¿Qué tareas son rutinarias?
Reproduzco aquí, ampliada, la columna que Luis Garicano y yo publicamos el pasado domingo en EL PAÍS. Aparte de desarrollar más los argumentos, aprovecho para señalar que Luis ha dedicado la mayor parte de su investigación académica a este problema, ver por ejemplo este trabajo. Para aquellos interesados en estos temas, también recordar que recientemente han salido dos libros que desarrollan ideas similares a las investigadas por Luis: “Average Is Over: Powering America Beyond the Age of the Great Stagnation” de Tyler Cowen y “The Second Machine Age: Work, Progress, and Prosperity in a Time of Brilliant Technologies” de Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee. En el limitado espacio de una columna en el periódico es difícil citar bibliografía. Ahí va.
Los ordenadores están transformando el trabajo humano. Como uno de nosotros (Luis) explica en su reciente libro “El dilema de España” (Península, enero 2014), las tareas rutinarias manuales ya han sido automatizadas por robots. Por ejemplo, las fábricas han prescindido de miles de aburridos, pero bien pagados, trabajos manuales. También muchas tareas rutinarias intelectuales están desapareciendo: los enormes edificios de oficinas llenos de empleados rellenando formularios son cada vez más un recuerdo del pasado.
De lo que quizás no somos conscientes es de la cantidad de empleos que son “rutinarios” cuando se aplica suficiente capacidad informática. Hace unos años pensábamos que el ajedrez requería una combinación de inteligencia y creatividad que los ordenadores jamás tendrían (aunque en 2001 Odisea del Espacio, HAL ya era suficientemente bueno para aniquilar a Frank Poole en apenas 14 movimientos). Luego, con Deep Blue, aprendimos que un superordenador podía derrotar a un campeón humano. Hoy, un programa que corre en el teléfono móvil que tiene en su bolsillo es varios órdenes de magnitud superior al mejor ajedrecista humano de la historia.
Y no es solo es capacidad, es también precio. Uno de nosotros (Jesús) estuvo el martes pasado comprando un ordenador nuevo para su trabajo. Uno de los modelos que consideró tenía 2310 procesadores y costaba 2248 dólares (unos 1650 Euros), menos de 1 dólar por procesador (para el que sepa de que va esto, con procesador nos referimos a “cores”; básicamente el ordenador tiene una GPU muy potente que permite un paralelismo masivo). Esa máquina cuenta con más poder computacional que los superordenadores de hace muy pocos años que costaban millones de dólares.
Esta combinación de capacidad informática y precio significa que actividades diarias, como conducir un coche, han sido ya transformadas. Los coches de Google circulan por las carreteras californianas con normalidad. Es un problema resuelto que solo espera a los cambios legislativos para ser una realidad diaria.
La existencia de vehículos conducidos por ordenador traerá muchas cosas buenos. Uno podrá dormir un rato por las mañanas mientras el coche le lleva al trabajo. Habrá menos accidentes, menos gasto energético y mejor flujo de tráfico. Dónde vivimos, cómo vamos a trabajar y qué hacemos durante ese tiempo está a punto de cambiar, probablemente para mucho mejor.
Desafortunadamente, también perjudicará a las personas que conducen profesionalmente. Pensemos en un conductor de camión. Según el Observatorio social del transporte por carretera del ministerio de Fomento (2012), el convenio colectivo del transporte por mercancías fija en 26.774 euros el sueldo anual de un conductor de camión en Vizcaya (el más elevado de España), por 1724 horas de trabajo. Dado que el sueldo medio en España de un trabajador a tiempo completo es de unos 26.000 euros, un conductor de camión en Vizcaya es “casi” la definición perfecta de un ingreso de clase media. Y ello para una persona que no necesariamente ha realizado estudios superiores pero que es capaz de un trabajo cuidadoso y sostenido.
Dados las grandes ventajas que tendrán los camiones automáticos (no se cansan, son más fiables y más baratos), en unos años puede que los conductores de camión sean algo similar a los conductores de diligencias: algo que aparece en las películas antiguas. Un trabajo que no parecía rutinario termina siendo perfectamente automatizable gracias al poder de los ordenadores.
Pero los conductores de camión no son los únicos que sufrirán. Los diagnósticos médicos asistidos por ordenador, que ya son una realidad en cáncer y arteriosclerosis, eliminarán, en muchos casos, al radiólogo. Es fácil entrenar a un sistema experto para que analice, de una manera más efectiva que un humano, una mamografía. Aunque el sistema experto se equivoque de vez en cuando, se equivocarán de media mucho menos que los mejores médicos. Buena parte de los contratos y actos jurídicos podrán ser automatizados, prescindiendo con ello de muchísimos abogados. Esto ha empezado a ocurrir en Estados Unidos con los contratos inmobiliarios. Incluso nuestros trabajos de profesores puede que sean substituidos en buena medida por sistemas automáticos de enseñanza.
Cabe pensar que el cambio tecnológico es una constante desde hace 300 años. En un par de siglos, las personas que trabajan en el campo en España han pasado de ser cerca del 75% de la población a poco mas del 4%. ¿Por qué preocuparse ahora? ¿Estamos observando algo nuevo? ¿No cabe imaginar que, frente a nuestras preocupaciones (iguales a las que tenían los economistas del siglo XIX, como David Ricardo, uno de los grandes de nuestra profesión), la economía generará suficientes buenos nuevos empleos a medida que crezca la productividad?
