Palos de ciego
Atrapados por la desconfianza. Atenazados por el miedo. Nos sentimos observados, en el ojo mismo de un huracán que puede arrancarnos con fuerza de un sueño irreal. Hoy Europa a pesar de sus múltiples problemas, no es el problema, es España. Sin la Unión no hay solución. No es la enemiga ni tampoco quién pende sobre nosotros una espada damocliana insensible e imperturbable. Hemos perdido todo atisbo de confianza. No somos serios, previsibles ni tampoco capaces de adoptar las reformas necesarias y contumaces que corten la hemorragia y empiecen a cauterizar. Donde hoy digo una cosa, mañana la desdigo, donde un real decreto regula apresuradamente una reforma a las semanas otro enmienda la plana, el contenido y el criterio. No había plan B en la oposición. La imprevisión, la superación, el desbordamiento y el criticar a otros y no a nosotros mismos, henchidos de soberbia y vanidad, no hacen sino que perdamos energía en lo verdaderamente importante y nos distraigamos en superficialidades y cortinas de humo que tanto gustan a los políticos, llámese Gibraltar, llámese respeto e himno oficial.
La Unión Europea, Bruselas, no doblega por el momento, nos hace pagar una contrición seria, rigurosa y efectiva. El Banco Central se niega a comprar deuda. Todo está calculado. No tienen prisa por el momento. Saben medir el riesgo. No es que el euro se la juegue en España e Italia como asevera el ministro, es que España se la juega si sale del euro, retrotrayéndonos a una autarquía en blanco y negro, a una devaluación del todo y por el todo y a un empeoramiento drástico del nivel de vida, del estado de bienestar y de las oportunidades. Cortocircuiteados los mercados, endeudadas familias y empresas, arrostrada toda competitividad, fuera del euro y al margen de la Unión, el futuro no es sombrío, es negro.
Nadie nos va a regalar nada. No tenemos peso para imponer políticamente nada en la Unión Europea. Y lo que pide España a medio camino de unas reformas insuficientes y que están empezando a ser criticadas desde Bruselas, con el serio correctivo y enmienda que supone para el gobierno Rajoy, quién una y otra vez adelanta y explica sus reformas fuera pero no dentro, no es aceptado. Quieren más. Exigen más. Son los financiadores netos del falso milagro español de la década del 2000. Más allá de la sonrisa de cada reunión, del gesto y de la foto, lo que se negocia y se muñe entre bastidores es lo que se le impone a España. Nos invitan a última hora a cumbres bilaterales para los que no contábamos previamente y aquí sacamos pecho, pero todo es distraimiento y en suma buena labor del gabinete de presidencia que hace lo indecible para que aparentemos estar aun no estando. De nada sirven viajes a Berlín y a Washington. La suerte está echada.
España pide, deplora, suplica la intervención del Banco Central Europeo, la inyección multimillonaria de compra de deuda pública para bajar la prima de riesgo. Pero Bruselas no asiente, y el Banco Central insiste en no hacerlo. Ya lo hizo el verano pasado cuando el drama era inminente. Somos demasiado grandes para caer y que nos dejen caer, no por nosotros, sino porque significaría para euro, pero también nos harán y hacen expiar nuestros propios pecados.
Cada palo debe aguantar su vela. Jugamos a ser nuevos ricos, jugamos al derroche, al privilegio, al abuso, al dislate, a la soberbia que el dinero da y la vanidad rubrica. Y la partida de acabó. Y hemos perdido, pero podemos perder mucho más. Lo inminente es la intervención drástica del mercado financiero. Todo ha fallado, estrepitosamente, sobre todo, el mercado bancario y del crédito. Es vergonzoso lo que ha pasado, como estridente los silencios políticos y la ausencia de explicaciones coherentes, la no exigencia de responsabilidad y la inseguridad jurídica que una y otra vez ofrecemos como espectáculo bochornoso. La borrachera de optimismo y de gasto lo inundó todo, lo desreguló casi todo y todos nos creímos, egoístas y hedonistas, poseídos por el halo de los milagros económicos. Nos condujeron al abismo y lo permitimos, aplaudimos abúlicos de crítica, anémicos de reflexión. Los países del norte nos pagaron nuestra orgía de infraestructuras, algunas inútiles, el dispendio autonómico y local, de otras instituciones que siguen instaladas en el abuso del privilegio del poder y el derroche protocolario con una erosión institucional y legitimatoria en España de todas y cada una de las instituciones como nunca antes se había dado.
