” La corrupción engendra corrupción”, tribuna en El Mundo de la coeditora Elisa de la Nuez

Ahora que la contemplación diaria de los resultados de la corrupción y el mal gobierno generalizado nos ha dejado tan claro el pésimo funcionamiento de nuestras instituciones, especialmente de las de supervisión y control, el sistema político nacido en la Transición empieza a incurrir en una especie de esquizofrenia. Por una parte, tiene que atender al clamor ciudadano y a las recomendaciones internacionales para fortalecer los mecanismos de lucha contra la corrupción -muy especialmente la transparencia- pero por otro lado quiere hacerlo intentando no comprometer el sistema clientelar subyacente y de captura de rentas públicas del que depende en gran medida su subsistencia. De ahí que las medidas de regeneración que se proponen sean siempre a futuro, y nunca obliguen a asumir las muy presentes responsabilidades del aquí y ahora, o que se pretenda controlar el frente judicial que tantos daños colaterales es todavía capaz de causar, ya sea vía CGPJ o con el nuevo Proyecto de Ley Orgánica del Poder Judicial. En fin, se persigue la cuadratura del círculo, luchar contra la corrupción y el mal gobierno pero sin cuestionar sus causas y sobre todo a sus responsables.

Las encuestas del CIS ponen de manifiesto una y otra vez que la corrupción política es uno de los principales problemas para los ciudadanos españoles: 9 de cada 10 españoles creen que está muy o bastante extendida. A esto se une la desconfianza y desafección creciente en las instituciones, que alcanza en el último barómetro del CIS máximos históricos. Los informes europeos apuntan en la misma dirección, como revelan los datos del último informe de la Comisión sobre corrupción de febrero de este año.

Según este informe, en nuestro país el soborno no es habitual, pero la corrupción en sentido amplio constituye una grave preocupación. Si buscamos consuelo, podemos recordar que tres cuartas partes de los encuestados europeos piensan que la corrupción está muy extendida en su país. Eso sí, los países en que más ciudadanos piensan que es así son Grecia (99 %), Italia (97 %), Lituana, España y la República Checa (95 %). No es para estar muy orgullosos.

En todo caso, conviene recordar que la percepción de la corrupción tiene mucho que ver con la falta de transparencia y de mecanismos de exigencia y rendición de cuentas y con la falta de asunción de responsabilidades ya sean jurídicas o políticas. En definitiva, con la percepción de la impunidad que gozan los corruptos y los malos gestores tan característica de nuestro país. Y es que según la definición ya clásica de Klitgaard corrupción = monopolio en la toma de decisiones + discrecionalidad – rendición de cuentas.

La llamada teoría política del agente y el principal considera que los problemas de corrupción y mal gobierno aparecen cuando el agente (el representante político) coloca sus propios intereses por encima de los de su principal (el ciudadano). Porque es frecuente que principal y agente no tengan siempre los mismos intereses. Es más, lo normal es que sus intereses sean divergentes, lo que constituye un incentivo para que el agente decida actuar en beneficio propio y no en beneficio de su principal. Por ejemplo, haciendo recortes en el gasto público muy sensibles para el ciudadano antes que recortes en el gasto político, muy sensibles para el político.

Por otro lado, lo habitual es que el ciudadano no disponga nunca de toda la información sobre la actuación de su representante político. Una cultura política como la española, donde prevalece la opacidad, ofrece grandes oportunidades para que el agente pueda actuar en contra de los deseos e intereses del principal confiando en que con un poco de suerte, éste no se va a enterar de cómo funcionan las cosas, o de que se enterará demasiado tarde. La situación actual de los medios de comunicación en España contribuye de manera decisiva al mantenimiento de esta situación, aunque finalmente algunos casos acaben saliendo a la luz. Pero siempre se puede decir que son excepciones y no la regla general.

Pero el problema más grave surge cuando el ciudadano no está tan deseoso como podría parecer a primera vista de controlar al agente, es decir, a su representante político. O dicho de otra forma ¿qué ocurre si el ciudadano está dispuesto a hacer la vista gorda siempre que se trate de sus agentes? Pues que se produce el fenómeno del sálvese quien pueda, de los que tantos ejemplos que vemos a diario.

Efectivamente, la teoría política nos dice que las soluciones que pretenden atajar la corrupción y el mal gobierno suelen funcionar en entornos de baja corrupción donde se espera que los representantes políticos actúen en interés de los ciudadanos. En esta situación, cuando se observan incumplimientos puntuales, basta con introducir reformas que aumenten la exigencia de transparencia y de rendición de cuentas, o que penalicen estas conductas para desincentivarlas. Se trata de casos excepcionales, dado que el ciudadano es muy exigente en la defensa de sus intereses y se esfuerza en controlar a todos los políticos por igual, con independencia del partido al que pertenezcan como sucede en los países con un menor nivel de corrupción como los nórdicos.

Sin embargo, en países como Italia, Grecia y España en los que la percepción social de la corrupción es muy alta, la mayor parte de los ciudadanos cree que todos los agentes políticos son igualmente corruptos y que siempre van a anteponer sus propios intereses a los suyos. Lo decisivo es que esta mala opinión se extiende incluso a los nuevos agentes o nuevos partidos. El ciudadano piensa que «todos son iguales» y que por tanto se van a compartar como élites extractivas, por usar la expresión que ha popularizado Cesar Molinas. Esta creencia dificulta enormemente la llegada de nuevos políticos, que tienen que demostrar su inocencia, y beneficia a los que ya están establecidos por corruptos que sean en la medida en que esa percepción o favorece la abstención o les favorece a ellos. Efectivamente, si todos los políticos son iguales, el ciudadano optará no por el más honesto o más eficiente -que por definición no existe- sino por el más próximo.

Como ha señalado el profesor Bo Rothstein, de la Universidad de Goteburgo (Suecia), especialista en el tema, en estos entornos se genera un círculo vicioso de desconfianza general que incentiva aún más la corrupción y el mal gobierno que resultan mucho más difícil de combatir.

Los ciudadanos ya no pueden confiar en los políticos, los empleados públicos o simplemente en las personas que no conocen. Nadie cree de verdad que las instituciones sean neutrales y que protejan y garanticen por igual los derechos de todos los ciudadanos, por lo que es más seguro tener un contacto que facilite las cosas. Predomina la confianza particularizada en los grupos, familias, clientelas o partidos políticos por encima de la confianza en toda la sociedad y en sus instituciones. Las empresas ya no piensan que pueden obtener contratos públicos si no contratan al conseguidor de turno, o si no practican de forma compulsiva la revolvingdoor y llenan sus consejos de administración de ex políticos. Las redes informales de confianza sustituyen a las institucionales y se instala la percepción del sálvese quien pueda o más bien del salvemos a los nuestros que ahonda todavía más el círculo vicioso.

No parece exagerado concluir que en España nos estamos deslizando por esta peligrosa pendiente. El entorno de crisis económica contribuye a agudizar el problema, lo mismo que la voluntad de muchos responsables de la corrupción y el mal gobierno de eludir los tribunales de Justicia. ¿Cómo salimos de esta espiral? La respuesta no es fácil, pero sin duda pasa por convertirnos en ciudadanos exigentes y en impedir que quienes dirigen una administración pública puedan usarla de forma patrimonial para construir o mantener redes clientelares que les mantengan en el poder con el dinero de todos los contribuyentes. Para eso, lo primero es no votar a los partidos que hacen este tipo de política y dar una oportunidad a los que no funcionan así. Tenemos una gran oportunidad a la vuelta de la esquina.

“In God We Trust”

En 1864, durante la Guerra Civil americana, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la inclusión de la leyenda In God We Trust en las monedas de dólar. En 1956 (y, según parece, en el contexto de la guerra fría con la descreída Unión Soviética) el Congreso convirtió ese texto en el lema de la nación americana. Un año más tarde se comenzó a imprimir la frase en los billetes. El Congreso ha reafirmado el lema en varias ocasiones, la última de ellas en 2011, con una mayoría aplastante (396 votos favorables, solo 9 negativos).
 
Esta decisión es chocante para un jurista, porque parece poner la religión en el corazón del Estado, rompiendo el principio de laicidad, que no es más que una manifestación del de no discriminación. Un Estado y una Constitución e incluso algo de tan nebuloso valor político y jurídico como el lema o los símbolos nacionales deben pretender representar y apadrinar a todos los ciudadanos. Pero la figura de Dios no es la bandera de los ateos; ni siquiera es la de todos los que profesan una religión, porque las hay, como el budismo, que no son teístas.
 