El problema es que ahora existen dos diferencias: la velocidad de los cambios y el efecto sobre muchísimos empleos. Ninguna tecnología ha aumentado a esta velocidad desde el principio de la historia. La ley de Moore (sugerida en 1965 por Gordon Moore) predice que el incremento en la capacidad de los ordenadores cada dos años es igual al acumulado desde el principio de su existencia hasta ese punto. Y en cuanto a su efecto amplio, los avances informáticos son una tecnología genérica que igual afecta a un camionero, un médico, o un abogado.
Estas diferencias pueden tener dos consecuencias importantes. La primera es una fuerte polarización del ingreso. Una minoría de la población, que por educación y capacidades innatas interactúe bien con las nuevas tecnologías, verá incrementar sus ingresos de manera espectacular. Una mayoría de la población, ante la menor demanda por sus servicios, verá que sus salarios caen para que el mercado de trabajo se equilibre.
La velocidad del cambio será tal que estos trabajadores tendrán poca capacidad de reaccionar a tiempo, por ejemplo re-educándose o moviéndose a otros sectores. En el siglo XIX había dos posibilidades: emigrar a las ciudades, donde la industria absorbía mucha de la mano de obra redundante, o emigrar a las colonias. Sin la existencia de América (y en menos medida Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica), la mecanización del campo británico hubiera sido mucho más costosa. La población, por ejemplo, de los Apalaches en Estados Unidos (con sus todavía hoy peculiares características culturales y políticas) vino casi por completo de campesinos y pastores expulsados de Escocia y del norte de Irlanda.
La primera salida hoy sería la emigración a servicios interpersonales (cuidado de niños o de ancianos, trabajos en el sector hotelero) que son difícilmente automatizables. Pero estos trabajos (o al menos muchos de ellos) tienen menos potencial para convertirse en carreras profesionales bien pagadas . La segunda salida hoy no existe al estar ya todo el mundo descubierto y poblado.
Existe una tercera salida: ante la caída del salario, muchas personas simplemente dejarán de trabajar pues no les merecerá la pena. Esto ya se observa en Estados Unidos, donde el índice de participación entre las personas de menor ingreso viene cayendo de manera muy rápida. Esto se producirá por una mezcla de semi-retiros, jubilaciones anticipadas, etc. Estos cambios presionaran sobre los ingresos (bajándolos) y los gastos (incrementándolos) del estado de bienestar.
En resumen: el mercado de trabajo responderá al cambio tecnológico no con más desempleo (el sistema de precios funciona) sino con mucha más desigualdad.
La segunda consecuencia es que la polarización social puede envenenar la dinámica democrática según crezcan los descontentos con el sistema y los estados del bienestar luchen por sobrevivir ante la nueva división del trabajo. Un aspecto potencialmente importante es que el sesgo del cambio tecnológico perjudica especialmente a los hombres. Por muchos motivos que no merece la pena discutir aquí, la gran mayoría de los conductores de camión son hombres y la gran mayoría de los cuidadores de niños, mujeres. A menos que la sociedad reasigne muchos roles, vamos a tener muchos chavales de 25 años con bajo nivel educativo, muchísima testosterona y pocas oportunidades vitales.
Todos efectos serán particularmente perversos en países, como España, poco preparados para este cambio. De igual manera que algunos trabajadores ganarán mucho de la nueva división del trabajo y otros perderán, algunas naciones (en agregado) ganarán mucho y otras perderán. Hoy por hoy, corremos el peligro que España esté en el segundo grupo.
¿Qué cabe hacer? La verdad es que no tiene mucho secreto: mover a la mayor cantidad de gente posible del segundo grupo (los perdedores) al primero (los ganadores). La clave, más que nunca, es la educación en habilidades abstractas, analíticas y de creativas, es decir, justo lo que no estamos haciendo en España (aquí lo explicamos ). Google lo encuentra todo pero hay que saber qué preguntarle. Un coche automático te lleva a donde quieras pero hay que saber a dónde ir. Las posibilidades de internet son casi infinitas.
Desgraciadamente, el sistema educativo español y nuestro proceso de selección de élites está particularmente mal enfocado para ello. Pocas cosas son tan preocupantes como el bajísimo número de número de nuevas empresas de internet en España en comparación con nuestros vecinos europeos, Asia, Israel o Chile. Y no sólo es responsabilidad del estado. En el mundo moderno, con la cantidad de información disponible, cada persona debe dedicar cuánto tiempo quiere dedicar a ver videos de gatos en internet, y cuánto a formarse, usando por ejemplo todos los cursos online. Una nueva era está llamando a la puerta y España, como muchas otras veces en nuestra historia, está durmiendo la siesta.
Profesor de economía, Universidad de Pennsylvania; Kenen Fellow in International Economics, Princeton University, USA.
