Uno de los nuestros.
En el diario El Mundo de hoy se ha publicado este artículo de nuestra editora Elisa de la Nuez, que reproducimos.
SI SE ACUERDAN ustedes de la magnífica película de Scorsese, entenderán el desconcierto y hasta el susto con que oí por primera vez pronunciar en un ambiente que yo creía entonces profesional y tranquilo (sucedió en una empresa pública en el año 2004 cuando llegó el PSOE al gobierno de) una curiosa pregunta referente un profesional de perfil técnico al que se quería nombrar para algún puesto directivo, de muy segundo nivel, por cierto. Literalmente la pregunta era: «Pero ese ¿es uno de los nuestros?». No me acuerdo de la contestación, seguramente porque me quedé prendida en la pregunta, tan sorprendente me pareció. Tampoco me acuerdo de a quién se refería, aunque sí recuerdo perfectamente quién la hizo, un profesional recién nombrado por el nuevo Gobierno para un cargo directivo relevante. Seguro que él no se acuerda, sería me imagino una pregunta casi de rutina.
Como es lógico, según me dijeron más tarde, este mismo directivo, cada vez más suelto, siguió ampliando el círculo de su investigación, haciendo esta misma pregunta, pero ya en relación con proveedores, contratistas, directivos de empresas públicas, directivos de empresas privadas, etc, etc, hasta abarcar al mundo mundial que se dividía, por arte y gracia del sectarismo, entre los afines al PSOE («los nuestros») y los afines a otros partidos. En este contexto, muchos técnicos y profesionales, funcionarios y no funcionarios, al ver lo sencillo que era este mundo en blanco y negro, optasen por revelarse (que no rebelarse) espontáneamente como «de los nuestros» aunque no se les conociera en años anteriores militancia o afinidad de ningún tipo, o incluso se les conociese, pero más bien de la otra parte. Por supuesto, caído el Gobierno del PSOE e incluso ya unos meses antes, estos mismos profesionales decían a quienes los quisieran oír que ellos siempre habían sido técnicos y que como tales habían ocupado sus cargos durante la etapa del PSOE, sin mancharse nunca las manos con nada que oliese a política. Los más caraduras aprovechaban para poner verdes a sus jefes caídos en desgracia y acercarse a los nuevos jefes que se esperaban. Bueno, nada que no pueda esperarse de las bajas pasiones humanas, dirán ustedes.
Pues no. Para embridar las bajas pasiones humanas se supone que tenemos leyes e instituciones. Y recuerden que estamos hablando del sector público y de instituciones, organismos y empresas que se paga con dinero de todos los contribuyentes, de los unos y de los otros. Por eso, a la vista de lo que ha pasado en España, podemos decir que vivimos una auténtica debacle institucional. Que no es sólo responsabilidad de los partidos políticos, aunque ciertamente ellos son los principales responsables.
Para entenderlo, hay que volver a la pregunta que -casi de forma intuitiva- me sorprendió y hasta me escandalizó un poco. ¿Saben por qué? Pues porque quien la hacía era un técnico y porque se refería a otro técnico. Entiendo que si los políticos hablan entre ellos, este tipo de preguntas es más compresible, aunque no sea un lenguaje muy elegante y haga pensar en la película de Scorsese. Hecha en ambientes profesionales, funcionariales o directamente técnicos creo que es para asustarse. Porque revela que hemos llegado a un punto en España en que el técnico o el profesional ya no es simplemente alguien al que se nombra o con el que se cuenta por sus capacidades y competencias profesionales, por su saber hacer, sino alguien cuya cualidad fundamental y más apreciable es la de la lealtad, lealtad que con una cierta facilidad degenera en puro servilismo. Especialmente si la ratio entre competencias profesionales y lealtad está un poco desajustada a favor de la segunda. Piensen que estamos siempre hablando además, de puestos o cargos directivos o no directivos que teóricamente al menos requieren inexcusablemente de una capacidad y solvencia técnica razonable.
PUES BIEN he recordado esta anécdota a raíz de otra conversación, esta de este año, donde se ha planteado la misma pregunta ahora con un Gobierno del PP y hecha de nuevo por un técnico (del PP) en referencia a otro técnico. Así que -como por otro lado nos dejan claro los últimos siete meses- aquí no ha cambiado nada en cuanto a la forma de seleccionar a los colaboradores técnicos que, eso sí, tienen por delante una tarea bastante más complicada que la que hubieran tenido en el año 2004. Coincidirán conmigo en que esto explica bastantes cosas que si no resultarían un tanto inexplicables. Eso sí, estos técnicos del PP tienen mejor curriculum, esto es indudable, pero esto no nos debe ocultar la realidad; no se les escoge por su trayectoria profesional, o por el número de matrículas de honor, por utilizar una expresión periodística, sino por su trayectoria de lealtad. Y la lealtad a quien les ha nombrado vaya si la han demostrado, aún a riesgo de dejar en ridículo a los españoles y a las instituciones a las que se supone que debían representar. Dejo que cada lector elija su ejemplo favorito, porque hay donde escoger.
Por eso, quiero acabar esta reflexión con esta última anécdota. Hace muchísimos años un excelente profesional fue nombrado para un cargo relevante en una importante institución de este país, una de las que hoy andan por los suelos. Felicitándole por su nombramiento me contestó: «Si, estoy muy contento, quiero hacer las cosas lo mejor posible, por supuesto, siendo leal a quien me ha nombrado». Era un gobierno del PP, del año 1996. Lo que me chocó (y entonces no supe por qué) fue que dijo «leal a quien me ha nombrado» y no «leal a la institución». Entre estas dos frases, hay todo un mundo. Porque es más que probable que, en algún momento colisionen las dos lealtades, y que lo que tenga que hacer una institución importante (en cumplimiento de los fines de interés general a los que sirve una institución que esté bien diseñada jurídicamente) desagrade a un partido político importante o a alguno de sus miembros. Si el profesional brillante nombrado para este puesto ya está dispuesto al día siguiente de ser nombrado por un partido político que (hay que decirlo) le nombró en atención a esta trayectoria a supeditar su independencia y su lealtad a la institución a su lealtad a un partido con el que podía simpatizar y al que votaba, pero con el que no tenía mayor vinculación. ¿Qué podíamos esperar?
Los años transcurridos desde entonces nos han demostrado que muchos profesionales valiosos cuando tuvieron que decidir, optaron por ser leales a un partido y no a la institución en la que ocupaban cargos relevantes, fuese el CGPJ, el TC, el Tribunal de Cuentas o un organismo regulador. Después, como es lógico, estos profesionales cuyo principal valor ya no era su competencia técnica sino su lealtad, cuando llegó la hora del recambio, fueron sustituidos por otros que ya eran más leales que profesionales. Y por último, por otros cuya única competencia profesional era la lealtad. Si tienen la paciencia de analizar los nombramientos de las principales instituciones del país durante los últimos 20 o 25 años verán a lo que me refiero. Y todo esto pasó sin que ninguna de las normas que regían estos nombramientos y estas instituciones cambiasen ni un milímetro.