De hecho, la Primera Enmienda a la Constitución americana, en su primer inciso, la llamada “cláusula de establecimiento”, proclama lo siguiente:

Congress shall make no law respecting an establishment of religion

Y sobre esta base, como era de esperar, se han entablado acciones judiciales para erradicar aquel lema o al menos sacarlo de las monedas y billetes.  Sin embargo, me ha sorprendido también comprobar que los Tribunales americanos siempre han desestimado esas demandas con contundencia.  Remito a la página de Wikipedia sobre el particular para más detalles. En las sentencias más atrevidas se dice que las instituciones del país presuponen la existencia de un Ser Supremo. Otras sencillamente declaran que el concepto de Dios que maneja el lema es una noción “ceremonial” y “secularizada”, que no pugna con la cláusula de establecimiento.
Pues bien, esto último me ha resultado sugerente. ¿Qué puede querer decir ese concepto de Dios “secularizado”? En efecto, el problema cobra una nueva dimensión y se vuelve apasionante si se plantea desde una óptica epistemológica: ¿cuál es la definición correcta de la palabra “Dios”? Bajo esta perspectiva, y suponiendo que diéramos en el clavo alumbrando un concepto que mereciera “adoración” generalizada,  no procedería una declaración de inconstitucionalidad del lema de marras, sino una mera sentencia interpretativa: si se lee bien, si se entiende por God lo que corresponde, el texto es legítimo.
Me he embarcado en esta empresa y a fin de salir airoso de ella, quiero utilizar y ya por última vez en este Blog, para no ser pesado, el “método Cenicienta”. Vengo defendiendo que un concepto se debe construir como una cuerda con dos extremos: la zapatilla y la chica que, por ser capaz de calzársela, demuestra ser una esposa y reina idónea; esto es, un medio y un fin. Ambos son realidades empíricas: una la que es y otra la que queremos que sea. Y entre ambas hay una relación dialéctica: si el fin propuesto es uno, atenderemos a unos datos y no a otros; de igual modo, la realidad de partida es un condicionante que nos obliga reajustar los objetivos en un sentido u otro.
En este caso, presumo que la Cenicienta, el fin, es establecer una norma de conducta, unos mandamientos que den sentido y orientación a la vida. En cuanto a la zapatilla, el instrumento que pone de manifiesto cuál es la voluntad divina al respecto, debemos atender, si queremos -conforme al plan que nos hemos marcado- ser objetivos, a la realidad del mundo. Y ello sin discriminación, considerando el orbe entero, el cual –como es sabido- es un cuadro hecho de luces y de sombras: bestias inmundas, paisajes desoladores y emociones abyectas, a la vez que criaturas amables, imágenes bellísimas y sensaciones sublimes. Este cuadro podría quizá responder a un plan, pero si lo esconde, no nos resulta aparente. Siendo prácticos, podemos aparcar el debate de si todo es fruto de un designio o solo del azar combinado con las leyes de la física y la evolución. Evidentemente, lo único accesible a nuestra razón es esto último, porque un designio latente podrá existir, pero en todo caso no hay quien lo pille: es inescrutable. Así las cosas, dado lo críptica que es nuestra zapatilla, ¿no hay nada en ella que nos ilumine sobre el paradero de Cenicienta, que permita la concreción del fin, que le dé significado a la vida? Pues un poco, un poco sí: al menos está claro que eso es lo que “es” y hay que aceptarlo. Por supuesto, no se debe renunciar a cambiar las cosas perfectibles, pero ello sin hacerse mala sangre. Contra el azar, no puede uno irritarse y contra una voluntad indescifrable, tampoco. Esto debería infundir cierta paz. Además ha de notarse que el teatro del mundo discurre con absoluto desprecio hacia el ego humano, que es un juguete en manos de las olas y los vientos. La evolución nos ha imbuido la idea de que la propia supervivencia es un asunto crucial, pero nada en la realidad que nos circunda confirma esa impresión. Y esta constatación inspira un cierto desapego ante los éxitos y fracasos de nuestras vidas y compasión ante los vaivenes de los demás, al verles cómo se afanan por ganar o perder.
Y no se me ocurre nada más. Yo desde luego, me apresuro a aclarar, no me aplico en absoluto el cuento y carezco de las virtudes y la serenidad que deberían propiciar estas reflexiones. Pero, sobre una base puramente intelectual, creo que este es el concepto jurídicamente admisible de lo divino. Ciertamente, es una idea muy esbelta, pero ahí reside su atractivo. Por esa misma razón debería granjearse la “adoración” que perseguíamos. Se podrá expresar y delimitar mejor, mas en lo esencial, ¿quién puede negar que este concepto de Dios se nutre de hechos adverados y de un sencillo análisis de los mismos? Desde luego, no veo aquí contradicción con el planteamiento ateo: solo he dicho que algo (no alguien) nos gobierna. Y tampoco hay incompatibilidad con los postulados de la mayoría de las religiones: de acuerdo, no hemos personificado a Dios en la figura de un Señor con nombre y apellidos, pero nos ponemos a su servicio, que es lo que cuenta. Recordemos, en este sentido, que Islam significa “rendición”. Jesús dijo “niégate a ti mismo”, no te des tanta importancia. Y los maestros budistas proclaman “no self (no ego), no problem”.
Cuestión distinta es que, extramuros de este core concept, cada cual puede completar la idea con las creencias que juzgue oportunas, sobre la base de revelaciones de profetas o construcciones de las escuelas religiosas o filosóficas. Estas podrán tener la virtualidad que proceda a la hora de dirigir la conducta personal hacia aquí o allá. Lo único que se pide es que, a efectos prácticos, cuando se trata de resolver problemas de convivencia, todos volvamos los ojos al cogollo de lo divino, a lo que, por estar basado en hechos probados y apuntar a una realidad amable, puede concitar el necesario consenso.
Sin embargo, quizá la mayor oposición a la aceptación de este lema, incluso con el contenido destilado que le asigno, venga, curiosamente, del bando ateo. He tenido ocasión de contrastar esta propuesta con mi amigo el Profesor Mesa, ateo combativo (atheist, como dicen los anglosajones), quien ha fruncido el ceño. ¿Para qué llamarle a esto Dios, se dice, si no es más que unos rudimentos de ética?
Hay una primera razón poderosa: para que un concepto tan catalizador de pasiones, juegue a favor del bien y no del mal. Es paradójico que las invocaciones a Dios que hacen las Naciones y los Gobiernos sirven sobre todo para justificar las guerras y las violaciones de derechos humanos. Y lo es más que ambos bandos impetran a la vez el apoyo divino. Los terroristas del 11-S o el 11-M clamaban que cumplían la voluntad de Dios. El Presidente George Bush justificó la Guerra de Irak con esta perla: God told me to end the tyranny in Iraq. También en el plano doméstico Dios es un cajón de sastre que sirve para acusar y condenar a los enemigos sociales o políticos, cuando fallan los demás argumentos. La Inquisición (recordemos: no solo española sino europea) a menudo servía como instrumento de venganza contra rivales políticos o sociales.  Hace poco Irán ahorcaba a un poeta, disidente político, por el delito de ser “enemigo de Dios”. A quienes cometen estos desmanes hay que poder combatirlos cortando la raíz de su ideología: decirles que incurren en un error epistemológico, que no saben lo que hacen, pues una recta interpretación del concepto de Dios reclama otra cosa.
En segundo lugar, creo que este es un concepto necesario porque llena un hueco de nuestros sistemas políticos y sobre todo del sentimiento que late en los debates sociales. La política necesita también de espiritualidad, al menos en este sentido tan humilde, que consiste en pedir que el objetivo último que nos anime, a la hora de organizar la sociedad, al adoptar medidas económicas y al configurar las relaciones con los otros países, no puede ser solo el egoísta de maximizar el propio beneficio, como persona o como nación, pues se podría renunciar a ciertas ventajas  materiales y seguir teniendo un contento que no precisa de ellas.
Evidentemente todo esto es muy difuso y etéreo: no se traduce así como así en recetas concretas. A lo mejor es simplemente un propósito interno, que queda en la conciencia de cada cual, pero que juega también un papel relevante en la arena política. Cuando se da al César lo que es del César, también, de alguna forma, se está dando a Dios lo que es de Dios, y eso habría que tenerlo presente.