También sería interesante mover cargas impositivas del trabajo al capital. Por ejemplo, bajar las cotizaciones sociales y sustituirlo por un tramo del IVA.
avisados quedamos, gracias
ojo errata parrafo 12 ” ante la mejor demanda por sus servicios, verá que sus salarios caen para que el mercado de trabajo se equilibre.”
Debe decir “menor demanda”… quiso qwerty que la jota y la n fueran vecinas
Corregido, gracias misnotas.
Una nota: la ley de Moore no dice exactamente lo que dice el artículo. Tampoco se sabe muy bien qué dice, puesto que no es una ley como tal, fue una frase que dijo Gordon Moore (uno de los fundadores de Intel) hace mucho tiempo. En su significado original (la cantidad de transistores en un circuito integrado se duplica cada dos años aproximadamente) hace tiempo que dejó de ser cierta, es decir, la tecnología ha alcanzado ya límites en la densidad de los componentes que hace que efectos cuánticos perturben las señales de forma que no es posible hacerlos más pequeños.
No obstante, el rendimiento se sigue incrementanto no a base de hacer componentes más densos, sino de hacerlos más grandes mateniendo la misma densidad. Por eso la próxima frontera no es hacer componentes más pequeños o más rápidos, sino hacerlos más grandes y ser capaces de programarlos de forma que se aprovechen todos esos núcleos de forma óptima.
O sea, que la conclusión del artículo es cierta, bajo mi punto de vista, aunque hace tiempo que la ley de Moore no se cumple.
Por si sirve de algo tener un lector que de derecho ni idea, pero de tecnología un poco. Y también un poco pedante, podría decir alguno. Que igual tienen razón.
Según la Wikipedia en inglés, la ley de Moore dejará de cumplirse porque … ahora “transistor counts and densities are to double only every three years”.
El caso es que las cosas que pueden hacer las máquinas aumentan a un ritmo mucho mayor de lo que nosotros podemos adaptar nuestras vidas profesionales y eso va a traer consecuencias.
Un par de apuntes rápidos.
1. Me ha picado la curiosidad leer que, a pesar de que casi todo es automatizable si hay un volumen atractivo para hacerlo, hay un párrafo en el artículo de Jesús y Luis que se dice que alguien “se mete en el coche y va durmiendo al trabajo”. En concreto, ¿a qué trabajo va? Eso sería “insider info” de la buena.
2. Sobre Moore.
Por quitarle un poco de misterio a la estadística del precio rápidamente decreciente.
Los procesadores de silicio se fabrican creando sobre ellos el dibujo de circuitos transistorizados (capaces de abrirse o cerrarse en determinadas circunstancias eléctricas).
Si la velocidad de la luz es constante, ¿cómo podemos aumentar la velocidad de un procesador y por tanto bajar su precio/rendimiento?
Sólo hay una forma: disminuyendo la distancia entre líneas e intersecciones de líneas.
Por eso durante los últimos 30 años el mayor esfuerzo técnico ha sido tratar de proyectar sobre el silicio líneas cada vez más finas y ahorrar longitud física superponiendo capas (layers) muy cercanas.
Hoy se está trabajando entre 0.2 y 0.1 Micras (millonésima de metro). Muy cerca del límite molecular.
Siempre hay salida y por donde menos se espera. Por ejemplo: La SS social deben pagarla los robots que son los que tienen trabajo.
Saludos y ánimo.
Manu, creo que te confundes. Para aumentar la velocidad de un procesador, “basta” con aumentar la frecuencia del reloj con el que funciona. Para hacer esto no es necesario dismimuir el tamaño de las pistas.
De hecho, al dismimuir el tamaño de las pistas y la distancia entre ellas empeora la fiabilidad de los componentes, dado que se produce más “crosstalk” entre las pistas. En castellano, que poniendo las pistas unas más cerca de otras se incrementan las interferencias entre ellas. Y este efecto empeora cuanto más rápido va el reloj. Hacer las pistas más pequeñas incrementa además el ratio de defectos por cada “galleta” que se fabrica, lo cual incrementa el coste considerablemente porque se desechan más.
Las pistas se hacen más pequeñas por dos razones: por un lado, componentes más pequeños que permiten integrar los chips en dispositivos cada vez más portátiles. Por otro, y este es el importante, incrementar la velocidad del reloj incrementa el número de veces que los componentes cambian de estado y esto consume más energía, y genera más calor. Mucho más calor. Reducir el tamaño aumenta las posibilidades de uso, pero el calor es realmente el problema y las pistas más pequeñas generan menos calor, o mejor dicho, se pueden poner el doble de pistas generando el mismo calor si se reduce su tamaño a la mitad. Pero fíjate que es la densidad lo que se está incrementando, no la frecuencia del reloj. La CPU no va más rápido, pero puede hacer más cosas a la vez.
Incluso con pistas al límite de tamaño como las actuales, la cantidad de calor que se genera a frecuencias por encima de 3Ghz es tal que a menos que los ordenadores lleven una nevera adosada, no pueden funcionar. Por eso no crecen las frecuencias de reloj desde hace unos años.
Así que los diseños actuales son un compromiso entre el calor que se puede disipar sin recurrir a sistemas caros y complejos de refrigeración y la cantidad de transistores que se pueden fabricar sin desperdiciar demasiados. Pero hace tiempo que las mejoras de rendimiento se consiguen a base de poner más componentes juntos, no de hacerlos funcionar más rápido. El efecto que el usuario final nota es que “va más rápido” el conjunto de la máquina, pero los componentes individuales, no.