No, los políticos no tienen la culpa de todo. Como me dijo un ex presidente del Tribunal Constitucional «los que no han sido independientes ha sido porque no han querido».
Elisa de la Nuez Sánchez-Cascado es licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid (1980-1985). Accedió al Cuerpo de Abogados del Estado en el año 1988
En la Administración pública ha ostentando cargos tales como Abogado del Estado-Jefe de la Secretaría de Estado de Hacienda; Subdirectora General de Asuntos Consultivos y Contenciosos del Servicio Jurídico de la Agencia Estatal de Administración Tributaria; Abogada del Estado-Secretaria del Tribunal Económico-Administrativo Regional de Madrid; Abogada del Estado-Jefe Servicio Jurídico de la Rioja; Letrada en la Dirección General Registros y Notariado; Abogada del Estado ante el TSJ de Madrid; Abogada del Estado en la Dirección General del Servicio Jurídico del Estado del Ministerio de Justicia
En la actualidad compatibiliza su trabajo en los Juzgados de lo contencioso-administrativo de la Audiencia Nacional con otras labores profesionales.
En el sector público, ha ostentado muchos años el puesto de Secretaria General de una entidad pública empresarial.
En su dedicación al sector privado es socia fundadora de la empresa de consultoría Iclaves y responsable del área jurídica de esta empresa.
Destaca también su experiencia como Secretaria del Consejo de administración de varias empresas privadas y públicas, Secretaria del Consejo de Eurochina Investment,
de la de la SCR Invergestión de Situaciones Especiales, y de la SCR Renovalia de Energía; ha sido también Consejera de la sociedad estatal Seyasa y Secretaria de la Comisión de Auditoria Interna; Secretaria del Consejo de la sociedad estatal SAECA.
En el área docente ha colaborado en centro como ICADE; la Universidad Complutense de Madrid; la Universidad San Pablo-CEU o el Instituto de Estudios Fiscales. Ha publicado numerosas colaboraciones en revistas especializadas, de pensamiento y artículos periodísticos.
Es coeditora del blog ¿Hay derecho? y del libro del mismo nombre editado por Península junto con otros coautores bajo el pseudónimo colectivo “Sansón Carrasco” y Secretaria General de la Fundación ¿Hay Derecho?
Esto es el retrato de la diferencia entre “tribu” y país civilizado. Mientras no distingamos esa diferencia,no estaremos en la lista de países civilizados.Ya lo advirtió Perez de Ayala en su libro “Política y toros” ( 1919). Ha pasado casi un siglo, y seguimos siendo un país no civilizado.
Quizá un vuelco súbito de este letargo, nos despierte de una vez. Por ejemplo, una exigencia de cambio constitucional, que parece inaplazable.
Elisa de la Nuez pone el dedo en la llaga : no debe confundirse la Institución, con las personas que la componen.Es la esencial distinción entre la estructura de un Sistema – en la cual entran las personas,el capital,etc…-, y la función o propósito o finalidad del Sistema.
Se sirve a una Institución si se es fiel a la función que es propia de la misma,antes y por encima de lo que digan las personas que formen parte de la misma.
Esta distinción básica ya la hizo el británico Richard Tawney,profesor de Historia de la Economía en la London School of Economics,cuando publicó su excelente libro”The acquisitive society” en 1921.En él habla de la “sociedad funcional”,por oposición a la individualista o de consumo sin freno, que es la que nos caracteriza,para nuestra desgracia.
Tawney creía que sólo la fidelidad a la función de toda Institución social -Empresa,Administración pública,etc – justifica la atribución y ejercicio de los drechos correspondientes -por ejemplo,obtención de retribuciones-….
Es ell lado bueno de las crisis : siempre obligan a replantearse cuestiones muy básicas, que,por haberse olvidado, precisamente han causado la crisis respectiva.Por ejemplo,ésta que padecemos, por nuestra ceguera colectiva,por ignorar casi completamente nuestra Historia, por desconocer aspectos básicos tales como la Teoría de los Sistemas ( recomiendo al israelí Dov Dori : “Object-Process Methodology”,2002,Springer).
Lo que nos cuenta hoy Elisa de la Nuez, lo narra asimismo el escritor israelí Nir Baram en su libro “Brave persone”,en italiano , editado en 2011 por Ponte alle Grazie.
Es una novela en la que Baram explica cómo y por qué pudo existir el holocausto. La explicación de ese horror la cifra en que los nazis eran “buena gente” -traducción del título de su libro-,personas de clase media, con muy buena educación.Pero sobre todo,personas siempre muy leales y obedientes al partido,al Jefe,a todo Jefe…
Los burócratas nazis eran así : ponían la lealtad al Jefe por encima de la lealtad a la misión o función de la Institución en la que trabajaban.
Inquietantes parecidos con nosotros, con nuestra presunta democracia…
Sobre el escritor Nir Baram y su obra,pueden consultarse detalles en su web www.nirbaram.com.
Excelente análisis. Son muchísimos los ejemplos que todos conocemos. En la Universidad, sin ir más lejos, ha pasado tres cuartos de lo mismo. Se prima le “lealtad” a la competencia. Y se persigue la autopromición, más que el bien general, o el de la institución. Nadie habla del servicio a los estudiantes, porque ese concepto ha desaparecido por completo. No nos extrañemos de los resultados: la mediocridad ocupa todos los puestos, de arriba abajo. Y genera más mediocridad.
En efecto, Sares, es tal y como tú dices, a todos los niveles. Se prima el servilismo, que acaba generando mediocridad.
Tristemente es así, y de esto se habla poco: el funcionariado, en especial el de los niveles más altos, sigue pensando que la culpa de todos sus males viene del pérfido poder político, cuando resulta sangrante la connivencia entre el poder político y los titulares de puestos directivos (cubiertos en su gran mayoría con el procedimiento de libre designación). Lo conozco bien porque pertenezco a un Cuerpo Superior de la Administración del Estado.
Las últimas medidas (recorte salarial) y la rumorología habitual (eliminación de la productividad para puestos inferiores a nivel 29, es decir, a todos excepto a los designados por libre designación) incidirán aún todavía más en este servilismo funcionarial, habida cuenta de la brecha salarial que se abrirá entre los puestos cubiertos por libre designación y el resto… Si ya era habitual que nadie se opusiera al poder que le nombra, ahora habrá todavía menos incentivos para ello.
En mi opinión resulta erróneo echar la culpa al funcionariado, es un problema del propio sistema, ya que se aplica el principio de selección natural:
a) Si un funcionario es más leal a los que le nombran que a sus principios, tiene más posibilidades de permanecer en su puesto.
b) Si un funcionario es más leal a sus principios que a los que le nombran, tiene menos posibilidades de permanecer en el puesto.
Si aplicamos los principios anteriores de forma iterativa, tiene lugar un fenómeno de selección natural, por el cual permanecen en cargos de responsabilidad sólo los que anteponen la fidelidad a sus nombrantes sobre la de sus principios.