Puntos de aprendizaje

 
El frenesí de nuestro tiempo y la saturación  de información   conspiran   contra ese  “pararse a pensar”, siquiera unos minutos al día, que es la manera que tiene la inteligencia humana de aprender individual y colectivamente.  Y de  conducirse a partir de ahí por el bosque  de la realidad, también de la política cuando esta hace aguas como ahora. Son precisamente estas actividades–pensar y aprender- las que distinguen la polis de la caverna platónica en la que  los prisioneros  no salen de la mera impresión de imágenes inmediatas  e inconexas. Pensar, nos enseña Platón, sería entonces un  “salir a ver” que en sí mismo es ya un aprender. Un viaje de comprensión que se aplica también- y en grado sumo-  a la realidad política.  De ahí que uno de los peligros de nuestra crisis sea precisamente no “darla por pensada” sin aprehender de ella personal y socialmente las muchas lecciones que encierra.  A dicho peligro contribuyen  tanto los afanes que consumen al español  medio para  llegar a fin de mes o buscar barojianamente trabajo o ver de no perderlo,  cuanto al inmenso cansancio personal y colectivo desde 2008 a esta parte.
Para conjurar todo ello salgamos de la vorágine que nos ocupa  y alcemos la mirada inteligente para determinar algunos descubrimientos y aprendizajes que nos  deparan  estas horas  nuestras:
1.  La consustancial fragilidad de nuestro sistema político: Pensábamos que nuestro sistema democrático, basado en el “turno”  y en el clientelismo de la Restauración de Cánovas era, como aquella, indeleble y eterno, bien afianzado. Justo el mismo error de apreciación que precipitó su súbita desaparición en 1923. Así,  los primeros deterioros graves de nuestra calidad democrática se achacaron a la tendencia hegemonista y propensa a la corrupción del partido socialista.  Pero se contrarrestaba –al menos en teoría para una gran parte de votantes- con la mayor pureza y liberalidad de nuestro partido conservador.  Mas los graves  affaires de corrupción del Partido Popular-que dejan en anécdota el caso “estraperlo” que hundió al Gobierno Lerroux-  han finiquitado la “estabilidad correlativa” de nuestro sistema. Y ello a falta de lo que los ciudadanos conozcan en breve nuevos escándalos de largo alcance que afectan a la propia jefatura de  la Comunidad de Madrid. La consabida ausencia  de una real división entre  poderes, la falta de los mínimos “checks and balances” de control y transparencia explican el retorno de la  desconexión orteguiana entre la España oficial y la real. No es casual-y sí bien grave-  que un indicador del CIS, el “Indicador de confianza del sistema gobierno/oposición” (que miran con especial atención  los dos grandes partidos  ya que   mide precisamente el grado de  solidez de nuestro sistema) muestre su nivel más bajo desde  las primeras elecciones democráticas (23,7 puntos en enero 2014 frente al 31, 9 de abril 2012).Así de grave es el declive y así de frágil nuestra situación.
2.  Una  errónea presunción sobre la naturaleza humana: Ha subyacido en nuestro país  un error grave que explica parte del colapso al que asistimos: La exaltación en  los últimos decenios de una visión muy superficial sobre  la  humana naturaleza, que era  tan buena que no hacía falta moral alguna. Y por tanto ningún control de lo público.  Al respecto, pocos países han soportado una erosión tan brutal y en  tan breve tiempo de los valores privados y públicos, sin los cuales como señalaba Allport, “no se puede sobrellevar la pesada carga de toda democracia”.  Volviendo a Platón,  hemos pensado que la  polis se podía construir sin virtud,  de la que  quedan exentos  tanto el gobernado cuanto el gobernante.  Así, de aquel  “bon citoyen”  ilustrado hemos pasado aquí a su  caricatura  situada más allá de lo bueno y de lo malo  y  encaramada a nuestras instituciones fundamentales (partidos, sindicatos, magistraturas, parlamentos, realezas, Ibex 35, etc.),  sin inquirirse nadie ni por sus  currículums vitae ni por su  “ethos” moral. Cualquier regeneración del sistema tendrá, pues, que rehabilitar  el concepto  de “naturaleza falible” del ser humano – y por tanto de la arquitectura política –  que está en la base de la sabiduría  de los grandes  pensadores  políticos clásicos, incluidos los más señeros  del siglo XX (Ortega, Voegelin, Arendt y  Strauss, por ejemplo).  Y deducir los mecanismos de control e intervención correspondientes.
3. Una  percepción  ingenua sobre el poder político: Lo anterior no se explica  sin percatarse de  que hemos confiado cándidamente  en el poder de nuestro  partido ante  el que se ha realizado una auténtica  “dejación de funciones” y abdicación de nuestro yo, cayendo  en aquella “mansedumbre lanar”  que denunciaba Ortega. La Crisis está sirviendo  para descubrir, en esta hora de la verdad,  el rostro verdadero de la naturaleza de los poderes políticos instalados y su profunda desconexión del bien común. El ejemplo más palmario y agresivo, amén de la corrupción campante, es el expolio fiscal “sin contemplaciones” con que dicho poder está asolando a la clase media, no digamos a  los autónomos. Todo ello compatible con que ninguno de los partidos nos haya ofrecido relato alguno de cómo y por qué hemos llegado a este estado de bancarrota nacional ante la que  se despacha  un silencio administrativo tan desdeñoso como implacable.  Urge un movimiento de “ciudadanía vigilante” que parta del principio de que el poder no es bueno por naturaleza y necesita de continúa fiscalización. Un poder  que no muestra ninguna intención de irse, acuciado por el miedo a acciones judiciales que explican  muchas de sus resistencias al cambio. Por eso, ante la merma previsible de votos, sea plausible pensar que  en el 2015 se forme una “Gran Coalición” PP-PSOE como  la solución de defensa del statu quo que agoniza.
4. La índole corrosiva de la mentira: Tal vez sea la auténtica “ley de hierro” que hemos de asimilar en este viaje purgativo: Cómo  la muerte de la verdad y veracidad  ponen en peligro la pervivencia misma de todo un sistema democrático y su correlato económico-financiero. Hemos llegado a un punto de nuestra vida pública y económica donde es tal la falta de transparencia – hay tanto que ocultar- que las elites se conducen  según aquella confesión de Maquiavelo: “Llevo algún tiempo en que nunca digo lo que creo y nunca creo lo que digo; y si a veces me ocurre que digo la verdad, la escondo entre tantas mentiras que es difícil hallarla”. Un dato elocuente de esta  “institucionalización de la mentira” es  su aceptación social y jurídica como estrategia de defensa  según comprobamos abochornados en las comparecencias judiciales de nuestros personajes públicos. Ante ello, hay que rehabilitar urgentemente ese “afán de verdad” que  es  inherente a toda democracia.
Todo aprendizaje, Platón nos lo avisó, tiene algo de doloroso. Y a veces de traumático.  Pero solo podremos salir de la caverna oscura en la que nos hallamos poniendo en práctica personal y colectivamente las enseñanzas debidas.  Porque de lo contrario, mucho me temo,  descenderemos  de la caverna  a “la caverna de la caverna”. Por nosotros que no quede.
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Flash Derecho: bienvenida a la sociedad civil catalana. Nace la Asociación “Societat civil catalana”


Desde el blog queremos dar la bienvenida a la asociación “societat civil catalana” que se ha presentado recientemente en Barcelona y en Madrid
Promovida por un grupo de profesionales y empresarios catalanes se trata de una asociación “apartidista” pero no apolítica, como precisan, que se opone al separatismo y que defiende el Estado de Derecho y los valores democráticos. Destacan que han conseguido agrupar a personas con ideologías muy diversas en un planteamiento común: no a la secesión. Como no tienen las generosas subvenciones públicas -con el dinero de todos, no lo olvidemos-  ni el acceso a los medios “oficiales” con las que cuentan las asociaciones favorables al independentismo, solicitan ayuda a los ciudadanos del resto de España para llevar a cabo su importantísima labor. Que, como ellos dicen, no se acaba el día 9 de noviembre se celebre o no el famoso referendum.
Desde el blog les hemos ofrecido todo nuestro apoyo para contribuir a la difusión de sus planteamientos, de lo que está ocurriendo en Cataluña -muchas veces desconocido para el resto de los españoles- y a la existencia de un debate ilustrado y racional sobre una cuestión esencial para nuestro futuro y nuestra convivencia. Animamos a los colaboradores y lectores a conocerles a ellos y a su manifiesto que pueden encontrar aquí.
La presentación oficial será, el día 23 de abril, día de Sant Jordi, en el Teatre Victoria de Barcelona.
Les deseamos toda la suerte del mundo, nos  va a mucho en ello. Porque, no lo olvidemos, esto no es solo un problema de los catalanes, sino de todos los españoles.

La educación del futbolista profesional (y II): la visión de un ex futbolista

Me llamo Borja Criado.  He sido futbolista profesional durante 8 temporadas y he jugado en todas las categorías del futbol español.  Empecé defendiendo la camiseta del Europa C.E. y de ahí salté al Valencia C.F. donde alterné durante tres temporadas el filial y el primer equipo.  Luego estuve dos temporadas en el R.C.D. Español (también con alternancia);posteriormente estuve en el Ciudad de Murcia y finalmente en el Granada 74 (ambos equipos de segunda división).  Me retiré en 2008 y ahora acabo de aprobar las oposiciones a notario.