Hola, Alfonso.
Por supuesto que no hay un sólo factor pero el grosor de línea es importante para la ley de Moore que estábamos comentando y que como sabes dice lo siguiente: “Cada 18/24 meses se duplicará el número de transistores por chip”.
Otra cosa es lo que haces con ellos pero, ceteris paribus, mejora el rendimiento/u. de coste en la misma proporción. Disipación de calor, frecuencia, lógica interna, etc.
Siendo todo ello igual gana siempre la línea fina hoy ya por debajo de 100 milésimas de micra.
El rendimiento del sistema es el producto de varias cosas, una de ellas es el ancho de banda del bus de salida, otra es el número de ciclos de reloj y otra el número de operaciones que se realiza en cada ciclo.
Para la velocidad de dos de ellas resulta beneficioso un mínimo grosor de línea.
Te adjunto la evolución de un procesador que fue parte de mi vida desde los 45 a los 50 años. El Alpha de DEC. Verás cómo evoluciona el “Clock Rate” y el grosor de línea. Sección…Implementations.
Qué tiene esto que ver con el derecho?
Pues algo, porque a causa de aquel procesador hubo un out of court settlement”de 1,500 millones de dólares.
Saludos cordiales
.
El futuro, estimado Manu, tal vez no nos necesita. No lo dijo un cualquiera, sino uno de los fundadores de Sun.
Cuando tener poco dinero sea la norma, lo más sensato será no necesitarlo, o disponer de múltiples habilidades que permitan sustituirlo o conseguirlo; desde bailar claqué hasta coser un traje, pasando por programar, impartir un cursillo sobre Nietzsche, conducir un autobús, montar un escenario o podar un tilo.
Si no cambia en profundidad, no parece que el sistema educativo que conocemos sea capaz de ofrecer tal cantidad y variedad de destrezas. Y esto es la parte fácil de lo que se necesitaría. Es mucho más problemático aprender a convivir con las largas temporadas de inactividad laboral de las que dispondremos. Y lo es todavía mucho más aprender a vivir sin certezas.
http://www.otraspoliticas.com/educacion/educar-para-la-incertidumbre
Justo; “la clave esta en la educación”. Pero aquí se siguen enseñando el principio de autoridad frente al espíritu critico, las verdades absolutas frente a la creatividad y el “esta todo inventado” que a mi me decían en un reputado colegio frente a la curiosidad y el atrevimiento intelectual. Aquí sigue imperando en binomio pastor/ovejas frente a la responsabilidad de la propia vida.
Nos consideramos muy europeos, en la “champion league” de su fundación, pero desconocemos la ilustración francesa, el empirimsmo ingles y el renacimiento italiano. Por estos lares seguimos creyendo en las sucesiones dinasticas y demás cuentos de hadas. Así nos va.
Muy interesante, Jesús, lo que planteáis
Con frecuencia, se habla de potenciar la formación profesional (dual), pero vuestro planteamiento apunta a que puede ser una mala idea, ya que seguramente dificulte el reciclaje y aboque a salarios reales muy reducidos
¿No te parece?
Saludos
Penny, no hay que mirar sólo la cantidad de salario que percibes, hay que mirar qué obtienes con él. Es decir, mi salario se puede reducir, pero si con él tengo acceso a más bienes o servicios que antes, el resultado final es que soy más rico, aunque en mi cuenta corriente haya menos.
En eso la evolución de la tecnología juega un papel clave, puesto que proporciona saltos de eficiencia -hacer lo mismo pero más rápido o con menos coste de capital (humano o financiero) o saltos conceptuales -hacer cosas nuevas que antes ni siquiera se imaginaban que se podían hacer.
Cada vez me doy más cuenta de lo profundamente equivocados que estáis los que vais en la dirección correcta, esto es, la que marca el avance científico y tecnológico. Eso sí, aunque el maquinismo agrario tuvo su Ludd, el maquinismo cibernético no tiene Luditas, de hecho Luddite es ahora un estupendo vino sudafricano. Lo triste del caso es que os escribo desde una maquinita de estas ante las cuales pasamos tanto tiempo, la mayoría de la gente sin pensar, sino creyendo que piensa. Todo esto ya se lee en Dyson, en Kaku, en otros muchos, pero os digo que no, que la única posibilidad que nos queda es la de profundizar en la ética. Por cierto, Sr. Oquendo, una de la tareas en la que aburridos ciudadanos solitarios irán en sus googlecoches a trabajar será la de abogado, si se atiene uno a los autores que nos explican todo lo que avanza el mundo. La educación no está hecha para “mover” personas de un sitio para otro, la educacion esta hecha para sacar lo que el individuo lleva dentro, respetándole como tal individuo, no como parte de un sistema ni como una pieza de un engranaje productivo. Tengo que leerme veustrs libros, ya digo, para convencerme de lo peligrosas que son vuestras buenas intenciones, de las que el infierno siempre estuvo empedrado. entre “Yo Robot” y Huxley, Googlecars, ggoglegafas, y mis datos privados cedidos por cuatro compañías a quien le interese yo creo que nos hace falta un John Ludd y, por lo demás, si créeis de verdad que Deep Blue ganó la partida es que no tenéis ni idea de qué va el ajedrez, porque, desde luego, no va de ganar la partida.
