La reforma energética: una aventura imposible.
Dentro del abultado paquete de reformas que debe abordar el gobierno del partido popular para tratar de reconducir a España por la senda de los países desarrollados y poder ser competitivos en este mercado globalizado que nos ha tocado vivir, figura la reforma energética que puede ser una de las más complicadas de llevar a cabo por las circunstancias que la rodean.
No ha transcurrido el plazo de cien días de cortesía que suele dar a los nuevos gobiernos, sobre todo cuando son de otro signo político, y las empresas eléctricas, bien de forma colectiva, a través de UNESA, o bien, a título individual mediante declaraciones de algunos de sus presidentes, han iniciado una nueva campaña mediática de intoxicación a los ciudadanos, dirigida a presionar al nuevo gobierno, para rentabilizar el famoso “déficit tarifario”.
El Ministro de Industria, Energía y Turismo ya ha declarado que esta reforma se llevará a cabo de una forma progresiva y mediante un conjunto de medidas tendentes a normalizar un sector con importantes problemas estructurales y económicos.
En el sector eléctrico se presentan una serie de factores y circunstancias que dificultan extraordinariamente la adopción de medidas gubernamentales y que en líneas generales podríamos resumir de la forma siguiente:
1ª.- Las cinco compañías eléctricas más importantes (Iberdrola, Gas Natural Fenosa, Enel, E.ON y EDP) están asociadas en UNESA y constituyen el verdadero oligopolio que maneja el sector y cuyos objetivos principales son: controlar el sector fotovoltaico; prolongar la vida de las centrales nucleares; acelerar el desarrollo de las infraestructuras para la interconexión europea y, finalmente, mantener su cuota de mercado mayoritario en el sector de los pequeños consumidores.
2ª.- En el campo de las energías renovables se encuentra la que se conoce como la “Triple A”, es decir: Abengoa, ACS y Acciona, controladas por los March y los Benjumea, Florentino Pérez y la familia Entrecanales, cuyos intereses están en abierta contradicción con los de UNESA y también constituyen un importante “lobby” de presión.
3ª.- La existencia del célebre “Déficit tarifario” que viene siendo utilizado desde hace diez años como una herramienta de presión frente a los distintos gobiernos para impedirles que estudien seriamente la situación y puedan adoptar medidas correctas.
4ª.- La política de subvenciones a las energías renovables, pese a que se trata de una energía no gestionable, y al carbón nacional no tienen razón de ser, cuando la potencia instalada en nuestro país, 90 GW, supera en exceso la demanda media que no alcanza los 45 GW en su punto álgido, pero al ser una medida política es de difícil aplicación. Además “la triple A” alega que somos un país puntero en esta tecnología y podríamos perder esta posición privilegiada.
5ª.- Al amparo del “Déficit tarifario” las compañías eléctricas vienen percibiendo lo que se denominan “windfall profits”, es decir, beneficios caídos del cielo, como pueden ser los provenientes de las centrales nucleares e hidroeléctricas que ya estén suficientemente amortizadas.
6ª.- La tarifa eléctrica que pagan los pequeños consumidores es de las más caras de Europa, circunstancia que no se da en las grandes empresas cuya tarifa está en la media europea.
7ª.- En las últimas subastas Cesur, se ha venido observando una bajada en el precio de la energía del orden del 7% que no se ha transmitido a los consumidores.
8ª.- En el año 2009 se creó el llamado “Bono social” para proteger a los consumidores más desfavorecidos ya que su tarifa no experimentaría ninguna subida hasta el año 2013. Esta medida fue pactada con UNESA que obtenían como contrapartida que el Gobierno les restituyese los ingresos relativos a los derechos de emisión de CO2. Una vez conseguido su objetivo, las compañías eléctricas recurrieron ante los Tribunales la creación de este bono.
9ª.- La subida de tarifas aprobada recientemente y que entró en vigor el 1º de abril está motivada por una sentencia del Tribunal Supremo que estimó el recurso presentado por Iberdrola y Endesa relativo a una disposición legal del anterior gobierno socialista.
10ª.- La forma de realizar las subastas diarias de electricidad no parece la más correcta pues la energía nuclear procedente de las centrales amortizadas se está pagando a precios más elevados de lo que la correspondería.
Como fácilmente puede deducirse de lo expuesto en estas líneas, la situación no es la más favorable para llevar a cabo la necesaria reforma energética sin producir estragos entre los afectados.