 Creo poder decir que he encauzado bien mi vida profesional tras mi etapa en el fútbol de élite.  Sin embargo, no siempre ocurre así, e incluso podría decirse que, en muchas ocasiones, la cosa no termina tan bien.  Y como en muchas otras veces, es un problema fundamentalmente de educación, y no sólo en la etapa profesional, sino mucho antes…

 Empezaré exponiendo específicamente mi caso, contando lo que yo viví y explicaré el porqué de algunos comportamientos, dado que es ahí donde radica el germen de todo.  Fiché por el RCD Espanyol con 12 años después de pasar una prueba (venía del equipo del colegio) y pasé del concepto “equipo de barrio” a lo que hoy conocemos como futbol profesional.  Y digo profesional porque no puede denominarse de otra manera y es que entrenábamos 4 días a la semana por las tardes y llegaba a mi casa todos los días no antes de las 10 de la noche.  Con este nivel de exigencia, no daba tiempo ni para hacer los deberes, ni para estudiar ni para otra cosa que no fuera dedicación exclusiva al fútbol.  Es cierto que teníamos que presentar las notas en el club cada trimestre y, salvo alguna excepción, mis compañeros venían con una relación de suspensos importantes.  Ante ello ¿cuál era el comentario de la mayoría de padres? “Mi hijo no sirve para estudiar y a la mínima que pueda lo dejará”.  Dicho y hecho.  El tema de los padres (que son para analizar en un artículo separado) es clave en esta materia, porque todos se creen que su hijo es el “Maradona” de turno y que les va a sacar de la miseria, con lo cual se lo juegan todo a esa carta. A modo de ejemplo, recuerdo como si fuera ayer los entrenamientos que teníamos en la vieja ciudad deportiva del Espanyol.  Por supuesto, todos los padres presenciaban íntegramente el entrenamiento de su hijo.  No sólo observaban, sino que criticaban al otro niño que competía con su hijo por un puesto en el once titular, daban indicaciones  por encima de la figura del entrenador, insultaban a los padres del otro equipo o a los árbitros en los partidos oficiales y otros sinsabores que no vale la pena ni comentar pero que inciden de manera directa en la educación de su hijo.  Yo he oído una frase de un padre que le decía a su hijo de 10 años que me dejó petrificado (era compañero mío): “tienes que lesionar a este chico en un entrenamiento porque juega en tu sitio”.  Con esto creo que uno puede hacerse una idea del nivel de exigencia que hay en edades tan tempranas y que inciden directamente en el desarrollo personal del niño.

 Otro ejemplo impactante: en aquella temporada de infantiles lo ganamos absolutamente todo: primero fuimos campeones de liga; luego vino el campeonato de España (la copa Nike) y posteriormente fuimos campeones del mundo. De aquel equipo de 22 futbolistas que eran campeonísimos, sólo 4 han conseguido tener una carrera en Primera o Segunda División: Jordi Codina (actual portero del Getafe), Albert Crusat (estuvo en el Almería y ahora en Inglaterra), Dani Fragoso (estuvo en el filial del Barça y fue compañero mío en el Ciudad de Murcia) y yo mismo.  Es decir, el  resto son chicos que con 12 años eran los mejores pero que con 20 no tuvieron la suerte de consolidar su carrera.  Si con 15 años dejas de estudiar y luego no vales para el fútbol ¿ahora qué haces? Y la culpa de todo está propiciada por el nivel de exigencia de los clubs y por los padres, ignorantes en algunos de los casos o engañados en los otros.

El autor del post ,en su etapa de jugador del Granada 74

Tras esa primera etapa formativa (que llega hasta los 18 años aproximadamente) llega el momento de la explosión definitiva de todo futbolista (cada uno a su nivel por supuesto).  En ese momento recibí tres ofertas de equipos que querían ficharme y por este orden temporal: el primero en dirigirse a mi padre (no tenía representante porque creíamos que era una figura inútil) fue el F.C. Barcelona y, casi con carácter simultáneo, llegó la oferta del Valencia.  En última instancia llegó una oferta del Mallorca, pero ya tenía un acuerdo verbal con el Valencia (y eso creo que vincula). ¿Por qué el Valencia? Por diversos motivos: primero, porque consideraba que iba a tener mas opciones de jugar con asiduidad en el filial (el del Barça que también estaba en segunda “B” estaba lleno de estrellas como Iniesta, Motta, Babangida, Trashorras, Sergio García, Arteta o Nano); en segundo lugar, porque la opción de llegar al primer equipo es mas asequible en el Valencia; y finalmente, porque mi padre incidió en no cortar bajo ningún concepto con mis estudios en la facultad de Derecho.  Es aquí donde el Valencia me puso todas las facilidades del mundo y no así el Barça.

 Comienza mi aventura en la Ciudad del Turia.  Salvo el periodo estival de pretemporada, el ritmo de entrenamientos de un futbolista profesional es bastante llevadero (por no decir muy llevadero).  Generalmente los lunes descansábamos (reposo después del partido del domingo), aunque en función de las semanas había incluso dos días de descanso (dependiendo de si había Copa del Rey o Champions).  Nuestro horario ordinario era de 10 de la mañana a 1 del mediodía (con alguna tarde esporádica), lo que conllevaba todas las tardes libres.  En mi caso, añadíamos las clases en la facultad.  Es cierto que era un esfuerzo importante, pero yo terminaba de entrenar, me iba al colegio mayor, comía, dormía y me iba a clase a las 4.  Yo no tenía prisa por terminar la carrera, pero era importante no dejarla aparcada porque si no acabaría por abandonarla.  ¿Que hacían el resto de mis compañeros? alguno podía estar terminando el Bachillerato (sí, el Bachillerato), otros trataban de ligar en algún bar, jugar a la Play Station o simplemente hacían vida de casa con sus hijos. Había algún caso aislado como Marchena que estudió turismo u otros que se sacaban el curso de entrenador (sabiendo lo difícil e inestable que es ser entrenador ya que hay 20 equipos en primera y 22 en segunda, es decir miles y miles de futbolistas retirados que compiten por unos escasos 42 puestos).  Recuerdo mi primera pretemporada con el primer equipo cuando tuve una conversación con Salva Ballesta que me gusta reproducir literalmente porque es muy gráfica: yo sabía que él era piloto militar y sabía que eran necesarias muchas horas de vuelo y de dedicación para poder sacarlo y le pregunté cómo lo había logrado y la contestación fue categórica: “hombre, Borja, por las tardes en lugar de irme al Corte Inglés a contemplar a alguna chica de buen ver (dicho finamente) o de comprarme el ultimo reloj de marca con brillantes, pues me voy a volar”.  Tenía toda la razón.

 Yo le preguntaba a otros compañeros del equipo sobre su vida post deportiva y ninguno se preocupaba lo más mínimo de eso.  Respuestas como “ya lo pensaré”, “yo voy a vivir de rentas” (me río de esa frase porque vivir de rentas es extremadamente difícil si uno quiere mantener su nivel de vida de futbolista), “yo viviré del ladrillo” o ” a mí que me importa, pues me iré poner tochos a la obra” eran algunas de las frases mas repetidas.  De hecho, yo era el rarito del equipo, el que estudiaba, el que hablaba en un lenguaje que muchos no entendían o incluso el pijo, pero debo decir que siempre desde el buen ambiente y sin rencores de ningún tipo.

 Es difícil que un chico se centre en este tipo de situaciones porque con las cantidades que se mueven, incluso en categorías inferiores, ¿cómo va a estudiar un chico que con 18 años gana 6.000 euros todos los meses? ¡Y digo 6.000 cuando podía ser bastante más! Además es un dinero que suele ser limpio, porque en mi caso el colegio mayor estaba pagado y encima cada vez que íbamos de viaje nos pagaban las famosas “dietas” (que hoy en día han desaparecido).  Si a eso añadíamos que nos íbamos de cena a un restaurante de nivel y nos invitaban, nos íbamos de copas al bar de moda y nos volvían a invitar…  Se vive en un mundo donde es difícil mantener la humildad y debo reconocer que en alguna ocasión me daban ganas de sacar el pecho, pero tenia un padre que me pegaba un guantazo con la mano abierta y me lo volvía a meter en su sitio.  Pero no todos tenían un padre como el mío que me recordaba el auténtico valor de las cosas.

 Es aquí donde llega el despilfarro del futbolista.  El dinero que fácil llega, fácil se va.  El futbolista gana cantidades ingentes de dinero por hacer lo que más le gusta y no es consciente de lo que valen las cosas.  Voy a poner dos ejemplos de locura supina: en el Valencia había un portero que ganaba al año 60 millones de pesetas (360.000 euros).  Pues el primer año se gasto 50 millones un Porsche 911 Turbo.  No se dio cuenta de que lo que ganaba no era limpio (eran cantidades brutas) y tuvo que pedir un crédito al banco para pagar los impuestos correspondientes del ejercicio impositivo.  De locos.  El segundo ejemplo fue un día que salimos de fiesta estando ya en Granada.  Un compañero nos invito absolutamente a todo ese día, tanto a la comida, a las copas de la tarde, a la cena y a las copas nocturnas, total 6.000 euros.  Por mucho dinero que ganes si vas a este ritmo no hay tren que lo pare.

