrorista es premoderno, anti-ilustrado, sigue anclado en una fase de evolución ética (y jurídica) anterior a la generalmente asumida por los Estados de Derecho o democracias liberales de occidente.