Lo diré de otra forma: me importa un bledo cuánto de eficientes puedan ser unos jardineros robóticos y lo nada que me cueste incluso la amortización de su adquisición, yo quiero a las personas mentalmente discapacitadas de la Fundación Trébol cuidando mi jardín. Cada vez que ellos meten la pata, mis flores ganan en sabiduría y yo también. Es posible que mi cuenta corriente sea más pequeña, pero libremente lo prefiero así, ni me lo impone una ley ni me lo impone “el futuro” y tampoco me lo impone Jeremías Bentham, faltaba más…
¡Bravo Jesús! Me proclamo presidente de tu club de fans.
Sin un ápice de ironía, saludos.
Es que solo se habla del “homo economicus” y muy limitadamente. Yo aspiro a más.
Cuando las máquinas y robots ejecuten gran parte del trabajo que hacemos los humanos (incluidas las tareas que ahora parecen rebeldes a la mecanización), habrá que trabajar menos para trabajar todos. Ideas muy criticadas actualmente, como la semana de 35 horas (o de 20) y la jubilación a los 55 años (o antes) volverán a cobrar vigencia. A menos trabajo, mayor reparto del mismo. Trabajar todos para tener todos ingresos, aunque sea menos cantidad (reparto del trabajo y del salario). Se acabó la maldición bíblica y la regla de los tres ochos (8 horas para trabajar, 8 para dormir y 8 para lo demás). Y a disfrutar de la vida, del deporte, de aprender japonés o suajili y, en general, del Santo Ocio.
Efectivamente, las tareas rutinarias, que son muchísimas, serán hechas por máquinas.
Curiosamente, ello va revivir debates marxistas. Uno será el la propiedad de los medios de producción, esos que hacen tareas rutinarias como fabricas de coches robotizadas.
Otro será el de las clases sociales, no divididas en ricos y proletarios, sino por su educación. Los que solo pueden hacer tareas mas o menos rutinarias (repetir, memorizar, ¿suena conocido?) y los educados para el pensamiento abstracto, para la incertidumbre, para el liderazgo.
Me parece un comentario muy acertado, aunque creo que en el segundo punto no hay mucho debate. Es sólo cuestión de tiempo que cualquier tarea repetitiva o rutinaria o bien se automatice o aparezca una tecnología que la haga innecesaria. Mi única duda es cuánto tiempo falta.
Hay otro debate mucho más interesante, y es que a medida que las tareas se vuelven más complejas, los criterios que las máquinas tienen para hacerlas tienen que reflejar los criterios de los humanos que ejecutan hoy esas tareas. Y esos criterios no siempre están claros, o son tan complejos que no nos fiamos de que una máquina los pueda reproducir fielmente. O contienen dilemas morales cuya solución ni siquiera tenemos clara nosotros.
A medida que la tecnología avanza, cada vez fiamos más a las máquinas. Un ejemplo perfecto es el GoogleCar. Hace veinte años nadie en su sano juicio ni siquiera se plantearía permitir a un artefacto robotizado circular por una carretera, y sin embargo hoy esa idea está sobre la mesa.
Al final, y durante mucho tiempo, crearemos con tecnología más y más ayudas para todo, pero habrá cosas que no veremos ni nosotros ni como mínimo en dos otres generaciones más: aviones de pasajeros pilotados por robots, jueces, abogados y fiscales automatizados (menos el día de los inocentes en este sitio, por supuesto) o cirujanos robots completamente autónomos, por poner un ejemplo.
Seguirá habiendo trabajo en el futuro, pero de dos clases: por un lado los que diseñan las máquinas y por otro aquéllos que, ayudados por máquinas, hacen cosas donde se requiera el factor humano en las decisiones.
Efectivamente, las tareas rutinarias, que son muchísimas, serán hechas por máquinas.
Curiosamente, ello va revivir debates marxistas. Uno será el la propiedad de los medios de producción, esos que hacen tareas rutinarias como fabricas de coches robotizadas.
Otro será el de las clases sociales, no divididas en ricos y proletarios, sino por su educación. Los que solo pueden hacer tareas mas o menos rutinarias (repetir, memorizar, ¿suena conocido?) y los educados para el pensamiento abstracto, para la incertidumbre, para el liderazgo.
La conclusión de más desigualdad es aterradora en el marco de la desatada brecha de desigualdad que impera desde los años 80. Sólo unos datos: las 10 personas más ricas del mundo acumulan mayor riqueza que toda la economía francesa (5ª del mundo) y las 20 tienen recursos iguales a los de los 1.000 millones más pobres. Es claro que algo no funciona y que lo harían mejor los ordenadores que nuestras supuestas élites dirigentes. Recomiendo la lectura del brillante opúsculo de Zygmunt BAUMAN ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? de donde he extraído esos datos. Parece que la mano invisible de Adam Smith en realidad es una mano negra movida por la élite financiera a costa de los ciudadanos. Si no se rompe esta dinámica de desigualdad y de destrucción de las clases medias, que no hace más que acrecentarse aceleradamente, no puede augurarse nada bueno para un futuro cada vez más próximo.