Por eso se establece la inamovilidad del funcionario, para evitar ese efecto pernicioso. Pero ya se oyen voces cada vez más fuertes contra ese “privilegio”.
En resumen: todas las medidas que refuercen la discrecionalidad del nombramiento reforzarán el servilismo de los nombrados. Una verdad de Perogrullo, ¿no?
Por eso es importante la ley electoral con listas abiertas y distritos uninominales en las democracias avanzadas. Solo de esta manera el político es capaz de ser leal a lo que piensan los que le han nombrado. Es decir: el ciudadano. Con listas cerradas, en elecciones políticas o sindicales, lo que obtenemos es el nombramiento de presuntos corruptos.
Y no sólo en lo público; la presión de los políticos se extiende a cualquier empresa privada medianamente relevante, a la caza de cualquier puesto de trabajo que aparezca -por milagro- disponible.
Ahí se colocará un familiar /amigo /amante de algún político.
Y así va España.
Cuando era yo chico, el profe nos dejaba a veces solos en clase, con el encargo de comportarnos. Si -como solía pasar- crecía el barullo, volvía y ponía orden. A unos cara a la pared, otros sin recreo, otros al despacho del Director… normal. Y se podía volver a dar clase.
En España hemos demostrado que nos podemos “estar solos”. Qué pena. A ver si viene pronto el profe.
Creo que estamos descubriendo problemas que hace decenios fueron entrevistos.
La lealtad partidaria es una consecuencia de la democracia.
Si el soberano es la voluntad popular, y la voluntad popular elige una opción política, los representantes deben ser leales a esa decisión de la voluntad popular.
¿Y quién puede ser más leal a la opción elegida por la voluntad popular?.
Siempre, “uno de los nuestros”.
Esto lo trata, entre otros, De Jouvenel.
Atrevámonos a identificar al Poder en democracia, porque haciéndolo no nos llamaremos a engaño.
O lo que es igual, en democracia el Poder es de “los nuestros” porque “los nuestros” representan a la voluntad popular.
Esto significa que al que no le gusten “los nuestros” está en contra de la voluntad popular.
Es lo que hay.
Y en cuanto a los técnicos, se está viviendo un resurgir de la legitimidad tecnocrática.
Véase el caso de Draghi y el BCE.
A nadie le importa que Draghi carezca de legitimidad democrática si arregla la crisis financiera de la eurozona.
De hecho, Draghi es el Presidente “de facto” de Europa.
http://elunicoparaisoeselfiscal.blogspot.com.es/2012/08/draghi-presidente-de-europa-por.html
Un ejemplo concreto: Consejería de Educación: todos son “uno de los nuestros”: Directores Generales, Territoriales ,Jefes de Inspección , estos eligen a su vez a asesores del profesorado que dirigen la formación , presidentes de tribunales de oposición ,etc.
Concretamente en la evaluación de directores , el Inspector tiene peso, pero le debe obediencia al Inspector Jefe y con informe de la Dirección Territorial y una comision de selección elegida por el Director General de Personal , y siempre eligen a uno de los suyos , sepa o no , en educación casi nunca saben , no saben lo que es ser maestro en un aula , el que es maestro no tiene tiempo de pasillos . Se pone todos muy sesudos a hablar de leyes en el parlamento , pero sin aterrizar en la esencia del como aprenden los niños , no saben lo que es el hands on de esta ciencia , luego no saben nada , esta realidad no existe para ellos , solo teorias y cuentos chinos , como prueban los resultados en educación .Mientras esto siga así ,España no sale de subdesarrollo científico y del conocimiento , pues no hay nada de ciencia docente solo “pasteleo social y tribal ” por y para el poder y su propaganda . Gracias me encanta esta web.
Muchas gracias por los comentarios y por las sugerencias de lectura. A algun comentarista discrepante que considera que las instituciones estan para ser ocupadas por los partidos co,o representantes de la voluntad popular le recomendaria a su vez alguna lectura, ahora busco la referencia y la paso. Me interesa especialmente el tema apuntado de la obediencia jerarquica al suoerior, acritica y mecanica, que esta en el origen de muchos de nuestros males.
Creo que me he expresado mal.
Yo no defiendo el hecho de que la representación de la voluntad popular por los partidos legitime la lealtad inquebrantable de los representantes a los partidos, PERO ÉSTE ES EL ARGUMENTO DE LOS PARTIDOS PARA EXIGIR TAL LEALTAD.
Lo que he pretendido demostrar es que la causa de la exigencia de lealtad es la presunta representación de la voluntad popular por las facciones partidarias.
Por tanto, si queremos acabar con las facciones donde la única consigna es ser “uno de los nuestros”, hay que destruir el mito de la voluntad popular y de que ésta puede ser representada.
¿Estamos dispuestos a hacerlo?
Yo encantado.
“Me interesa especialmente el tema apuntado de la obediencia jerarquica al suoerior, acritica y mecanica, que esta en el origen de muchos de nuestros males”.
No sabe lo bien que estas palabras representan una realidad social , y se lo dice alguien que la padece y la lucha , es mi lucha personal ,parece algo tan obvio , y de neurociencia para principiantes ,todo en nuestro pensamiento tienen una base somática “entrenamiento cerebral” = educación , según sea así pensamos , pero no hay manera : televisiones, gameboys, consumo , obdecer es lo comodo y las neuronas ahorran energía y me da tiempo de ver al tele e ir a centro comercial que es mas descansado .Es un alivio encontrar gente como usted, y como quienes publican aquí . no todo está perdido.
Necesitamos más Elisas de la Nuez, valientes!
El problema es la confusión de los conceptos de “lealtad” y sumisión”.
En la cultura política-administrativa española, no hay idea de que la discrepacia importante o notable respecto las ordenes del “señorito” superior, debería dar lugar a un alejamiento o, incluso, retirada. Esto es algo casi inaudito.
Pero el verbo dimitir, aunque sea sin alboroto, no existe en nuestro país.
Hoy hay mucha gente preparada tecnicamente como altos cargos al haber superado un temario de oposiciones. pero ¿eso les garantiza una sensibilidad social y un criterio democrático propio frente a los que les designaron y mandan? No lo se.
Si ante los recortes sociales y democráticos sin perangon en la historia democrática española, todos ellos, muy preparados tecnicamente, siguen y seguiran ahí hasta el final, me hara dudar muy mucho de que su vocación de servicio público sea lo esencial de su actitud.
Antes o después, todos debería tener en su conciencia, un punto de inflexión personal y, acaso, publica.
Si no lo tienen, por muy preparados que esten, o brillantes oposiciones que hayan superado, no les quiero para nada.
Cargarán el desprestigio de sus “señoritos” sobre si mismos y estigmatizarán sus Cuerpos funcionariales de origen por identificarse en gran exceso con la política de un partido.
Y la democracia es alternancia.
Si analizamos cada asunto que es directamente o indirectamente responsable del desastre institucional, político, social y económico que vivimos, veremos que su arreglo depende con bastante seguridad de dos cosas.
En Primer lugar: una Reforma Constitucional muy fuerte.