La primera medida que aprobó el nuevo Gobierno en el último Consejo de Ministros del mes de enero se refiere a la aplicación de una moratoria en las subvenciones concedidas a las energías renovables de nueva instalación pues se respetaban los derechos de las que ya disponían de licencia para su funcionamiento.
En mi opinión, era necesario terminar con estas subvenciones que en los últimos años habían experimentado un crecimiento no previsto, pues se había pasado de 3.000 millones de euros en el año2008 a7.000 millones de euros en el año 2010.
Rápidamente, “la Triple A” se puso en funcionamiento para desacreditar esta decisión aduciendo todo tipo de razonamientos, tanto ecológicos como tecnológicos.
Seguidamente, el Gobierno encargó un Informe a CNE relativo a la eliminación del “déficit tarifario”, sin darse cuenta que su actual presidente, Alberto Lafuente, es un furibundo socialista y no favorecería en nada la intención del Gobierno, como así ha sucedido. En ese informe, como en otros anteriores, se divaga y no entra a analizar en profundidad y con seriedad el célebre déficit tarifario que es la primera condición para poder proponer medidas al respecto.
Finalmente, en el último Consejo de Ministros del mes de marzo, se ha aprobado el Real Decreto Ley 12/2012, de 29 de marzo, que recoge un segundo bloque de medidas orientadas a ordenar este complejo sector. Entre ellas, destacan:
* La subida de la TUR en un 7% que, como siempre afecta, fundamentalmente, a los pequeños consumidores.
* Dentro del capítulo de reducción de costes figuran:
Reducción de la retribución a la distribución, tanto eléctrica como gasísta.
Reducción de las retribuciones por potencia disponible (pago por capacidad).
Limitación a 50 millones de euros las subvenciones anuales al carbón nacional.
Reducción de la financiación del operador del sistema eléctrico.
* Transposición de directivas comunitarias que potencian los derechos de los consumidores.
Como es lógico, UNESA que se ve perjudicada por algunas de estas medidas ya se está quejando, alegando que se han adoptado unilateralmente y sin conversaciones previas con las empresas afectadas.
Como se indicó al principio de este post, el Gobierno sigue trabajando para presentar un tercer paquete de medidas que, por un lado, ordenen el sector y potencien las pequeñas compañías generadoras de energía eléctrica y, por otro, reduzcan el “déficit tarifario”.
En mi calidad de observador de la situación y en base a la escasa información al alcance de mi mano, me atrevería a proponer algunas iniciativas dirigidas a facilitar la resolución de los problemas existentes, como pueden ser las siguientes:
* Creación de una tasa de 15 euros por MWh de generación nuclear procedente de las centrales amortizadas.
* Aplicación del céntimo verde a los MWh procedentes de los hidrocarburos.
* Mantener temporalmente la moratoria de las subvenciones a las energías renovales.
* Implantar una tasa a los “windfall profits”.
* Recortar los 1.700 millones de euros de retribución al transporte.
* Eliminar las subvenciones al carbón nacional.
* Realizar un estudio serio y detallado de la realidad que se esconde detrás del “déficit tarifario” y determinar su cuantía real que, evidentemente, no es la que reclaman las compañías eléctricas.
Probablemente podrán existir otras medidas para abordar este serio problema que, como reza en el título del presente post, me parece una aventura imposible de llevar a cabo por los agentes implicados y por su capacidad de presión sobre los distintos gobiernos.
La pregunta que podemos hacernos los consumidores es:
¿Será capaz el actual Gobierno de plantear una reforma energética eficaz que termine con el oligopolio energético, liberalice realmente el sector y termine con el déficit tarifario?
Cada lector puede responder lo que estime oportuno. Mi respuesta a la pregunta es: NO
Ávila (1936). Doctor Ingeniero de Montes por la Universidad Politécnica de Madrid. Ingeniero Geógrafo. Ingresó en el Instituto Geográfico en el año 1966 donde llevó a cabo numerosos trabajos geodésicos y astronómicos. Vocal de la Comisión Nacional de Geodesia y Geofísica. En 1981 fue nombrado Subdirector General de Cartografía y Publicaciones de este Organismo. En 1985 se incorporó al recién creado Centro Español de Metrología como Subdirector Científico y de Relaciones Institucionales, puesto en el que ha permanecido hasta su retirada del servicio activo. Ha representado a España ante diferentes organismos y organizaciones internacionales (EUROMET, WELMEC, OIML, CGPM, BCR). Ha sido presidente del Comité nº 82 de Normalización (AENOR) y del Comité de calibración (ENAC). Ha participado en los trabajos legislativos de la Comisión Europea en el seno del Grupo de Trabajo de Cuestiones Económicas. Autor de diferentes artículos y ponencias. Está en posesión de las Encomiendas de la Orden del Mérito Civil y de la Orden de Isabel la Católica.