Pagamos la insensatez, la irresponsabilidad, lo suntuoso de un derroche vacío, estéril. Pagamos los pecados de políticos y partidos que han mangoneado el ruedo ibérico de punta a punta, comprando adeptos, voluntades y colocando afines entre el aplauso de unos y la envidia de otros. Y todo igual, cada palo, ya se sabe, su vela. Pagamos el hedonismo conformista de una sociedad vacua y estéril de valores, anestesiada en el egoísmo. Pero cada vez son más y mayores los umbrales de pobreza, la marginación, la desesperación. Paro, pobreza y miseria son una cruz demasiado pesada para un país noqueado, incapaz de reaccionar y sus gobernantes de tener el pulso y la firmeza decidida y seria para llevarlo a cabo. Solo con las crisis, solo ante la inminencia de lo que parece inevitable se pueden emprender cambios estructurales, sociales, económicos y políticos que embriden una situación, corrijan el exceso, racionalicen los criterios y los hagan efectivos. Pero para eso hace falta liderazgo, coraje, valentía, audacia y consenso. No, no es hora para el derrotismo ni para el pesimismo, es hora para el esfuerzo, la racionalidad, la valentía y la convicción de que se puede, con sacrificio y rigor, renuncia y verdad, salir de la peor crisis que hemos conocido la generación de la democracia. Europa nos situó en la senda de la prosperidad, pero no quisimos hacer deberes ni prever el mañana. Hoy todo el esfuerzo, todo actuar y supeditación, sólo depende de lo que queramos ser y hasta donde seamos capaces de renunciar a un modelo que era tan grande como angosto, pero inalcanzable e inasumible. Se acabó la fiesta. Se acabó un sueño que sólo era eso, un sueño. El gobierno debe ya afrontar la realidad con una catarsis total dejando de dar tímidos palos de ciego que hoy incluso Bruselas censura, critica y denosta.
Profesor de Derecho en ICADE.
Decano de la faculta de Derecho de ICADE
Estimado Abel, me va a permitir que estando de acuerdo con parte de lo que afirma, discrepe del fondo porque no veo a Europa como panacea y me parece que presentarla como tabla de salvación no deja de ser un mal presagio incluso para los creyentes en el estado megalómano total.
Una cosa es que nuestro modelo político y estructura estatal sean propios de un estado fallido y que al caer en la cuenta de esto pensemos que “mejor nos dirigen desde el despacho del Sr. Barroso o el de Frau Merkel” y otra muy distinta es que por ese camino no sigamos profundizando en diseños fracasados que pagaremos muy caros. Precisamente porque nos distancian paso a paso de ser una sociedad libre donde los ciudadanos puedan ser “no dependientes forzosos“, donde ser ciudadano cuente para algo más que ser desplumado de forma inmisericorde y se nos consulta de vez en cuando.
Lo que estamos haciendo es el equivalente de regresar del bote salvavidas al Titanic porque todavía no se ha hundido y en el bote salpican las olas heladas. Comprensible sólo desde la irracionalidad de la manada.
Hay que recordar insistentemente –porque son muchos los interesados en que se olvide– que Alemania entra en el Euro sin ser consultada y con una sentencia patética de su TC.
Se les impone esa condición para que las fuerzas de Ocupación encabezadas por Mitterrand acepten la Reunificación de Alemania.
Es decir, el euro nace de un Gang-Rape.
Por otra parte a USA le interesa una Europa masificada y controlada que pueda ser gestionada geopolíticamente al menor coste posible y en ese diseño estamos.
Para nosotros es un error estratégico de primera magnitud porque nuestra prosperidad se hizo desde la diversidad independiente y compitiendo entre nosotros. Ver, entre muchos otros, al antropólogo Tainter en “The Collapse of complex societies”.
Un diseño que lleva la semilla de nuestra destrucción –ya notoria e innegable– en manos de la mayor burocracia estatista que ha conocido la historia.
En estos momentos, en España, pensar estas cosas quizás no sea políticamente correcto pero –dado lo que la corrección política nos viene haciendo– resulta que aquí, cuanto más nos desviemos del mantra oficial, mas probabilidades tendremos de acertar.
No hay inocentes, ni al norte ni al sur. Tampoco son inocentes los que atribuyen este desatre al azar, a los hados que deforman los designios humanos para confundirnos.
No, esto se está haciendo en contra de la voluntad democrática expresada en referendum de Francia y de Holanda y a partir de entonces decidieron no consultar y administrar el miedo y la deuda.
Preguntémonos quién gana y quién pierde en lo que está sucediendo. Dónde estaban los ganadores y dónde los perdedores.
Entonces comenzaremos a entender lo que viene sucediendo por, como usted bien dice, la apatía más inconcebible que vieron los siglos.
Debe ser que nos resulta más placentera la extinción que plantar cara.
Un saludo cordial.
Estimado Abel, me va a permitir que estando de acuerdo con parte de lo que afirma, discrepe del fondo porque no veo a Europa como panacea y me parece que presentarla como tabla de salvación no deja de ser un mal presagio incluso para los creyentes en el estado megalómano total.