En Segundo lugar: una Arquitectura jurídica inspirada por la reducción y control del poder político de modo que desaparezcan los incentivos perversos actuales derivados del excesivo poder del estado, sus gestores y sus instituciones.
Esto es un fuerte cambio de nuestra cultura instintiva.
Hasta una aparentemente sencilla ley electoral depende hoy de una reforma constitucional.
La gente de la calle es consciente de esta enorme dificultad y por ello no confía en unos partidos que sólo pueden decir: “Nosotros somos honrados y diferentes. Lo seremos siempre“. Esto no es creíble a no ser que el sistema cambie y resulte evidente que lo serán porque no tienen alternativa.
Es bastante probable que hoy La acción política no pueda ni deba ser partidaria porque no es posible otorgar a los partidos la suficiente credibilidad.
Hará falta algo mucho más hondo que pase por sacar a la luz la opinión, hoy sustancialmente oculta, que el cambio necesario es estructural e incluye lógicamente la arquitectura jurídica.
Con este objetivo es posible ir desarrollando coherentemente argumentos sectoriales, de soluciones concretas a problemas concretos.
En ausencia de ese escenario diferente la crítica es un ejercicio que no deja de tener su interés pero que puede a la larga resultar frustrante.
El tablero de juego ya no sirve y el desafío es gestionar este tránsito mental. Sobre todo mental.
Todos estamos de acuerdo con el estupendo y simpático artículo de Elisa. ¿Y? ¿Qué hacemos? ¿Prometemos que vamos a ser buenos y renunciaremos a ayudar a “los nuestros”?
Necesitamos una estructura constitucional y un concepto del servicio público, del poder, que dé credibilidad sistémica a las intenciones declaradas.
Buenos días
A lo largo de mi experiencia profesional en la Administración Pública, siempre me ha sorprendido la facilidad con la que los políticos en general provocan la simbiosis entre la Institución que gestionan y los intereses del partido que los llevó en su cesto, o incluso de sus propios intereses personales. Dicha sorpresa me ha ido resultando menos súbita a medida que han ido pasando los años, y desde la madurez de las canas he aprendido a ver las bajas pasiones que unen a prácticamente todos los seres humanos. Además, otro fenómeno curioso de la fauna humana se da en los supuestos imparciales funcionarios públicos, esto es, se convierten con suma facilidad en peces rémora de los equipos de gobierno o directivos que llegan a la Institución de la mano de proclamadas lealtades al partido/persona/looby/familia política. Por supuesto, una vez muerto el pez grande, el pez rémora busca a su nuevo huésped, para seguir disfrutando de sus pequeños privilegios.
En mi modesta opinión, hasta que los empleados públicos en general no nos creamos sinceramente que constituímos los últimos guardianes de la cosa pública y apliquemos dicha convicción en la gestión pública, no podrán llegarse a separar con nitidez los intereses públicos de los espúreos intereses de partido o personales que los gestores aplican sin ningún pudor.
Perdone Jorgescc le habia entendido mal, totalmente de acuerdo entonces. La confusion voluntad popular con voluntad del partido es facil de desmontar, sobre todo en epocas como la nuestra, donde la divergencia entre lo que dicen los supuestos representantes y los representados es bastante sencilla de constatar. Pero le dedicaremos algun post porque merece la pena. El libro en cualquier caso es Pensar en institucional, y es de Hugh Heclo. Y como casi siempre, de acuerdo con Manu, pero lo unico que se me ocurre es que el unico y pequeño partido que quiere cambiar el sistema sirva de ariete y presione desde dentro para que el resto y sobre todo el PP se pongan las pilas. No se si en esto puede ayudar o no el previsible rescate, en cualquier caso llegar a un consenso ciudadano sobremlos problemas institucionales me parece algo indispensable, y requisitp necesario, aunque no sea suficiente, para poderlas cambiar.
“Me interesa especialmente el tema apuntado de la obediencia jerarquica al suoerior, acritica y mecanica, que esta en el origen de muchos de nuestros males”.
Como también está en el origen de nuestros males el que muchas ofertas de trabajo sean entre empleado o directivo y familiar-amigo-conocido-…., y es que actuamos mezclando lo personal con lo laboral, lo personal con lo político, lo laboral con lo político y asi hasta que el sistema ya no sabe si es un mecanismo efectivo o una simple prebenda.
Gracias por el post
Respecto de la cuestión de la obediencia jerárquica al superior, acrítica y mecánica, creo que tiene diversas causas.
Así, en primer lugar, creo que hay que buscarla en que la función de servicio público simplemente se concibe como un medio de vida. Recuerdo que mientras opositaba tenía idealizada la función pública por lo que podía significar de servicio público. Esa idealización se me pasó a las pocas semanas (no meses, ni años) de tomar posesión en uno de los “altos órganos” de nuestra arquitectura constitucional. Mis compañeros más veteranos, e incluso muchos de los que ingresamos en nuestra promoción –particularmente los que provenían de familias de funcionarios-, simplemente se interesaban por los niveles, posibilidades de promoción, etc. Su actividad intelectual (libros, artículos, charlas, conferencias, etc) tenían como finalidad primordial facilitar su salida de la función pública o la futura promoción en dicha función. Ojo, no critico ésto que me parece legítimo. Lo que si critico es que las cosas que veíamos que no funcionaban, o que directamente se hacían mal, no les interesaba, simplemente no existían y, si incidías en ellas, se cambiaba de conversación y pasabas por rarito, aún cuando a solas o en momentos de más sinceridad vieran lo mismo que yo. Y lo critico por lo que significa de anteponer intereses personales.
Lo anterior tiene mucha relación con la falta de una cultura de lo “público”, de lo “común”, que es propia también de las sociedades latinas. Prima buscar en función pública el medio de vida antes que la conciencia de estar realizando una labor para el común. En íntima conexión con lo anterior está la falta de ejemplo en los representantes políticos, que se mueven por ambiciones y simples intereses personales que anteponen a los intereses objetivos y generales. Cuando estás en un órgano de estas características, el ejemplo es fundamental y moldea tu forma de pensar y actuar.
De todo ese cocktel, junto con otras causas que estoy seguro aportareis, surge en mi opinión el tema de la obediencia acrítica y mecánica.
En efecto, Sares, es tal y como tú dices, a todos los niveles. Se prima el servilismo, que acaba generando mediocridad.
Y no sólo en lo público; la presión de los políticos se extiende a cualquier empresa privada medianamente relevante, a la caza de cualquier puesto de trabajo que aparezca -por milagro- disponible.
Ahí se colocará un familiar /amigo /amante de algún político.
Y así va España.
Cuando era yo chico, el profe nos dejaba a veces solos en clase, con el encargo de comportarnos. Si -como solía pasar- crecía el barullo, volvía y ponía orden. A unos cara a la pared, otros sin recreo, otros al despacho del Director… normal. Y se podía volver a dar clase.
En España hemos demostrado que nos podemos “estar solos”. Qué pena. A ver si viene pronto el profe.