Apreciados Fernando y Alberto, muchas gracias por lo instructivo del artículo pero según lo iba leyendo tuve que mirar varias veces el nombre de los autores para convencerme de que esto no venía de algún despacho de la Unión Europea, de Greenpeace o de otro lobby análogo defendiendo su particular paradigma.
Escribo desde mi condición de cliente, pequeño accionista y ex consejero tecnológico de una eléctrica, amigo de algunos miembros de Unesa y, sobre todo, ciudadano preocupado.
Uno de los motivos de mi preocupación proviene de la manida afición europea a abordar los desaguisados creados por los políticos a base de tasas e impuestos que coadyuven en la tarea de reeducar constantemente al consumidor ciudadano.
Primero nos educan para el diesel y cuando nos hempos lanzado nos dicen que la solución es otro impuesto porque contaminamos. De estas –y peores– un libro de miles de páginas.
Miedo me da cuando, como explica el artículo, en la batalla entran los nuevos “socios” de la gran empresa familiar española a arrimar el ascua a su sardina. Algo que hacen como nadie.
Una de las formas de romper los oligopolios es desarrollando de una vez el concepto de Smart Grid (algo para lo cual nos sobra tecnología y talento en España)
Veremos que no se hace.
Y no se hace porque el modelo energético Europeo exige que la energía esté fuertemente gravada fiscalmente (lo cual nos obliga a expulsar industria y empleo), que su producción esté centralizada en muy poquitas manos y que las energías alternativas sean tributarias de una red controlada por el estado y gestionada por unos pocos operaopres.
La factura nos la pasan a nosotros en una versión moderna del estado Luis Candelas.
Hoy Europa está presa de esta contradicción y si alguien, USA por ejemplo, se lanzase a desarrollar un Smart Grid con millones de productores/consumidores autónomos (que sólo llevan a la red lo sobrante de su consumo fiscalmente gratuito) veremos, nuevamente, que el modelo Europeo parece propio de la época del dios Amon Ra fuente de toda luz y todo calor. único Rey y Señor de Todo.
Pero al menos he de decir que coincido plenamente con el último párrafo del artículo: la necesidad de romper oligopolios.
Pero de verdad y no para cambiar cromos con recién llegados a nuestra costa.
Saludos
Impresionante post que me deja tiritando, pese a toda la energía que gira inutilmente a mi alrededor (¡y a qué precios!). La conclusión es la que sospechaba: aquí a unos caballeros feudales que sólo miran por lo suyo mientras el pueblo pasa hambre y un rey que no se entera y está a otra cosa, cuando no es cómplice de aquellos. El esquema básico nunca cambia….
Es curioso que la cosa parece estar muy intervenida por la Administración. Y el resultado es un precio exhorbitante para el consumidor. Recuerda a cuando las monarquías absolutas se sostenían con impuestos a la sal, bien de primera necesidad y de distribución muy controlable. Lo que pasa es que ahora ese control y esos gravámennes parecen actuar a medida de intereses particulares, y para la financiación de verdaderas extravagancias, como ese presunto carbón nacional que algunos dicen que en realidad viene de Polonia.
Como si fuéramos muy ricos para darnos caprichos.
El fracaso de la liberalización del mercado energético es un hecho ya a estas alturas de la película. No soy tampoco optimista, pero ya a estas alturas parece que es crucial romper el oligopolio e intentar ahorrar algo en costes de energía. Ahora que están de moda los recortes ¿por qué no? Este parece que puede ser bastante menos doloroso que los otros, dado que sobra la energía y que además es muy cara.
Apreciados Fernando y Alberto, muchas gracias por lo instructivo del artículo pero según lo iba leyendo tuve que mirar varias veces el nombre de los autores para convencerme de que esto no venía de algún despacho de la Unión Europea, de Greenpeace o de otro lobby análogo defendiendo su particular paradigma.