Una cosa es que nuestro modelo político y estructura estatal sean propios de un estado fallido y que al caer en la cuenta de esto pensemos que “mejor nos dirigen desde el despacho del Sr. Barroso o el de Frau Merkel” y otra muy distinta es que por ese camino no sigamos profundizando en diseños fracasados que pagaremos muy caros. Precisamente porque nos distancian paso a paso de ser una sociedad libre donde los ciudadanos puedan ser “no dependientes forzosos“, donde ser ciudadano cuente para algo más que ser desplumado de forma inmisericorde y se nos consulta de vez en cuando.
Lo que estamos haciendo es el equivalente de regresar del bote salvavidas al Titanic porque todavía no se ha hundido y en el bote salpican las olas heladas. Comprensible sólo desde la irracionalidad de la manada.
Hay que recordar insistentemente –porque son muchos los interesados en que se olvide– que Alemania entra en el Euro sin ser consultada y con una sentencia patética de su TC.
Se les impone esa condición para que las fuerzas de Ocupación encabezadas por Mitterrand acepten la Reunificación de Alemania.
Es decir, el euro nace de un Gang-Rape.
Por otra parte a USA le interesa una Europa masificada y controlada que pueda ser gestionada geopolíticamente al menor coste posible y en ese diseño estamos.
Para nosotros es un error estratégico de primera magnitud porque nuestra prosperidad se hizo desde la diversidad independiente y compitiendo entre nosotros. Ver, entre muchos otros, al antropólogo Tainter en “The Collapse of complex societies”.
Un diseño que lleva la semilla de nuestra destrucción –ya notoria e innegable– en manos de la mayor burocracia estatista que ha conocido la historia.
En estos momentos, en España, pensar estas cosas quizás no sea políticamente correcto pero –dado lo que la corrección política nos viene haciendo– resulta que aquí, cuanto más nos desviemos del mantra oficial, mas probabilidades tendremos de acertar.
No hay inocentes, ni al norte ni al sur. Tampoco son inocentes los que atribuyen este desatre al azar, a los hados que deforman los designios humanos para confundirnos.
No, esto se está haciendo en contra de la voluntad democrática expresada en referendum de Francia y de Holanda y a partir de entonces decidieron no consultar y administrar el miedo y la deuda.
Preguntémonos quién gana y quién pierde en lo que está sucediendo. Dónde estaban los ganadores y dónde los perdedores.
Entonces comenzaremos a entender lo que viene sucediendo por, como usted bien dice, la apatía más inconcebible que vieron los siglos.
Debe ser que nos resulta más placentera la extinción que plantar cara.
Un saludo cordial.
Desde luego hay muchas europas posibles.
Esta, al servicio de los mercaderes, renegadora de todo lo que la hiizo una vez grande, no me vale para mucho. Me gusta cada vez menos.
Hoy me he dado un baño de “España Cañí”: he estado en “Desguaces Latorre”. Para quien no lo conozca (que alguno habrá en este ilustre foro) es un megadesguace, donde uno puede -provisto de caja de herramientas y ropa vieja- zambullirse entre montañas de coches rotos, algunos de ellos clásicos, y canibalizar las piezas que le convengan.
El paisanaje no lo integran exactamente catedráticos ni magistrados.
Lo que me ha llamado la atención es que hasta hace un año iban -íbamos- mayoritariamente españoles. Ahora no; ahora son inmigrantes de variada etnia. Ya van siendo mayoría.
Y los alrededores (poligoneros) se van viendo invadidos, cada vez más, por naves con letreros bilingües: uno en español, el otro… EN CHINO.
Sí, señores, esto es lo que nos ha traído tanta “Europa”: los cutre puestos de trabajo que hay (cada vez menos) para inmigrantes y para chinos.
Claro que a los políticos todo esto les afecta más bien poquito.
Y que siempre se dirá :”o esto o la autarquía”. Pues he de confesar que cada vez tengo más ganas de un cierto y saludable grado de autarquía. Básicamente, para que mis hijos puedan algún día encontrar trabajo. Y a ser posible, sin que les toque barrer el “todo a cien” de un chino.
Será que pido demasiado…
Desde luego hay muchas europas posibles.
Esta, al servicio de los mercaderes, renegadora de todo lo que la hiizo una vez grande, no me vale para mucho. Me gusta cada vez menos.
Hoy me he dado un baño de “España Cañí”: he estado en “Desguaces Latorre”. Para quien no lo conozca (que alguno habrá en este ilustre foro) es un megadesguace, donde uno puede -provisto de caja de herramientas y ropa vieja- zambullirse entre montañas de coches rotos, algunos de ellos clásicos, y canibalizar las piezas que le convengan.