En mi opinión resulta erróneo echar la culpa al funcionariado, es un problema del propio sistema, ya que se aplica el principio de selección natural:
a) Si un funcionario es más leal a los que le nombran que a sus principios, tiene más posibilidades de permanecer en su puesto.
b) Si un funcionario es más leal a sus principios que a los que le nombran, tiene menos posibilidades de permanecer en el puesto.
Si aplicamos los principios anteriores de forma iterativa, tiene lugar un fenómeno de selección natural, por el cual permanecen en cargos de responsabilidad sólo los que anteponen la fidelidad a sus nombrantes sobre la de sus principios.
Por eso se establece la inamovilidad del funcionario, para evitar ese efecto pernicioso. Pero ya se oyen voces cada vez más fuertes contra ese “privilegio”.
En resumen: todas las medidas que refuercen la discrecionalidad del nombramiento reforzarán el servilismo de los nombrados. Una verdad de Perogrullo, ¿no?
Por eso es importante la ley electoral con listas abiertas y distritos uninominales en las democracias avanzadas. Solo de esta manera el político es capaz de ser leal a lo que piensan los que le han nombrado. Es decir: el ciudadano. Con listas cerradas, en elecciones políticas o sindicales, lo que obtenemos es el nombramiento de presuntos corruptos.
Sobre el escritor Nir Baram y su obra,pueden consultarse detalles en su web www.nirbaram.com.
Creo que estamos descubriendo problemas que hace decenios fueron entrevistos.
La lealtad partidaria es una consecuencia de la democracia.
Si el soberano es la voluntad popular, y la voluntad popular elige una opción política, los representantes deben ser leales a esa decisión de la voluntad popular.
¿Y quién puede ser más leal a la opción elegida por la voluntad popular?.
Siempre, “uno de los nuestros”.
Esto lo trata, entre otros, De Jouvenel.
Atrevámonos a identificar al Poder en democracia, porque haciéndolo no nos llamaremos a engaño.
O lo que es igual, en democracia el Poder es de “los nuestros” porque “los nuestros” representan a la voluntad popular.
Esto significa que al que no le gusten “los nuestros” está en contra de la voluntad popular.
Es lo que hay.
Y en cuanto a los técnicos, se está viviendo un resurgir de la legitimidad tecnocrática.
Véase el caso de Draghi y el BCE.
A nadie le importa que Draghi carezca de legitimidad democrática si arregla la crisis financiera de la eurozona.
De hecho, Draghi es el Presidente “de facto” de Europa.
http://elunicoparaisoeselfiscal.blogspot.com.es/2012/08/draghi-presidente-de-europa-por.html
Un ejemplo concreto: Consejería de Educación: todos son “uno de los nuestros”: Directores Generales, Territoriales ,Jefes de Inspección , estos eligen a su vez a asesores del profesorado que dirigen la formación , presidentes de tribunales de oposición ,etc.
Concretamente en la evaluación de directores , el Inspector tiene peso, pero le debe obediencia al Inspector Jefe y con informe de la Dirección Territorial y una comision de selección elegida por el Director General de Personal , y siempre eligen a uno de los suyos , sepa o no , en educación casi nunca saben , no saben lo que es ser maestro en un aula , el que es maestro no tiene tiempo de pasillos . Se pone todos muy sesudos a hablar de leyes en el parlamento , pero sin aterrizar en la esencia del como aprenden los niños , no saben lo que es el hands on de esta ciencia , luego no saben nada , esta realidad no existe para ellos , solo teorias y cuentos chinos , como prueban los resultados en educación .Mientras esto siga así ,España no sale de subdesarrollo científico y del conocimiento , pues no hay nada de ciencia docente solo “pasteleo social y tribal ” por y para el poder y su propaganda . Gracias me encanta esta web.
Muchas gracias por los comentarios y por las sugerencias de lectura. A algun comentarista discrepante que considera que las instituciones estan para ser ocupadas por los partidos co,o representantes de la voluntad popular le recomendaria a su vez alguna lectura, ahora busco la referencia y la paso. Me interesa especialmente el tema apuntado de la obediencia jerarquica al suoerior, acritica y mecanica, que esta en el origen de muchos de nuestros males.
Creo que me he expresado mal.
Yo no defiendo el hecho de que la representación de la voluntad popular por los partidos legitime la lealtad inquebrantable de los representantes a los partidos, PERO ÉSTE ES EL ARGUMENTO DE LOS PARTIDOS PARA EXIGIR TAL LEALTAD.
Lo que he pretendido demostrar es que la causa de la exigencia de lealtad es la presunta representación de la voluntad popular por las facciones partidarias.
Por tanto, si queremos acabar con las facciones donde la única consigna es ser “uno de los nuestros”, hay que destruir el mito de la voluntad popular y de que ésta puede ser representada.
¿Estamos dispuestos a hacerlo?
Yo encantado.
“Me interesa especialmente el tema apuntado de la obediencia jerarquica al suoerior, acritica y mecanica, que esta en el origen de muchos de nuestros males”.
No sabe lo bien que estas palabras representan una realidad social , y se lo dice alguien que la padece y la lucha , es mi lucha personal ,parece algo tan obvio , y de neurociencia para principiantes ,todo en nuestro pensamiento tienen una base somática “entrenamiento cerebral” = educación , según sea así pensamos , pero no hay manera : televisiones, gameboys, consumo , obdecer es lo comodo y las neuronas ahorran energía y me da tiempo de ver al tele e ir a centro comercial que es mas descansado .Es un alivio encontrar gente como usted, y como quienes publican aquí . no todo está perdido.
Necesitamos más Elisas de la Nuez, valientes!
El problema es la confusión de los conceptos de “lealtad” y sumisión”.
En la cultura política-administrativa española, no hay idea de que la discrepacia importante o notable respecto las ordenes del “señorito” superior, debería dar lugar a un alejamiento o, incluso, retirada. Esto es algo casi inaudito.
Pero el verbo dimitir, aunque sea sin alboroto, no existe en nuestro país.
Hoy hay mucha gente preparada tecnicamente como altos cargos al haber superado un temario de oposiciones. pero ¿eso les garantiza una sensibilidad social y un criterio democrático propio frente a los que les designaron y mandan? No lo se.
Si ante los recortes sociales y democráticos sin perangon en la historia democrática española, todos ellos, muy preparados tecnicamente, siguen y seguiran ahí hasta el final, me hara dudar muy mucho de que su vocación de servicio público sea lo esencial de su actitud.
Antes o después, todos debería tener en su conciencia, un punto de inflexión personal y, acaso, publica.
Si no lo tienen, por muy preparados que esten, o brillantes oposiciones que hayan superado, no les quiero para nada.
Cargarán el desprestigio de sus “señoritos” sobre si mismos y estigmatizarán sus Cuerpos funcionariales de origen por identificarse en gran exceso con la política de un partido.
Y la democracia es alternancia.
Si analizamos cada asunto que es directamente o indirectamente responsable del desastre institucional, político, social y económico que vivimos, veremos que su arreglo depende con bastante seguridad de dos cosas.