Pero todo se acaba ¿Qué ocurre cuando se acaba la vida de deportista de élite? En la mayoría de casos se busca alguna vinculación con algún club (sea en la secretaría técnica, entrenando sea a nivel profesional o en categorías inferiores o incluso de ojeador).  Pero estos puestos son tremendamente inestables porque dependes de un organigrama y de una directiva, ya que cuando hay cambio de presidencia y junta directiva, los entrantes suelen traer a “su gente”.  Otra opción es introducirte en el mundo laboral, cosa muy complicada porque, aunque hayas sido futbolista de élite, eso no te sirve en el mundo empresarial-laboral como regla general.  Es cierto que el fútbol tiene muchísimas cosas positivas, que ayuda a la formación de la persona y unos valores fuertemente arraigados tales como el sacrificio, el aprender a compartir, el competir, el perder el miedo, te enseña a lidiar con situaciones de estrés o tensión y te hace madurar a un ritmo vertiginoso.  Todo ello ayuda en la formación personal pero no en lo profesional.  Como solución interesante, hoy en día la AFE (Asociación de Futbolistas Españoles), consciente de esta problemática ha ideado un sistema (no solo en el ámbito de la preparación laboral si no también sociológicamente) que ayuda al futbolista a asumir su nuevo papel en sociedad y que el cambio no sea tan traumático, pero sigo pensando que es importante combatir esta precariedad desde su raíz, desde el origen, es decir, desde las categorías inferiores.

En mi caso fue difícil dejar el fútbol a una edad tan temprana (27 años), pero me tocó vivir la cara oscura de este deporte tan apasionante.  Ya había vivido lo que quería como futbolista y era consciente que mi vida estaría en otro ámbito y el reto de la oposición a notarías fue mi motivación y mi objetivo.  Con un poco de esfuerzo y sacrificio uno puede conseguir prácticamente todo lo que se proponga. 

Leer la primera parte: la visión de un ex directivo.

La educación del futbolista profesional (I): la visión de un ex directivo

Ésta es la primera de dos entregas en las que se pretende analizar, desde la óptica de la diferente experiencia que hemos vivido sus dos autores, las carencias en la educación deportiva y personal de los futbolistas profesionales, aunque el tema, mutatis mutandi, podría extenderse también a bastantes otros deportes. Los dos autores, ambos notarios, hemos vivido desde dentro el complejo mundo del fútbol profesional de la Primera División de la Liga española, una de las más importantes del mundo.  Yo mismo, durante varios años, como directivo y portavoz del Consejo de Administración del Real Club Deportivo Mallorca, y Borja Criado, como futbolista profesional en Primera División. A él corresponderá el segundo post de la serie.
Las enormes cantidades de dinero que se mueven actualmente en el fútbol profesional hacen que los Clubes, en su afán de fichar barato para luego poder vender caro, creen redes internacionales de búsqueda de futbolistas en edad infantil, que se extienden por todo el mundo. Si hay hoy en día un mundo global de verdad, ese es el de los ojeadores de futbolistas de los Clubes más importantes del planeta. Pero esa situación tiene una “cara B”, ya que no es oro todo lo que reluce en la búsqueda de las jóvenes estrellas. Al necesitar jugadores cada vez más jóvenes, sean de donde sean, y existiendo un entorno de enorme competencia entre los Clubes más poderosos, se utilizan cada vez más argumentos e incluso triquiñuelas para convencer a las familias de los menores: dinero, oferta de trabajo para los padres, la promesa de una vida mejor en una ciudad del primer mundo….  Ello trae también consigo importantes riesgos y una presión enorme para esos menores, que se convierten de la noche a la mañana en los mantenedores económicos de sus propios padres y del resto de su familia y entorno, con los perversos efectos que eso puede producir en su crecimiento personal y en su educación. Y, además, comporta el riesgo adicional de quedarse literalmente “tirados” si la carrera deportiva del chaval no sale bien.
Compatibilizar la práctica del deporte en un club importante con una adecuada educación es el principal problema de estos jóvenes. Aunque en España existen escuelas tradicionales que han cuidado siempre bastante a los chicos, como la de Lezama del Athletic de Bilbao, o la de Mareo del Sporting de Gijón, o la propia Masía del Fútbol Club Barcelona -por citar las más conocidas- y aunque la mayoría de Clubes más o menos grandes tienen ciudades deportivas e incluso residencias bien dotadas de medios y de personal, en esta materia, como en bastantes otras, los Clubes de fútbol británicos han sido muchas veces el modelo a seguir. Siempre recordaré un reportaje emitido por televisión hace ya un tiempo en el que se explicaba el fichaje del actual jugador del Barça Cesc Fàbregas por el Arsenal de Londres cuando tenía 15 años, y se marchó solo a vivir a la capital inglesa desde su Arenys de Mar natal. Contaba Cesc que el Arsenal le hospedó junto con Phillippe Senderos, otro futbolista suizo-español de su misma edad y hoy jugador del Valencia, en la casa de una señora inglesa que se convirtió casi en la madre adoptiva de ambos, encargándose de su comida, mantenimiento, educación y aprendizaje del idioma, creando tal vínculo personal que Fàbregas continúa visitándola cuando viaja a Inglaterra.  Por supuesto, el Arsenal pagaba una parte del sueldo de Cesc a su “madre inglesa” para su mantenimiento, y enviaba el resto a Arenys de Mar a casa de sus padres  para que el chico no manejara cantidades importantes. Esa hogareña forma de vivir le resultó fundamental para adaptarse a su nueva vida en un país extranjero, y también a las duras exigencias del fútbol profesional. Algo parecido sucedió con Gareth Bale, hoy estrella del Real Madrid, y Theo Walcott, estrella del Arsenal, que compartieron varios años la casa de una señora en Southampton cuando formaban parte de las categorías inferiores de ese ilustre Club del sur de Inglaterra. En el Reino Unido, y también en otros países del norte de Europa, la formación personal de los chicos en un ambiente familiar es un aspecto absolutamente prioritario para los Clubes.
En España, salvo honrosas excepciones, y aunque la cosa va mejorando bastante en los últimos tiempos porque los responsables de muchos Clubes se van concienciando del problema, el panorama no es igual. En el Mallorca, ejemplo de equipo mediano que ha estado dieciséis temporadas seguidas en Primera División, los chicos de las categorías inferiores que eran de fuera solían vivir en varios pisos alquilados por la entidad, bajo la supervisión del personal de la Secretaría Técnica, y comían y cenaban a diario en el bar de un empleado del Club, donde su mujer les atendía, poniendo toda su voluntad, de la mejor manera que podía. Como pueden ver, la situación, sin ser mala, no era la ideal para unos chavales en plena adolescencia. Y por lo que yo conocí, la mayoría de Clubes medianos o pequeños, cuyo presupuesto no alcanzaba para tener una residencia para futbolistas, se manejaban de manera parecida. En cualquier caso resulta muy difícil ser un chico normal cuando desde los trece o catorce años tienes un utillero que te prepara y limpia todos los días tu ropa y tus botas, unos fisioterapeutas y un equipo médico a tu disposición ante la menor molestia, un grupo de empleados del Club que te cambia hasta el móvil o las bombillas, y miles de fans por la calle que casi besan el suelo por donde pisas. Además, aquí los medios de comunicación y el público en general son bastante más “invasivos” de la privacidad de los deportistas. Contaba Fernando Torres que unas chicas adolescentes estuvieron un día durante más de una hora, bajo la lluvia, a las puertas de un restaurante de Liverpool, para pedirle un autógrafo esperando a que acabase de comer con su mujer para no importunarle mientras comía. En esta materia la diferencia con España es abismal. Por ello, en nuestro país, si alguien no se encarga de ponerte cada día en la realidad, la cosa es bastante difícil que salga bien.
El problema de la educación personal y deportiva resurge también en otro momento importante de la vida de estos chicos, que es cuando el fútbol se acaba. ¿Qué hacer entonces? La verdad es que el propio fútbol ofrece algunas salidas para varios de ellos, tal vez los mejor dotados para la enseñanza, la comunicación o la dirección de equipos. Así vemos habitualmente que bastantes ex jugadores se ganan bien la vida al acabar sus carreras como entrenadores, directivos, ayudantes o incluso como comentaristas de prensa, radio o televisión. Pero un buen número de ellos, los menos dotados, conocidos o mediáticos, sufren un importante “shock” al terminar su carrera deportiva, pasando de la fama (ya sea internacional, nacional o local) al ostracismo casi absoluto en cuestión de pocos meses. Sobrellevar esta situación no resulta fácil, y no todos son capaces de hacerlo con normalidad, y algunos ni siquiera con dignidad. Todos hemos conocido casos de ex futbolistas abandonados al alcohol o a la droga, convertidos en “juguetes rotos” de una sociedad que un día les encumbró y luego se ha olvidado de ellos. Y la culpa no es sólo suya. Muchos Clubes, como en el que yo estuve, hacen lo que pueden con la mejor voluntad, tratando de buscarles alguna ocupación -aunque sea modesta- en su organigrama, pero ello no es suficiente. Resulta realmente difícil poner a entrenar a unos chavales, por ejemplo, a alguien que ha estado notoriamente enganchado a las drogas. ¿Qué puede hacerse para evitar esta triste situación?
Por mi experiencia en el mundo del fútbol creo que hay tres factores muy importantes que influyen en esta cuestión:
– El primero, lo que el chico trae de casa. No suele acabar igual un chaval que procede de un hogar normal, aunque sea humilde, pero en el que ha recibido una mínima educación en determinados valores, que el que viene de un ambiente conflictivo o desestructurado en el que el fútbol es la panacea para que unos padres o familiares casi marginales salgan de la miseria. Yo hice bastante amistad con Samuel Eto’o, que llegó a España desde Camerún él solito con quince años un mes de noviembre, vestido con una camiseta y unos pantalones cortos, y con una mochila al hombro por todo equipaje. Y bastante mérito ha tenido saliendo adelante en esas condiciones. Lo consiguió por su enorme talento y su carácter indomable, que sus malas pasadas le jugó en otros aspectos de la vida. Pero eso no es ni mucho menos lo habitual. Para que conozcan ustedes la otra cara de una gran estrella del fútbol, un día, hablando con él, me contó que la mayoría de sus amigos de Camerún que no habían muerto por drogas, enfermedades, leones o pateras vivían en su casa…
– El segundo, el entrenador con el que se encuentran en la adolescencia. Es la persona que más les suele marcar en su desarrollo personal y que tiene una gran influencia sobre los chavales, por lo que aquellos que han dado con uno de los buenos -no sólo en el sentido deportivo del término sino sobre todo en el personal- lo han agradecido de por vida. Luis Aragonés, con el que pude convivir un tiempo en el Mallorca, era todo un maestro para ello, especialmente para los más jóvenes. El propio Eto’o ha declarado siempre, y lo recordó en una emocionante carta que publicó días después de su reciente fallecimiento, que fue para él como su segundo padre. Y eso que las broncas que tuvieron fueron sonadas. Muchos aficionados recordarán el “míreme a la carita” que le gritó a un palmo de la cara el sabio de Hortaleza al indomable camerunés tras haber montado en cólera después de haber sido sustituido en un partido. También recuerdo bien a Dani Güiza, hijo de una familia gitana de Jerez de la Frontera, que llegaba a veces a entrenar en Mallorca y en Getafe con aspecto de “haber pasado la noche debajo de un puente”, como definió gráficamente su entonces entrenador, el alemán Bernd Schuster. Pues ese chico, rodeado del ambiente adecuado, llegó a ser máximo goleador de nuestra Liga e internacional con la selección española. El problema es saber qué habrá sido de su vida al llegar el inevitable declive futbolístico y con él, la protección que, en los buenos momentos, le brindaba su Club…
– Y el tercero, el entorno o ambiente en el que viven y se relacionan a diario. Aquí los Clubes tienen una enorme responsabilidad, como hemos visto que era habitual en Inglaterra, para procurar a los chicos un ambiente familiar y casi hogareño que les aleje el mayor tiempo posible de los riesgos de todo tipo que comporta la vida lejos de casa a una edad temprana y de las tonterías de la fama y el “estrellato”. Serra Ferrer, por ejemplo, en su época de entrenador del Mallorca, hacía concentraciones especiales sólo para los solteros, dejando que los que estaban casados durmieran en su casa. Y un buen amigo, el ex futbolista Jordi Vinyals, actual entrenador del Barça juvenil A, recién proclamado hace pocos días Campeón de la División de Honor española, prohíbe a sus jóvenes pupilos llevar piercings, tatuajes y peinados estrafalarios, e incluso jugar con botas de colores chillones, comportamientos que copian de sus ídolos, las grandes figuras de este deporte.