Escribo desde mi condición de cliente, pequeño accionista y ex consejero tecnológico de una eléctrica, amigo de algunos miembros de Unesa y, sobre todo, ciudadano preocupado.
Uno de los motivos de mi preocupación proviene de la manida afición europea a abordar los desaguisados creados por los políticos a base de tasas e impuestos que coadyuven en la tarea de reeducar constantemente al consumidor ciudadano.
Primero nos educan para el diesel y cuando nos hempos lanzado nos dicen que la solución es otro impuesto porque contaminamos. De estas –y peores– un libro de miles de páginas.
Miedo me da cuando, como explica el artículo, en la batalla entran los nuevos “socios” de la gran empresa familiar española a arrimar el ascua a su sardina. Algo que hacen como nadie.
Una de las formas de romper los oligopolios es desarrollando de una vez el concepto de Smart Grid (algo para lo cual nos sobra tecnología y talento en España)
Veremos que no se hace.
Y no se hace porque el modelo energético Europeo exige que la energía esté fuertemente gravada fiscalmente (lo cual nos obliga a expulsar industria y empleo), que su producción esté centralizada en muy poquitas manos y que las energías alternativas sean tributarias de una red controlada por el estado y gestionada por unos pocos operaopres.
La factura nos la pasan a nosotros en una versión moderna del estado Luis Candelas.
Hoy Europa está presa de esta contradicción y si alguien, USA por ejemplo, se lanzase a desarrollar un Smart Grid con millones de productores/consumidores autónomos (que sólo llevan a la red lo sobrante de su consumo fiscalmente gratuito) veremos, nuevamente, que el modelo Europeo parece propio de la época del dios Amon Ra fuente de toda luz y todo calor. único Rey y Señor de Todo.
Pero al menos he de decir que coincido plenamente con el último párrafo del artículo: la necesidad de romper oligopolios.
Pero de verdad y no para cambiar cromos con recién llegados a nuestra costa.
Saludos
Impresionante post que me deja tiritando, pese a toda la energía que gira inutilmente a mi alrededor (¡y a qué precios!). La conclusión es la que sospechaba: aquí a unos caballeros feudales que sólo miran por lo suyo mientras el pueblo pasa hambre y un rey que no se entera y está a otra cosa, cuando no es cómplice de aquellos. El esquema básico nunca cambia….
Es curioso que la cosa parece estar muy intervenida por la Administración. Y el resultado es un precio exhorbitante para el consumidor. Recuerda a cuando las monarquías absolutas se sostenían con impuestos a la sal, bien de primera necesidad y de distribución muy controlable. Lo que pasa es que ahora ese control y esos gravámennes parecen actuar a medida de intereses particulares, y para la financiación de verdaderas extravagancias, como ese presunto carbón nacional que algunos dicen que en realidad viene de Polonia.
Como si fuéramos muy ricos para darnos caprichos.
El fracaso de la liberalización del mercado energético es un hecho ya a estas alturas de la película. No soy tampoco optimista, pero ya a estas alturas parece que es crucial romper el oligopolio e intentar ahorrar algo en costes de energía. Ahora que están de moda los recortes ¿por qué no? Este parece que puede ser bastante menos doloroso que los otros, dado que sobra la energía y que además es muy cara.
Me parece muy preocupante la realidad diagnosticada en la entrada pero me temo que las soluciones propuestas son más tasas que al final repercuten de uno u otro modo en el recibo que hay que pagar a final de mes.
Me encantaría que Manu Oquendo nos ilustrase un poco acerca de ese Smart Grid que no tengo ni idea de en qué consiste. Lo que es claro y evidente es que no existe un mercado de la energía en el que el precio se determine por la oferta y la demanda y que el intervencionismo administrativo lo que pretende es conseguir que todo cuadre a martillazos: Precios “políticos” en el que el ciudadano no perciba el coste real de la energía, incluidos los cada vez mayores costes medioambientales “inferiores a los de mercado”; precios que en teoría provocan pérdidas a los productores “déficit tarifario” lo cual no parece demasiado creíble, por cuanto ninguno abandona o vende su negocio a los demás operadores; determinación socialista de cuáles deben ser las fuentes de energía y el mix energético, sin atención en absoluto a criterios de eficiencia económica… Leí hace tiempo las catastróficas consecuencias de la “liberalización parcial” del mercado energético en California: Hundimiento de la calidad del servicio (apagones constantes) y las compañías arruinadas.