En Primer lugar: una Reforma Constitucional muy fuerte.
En Segundo lugar: una Arquitectura jurídica inspirada por la reducción y control del poder político de modo que desaparezcan los incentivos perversos actuales derivados del excesivo poder del estado, sus gestores y sus instituciones.
Esto es un fuerte cambio de nuestra cultura instintiva.
Hasta una aparentemente sencilla ley electoral depende hoy de una reforma constitucional.
La gente de la calle es consciente de esta enorme dificultad y por ello no confía en unos partidos que sólo pueden decir: “Nosotros somos honrados y diferentes. Lo seremos siempre“. Esto no es creíble a no ser que el sistema cambie y resulte evidente que lo serán porque no tienen alternativa.
Es bastante probable que hoy La acción política no pueda ni deba ser partidaria porque no es posible otorgar a los partidos la suficiente credibilidad.
Hará falta algo mucho más hondo que pase por sacar a la luz la opinión, hoy sustancialmente oculta, que el cambio necesario es estructural e incluye lógicamente la arquitectura jurídica.
Con este objetivo es posible ir desarrollando coherentemente argumentos sectoriales, de soluciones concretas a problemas concretos.
En ausencia de ese escenario diferente la crítica es un ejercicio que no deja de tener su interés pero que puede a la larga resultar frustrante.
El tablero de juego ya no sirve y el desafío es gestionar este tránsito mental. Sobre todo mental.
Todos estamos de acuerdo con el estupendo y simpático artículo de Elisa. ¿Y? ¿Qué hacemos? ¿Prometemos que vamos a ser buenos y renunciaremos a ayudar a “los nuestros”?
Necesitamos una estructura constitucional y un concepto del servicio público, del poder, que dé credibilidad sistémica a las intenciones declaradas.
Buenos días
A lo largo de mi experiencia profesional en la Administración Pública, siempre me ha sorprendido la facilidad con la que los políticos en general provocan la simbiosis entre la Institución que gestionan y los intereses del partido que los llevó en su cesto, o incluso de sus propios intereses personales. Dicha sorpresa me ha ido resultando menos súbita a medida que han ido pasando los años, y desde la madurez de las canas he aprendido a ver las bajas pasiones que unen a prácticamente todos los seres humanos. Además, otro fenómeno curioso de la fauna humana se da en los supuestos imparciales funcionarios públicos, esto es, se convierten con suma facilidad en peces rémora de los equipos de gobierno o directivos que llegan a la Institución de la mano de proclamadas lealtades al partido/persona/looby/familia política. Por supuesto, una vez muerto el pez grande, el pez rémora busca a su nuevo huésped, para seguir disfrutando de sus pequeños privilegios.
En mi modesta opinión, hasta que los empleados públicos en general no nos creamos sinceramente que constituímos los últimos guardianes de la cosa pública y apliquemos dicha convicción en la gestión pública, no podrán llegarse a separar con nitidez los intereses públicos de los espúreos intereses de partido o personales que los gestores aplican sin ningún pudor.
Perdone Jorgescc le habia entendido mal, totalmente de acuerdo entonces. La confusion voluntad popular con voluntad del partido es facil de desmontar, sobre todo en epocas como la nuestra, donde la divergencia entre lo que dicen los supuestos representantes y los representados es bastante sencilla de constatar. Pero le dedicaremos algun post porque merece la pena. El libro en cualquier caso es Pensar en institucional, y es de Hugh Heclo. Y como casi siempre, de acuerdo con Manu, pero lo unico que se me ocurre es que el unico y pequeño partido que quiere cambiar el sistema sirva de ariete y presione desde dentro para que el resto y sobre todo el PP se pongan las pilas. No se si en esto puede ayudar o no el previsible rescate, en cualquier caso llegar a un consenso ciudadano sobremlos problemas institucionales me parece algo indispensable, y requisitp necesario, aunque no sea suficiente, para poderlas cambiar.
“Me interesa especialmente el tema apuntado de la obediencia jerarquica al suoerior, acritica y mecanica, que esta en el origen de muchos de nuestros males”.
Como también está en el origen de nuestros males el que muchas ofertas de trabajo sean entre empleado o directivo y familiar-amigo-conocido-…., y es que actuamos mezclando lo personal con lo laboral, lo personal con lo político, lo laboral con lo político y asi hasta que el sistema ya no sabe si es un mecanismo efectivo o una simple prebenda.
Gracias por el post
Respecto de la cuestión de la obediencia jerárquica al superior, acrítica y mecánica, creo que tiene diversas causas.
Así, en primer lugar, creo que hay que buscarla en que la función de servicio público simplemente se concibe como un medio de vida. Recuerdo que mientras opositaba tenía idealizada la función pública por lo que podía significar de servicio público. Esa idealización se me pasó a las pocas semanas (no meses, ni años) de tomar posesión en uno de los “altos órganos” de nuestra arquitectura constitucional. Mis compañeros más veteranos, e incluso muchos de los que ingresamos en nuestra promoción –particularmente los que provenían de familias de funcionarios-, simplemente se interesaban por los niveles, posibilidades de promoción, etc. Su actividad intelectual (libros, artículos, charlas, conferencias, etc) tenían como finalidad primordial facilitar su salida de la función pública o la futura promoción en dicha función. Ojo, no critico ésto que me parece legítimo. Lo que si critico es que las cosas que veíamos que no funcionaban, o que directamente se hacían mal, no les interesaba, simplemente no existían y, si incidías en ellas, se cambiaba de conversación y pasabas por rarito, aún cuando a solas o en momentos de más sinceridad vieran lo mismo que yo. Y lo critico por lo que significa de anteponer intereses personales.
Lo anterior tiene mucha relación con la falta de una cultura de lo “público”, de lo “común”, que es propia también de las sociedades latinas. Prima buscar en función pública el medio de vida antes que la conciencia de estar realizando una labor para el común. En íntima conexión con lo anterior está la falta de ejemplo en los representantes políticos, que se mueven por ambiciones y simples intereses personales que anteponen a los intereses objetivos y generales. Cuando estás en un órgano de estas características, el ejemplo es fundamental y moldea tu forma de pensar y actuar.
De todo ese cocktel, junto con otras causas que estoy seguro aportareis, surge en mi opinión el tema de la obediencia acrítica y mecánica.
Es una cuestion de consecuencias , en otros países hay una cultura /sistema de que no hacer las cosas bien tiene consecuencias personales , en España hacerlas bien es la que tiene consecuencias personales negativas , hacerlas mal es la que me supone vivir tranquila y ganar , cuando tengo un problame acudo al sistema de conocidos y redes sociales , lo legal es un castigo . Ejemplos miles matriculas en colegio muy demandados, si vas por lo legal no entras ni de coña pero si incumples entras , solicitud de lincencia para construir ,si no la pides y conastruyes estupendo , luego a base de concocidos y parientes o dinero para el abogado te libras , si la pides no solo te sacan lo ojos sino que todas las normas caen sobre ti .mientra tus vecinos se trochan de lo bobo que has sido y los contenciosos ¿qué? aquí hago lo que me da la gana y que pague el estado. Yo no soy jurista ni sé nada pero ¿tiene que haber Fórmulas ? para romper este sistema viciado que castiga al que cumple y premia al que no cumple, porque la obediencia de la que hablamos en este país es para no hacer o hacerlo mal.