Leer la segunda parte: la visión de un ex futbolista

 

Flash Derecho: de nuevo, mecenazgo para el documental “Corrupción, el organismo nocivo”

Hace unos meses nos hacíamos eco de una iniciativa de captación de fondos (micro mecenazgo) para la realización de un documental sobre la corrupción. Y decíamos entonces, sobre la verdadera naturaleza de la corrupción: no se trata de algo pasivo, inerte, de cuya influencia pudiera librarse el ciudadano que no quiera degradarse con estas prácticas, simplemente no participando en ellas. Por el contrario, la corrupción es, como bien dice el título del documental, un organismo nocivo, agresivamente vigilante, atento a su propia supervivencia, dispuesto a neutralizar a todo aquél que se oponga a ella. La corrupción es un enemigo viscoso, informe, peligroso.

Este primer intento de producir el documental no llegó a buen puerto por razones económicas, pero sus impulsores han vuelto a la carga una segunda vez. Aquí está la web que lo explica todo, quién participa, cómo se pueden efectuar aportaciones hasta el total necesario de 42.000 euros, las razones para hacer el documental (aunque esto se lo podrían incluso ahorrar, habría miles de ellas), cómo se difundirá, etc.

Es una iniciativa muy saludable, como encomiable es el tesón que demuestran sus responsables en conseguir finalmente que vea la luz, porque no lo hacen sin dificultades, presiones o censuras, como se recoge en esta noticia de eldiario.es.Y no solamente ellos, ayer mismo en el diario El Mundo se contaba cómo una serie de personas que han querido hacer frente a la corrupción han sufrido amenazas, insultos, coacciones y agresiones por parte de los que no quieren que nada cambie.

Aquí está el tráiler, que enlazo de nuevo y cuya visión es muy recomendable. La primera en hablar es Maite Carol. Entre 2006 y 2010 fue interventora interina del Ayuntamiento de Santa Coloma de Gramanet. En 2010 denuncia las presiones del ex alcalde, implicado en el “Caso Pretoria”. A ella pertenecen los informes que alertaban de las inversiones ilegales entre el Ayuntamiento de Santa Coloma y la empresa Gramepark. Maite Carol pronuncia en el video una frase impactante: “aunque me cueste muchos sinsabores, personales y profesionales, yo no cruzaré la línea”. Es lo que yo llamo heroísmo cívico. Merece la pena apoyar a este tipo de personas, ¿no les parece?

 
http://youtu.be/9apbyHl5p6s
 
 