Creo que la solución es una liberalización total de producción y precios, que hará de todo punto innecesaria la pléyade de tasas, recargos, impuestos especiales, medioambientales, etc.
Y por favor, que alguien denuncie el infame protocolo de Kyoto que condena a España al subdesarrollo industrial de por vida y a pagar ingentes cantidades de dinero a países muchísimo más contaminantes que el nuestro.
Un blog de alguien que sabe mucho de ecología y CO2.
Antón Uriarte, catedrático experto en paleoclima y cambios climáticos. Es español, donostiarra y antinuclear, pero sobre todo, antidemagógico y por tanto “negacionista”. Un verdadero experto.
Hola, Ennecerus.
Algo sobre el concepto de Smart Grid.
Las redes eléctricas comienzan históricamente siendo puntos aislados de generación y suministro en fábricas y en algunos edificios.
Poco a poco se aumenta el tamaño de las plantas generadoras y se suministra desde ellas a varios edificios próximos. Primero a los de una manzana, luego a un barrio, una ciudad, una comarca.
Eran enormes las economías de escala en aquellas tecnologías por lo que, al aumentar la capacidad de generación, se compensaba el 50% de la energía que se pierde en el “transporte” de electricidad.
Luego vinieron grandes hidroeléctricas, nucleares etc. El sistema se consolida en torno a unos pocos cientos de grandes generadores con millones de clientes cautivos e interconectados para transporte hacia el consumo.
Las redes eran jerárquicas y “tontas”, con escasa inteligencia. La necesaria para abrir el grifo o cerrarlo, activar o desconectar un tipo de central generadora u otro, todavía hoy se va a leer el “contador”, etc. El esquema, incoprensiblemente mantiene modos feudales o soviéticos que harían sonreir a Tocqueville.
Es un modelo que reproduce el esquema del estado hegeliano totalitario: la poca inteligencia se ubica en el centro que todo controla, mide y grava fiscalmente. Unas pocas centrales gigantescas suministran a decenas de millones de consumidores.
Así las cosas llegan las renovables de nueva planta (eólicas y solares fundamentalmente) y los sistemas de energía alternativos (pilas de hidrógeno, por ejemplo). Seguimos sin tener prácticamente nada en minigeneración o nanogeneración.
Ambos tipos de producción de electricidad “verde” son susceptibles de generación y consumo en pequeña escala el mismo punto, sin transferencia a red alguna salvo la del propio usuario que se autogenera lo que va a consumir.
Además se puede almacenar in situ, en baterías o en forma de hidrógeno producido por electrólisis, esto es la base de la economía del ciclo bidireccional del hidrógeno ya operada en numerosos lugares y vehículos piloto –ver publicación http://fuelcelltoday.com/ )
Por último, puede, si lo desea, suministrar a una red privada o pública para consumo de otros.
Este esquema trastoca radicalmente el sistema eléctrico europeo que se usa fundamentalmente, a juzgar por sus cifras, como soporte de una gran fiscalidad (más del 50% del precio es fiscalidad explícita o implícita).
Supone la posibilidad de añadir millones de pequeños productores/consumidores autónomos, en red o en modo mixto. La autonomía real es anatema en nuestro sistema.
Las leyes de Europa obligan a suministrar primero a la red y a tomar siempre de ella lo que se vaya a consumir. El autoconsumo no se admite salvo excepciones y si no hay red pública.
Para que este sistema (smart grid) funcione es necesario que la red eléctrica esté dotada de una “inteligencia” similar a Internet.
Debe saber si alguien quiere vender energía y disponerse a recibirla pudiendo emitir cargos y abonos on-line, igual que una telefónica;manejar diferentes sistemas de gestión de oferta y demanda, valles y picos de producción y consumo adaptado todo ello a un entorno dinámico de millones de pequeños productores/ suministradores, en cada edificio.
Nada de esto es especialmente nuevo o complicado pero hoy no existe y tiene muchos intereses en contra porque los estados de Europa no están dispuestos a perder fiscalidad y control (1). Lo mismo sucede con las grandes petroleras o los sistemas actuales de generación y distribución.
Como vemos el concepto es sensatísimo, innovador pero revolucionario.