Me gustö el articulo de Elisa, claro que lo que nos cuenta parece ser que lo sabemos todos los que opinamos aqui, entonces debe ser que somos una de dos o los mas listos , o los que conservamos” la prima ética”.
Yo me pregunto ¿y los que nos gobiernan?, se enteran o no se quieren enterar.
Los que nos gobiernan saben que con esa premisa “uno de los nuestros”se mueven plazas desde el primero a el ultimo nivel , se ha hecho a lo largo de todas las legislaturas,y en todos los ambitos, ha habido gente que ha conseguido se” uno de los nuestros” con el PP y posteriormente con el PSOE sobre todo en puestos intermedios de responsabilidad y ha enchufado a sus familiares y amigos.
Por eso está claro que no sobran funcionarios , ni la mayoria de los empleados públicos , sobre todo los de una cierta edad, porque desde hace unos años tambien se han modificado las cosas para colocar legalmente a “los nuestros”.
Me gustö el articulo de Elisa, claro que lo que nos cuenta parece ser que lo sabemos todos los que opinamos aqui, entonces debe ser que somos una de dos o los mas listos , o los que conservamos” la prima ética”.
Yo me pregunto ¿y los que nos gobiernan?, se enteran o no se quieren enterar.
Los que nos gobiernan saben que con esa premisa “uno de los nuestros”se mueven plazas desde el primero a el ultimo nivel , se ha hecho a lo largo de todas las legislaturas,y en todos los ambitos, ha habido gente que ha conseguido se” uno de los nuestros” con el PP y posteriormente con el PSOE sobre todo en puestos intermedios de responsabilidad y ha enchufado a sus familiares y amigos.
Por eso está claro que no sobran funcionarios , ni la mayoria de los empleados públicos , sobre todo los de una cierta edad, porque desde hace unos años tambien se han modificado las cosas para colocar legalmente a “los nuestros”.
Si coges los cables de Wikileaks, una de las cosas que más espanta a los americanos de hacer negocios en España es esto. Bajo una capa de seriedad, en el fondo y para lo importante este país es como Venezuela.
Si coges los cables de Wikileaks, una de las cosas que más espanta a los americanos de hacer negocios en España es esto. Bajo una capa de seriedad, en el fondo y para lo importante este país es como Venezuela.
Dª Elisa, no hay nada que perdonar.
Al contrario, el culpable de la confusión fue mi poca expresividad.
Gracias por el apunte bibliográfico.
En cuanto al pequeño partido al que apunta, yo no creo en su funcionalidad.
El problema sigue siendo la soberanía de la nación o de la voluntad general.
El Poder, sea cual fuere en un sistema basado en la elección popular, tiene que decir que gobierna en nombre de la voluntad general.
Sin embargo, la voluntad general no puede ser representada.
Este nudo gordiano es la causa de la deslegitimación del sistema político electivo, pues ofrece (representatividad) lo que no tiene (representatividad).
Para deshacer el nudo quizás haya que abandonar la mayestática soberanía de la voluntad general, y pedir a cambio Gobierno limitado.
Creo que nos iría mejor.
Para empezar, el argumento de “uno de los nuestros” no valdría para tapar infamias del Poder.
Suerte con sus futuros “post”.
Dª Elisa, no hay nada que perdonar.
Al contrario, el culpable de la confusión fue mi poca expresividad.
Gracias por el apunte bibliográfico.
En cuanto al pequeño partido al que apunta, yo no creo en su funcionalidad.
El problema sigue siendo la soberanía de la nación o de la voluntad general.
El Poder, sea cual fuere en un sistema basado en la elección popular, tiene que decir que gobierna en nombre de la voluntad general.
Sin embargo, la voluntad general no puede ser representada.
Este nudo gordiano es la causa de la deslegitimación del sistema político electivo, pues ofrece (representatividad) lo que no tiene (representatividad).
Para deshacer el nudo quizás haya que abandonar la mayestática soberanía de la voluntad general, y pedir a cambio Gobierno limitado.
Creo que nos iría mejor.
Para empezar, el argumento de “uno de los nuestros” no valdría para tapar infamias del Poder.
Suerte con sus futuros “post”.
La traducción al castellano del título original a la que se refiere la entrada fue bastante acertada en el sentido artístico, ya que si se hubieran ajustado objetivamente al término real (del famoso slang inglés), algo así como “amiguetes” no sé yo si hubiera quedado muy bien cinemtográficamente hablando. Podría decirse que es una de las traducciones mejor hechas en la historia del cambio de títulos del séptimo arte (ya que recoge la esencia de la cinta). En Hispanoamérica se tradujo como “Buenos Muchachos” (a mí modo de ver demasiado literal y con pérdida del significado y contenido original de la película, que básicamente es un ensayo audiovisual sobre el conductismo sociológico de agrupaciones ilegales).
En todo lo demás, coincido absolutamente con la autora. Y añadiría que el Derecho hace bastante tiempo que perdió su capacidad para prever, aparte de que en bastantes de sus ramas ha hecho/hace básicamente el ridículo a la hora de regular (hay partes de Derecho Administrativo y Laboral que solo pueden ser catalogadas de mal chiste).
Diría que a las Facultades de Derecho les vendría de maravilla estudiar materias interrelacionadas tales como Psicobiología o Sociobiología, sobre las cuales, a mi modo de ver, el Derecho no tiene la menor idea, o más bien poca (lo digo como licenciado en Derecho y “estudioso” de otras ciencias).
Si a lo que se refiere la autora es que el sistema legal/institucional se parece cada vez más al mafioso/ilegal (en los que además también se usan términos como “lealtad” y mecanismos dedocráticos) decirle que esto es así desde que: 1) existe el concepto de poder 2) el Estado no se preocupa (más allá de la abundante teoría) de regular objetivamente los mecanismos de acceso y de fiscalización de la distribución de poderes. Eso hace que determinados personajes acumulen demasiado y que algunos tiendan a la corrupción para mantener su statu quo (lo de estar 12 años en un cargo es básicamente de sociedad prehistórica). En Italia, hace años que lo saben. Ay, si le pudiéramos haber preguntado a Falcone o a Borsellino…
Para evitar la corrupción hacen falta nuevas figuras actualizadas al contexto actual, que de una vez el Código Penal entienda que un delito económico de guante blanco genera muchos más perjuicios que un yonqui que roba forzosamente un radiocassete, y que en muchos casos, en Hespaña llegan personas a diferentes cargos relativamente importantes sobre los que no se ha hecho el menor test psicotécnico (comenzando por jueces y fiscales) o de criterios de gestión (alcaldes, concejales y demás).
Tampoco habría que obviar que la cultura histórica de cada país explica perfectamente toda su intrahistoria.