Mejor plagiar que citar

A algunos “intelectuales” el verbo “citar” parece provocarles la misma reacción que el verbo “dimitir” a los políticos españoles: ¡lo último, por favor! Y seguramente por las mismas razones. En este blog acabamos de comprobar que también ocurre con algún magistrado, como Alfonso Villagómez Cebrián. Claro que, si como pasa aquí, unes las tres cosas en una -magistrado, articulista y político (en el gabinete de López Aguilar y Bermejo)- entonces todo se entiende mucho mejor.
El tema viene a cuento de un artículo de opinión firmado por este señor ayer domingo en el diario El País (aquí), acompañando a una extensa crónica de dos páginas sobre el tema de los aforamientos. Como pueden comprobar fácilmente, ese artículo plagia párrafos y frases completas del post que publiqué en este mismo blog hace casi un año (aquí).
La verdad es que la historia de la actual repercusión en muchos medios de comunicación de este asunto de los aforamientos merece ser contada, porque nos puede ilustrar sobre bastantes cosas, entre ellas sobre la repercusión del trabajo aparentemente inútil de mucha gente, para bien y para mal.
Un buen día de principios de abril de 2013 me encontré por ahí con dos amigos de UPyD, Andrés Herzog y Francisco Jerez, y me preguntaron si tenía tiempo para investigar algo sobre este tema del aforamiento en España.  A simple vista y por encima les parecía un poco chocante, y me sugirieron escribir algo sobre ello en el blog, especialmente sobre cómo se resolvía este asunto en otros países, siempre, eso sí, que considerase al final que la cosa valía la pena.
Como pueden fácilmente imaginar yo no tenía ni pajorera idea de qué me estaban hablando, y menos todavía tiempo para ponerme a estudiar un asunto tan alejado de mi disciplina. Así que por supuesto les dije que sí.
Llegué a la oficina y lo primero que hice fue mandar un email a Urbano Blanco Cea, letrado bibliotecario de la Biblioteca del Colegio Notarial de Madrid, una persona excepcional por muchos motivos, cuyo trabajo ha contribuido a convertir esa biblioteca en una de las mejores de Europa en Derecho privado (aquí). Lo envié con poca esperanza, la verdad, porque ¿qué podía tener una biblioteca de Derecho privado sobre aforamientos?
Por supuesto, tenía lo que tenía que tener, la Biblia sobre la cuestión: el Tratado Jurisprudencial de Aforamientos Procesales, de Juan Luis Gómez Colomer e Iñaki Esparza Leibar, escrito en 2009 y que cuenta con la friolera de 1077 páginas.
Cogí la moto y me fui para allá. Cargué el libro (un verdadero adoquín) y me lo leí. La verdad es que está bien escrito y estructurado, por lo que uno puede ir rápidamente a lo fundamental leyendo bastante en diagonal.
Una vez redactado el post (en el que se cita expresamente esa obra, por supuesto), se lo envié a Herzog y a Jerez, y lo publiqué en el blog. Sobre esa base ellos comenzaron a elaborar la estrategia del partido en relación al tema y a meter mucho ruido denunciado el escandaloso asunto. Pueden ver aquí la intervención al respecto de Rosa Díez en el Congreso. Es de junio de 2013. Poco a poco todos los medios de comunicación empezaron a replicarlo (aquí El Confidencial) hasta llegar a estos artículos del domingo en el principal periódico de la nación.
Todo esto es interesante porque demuestra que el trabajo serio de mucha gente (y no me incluyo yo, que hice lo más sencillo) al final produce ciertos frutos. Gómez Colomer e Iñaki Esparza dedicaron mucho tiempo a analizar científicamente un tema, a primera vista marginal, y escribieron un enorme tocho cuyo destino parecía ser una condena a perpetuidad en alguna biblioteca de universidad destinada a especialistas. Un bibliotecario especialmente competente de un Colegio Notarial ve interés en la obra y la adquiere. Unos abogados luchadores de un pequeño partido casi marginal quieren investigar y denunciar el asunto. Unos políticos de ese mismo partido arriesgan la inquina generalizada del establishment denunciando el privilegio. Y, por último, un humilde blog prende la mecha.
Que la crónica del periódico no nos cite, casi lógico, aunque al menos una referencia a UPyD hubiera sido de justicia. Pero que el artículo del Sr. Villagómez no solo no nos cite, sino que ya directamente nos plagie, parece el colmo. Habría que inventar un nuevo término –quizás espablishment– para incluir a todos esos espabilados del establishment que quieren aprovecharse hasta de la mismísima necesidad de regeneración del país para seguir viajando gratis.
Pero es que, además, resulta que esto no ocurre primera vez, por supuesto, sino que este señor ya es famoso por la liberalidad con la que plagia los post de la blogosfera. Hace apenas dos meses y medio le plagió íntegro un post a Sevach de su magnífico blog (Contencioso) y lo publicó con su nombre en el Diario La Ley. Toma esa, un señor magistrado. Siete paginitas fusiladas línea a línea. Sevach se quejó al diario La Ley en una carta que, afortunadamente, ha conservado esta página (en la red nada muere para siempre) porque él, haciendo gala de una elegancia que el interfecto a las claras no merecía, una vez que éste se disculpó borró el post de queja de su blog (aquí).
Ya advertimos que nosotros no vamos a borrar nada, porque precisamente el problema que se esconde detrás de estas conductas, como tantas veces hemos denunciado, es la absoluta impunidad. En las universidades anglosajonas te expulsan del claustro y del alumnado, en  Alemania dimiten los ministros, pero aquí los magistrados siguen copiando. ¿Por qué? Porque aquí, amigos, nunca pasa nada.