Por eso Europa lo deforma para adaptarlo a sus modos burocráticos y en USA se tiene que enfrentar a las grandes petroleras que se verían muy afectadas en sus grandes clientes de ciclo combinado.
Un sistema estatista oligopólico se resiste con todas sus fuerzas hasta que pueda apoderarse del concepto. No innovamos porque será para “ellos”.
Es otro ejemplo de cómo un sistema inhibe la iniciativa de cientos de millones de personas ahogando con corsés legales una gigantesca industria que podría nacer pero que no lo hará porque los despojos se habrán repartido antes entre los oligopolios y los impuestos de siempre.
No debe sorprendernos la creciente pasividad de la gran ciudadanía a la que que todo llega regulado, restringido, dirigido, esterilizado y vigilado.
De esta forma no hay cultura que pueda evitar empobrecerse.
Dos libros.
The big Switch, de Nicholas Carr, Ed. WWNorton
The third industrial revolution, de Jeremy Rifkin, Ed. McMillan
(1) http://www.energiaysociedad.es/pdf/smartgrids.pdf
Esta presentación en español da una versión del concepto. Es muy interesante compararlo con el esquema USA (Carr) para ver los modos de trabajo regimentado de una Europa estatista que funciona de modo análogo a una Secretaría del Gosplan en el que todo viene dictado y regulado desde el centro.
No es sólo el modelo energético el que exige una fiscalidad alta y, en consecuencia, centralización (que ayuda al control de esa fiscalidad). Es imprescindible esa fiscalidad para poder mantener un montón de sueldos que, realmente, no sirven para nada.
Lo necesitamos. El Estado lo necesita. Dinero a espuertas para mantener una Educación que no educa, una Sanidad que no cura, una Justicia arbitraria y una Policía que obligue a cumplir ese sinfín de normas estúpidas.
El Estado lo necesita, pero no para sí mismo. Lo necesita para la plebe. Eso es lo que le pedimos: empleos cómodos, bien remunerados, con riesgos prácticamente nulos, tanto ante accidentes como ante despidos. Necesitamos esos empleos para nosotros, para nuestros hijos y, aún más, para nuestras hijas. ¿Cómo vamos a mandar a la niña a picar piedra?
Bien, hemos triunfado, lo hemos conseguido. Hemos alcanzado el Estado de Bienestar. Vaya, parece que el barco se hunde. ¿Qué raro, no?
Hola, Ennecerus.
Algo sobre el concepto de Smart Grid.
Las redes eléctricas comienzan históricamente siendo puntos aislados de generación y suministro en fábricas y en algunos edificios.
Poco a poco se aumenta el tamaño de las plantas generadoras y se suministra desde ellas a varios edificios próximos. Primero a los de una manzana, luego a un barrio, una ciudad, una comarca.
Eran enormes las economías de escala en aquellas tecnologías por lo que, al aumentar la capacidad de generación, se compensaba el 50% de la energía que se pierde en el “transporte” de electricidad.
Luego vinieron grandes hidroeléctricas, nucleares etc. El sistema se consolida en torno a unos pocos cientos de grandes generadores con millones de clientes cautivos e interconectados para transporte hacia el consumo.
Las redes eran jerárquicas y “tontas”, con escasa inteligencia. La necesaria para abrir el grifo o cerrarlo, activar o desconectar un tipo de central generadora u otro, todavía hoy se va a leer el “contador”, etc. El esquema, incoprensiblemente mantiene modos feudales o soviéticos que harían sonreir a Tocqueville.
Es un modelo que reproduce el esquema del estado hegeliano totalitario: la poca inteligencia se ubica en el centro que todo controla, mide y grava fiscalmente. Unas pocas centrales gigantescas suministran a decenas de millones de consumidores.
Así las cosas llegan las renovables de nueva planta (eólicas y solares fundamentalmente) y los sistemas de energía alternativos (pilas de hidrógeno, por ejemplo). Seguimos sin tener prácticamente nada en minigeneración o nanogeneración.
Ambos tipos de producción de electricidad “verde” son susceptibles de generación y consumo en pequeña escala el mismo punto, sin transferencia a red alguna salvo la del propio usuario que se autogenera lo que va a consumir.
