Recomendaciones (III): “La economia del fraude inocente”, de J.K. Galbraith, por Ignacio Gomá
Hemos quedado los editores en hacer alguna recomendación literaria para estos días de asueto. No sé si los otros editores han hecho una lectura solapada (de la solapa), pero yo este lo he leído, y es muy fácil hacerlo porque tiene 119 de páginas con letra grande. Sin duda han oído hablar del autor: es un economista mundialmente conocido que, más que dedicarse a la teoría económica, se dedicó a analizar las consecuencias de la política económica en la sociedad.
El libro plantea la continua divergencia entre las creencias aprobadas y la realidad, cuando al final es la realidad la que cuenta. El autor lo presenta así: “Este ensayo se ocupa de cómo la economía y los grandes sistemas económicos y políticos cultivan su propia versión de la verdad de acuerdo con las presiones pecuniarias y las modas políticas de la época y de los problemas que plantea que esa versión no tenga nada que ver con la realidad. Se trata de una situación de la que no podemos culpar a nadie en particular; la mayoría de las personas prefiere creer en aquello que le conviene creer”, por eso se llama fraude inocente.
Partiendo de esa idea, va criticando diversos aspectos de nuestra economía actual, comenzando por el mismo nombre del sistema, que de “capitalismo” ha pasado a llamarse “sistema de mercado” para ocultar un fraude: “La creencia en una economía de mercado en la que el consumidor es soberano es uno de los mayores fraudes de nuestra época. La verdad es que nadie intenta vender nada sin procurar también dirigir y controlar su respuesta“ (pág. 32). Igualmente dice que medir el progreso social casi exclusivamente por el PIB, esto es, por el volumen de la producción influida por el productor, es un fraude, y no es pequeño (p. 34).
Del mismo modo, va desvelando fraudes inocentes en el mundo del trabajo, en la política exterior y militar y las finanzas, deteniéndose particularmente en las grandes corporaciones y el papel dominante de éstas en la economía moderna, y en la transmisión del poder de los accionistas a la dirección, aunque la creencia sigue siendo la contraria, así como en el papel fundamental que tiene en la actitud de las grandes corporaciones el hecho de que la remuneración de la dirección es en realidad fijada por éstas y no por los propietarios como erróneamente se pudiera creer (ver página 49 especialmente). Observen que el libro está publicado en 2004, por Critica, mucho antes de la crisis actual (aunque con la de Enron ya producida).
En fin, no les voy a desvelar más. Esta obra es un testamento intelectual del autor, fallecido en 2006 pues resume parte de su pensamiento y aunque puede ser tachada de ser un tanto demagógica, sin duda da qué pensar. Pueden ver aquí una reseña de Manuel Pimentel.
Presidente Fundación Hay Derecho. Notario de Madrid. Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid (1979-1984). Oposiciones a Notarías aprobadas en 1988, oposiciones restringidas, entre Notarios, en 1991-1992. En twitter @ignaciogoma
El fraude inocente, como viene a poner de manifiesto el autor del post en lo que menciona de Galbraith, se basa en muchas ocasiones en las palabras o expresiones que usamos o que nos hacen usar, y no solamente en la economía.
La batalla del lenguaje es muchas veces esencial para la percepción de una determinada realidad, ya decía Wittgenstein que los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo.
Y por cierto un tema que menciona al autor del post y que alguno de los excelentes expertos que tienen en el blog podría tocar, es el de que el poder en las sociedades grandes reside no en la junta de accionistas, que por supuesto que no, sino que tampoco en realidad en los Consejos de administración, controlados por “la dirección”, que decide todo lo importante, incluidos sus propios salarios.
Feudalismo de partido, feudalismo financiero…
Por usar la expresión de J.Garrigues, pero quede claro que eso pasa en las sociedades cotizadas y aún peor en los partidos donde ni los militantes, ni los concejales, ni los diputados mandan un pimiento… Todo lo decide Génova o Ferraz y ayyy de quien se salte sus directrices… Partidos de “empleados” como los llama Jiménez de Parga cuyo mandato representativo no tiene otro horizonte que hacer lo que diga el señor feudal del paritdo no sea que en las siguientes elecciones no les ponga en las listas….