Por cierto, es bastante evidente que quienes vayan a cambiar esto no serán aquellos a quienes les beneficia. Las próximas reglas del juego serán desarrolladas mediante otros mecanismos legislativos. Es cuestión de tiempo y de tecnología. No hace falta ser Manuel Castells ni Richard Dawkins para comprenderlo.
Saludos.
La traducción al castellano del título original a la que se refiere la entrada fue bastante acertada en el sentido artístico, ya que si se hubieran ajustado objetivamente al término real (del famoso slang inglés), algo así como “amiguetes” no sé yo si hubiera quedado muy bien cinemtográficamente hablando. Podría decirse que es una de las traducciones mejor hechas en la historia del cambio de títulos del séptimo arte (ya que recoge la esencia de la cinta). En Hispanoamérica se tradujo como “Buenos Muchachos” (a mí modo de ver demasiado literal y con pérdida del significado y contenido original de la película, que básicamente es un ensayo audiovisual sobre el conductismo sociológico de agrupaciones ilegales).
En todo lo demás, coincido absolutamente con la autora. Y añadiría que el Derecho hace bastante tiempo que perdió su capacidad para prever, aparte de que en bastantes de sus ramas ha hecho/hace básicamente el ridículo a la hora de regular (hay partes de Derecho Administrativo y Laboral que solo pueden ser catalogadas de mal chiste).
Diría que a las Facultades de Derecho les vendría de maravilla estudiar materias interrelacionadas tales como Psicobiología o Sociobiología, sobre las cuales, a mi modo de ver, el Derecho no tiene la menor idea, o más bien poca (lo digo como licenciado en Derecho y “estudioso” de otras ciencias).
Si a lo que se refiere la autora es que el sistema legal/institucional se parece cada vez más al mafioso/ilegal (en los que además también se usan términos como “lealtad” y mecanismos dedocráticos) decirle que esto es así desde que: 1) existe el concepto de poder 2) el Estado no se preocupa (más allá de la abundante teoría) de regular objetivamente los mecanismos de acceso y de fiscalización de la distribución de poderes. Eso hace que determinados personajes acumulen demasiado y que algunos tiendan a la corrupción para mantener su statu quo (lo de estar 12 años en un cargo es básicamente de sociedad prehistórica). En Italia, hace años que lo saben. Ay, si le pudiéramos haber preguntado a Falcone o a Borsellino…
Para evitar la corrupción hacen falta nuevas figuras actualizadas al contexto actual, que de una vez el Código Penal entienda que un delito económico de guante blanco genera muchos más perjuicios que un yonqui que roba forzosamente un radiocassete, y que en muchos casos, en Hespaña llegan personas a diferentes cargos relativamente importantes sobre los que no se ha hecho el menor test psicotécnico (comenzando por jueces y fiscales) o de criterios de gestión (alcaldes, concejales y demás).
Tampoco habría que obviar que la cultura histórica de cada país explica perfectamente toda su intrahistoria.
Por cierto, es bastante evidente que quienes vayan a cambiar esto no serán aquellos a quienes les beneficia. Las próximas reglas del juego serán desarrolladas mediante otros mecanismos legislativos. Es cuestión de tiempo y de tecnología. No hace falta ser Manuel Castells ni Richard Dawkins para comprenderlo.
Saludos.
Estoy muy de acuerdo con el artículo y con os comentarios de jorgescc y Manu. Por mi parte añadiría que una de las claves para poder activar un cambio es recuperar lo privado.
Los partidos no podrían hacer lo que hacen si fueran consideradas más que unas simples asociaciones privadas de ciudadanos, sometidas al régimen general con ciertas especialidades en razón de su finalidad, pero nunca deberían ser consideradas unas instituciones. Si se considera nefasto un sistema en el que estado y partido se confunden, la cosa no mejora sustancialmente, a largo plazo al menos, si la confusión es entre estado y partidos. Por tanto, la separación de poderes tienen que empezar por sacar a los partidos de las instituciones.
Otro tanto con los sindicatos y patronales, donde se reproduce el mismo esquema perverso.
Gran parte del problema institucional ha sido la falaz ilusión de que mediante la regulacióin pública podía arreglarse todo, cuando al final, la falta de una poderosa base de derecho privado, es decir, de Derecho, basado en unos principios de comportamiento ético y moral generalmente compartidos, difundidos de forma informal mediante la costumbre y los usos sociales y jurídicos, degenera en toda una serie de comportamientos anómalos en los que predomina la búsqueda del resquicio legal frente a cualquier otra consideración.
A mí me parece que son todos ellos síntomas de la misma enfermedad.
Estoy muy de acuerdo con el artículo y con os comentarios de jorgescc y Manu. Por mi parte añadiría que una de las claves para poder activar un cambio es recuperar lo privado.
Los partidos no podrían hacer lo que hacen si fueran consideradas más que unas simples asociaciones privadas de ciudadanos, sometidas al régimen general con ciertas especialidades en razón de su finalidad, pero nunca deberían ser consideradas unas instituciones. Si se considera nefasto un sistema en el que estado y partido se confunden, la cosa no mejora sustancialmente, a largo plazo al menos, si la confusión es entre estado y partidos. Por tanto, la separación de poderes tienen que empezar por sacar a los partidos de las instituciones.
Otro tanto con los sindicatos y patronales, donde se reproduce el mismo esquema perverso.
Gran parte del problema institucional ha sido la falaz ilusión de que mediante la regulacióin pública podía arreglarse todo, cuando al final, la falta de una poderosa base de derecho privado, es decir, de Derecho, basado en unos principios de comportamiento ético y moral generalmente compartidos, difundidos de forma informal mediante la costumbre y los usos sociales y jurídicos, degenera en toda una serie de comportamientos anómalos en los que predomina la búsqueda del resquicio legal frente a cualquier otra consideración.
A mí me parece que son todos ellos síntomas de la misma enfermedad.
Lo que describe es simplemente la españa de la restauración descrita, entre otros, por Pérez Galdós ( La fontana de oro etc.). El artículo está bien, pero incluye axiomas falsables en el sentido popperiano del término como presuponer una mejor preparación de los sumisos del espadón reaccionario frente a los del espadón progresista, por seguir en la jerga decimonómica. Podíamos seguir por ejemplo, con la tendencia a entender que haber superado una dura oposición le habilita a uno para ejercer la actividad empresarial o mercantil
Lo que describe es simplemente la españa de la restauración descrita, entre otros, por Pérez Galdós ( La fontana de oro etc.). El artículo está bien, pero incluye axiomas falsables en el sentido popperiano del término como presuponer una mejor preparación de los sumisos del espadón reaccionario frente a los del espadón progresista, por seguir en la jerga decimonómica. Podíamos seguir por ejemplo, con la tendencia a entender que haber superado una dura oposición le habilita a uno para ejercer la actividad empresarial o mercantil
En la línea del artículo de Elisa,
http://elpais.com/elpais/2012/07/23/opinion/1343043295_174561.html
En la línea del artículo de Elisa,
http://elpais.com/elpais/2012/07/23/opinion/1343043295_174561.html