Además se puede almacenar in situ, en baterías o en forma de hidrógeno producido por electrólisis, esto es la base de la economía del ciclo bidireccional del hidrógeno ya operada en numerosos lugares y vehículos piloto –ver publicación http://fuelcelltoday.com/ )
Por último, puede, si lo desea, suministrar a una red privada o pública para consumo de otros.
Este esquema trastoca radicalmente el sistema eléctrico europeo que se usa fundamentalmente, a juzgar por sus cifras, como soporte de una gran fiscalidad (más del 50% del precio es fiscalidad explícita o implícita).
Supone la posibilidad de añadir millones de pequeños productores/consumidores autónomos, en red o en modo mixto. La autonomía real es anatema en nuestro sistema.
Las leyes de Europa obligan a suministrar primero a la red y a tomar siempre de ella lo que se vaya a consumir. El autoconsumo no se admite salvo excepciones y si no hay red pública.
Para que este sistema (smart grid) funcione es necesario que la red eléctrica esté dotada de una “inteligencia” similar a Internet.
Debe saber si alguien quiere vender energía y disponerse a recibirla pudiendo emitir cargos y abonos on-line, igual que una telefónica;manejar diferentes sistemas de gestión de oferta y demanda, valles y picos de producción y consumo adaptado todo ello a un entorno dinámico de millones de pequeños productores/ suministradores, en cada edificio.
Nada de esto es especialmente nuevo o complicado pero hoy no existe y tiene muchos intereses en contra porque los estados de Europa no están dispuestos a perder fiscalidad y control (1). Lo mismo sucede con las grandes petroleras o los sistemas actuales de generación y distribución.
Como vemos el concepto es sensatísimo, innovador pero revolucionario.
Por eso Europa lo deforma para adaptarlo a sus modos burocráticos y en USA se tiene que enfrentar a las grandes petroleras que se verían muy afectadas en sus grandes clientes de ciclo combinado.
Un sistema estatista oligopólico se resiste con todas sus fuerzas hasta que pueda apoderarse del concepto. No innovamos porque será para “ellos”.
Es otro ejemplo de cómo un sistema inhibe la iniciativa de cientos de millones de personas ahogando con corsés legales una gigantesca industria que podría nacer pero que no lo hará porque los despojos se habrán repartido antes entre los oligopolios y los impuestos de siempre.
No debe sorprendernos la creciente pasividad de la gran ciudadanía a la que que todo llega regulado, restringido, dirigido, esterilizado y vigilado.
De esta forma no hay cultura que pueda evitar empobrecerse.
Dos libros.
The big Switch, de Nicholas Carr, Ed. WWNorton
The third industrial revolution, de Jeremy Rifkin, Ed. McMillan
(1) http://www.energiaysociedad.es/pdf/smartgrids.pdf
Esta presentación en español da una versión del concepto. Es muy interesante compararlo con el esquema USA (Carr) para ver los modos de trabajo regimentado de una Europa estatista que funciona de modo análogo a una Secretaría del Gosplan en el que todo viene dictado y regulado desde el centro.
Enhorabuena por la valentía de este post. En la España de hoy existen algunas “bestias negras” con las que uno/una no puede meterse sin que ponga en peligro su integridad física y moral. Son precisamente todos aquellos que tienen y ejercen más poder del que legítimamente merecen. En algún post he cuestionado en este sentido el poder de unos sindicatos que viven como si estuviéramos en el siglo XIX. Pues bien ahora toca, es justo, dar la vuelta a la tortilla y hablar del poder de unas empresas que solo representan a sus accionistas pero que actúan muchas veces como co-legisladores y como co-gobernantes, dictando medidas y diciendo al gobierno (y al parlamento) lo que pueden o no hacer. ALgo de auto-crítica no les vendría mal a unas de las empresas más rentables de España que incluso se permiten el lujo de pelearse en Consejos de Administración y vender a pérdidas de su accionistas pero con gran ingresos de sus dirigentes (ver artículo de ayer de Jesús Cacho en vozpopuli), que siguen sumando record de beneficios mientras logran impedir que se les imponga ninguna tasa (¡faltaría más!) aunque al resto de los mortales nos suben el IRPF y la factura de la luz todos los años, que gozan de una clientela cautiva, que se reparten entre ellos el mercado y que han logrado imponer la narración de que son intocables porque hay un “enorme déficit tarifario”, que es como otros fantasmas españoles del “déficit fiscal catalán” o el “déficit de cómputo poblacional andaluz”. Que para empezar nos devuelvan el dinero de los contadores que nos alquilan a precio de oro, que después se modernicen y compitan de verdad bajando los precios (¿por qué nunca baja la factura de la luz aunque fluctua el precio de la materias primas) y sobre todo que arrimen el hombro para salir de la crisis. Pero nada, esto es como predicar en el desierto. Gracias Mariano y Alberto por atreveros contra los grandes…