A mí esas cifras que se suelen utilizar, tan llamativas, siempre me provocan escarbar.
¿Quiere decir que los activos netos (menos deudas) de los diez mñas ricos del mundo superan al PIB Francés?
Si es así, hay un problema en comparar un cantidad stock (riqueza neta que poseo en un momento dado) con una cantidad de flujo (valor de los bienes y servicios generados en un pais durante un año), no son de la misma naturaleza y por tanto, aunque llamativas, nada significan.
Si lo que quiere decir es que los activos netos de esas diez personas (su riqueza) supera al valor de todos los activos públicos y privados, o solo públicos (?), de Francia (incalculable: imagine solo El Louvre) directamente le aseguro que es falso de toda falsedad.
La conclusión de más desigualdad es aterradora en el marco de la desatada brecha de desigualdad que impera desde los años 80. Sólo unos datos: las 10 personas más ricas del mundo acumulan mayor riqueza que toda la economía francesa (5ª del mundo) y las 20 tienen recursos iguales a los de los 1.000 millones más pobres. Es claro que algo no funciona y que lo harían mejor los ordenadores que nuestras supuestas élites dirigentes. Recomiendo la lectura del brillante opúsculo de Zygmunt BAUMAN ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? de donde he extraído esos datos. Parece que la mano invisible de Adam Smith en realidad es una mano negra movida por la élite financiera a costa de los ciudadanos. Si no se rompe esta dinámica de desigualdad y de destrucción de las clases medias, que no hace más que acrecentarse aceleradamente, no puede augurarse nada bueno para un futuro cada vez más próximo.
A mi no me cabe duda de que no solo hay algo que no funciona sino que hay muuuuuchas cosas que pueden y deben funcionar mejor. Como la gente que escribe en este blog nos recuerda cada día.
Pero tampoco me cabe ninguna duda de que mirando con perspectiva la historia de la humanidad, en ninguna época tanta gente ha vivido mejor y ha tenido tantas posibilidades ni libertad para desarrollarlas como en la actual (salvando microciclos puntuales y digo micro a escala histórica).
Elija Vd. el indicador que quiera (Ya que la vida es tiempo, ¿qué tal la esperanza de vida para empezar?) analice su evolución a lo largo de la historia y comprobará que desde el primer mono bajó de los árboles la raza humana no ha dejado de progresar.
BAUMAN lo deja bien claro en una entrevista en El Confidencial de hoy, que resumo en los siguientes puntos:
1.- La calidad de vida no se mide por el ingreso medio, que es una ficción estadística, sino por el grado de desigualdad en los ingresos, que se ha disparado desde el inicio de la crisis.
2.- Hoy nadie se siente seguro ni confía en el porvenir porque todo depende de no perder tu puesto de trabajo y esto puede suceder en cualquier momento.
3 .- Por primera vez desde 1950, las nuevas generaciones viven peor que la de sus padres.
4.- Se ha roto el pacto no escrito que dignificaba el capitalismo, según el cual los privilegios conllevan también obligaciones para devolver a la sociedad lo que se ha recibido de ella.
5.- Las nuevas élites financieras, que se siguen enriqueciendo a costa de la economía real por la mera transferencia de lo ya existente sin crear ninguna nueva riqueza, se han desvinculado de los lugares donde residen ya que con un simple click de ordenador pueden trasladar sus fortunas a otros lugares.
6.- Gran divorcio entre el poder real , que es transnacional y la política que sigue siendo local, lo que hace que los gobiernos no cuenten con los resortes necesarios para ejecutar sus políticas.
A mi no me cabe duda de que no solo hay algo que no funciona sino que hay muuuuuchas cosas que pueden y deben funcionar mejor. Como la gente que escribe en este blog nos recuerda cada día.
Pero tampoco me cabe ninguna duda de que mirando con perspectiva la historia de la humanidad, en ninguna época tanta gente ha vivido mejor y ha tenido tantas posibilidades ni libertad para desarrollarlas como en la actual (salvando microciclos puntuales y digo micro a escala histórica).
Elija Vd. el indicador que quiera (Ya que la vida es tiempo, ¿qué tal la esperanza de vida para empezar?) analice su evolución a lo largo de la historia y comprobará que desde el primer mono bajó de los árboles la raza humana no ha dejado de progresar.
Interesantísimo artículo. Solo me gustaría aportar algunos matices sobre el tema de los coches automáticos. Coches que no precisaban conductor, yo los vi en el año 1992, en Estados Unidos (creo que Universidad de Illinois). En aquella época, se montaba sobre un gran Ford Lincoln que en su espacioso maletero llevaba todo el hardware necesario para procesar los datos de los sensores y guiar el coche. En aquella época, hace más de 20 años, nadie dudaba que un coche que no precisara conductor era viable. Pero 20 años despúes está llegando el momento. Entre las anécdotas de las dificultades que tenían aquellos coches hace 20 años era que … cuando nevaba, el coche perdía las referencias de las carreteras … y se perdía. Supongo que está solucionado …
En cualquier caso, me sorprende que no se haya comentado que hoy en día, como en muchos otros temas de automatización, el problema no es tecnológico, sino legal, pero legal de responsabilidad. Lo que debe decidirse, y sin eso no se avanzará en la automatización es … ¿y si el coche falla, hay un accidente y los pasajeros mueren .. quién es responsable? El fabricante? El estado? El “no-conductor”. Sin responder a esa pregunta no habrá coches automáticos, y esa pregunta no estamos cerca de responderla.