Mmmm… la Partitocracia es cada vez más popular, a lo que leo.
¿Cuándo llegará la verdadera Democracia?
El fraude inocente, como viene a poner de manifiesto el autor del post en lo que menciona de Galbraith, se basa en muchas ocasiones en las palabras o expresiones que usamos o que nos hacen usar, y no solamente en la economía.
La batalla del lenguaje es muchas veces esencial para la percepción de una determinada realidad, ya decía Wittgenstein que los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo.
Y por cierto un tema que menciona al autor del post y que alguno de los excelentes expertos que tienen en el blog podría tocar, es el de que el poder en las sociedades grandes reside no en la junta de accionistas, que por supuesto que no, sino que tampoco en realidad en los Consejos de administración, controlados por “la dirección”, que decide todo lo importante, incluidos sus propios salarios.
Feudalismo de partido, feudalismo financiero…
Por usar la expresión de J.Garrigues, pero quede claro que eso pasa en las sociedades cotizadas y aún peor en los partidos donde ni los militantes, ni los concejales, ni los diputados mandan un pimiento… Todo lo decide Génova o Ferraz y ayyy de quien se salte sus directrices… Partidos de “empleados” como los llama Jiménez de Parga cuyo mandato representativo no tiene otro horizonte que hacer lo que diga el señor feudal del paritdo no sea que en las siguientes elecciones no les ponga en las listas….
Mmmm… la Partitocracia es cada vez más popular, a lo que leo.
¿Cuándo llegará la verdadera Democracia?
Coincido con Jaime de Nicolás en lo interesante que sería un post sobre quien manda realmente en las sociedades cotizadas, donde es posible que directivos y Consejos de Administración que lo han hecho rematadamente mal se lleven no obstante salarios y bonus millonarios. Es realmente fascinante. Y también coincido en que el (mal)uso del lenguaje es esencial para arrojar una cortina de humo sobre muchos asuntos de actualidad. Si conseguimos llamar de nuevo a las cosas por sus nombres sin acudir a tautologías, sofismas o eufemismos (muchos de ellos fabricados por nuestros políticos y medios de comunicación, opr cierto) vamos a entender la realidad pero que mucho mejor.
Coincido con Jaime de Nicolás en lo interesante que sería un post sobre quien manda realmente en las sociedades cotizadas, donde es posible que directivos y Consejos de Administración que lo han hecho rematadamente mal se lleven no obstante salarios y bonus millonarios. Es realmente fascinante. Y también coincido en que el (mal)uso del lenguaje es esencial para arrojar una cortina de humo sobre muchos asuntos de actualidad. Si conseguimos llamar de nuevo a las cosas por sus nombres sin acudir a tautologías, sofismas o eufemismos (muchos de ellos fabricados por nuestros políticos y medios de comunicación, opr cierto) vamos a entender la realidad pero que mucho mejor.
Capto la indirecta., Elisa. No escurriré el bulto, diciendo, como dicen que decía Ortega: “Alguien debería estudiar este interesante tema”. Lo haré en próximas fechas intentando relacionar dos cuestiones: el desplazamiento del poder en la sociedad de la junta a la administración, y la multiplicación del salario de los ejecutivos en relación a los sueldos medios de los trabajadores desde los años ochenta, porque son ambos dos temas que me interesan mucho.
Capto la indirecta., Elisa. No escurriré el bulto, diciendo, como dicen que decía Ortega: “Alguien debería estudiar este interesante tema”. Lo haré en próximas fechas intentando relacionar dos cuestiones: el desplazamiento del poder en la sociedad de la junta a la administración, y la multiplicación del salario de los ejecutivos en relación a los sueldos medios de los trabajadores desde los años ochenta, porque son ambos dos temas que me interesan mucho.