El paisanaje no lo integran exactamente catedráticos ni magistrados.
Lo que me ha llamado la atención es que hasta hace un año iban -íbamos- mayoritariamente españoles. Ahora no; ahora son inmigrantes de variada etnia. Ya van siendo mayoría.
Y los alrededores (poligoneros) se van viendo invadidos, cada vez más, por naves con letreros bilingües: uno en español, el otro… EN CHINO.
Sí, señores, esto es lo que nos ha traído tanta “Europa”: los cutre puestos de trabajo que hay (cada vez menos) para inmigrantes y para chinos.
Claro que a los políticos todo esto les afecta más bien poquito.
Y que siempre se dirá :”o esto o la autarquía”. Pues he de confesar que cada vez tengo más ganas de un cierto y saludable grado de autarquía. Básicamente, para que mis hijos puedan algún día encontrar trabajo. Y a ser posible, sin que les toque barrer el “todo a cien” de un chino.
Será que pido demasiado…
El lamento del Sr. Veiga, que aporta como solución la única posible, el esfuerzo, la rectitud y la seriedad, creo que podría numerizarse, por un lado, y por otro analizarse con detalle y pormenor histórico, empezando por la Transición, siguiendo por la Adhesión a las entonces Comunidades Europeas y acabando (con puntos suspensivos) en esta crisis, que, como Gomá ha escrito aquí encajaría en un posible cambio de Eón. Yo, sin embargo, encuentro que hay quien se ha remangado y puesto a trabajar, pero que la corriente social dominante no es esa, sino aguantar en la fiesta y buscar modos de que otros la paguen, ganando tiempo. Vale, que se tomen las medidas que sean, pero que se evite la miseria (salvo para los vagos, que no son pocos y los falsarios, que son muchos), que se proponga y vote un modelo de futuro, económico y lo demás y la crisis pueda servir de palanca, como corresponde a su etimología griega (discernir, filtrar), para un modelo de sociedad auténtico y no una gran trampa al solitario que nos hemos hecho a nosotros mismos (o bueno, algunos a los que se lo han tomado en serio y dado el callo), más que un sueño. Por lo demás, Europa y lo que llamamos “Civilización Occidental” que es la que comienza con las migraciones Indoeropeas desde el Cáucaso hacia occidente, es bastante irrelevante ya en la escena internacional: el próximo Atlas del Mundo no estará centrado en nosotros sino en el Pacífico, pero ese es el Atlas YA y, si miráis el mundo así veréis que somos el Finisterre de los romanos, pero de verdad, porque a la izquierza de ese mapa no hay ya nada. Y aunque sea así, hay que crear un sueño, un proyecto, una vertebración colectiva y trabajar por él…y, claro, no me refiero, con todo respeto, a Alonso, ni Nadal, ni Gasol, ni Contador, ni el partido de mañana.
El lamento del Sr. Veiga, que aporta como solución la única posible, el esfuerzo, la rectitud y la seriedad, creo que podría numerizarse, por un lado, y por otro analizarse con detalle y pormenor histórico, empezando por la Transición, siguiendo por la Adhesión a las entonces Comunidades Europeas y acabando (con puntos suspensivos) en esta crisis, que, como Gomá ha escrito aquí encajaría en un posible cambio de Eón. Yo, sin embargo, encuentro que hay quien se ha remangado y puesto a trabajar, pero que la corriente social dominante no es esa, sino aguantar en la fiesta y buscar modos de que otros la paguen, ganando tiempo. Vale, que se tomen las medidas que sean, pero que se evite la miseria (salvo para los vagos, que no son pocos y los falsarios, que son muchos), que se proponga y vote un modelo de futuro, económico y lo demás y la crisis pueda servir de palanca, como corresponde a su etimología griega (discernir, filtrar), para un modelo de sociedad auténtico y no una gran trampa al solitario que nos hemos hecho a nosotros mismos (o bueno, algunos a los que se lo han tomado en serio y dado el callo), más que un sueño. Por lo demás, Europa y lo que llamamos “Civilización Occidental” que es la que comienza con las migraciones Indoeropeas desde el Cáucaso hacia occidente, es bastante irrelevante ya en la escena internacional: el próximo Atlas del Mundo no estará centrado en nosotros sino en el Pacífico, pero ese es el Atlas YA y, si miráis el mundo así veréis que somos el Finisterre de los romanos, pero de verdad, porque a la izquierza de ese mapa no hay ya nada. Y aunque sea así, hay que crear un sueño, un proyecto, una vertebración colectiva y trabajar por él…y, claro, no me refiero, con todo respeto, a Alonso, ni Nadal, ni Gasol, ni Contador, ni el partido de mañana.