Interesantísimo artículo. Solo me gustaría aportar algunos matices sobre el tema de los coches automáticos. Coches que no precisaban conductor, yo los vi en el año 1992, en Estados Unidos (creo que Universidad de Illinois). En aquella época, se montaba sobre un gran Ford Lincoln que en su espacioso maletero llevaba todo el hardware necesario para procesar los datos de los sensores y guiar el coche. En aquella época, hace más de 20 años, nadie dudaba que un coche que no precisara conductor era viable. Pero 20 años despúes está llegando el momento. Entre las anécdotas de las dificultades que tenían aquellos coches hace 20 años era que … cuando nevaba, el coche perdía las referencias de las carreteras … y se perdía. Supongo que está solucionado …
En cualquier caso, me sorprende que no se haya comentado que hoy en día, como en muchos otros temas de automatización, el problema no es tecnológico, sino legal, pero legal de responsabilidad. Lo que debe decidirse, y sin eso no se avanzará en la automatización es … ¿y si el coche falla, hay un accidente y los pasajeros mueren .. quién es responsable? El fabricante? El estado? El “no-conductor”. Sin responder a esa pregunta no habrá coches automáticos, y esa pregunta no estamos cerca de responderla.
Ante los evidentes retos que se plantean en esta época de cambio de paradigma solo hay una respuesta evidente: El Progreso es imparable salvo si se ejecuta una operación de coacción masiva y generalizada. Algunos debates actuales me recuerdan la famosa carta critica dirigida por Bastiat al gobierno de Francia exigiendo que para la protección de la industria asociada a la cera de abeja se prohibiera la electricidad.
Es evidente que muchas profesiones desaparecerán, como lo hicieron en el pasado. El problema es de ritmo y de transición a algo desconocido. Muchas otras profesiones surgirán. El entorno será mucho más dinámico y los actores deberemos adaptarnos, si pena de quedar reducidos a una especie de marginalidad obsolescente.
Hay que vencer la tentación del líder, sistema o estado que todo lo arregla, contra toda evidencia empírica. Hay que permitir que la sociedad ensaye fórmulas y depure sus errores. Es mucho más fácil depurar un millón de errores en una sociedad abierta que uno sólo cometido por quien manda. Tanto más cuanto mayor sea la concentración de poder.
Y tener en cuenta otra ley no escrita de la historia de la humanidad. El ser humanó siempre ha sido capaz de progresar y producir en el aspecto técnico y productivo, una vez que descubrió y empezó a en tender la institución del mercado. Sin embargo la producción de bienes morales y éticos siempre ha sido deficitaria y lo será por siempre.
Ante los evidentes retos que se plantean en esta época de cambio de paradigma solo hay una respuesta evidente: El Progreso es imparable salvo si se ejecuta una operación de coacción masiva y generalizada. Algunos debates actuales me recuerdan la famosa carta critica dirigida por Bastiat al gobierno de Francia exigiendo que para la protección de la industria asociada a la cera de abeja se prohibiera la electricidad.
Es evidente que muchas profesiones desaparecerán, como lo hicieron en el pasado. El problema es de ritmo y de transición a algo desconocido. Muchas otras profesiones surgirán. El entorno será mucho más dinámico y los actores deberemos adaptarnos, si pena de quedar reducidos a una especie de marginalidad obsolescente.
Hay que vencer la tentación del líder, sistema o estado que todo lo arregla, contra toda evidencia empírica. Hay que permitir que la sociedad ensaye fórmulas y depure sus errores. Es mucho más fácil depurar un millón de errores en una sociedad abierta que uno sólo cometido por quien manda. Tanto más cuanto mayor sea la concentración de poder.
Y tener en cuenta otra ley no escrita de la historia de la humanidad. El ser humanó siempre ha sido capaz de progresar y producir en el aspecto técnico y productivo, una vez que descubrió y empezó a en tender la institución del mercado. Sin embargo la producción de bienes morales y éticos siempre ha sido deficitaria y lo será por siempre.
Yo veo un gran problema de base en todos estos ejercicios de prospectiva a largo plazo:
Se visiona el futuro partiendo de lo que hoy existe y su probable evolución. Pero no se tiene en cuenta, obviamente, lo que hoy todavía no existe y el ingenio humano irá descubriendo e inventando.
Será que soy un optimista antropológico (Uy, menté la bicha!
Yo veo un gran problema de base en todos estos ejercicios de prospectiva a largo plazo:
Se visiona el futuro partiendo de lo que hoy existe y su probable evolución. Pero no se tiene en cuenta, obviamente, lo que hoy todavía no existe y el ingenio humano irá descubriendo e inventando.
Será que soy un optimista antropológico (Uy, menté la bicha!