Enhorabuena por la valentía de este post. En la España de hoy existen algunas “bestias negras” con las que uno/una no puede meterse sin que ponga en peligro su integridad física y moral. Son precisamente todos aquellos que tienen y ejercen más poder del que legítimamente merecen. En algún post he cuestionado en este sentido el poder de unos sindicatos que viven como si estuviéramos en el siglo XIX. Pues bien ahora toca, es justo, dar la vuelta a la tortilla y hablar del poder de unas empresas que solo representan a sus accionistas pero que actúan muchas veces como co-legisladores y como co-gobernantes, dictando medidas y diciendo al gobierno (y al parlamento) lo que pueden o no hacer. ALgo de auto-crítica no les vendría mal a unas de las empresas más rentables de España que incluso se permiten el lujo de pelearse en Consejos de Administración y vender a pérdidas de su accionistas pero con gran ingresos de sus dirigentes (ver artículo de ayer de Jesús Cacho en vozpopuli), que siguen sumando record de beneficios mientras logran impedir que se les imponga ninguna tasa (¡faltaría más!) aunque al resto de los mortales nos suben el IRPF y la factura de la luz todos los años, que gozan de una clientela cautiva, que se reparten entre ellos el mercado y que han logrado imponer la narración de que son intocables porque hay un “enorme déficit tarifario”, que es como otros fantasmas españoles del “déficit fiscal catalán” o el “déficit de cómputo poblacional andaluz”. Que para empezar nos devuelvan el dinero de los contadores que nos alquilan a precio de oro, que después se modernicen y compitan de verdad bajando los precios (¿por qué nunca baja la factura de la luz aunque fluctua el precio de la materias primas) y sobre todo que arrimen el hombro para salir de la crisis. Pero nada, esto es como predicar en el desierto. Gracias Mariano y Alberto por atreveros contra los grandes…
No es sólo el modelo energético el que exige una fiscalidad alta y, en consecuencia, centralización (que ayuda al control de esa fiscalidad). Es imprescindible esa fiscalidad para poder mantener un montón de sueldos que, realmente, no sirven para nada.
Lo necesitamos. El Estado lo necesita. Dinero a espuertas para mantener una Educación que no educa, una Sanidad que no cura, una Justicia arbitraria y una Policía que obligue a cumplir ese sinfín de normas estúpidas.
El Estado lo necesita, pero no para sí mismo. Lo necesita para la plebe. Eso es lo que le pedimos: empleos cómodos, bien remunerados, con riesgos prácticamente nulos, tanto ante accidentes como ante despidos. Necesitamos esos empleos para nosotros, para nuestros hijos y, aún más, para nuestras hijas. ¿Cómo vamos a mandar a la niña a picar piedra?
Bien, hemos triunfado, lo hemos conseguido. Hemos alcanzado el Estado de Bienestar. Vaya, parece que el barco se hunde. ¿Qué raro, no?
Lo único cierto es que las compensaciones ( primas ) ambientales casi no repercuten en el precio de la electricidad del consumidor y todos los productores salen fuera de España porque aqui no quieren sacar las compensaciones qque tanto trabajo darían a las comarcas, sobre todo la biomasa forestal ( limpieza de bosques ) cambio de arboles por otros de mayor poder calorífico y equilibrar los tiempos para no deforestar. Dicen que sobra electricidad porque estamos en una isla electrica y hemos de abrirnos a toda eruropa y africa
Lo único cierto es que las compensaciones ( primas ) ambientales casi no repercuten en el precio de la electricidad del consumidor y todos los productores salen fuera de España porque aqui no quieren sacar las compensaciones qque tanto trabajo darían a las comarcas, sobre todo la biomasa forestal ( limpieza de bosques ) cambio de arboles por otros de mayor poder calorífico y equilibrar los tiempos para no deforestar. Dicen que sobra electricidad porque estamos en una isla electrica y hemos de abrirnos a toda eruropa y africa