Lo cierto es que estamos ante un cambio de paradigma, salimos de una economía industrial de producción en serie y monótona (Repetitiva), para entrar en una economía del conocimiento donde nuestra percepción del mundo, lejos de los prejuicios, complejos, o ignorancia, está por ser cambiada casi en su totalidad. Comenzamos a ver la realidad desde fuera de la caverna.
En 2013 desde la Universidad de Oxford, se publico un informe que sin duda ha inspirado estas palabras y otras muchas, en él se vaticina que el 47% de las ocupaciones actuales desaparecerán en los próximos 15 años. El concepto de RPS (Routine Problem Solving) como se reconoce a las Tareas Rutinarias en los procesos de organización del trabajo, no solo afecta a los trabajos manuales tradicionalmente industriales, sino también a los intelectuales dentro de los procesos workflows que en el 99,99% de las organizaciones Públicas y Privadas desempeñan.
La organización científica del trabajo, según los modelos de Taylor o Ford, están llamadas a su extinción. El nuevo paradigma del trabajo se denomina Complex Problem Solving (CPS) y se centra en la combinación de la Creatividad, con en análisis (técnico, metodológico, psicológico y social). Este nuevo escenario de trabajo plantea la resolución de retos que son nuevos, ni son fácilmente solucionables a simple vista (se precisa trabajar con grandes cantidades de datos, variables y conocimientos), además tienen múltiples soluciones posibles lo plantea el reto de la eficiencia personalizada. Desde los trabajos de Peter Senge en 1991 aún nos cuesta mucho salir del pensamiento lineal causa-efecto para entrar a comprender los nuevos modelos sistémicos.
Sobre los augurios de ejércitos de parados y el incremento de la brecha social, es posible evitarla si se transforma urgentemente el sistema educativo, desde la Infantil, hasta la Terciaria. Las Universidades deben de asumir este gran cambio, sino serán de las primeras instituciones que verán como empiezan a desaparecer.
La nueva generación de alumnos, ya salen de los institutos y colegios con un espíritu crítico que está generando importantes impactos en los modelos de la sociedad a nivel global. Profesionales que no aceptan una explicación con actos de Fé, sino que esperan un razonamiento lógico y convincente. Casos como el sargento U.S. Bowe Bergdahl, o como el Tte. E.T. Gonzalo Segura, son una pequeña muestra de cómo la nueva generación no aceptan determinados modelos, en las empresas, sobretodo en los puestos de mandos intermedios, y alta dirección este tema es de una gran preocupación. Las cosas empiezan a cambiar, y no solo es una cuestión de tipo metodológico o tecnológico.
Lo cierto es que estamos ante un cambio de paradigma, salimos de una economía industrial de producción en serie y monótona (Repetitiva), para entrar en una economía del conocimiento donde nuestra percepción del mundo, lejos de los prejuicios, complejos, o ignorancia, está por ser cambiada casi en su totalidad. Comenzamos a ver la realidad desde fuera de la caverna.
En 2013 desde la Universidad de Oxford, se publico un informe que sin duda ha inspirado estas palabras y otras muchas, en él se vaticina que el 47% de las ocupaciones actuales desaparecerán en los próximos 15 años. El concepto de RPS (Routine Problem Solving) como se reconoce a las Tareas Rutinarias en los procesos de organización del trabajo, no solo afecta a los trabajos manuales tradicionalmente industriales, sino también a los intelectuales dentro de los procesos workflows que en el 99,99% de las organizaciones Públicas y Privadas desempeñan.
La organización científica del trabajo, según los modelos de Taylor o Ford, están llamadas a su extinción. El nuevo paradigma del trabajo se denomina Complex Problem Solving (CPS) y se centra en la combinación de la Creatividad, con en análisis (técnico, metodológico, psicológico y social). Este nuevo escenario de trabajo plantea la resolución de retos que son nuevos, ni son fácilmente solucionables a simple vista (se precisa trabajar con grandes cantidades de datos, variables y conocimientos), además tienen múltiples soluciones posibles lo plantea el reto de la eficiencia personalizada. Desde los trabajos de Peter Senge en 1991 aún nos cuesta mucho salir del pensamiento lineal causa-efecto para entrar a comprender los nuevos modelos sistémicos.
Sobre los augurios de ejércitos de parados y el incremento de la brecha social, es posible evitarla si se transforma urgentemente el sistema educativo, desde la Infantil, hasta la Terciaria. Las Universidades deben de asumir este gran cambio, sino serán de las primeras instituciones que verán como empiezan a desaparecer.
La nueva generación de alumnos, ya salen de los institutos y colegios con un espíritu crítico que está generando importantes impactos en los modelos de la sociedad a nivel global. Profesionales que no aceptan una explicación con actos de Fé, sino que esperan un razonamiento lógico y convincente. Casos como el sargento U.S. Bowe Bergdahl, o como el Tte. E.T. Gonzalo Segura, son una pequeña muestra de cómo la nueva generación no aceptan determinados modelos, en las empresas, sobretodo en los puestos de mandos intermedios, y alta dirección este tema es de una gran preocupación. Las cosas empiezan a cambiar, y no solo es una cuestión de tipo metodológico o tecnológico.