Ideas para una reforma constitucional de la Corona

 
El 59% de los ciudadanos (aquí) y el 81 % de los políticos (aquí) son partidarios de reformar la Constitución, porcentajes que nunca antes se habían alcanzado en sus 35 años de vida. La cuestión llegó a figurar en el programa del partido ganador de las elecciones del 2004 y fue objeto de un brillante dictamen del Consejo de Estado de 2006, avalándola y planteando alternativas legales. Sin embargo, los únicos dos retoques realizados hasta ahora han venido impuestos desde fuera: exigencias jurídicas del Tratado de Maastrich en la de 1992, y exigencias políticas alemanas de control presupuestario en la del art. 135 del 2011. No hay precedentes de iniciativas internas para modificar la ley principal.
Especialistas y opinión pública coinciden en señalar las dos cuestiones más necesitadas de urgente reforma: modelo territorial y forma de Estado. Lo primero no parece que pueda abordarse en este momento pues las posiciones de partida nunca han estado más distantes. La encuesta antes citada refleja que sólo el 13% es partidario de mantener el actual sistema, frente a una mayoría del 45% partidaria de la recentralización y un 35% que prefiere mayores competencias para las autonomías. Sólo habría consenso en cuanto a la necesidad de cambios, pero las dos posiciones polares implican usar el mecanismo de reforma de la Constitución para destruirla. La iniciativa exige un acuerdo básico de los dos grandes partidos, pero el federalismo oportunista de unos y la indefinición neocentralista de otros hace improbable, hasta que los hechos obliguen, ninguna iniciativa conjunta.
En contraste, la revisión del estatuto constitucional de la monarquía no se puede aplazar más.  Es innegable el desgaste de legitimidad y autoridad moral. Que corra turno la dinastía no parece solución: ninguna campaña de imagen restablecería en el sucesor la credibilidad perdida en el período anterior. El siguiente turno estaría infectado de interinidad, pues todos los actos se escrutarían de manera hipercrítica, esperando que se cometieran los mismos errores del pasado y encontrar en ello confirmación de las opiniones partidarias del cambio de sistema. El Estado – y la situación- no pueden permitirse la inestabilidad derivada de someter a su jefatura a algo así como una última oportunidad, y su titular no podría soportar ni en lo privado ni en lo institucional semejante presión.  Y, mientras tanto, la biología apremia….
Las razones que llevaron al constituyente del78 apreferir un sistema parlamentario sobre otro presidencialista siguen vigentes. Dentro de aquél, la monarquía actual puede convenir a los intereses generales.  Razones: La erosión que ha padecido la Corona tiene más que ver con conductas personales que con disfunciones de la institución; algunos episodios se han podido vincular en la percepción social con el clima de corrupción y golfeo común a toda la vida pública, pero las obligaciones del cargo no han dejado de cumplirse más o menos dentro de parámetros de responsabilidad institucional. Los argumentos ontológicos contra la monarquía han envejecido mal: la visión mítica de la república como instrumento revolucionario y expresión auténtica de la soberanía popular, y el que el monarca sea el último cargo público en activo designado por el anterior régimen pueden seguir excitando conciencias, pero no parece que tengan hoy una ideología de respaldo que justifique reabrir el debate de la forma de Estado al coste de una quiebra institucional. La fobia contra esta dinastía como responsable de supuestos agravios históricos territoriales es deseable que se desactive al mismo ritmo que las pulsiones separatistas
Y entonces, ¿qué?, y sobre todo, ¿cómo y cuándo?
Para que esta monarquía pueda volver a prestar un servicio a la sociedad que la acogió hace 35 años, quizá deba recargar su bagaje de legitimidad social. Para eso no basta con adaptar el régimen de su sucesión al principio de igualdad; haría falta algo más. Como novelar es gratis y en este blog le dan cabida, nos podemos imaginar lo siguiente.
Primero. Por vía de reforma constitucional, parte de las actuales funciones arbitrales y de moderación dela Corona podrían ser asumidas o controladas por otra institución, reservando a la jefatura del Estado las simbólicas y de representación institucional (arts. 56.2, 63…) . Las primeras le fueron atribuidas a la Corona en el proceso constituyente por influencia de sistemas republicanos, como la Ley Fundamental de Bonn de 1949, o abiertamente presidencialistas como la Constitución Francesa de 1958, y no tienen paralelo exacto en las otras monarquías parlamentarias. Implican en las acciones, y quizá más en las omisiones, un cierto grado de responsabilidad política, y es respecto a ellas donde la desconfianza o el desgaste reciente pueden ser más acusados.
Para ello cabría rescatar de la Ley de Reforma Política de 1977 la figura del Presidente de las Cortes, distinto del de cada una de las dos cámaras, y que procede del art 74 de la Constitución republicana de 1931, que sin embargo era unicameral. Concurre una situación histórica parecida a la de la transición: la jefatura del Estado padece un déficit de legitimidad que aconseja incrustar una instancia entre ella y los tres poderes que emanan de la soberanía popular.  En la presidencia de las cortes (con ese o con otro nombre, p. ej “Presidente del Estado”) recaerían parte de las funciones propias de los presidentes de las repúblicas parlamentarias, como Italia. Entre estas atribuciones estarían las más visualmente políticas y las netamente parlamentarias del art. 62 b, c, d y e CE. Es decir, la disolución de las cámaras y la convocatoria de elecciones y referenda con arreglo al actual sistema, proponer al Congreso el Presidente del Gobierno, previas las deliberaciones con los representantes de los grupos electos, y la de nombrar y separar a los miembros del Gobierno a propuesta de su Presidente. Podría tener, entre otras, facultades institucionales en el ámbito del poder judicial, como el nombramiento del presidente del Tribunal Supremo y del Fiscal General del Estado (igual que el Presidente en el art. 97 CE 1931) y la facultad de indulto (art. 102.2 CE 1931). En función del calado neorrepublicano que se quisiera imprimir a la reforma se articularían el mecanismo (sufragio universal o, mejor, colegio de compromisarios…) y el plazo de nombramiento (superior o coincidente con el de las Cortes…).
Segundo. El Estatuto jurídico privado de la familia y casa real se regularía, en paralelo a lo anterior, mediante una ley orgánica, de la que existe redactado borrador. Se confirmaría la financiación de la casa mediante partida presupuestaria de libre distribución, se daría respaldo legal a la titularidad personal de patrimonio y de los ingresos resultantes de su explotación, la sujeción al pago de impuestos de lo anterior y un discreto régimen especial de fiscalización parlamentaria del mismo. Se determinaría la extensión de las obligaciones de trasparencia de la institución, el ámbito personal del aforamiento de la familia, y los privilegios de derecho civil y procesales que se consideraran de interés público. Aparte, el monarca conservaría, además de la jefatura del Estado, el titulo de rey y los restantes de la legitimidad histórica, la jefatura de la nobleza y grandeza de España y la facultad de conceder títulos nuevos.
No se trataría de un nuevo proceso constituyente, sino de un ejercicio de gatopardismo para cerrar la transición de una vez en este tema y hacer útil a la institución monárquica para el futuro bajo el eslogan de su “actualización”. Para quien quisiera verlo así, España parecería una monarquía hacia fuera y una república hacia dentro.
¿Cómo?
Por si sola, la supresión de la ley semisálica que recoge el art 57.1 CE ni exige ni aconseja una reforma constitucional. En el título I y en su capítulo de los derechos y libertades fundamentales se encuentra el art. 14, que proclama la igualdad por razón de sexo. Por tanto, en cualquier hipótesis de posible aplicación del criterio sálico, podría provocarse una declaración institucional dela Corona, por sí o en sesión parlamentaria conjunta del art 74,1 CE, proclamando a la primogénita del actual príncipe como heredera de los derechos dinásticos. La declaración sería sometida al control del Tribunal Constitucional, y hay pocas dudas de que este órgano emitiría una resolución “interpretativa” (del tipo dela STC 108/86 sobre la elección parlamentaria de los miembros del CGPJ, o la 198/2012 del sobre matrimonio homosexual) reconociendo la prevalencia de la norma garantista sobre la reguladora de la sucesión al trono. Ésta quedaría así en letra muerta sin necesidad de derogación formal y sin tener que afrontar el delicado tema de su retroactividad.
Frente a eso, las dos modificaciones antes apuntadas exigirían sin remedio acudir al mecanismo de la reforma constitucional. El art. 168 CE recoge el procedimiento agravado para la reforma total y las parciales de mayor trascendencia, entre las que está entero el Titulo II, que regula la Corona. El mecanismo es de una rigidez extrema, pues exige aprobación de la iniciativa por 2/3 de las dos cámaras, disolución de las cortes y celebración de elecciones generales, aprobación de la reforma por 2/3 de cada una de las nuevas cámaras y aprobación en referéndum.  Someter a consulta popular una reforma que afecte exclusivamente al Título II es indeseable, pues equivaldría a un plebiscito sobre la monarquía. Una elevada abstención o una aprobación ajustada escenificarían el rechazo o el desapego de parte de la población a la institución o a la familia que la encarna, lo que se traduciría en una pérdida de legitimidad más grave que la que se pretende remediar.
Ninguna alternativa es buena. Salvo la relativa al modelo territorial, es dudoso que el resto de las reformas constitucionales pendientes (régimen electoral, sistema de partidos, elevación al rango de fundamentales de determinados derechos sociales, referencia al derecho europeo, etc) tuviera tirón plebiscitario suficiente como para disolver en una reforma más amplia las preferencias de los ciudadanos sobre la monarquía.  Mayor rechazo inspira la opción por una reforma encubierta. Se trataría de regular la figura del Presidente de las Cortes y el estatuto de la familia real por medio de sendas leyes orgánicas, forzando la  interpretación de su ámbito de aplicación recogido en el art. 81 CE, y rediseñando con ello indirectamente parte de las funciones constitucionales del monarca. Pero el conflicto con el artículo art. 62 llegaría en un momento o en otro al Tribunal Constitucional, lo que en sí mismo y cualquiera que fuese la resolución, crearía una apariencia de enjuague totalmente contradictoria con la finalidad de regeneración que se pretende.
Se ha planteado facilitar la reforma del Título II, incluso sólo a los efectos de derogar la discriminación sálica, acudiendo al otro mecanismo de reforma constitucional, el procedimiento simplificado del art 167. Exige apoyo de 3/5 en las dos cámaras, y a falta de él, mayoría absoluta en el Senado y 2/3 del Congreso sobre la propuesta de una comisión interparlamentaria. Solo necesitaría aprobación en referéndum si lo pide un 10 % de diputados o senadores en el breve plazo de 15 días.  Para ello se ha propuesto recuperar un mecanismo cercano al fraude que procede de la tradición histórica: reformar el precepto que regula la reforma. O sea, usar el mecanismo simplificado del art. 167 para reformar el art. 168, que regula el procedimiento agravado, puesto que éste no está protegido en cuanto a su propia reforma por la misma rigidez que él establece para la reforma total o la de otros preceptos concretos.
Facilitar la reforma dela Carta Magna con carácter general no parece adecuado en estos momentos. Reservar al ámbito parlamentario el mecanismo de reforma, escamoteando la consulta ciudadana, puede resultar peligroso con referencia al principal factor de desestabilización que amenaza la norma vigente: la tensión territorial.  Resulta más prudente una solución intermedia: reformar el art. 168 utilizando el mecanismo parlamentario del 167, pero exclusivamente para excluir de su ámbito el Título II.  O sea, la alternativa monarquía-república equivaldría a una reforma constitucional total y exigiría tramitarse por el mecanismo reforzado del 168 con inevitable referéndum; el resto de las reformas del Titulo dela Corona, incluyendo la que entonces se emprendiera, podrían abordarse por el mecanismo simplificado del 167, que en caso de mayoría parlamentaria aplastante (90%) podría excluir el referéndum.
La hoja de ruta podría ser parecida a lo siguiente.(En presente de indicativo desde aquí). La iniciativa de la reforma parte dela Casa Real y es conjunta cómo mínimo de los dos grupos políticos mayoritarios (el Reglamento del Congreso exige dos grupos o 70 diputados). Se lleva a las Cámaras pocos meses antes de las siguientes elecciones generales para simultanear éstas con el posible referéndum, por si no hubiera más remedio que celebrarlo. La propuesta se tramita íntegramente al amparo del art 167, incluyendo de modo unitario la reforma limitada del art 168 que hemos apuntado y las que se consideraran adecuadas sobre redistribución de competencias entre la Corona y el Presidente de las Cortes; a la vez se tramita el Proyecto de Ley Orgánica Reguladora del Estatuto dela Familia y Casa Real.
Si los apoyos parlamentarios en las dos cámaras alcanzan el 90%, puede quedar excluido el referéndum. El sector social contrario tiene cauce democrático para expresar su malestar con la forma y el fondo de la reforma en las elecciones generales inmediatas, votando a los grupos que no hubieran asumido la iniciativa, pero el valor plebiscitario de dichas elecciones respecto a la monarquía queda difuminado en las urgencias de orden económico y de crisis territorial en las que se celebrarán previsiblemente esas elecciones. O sea, igual que el referéndum de 1978. El nuevo régimen jurídico dela Corona comienza desde entonces a funcionar con el actual monarca o su sucesor, y va quedando engrasado para ser refrendado de manera definitiva en el plebiscito que seguramente haya de abordar en el futuro próximo la revisión del modelo territorial.
La clave está en el porcentaje de apoyo parlamentario: varias combinaciones de nacionalistas (ojo al PSC) e izquierda radical representan más del 10% en una u otra cámara, y es previsible que el bipartidismo quede debilitado en las siguientes elecciones.  Si ese porcentaje de diputados o senadores está en condiciones de exigir la celebración de referéndum, entonces todo lo expuesto debe replantarse. O bien, quizá llegados a ese punto la responsabilidad histórica exija al actual monarca un último acto de servicio a la nación: abdicar en su hijo, una vez clarificado su estatuto privado, con ocasión de la aprobación de la reforma. El plebiscito se celebraría conjuntamente con las siguientes elecciones mediante una tercera urna, centrándose así en refrendar un monarca nuevo, sin lastres, y una regulación nueva, más “republicana”. Puede que sea la única manera de ganarlo. Puede que el principal interesado así lo prefiera.
Un dato final: la anterior jefatura del Estado duró entre el 28 de septiembre de 1936 y el 20 de Noviembre de 1975, es decir 39 años, 1 mes y 22 días. La presente alcanzará la misma duración el día el 14 de enero de 2015.  Si Dios quiere…
 

¿Hay verdadero interés en reformar la Administración de Justicia? Declaraciones y hechos

Creo que es oportuno reflexionar sobre qué es lo que ocurre en este país acerca de las cosas verdaderamente importantes en materia de Justicia. Pueden recordarse, asimismo, las apreciaciones de la coeditora Elisa de la Nue zen sus recientes entrevistas para Lawyerpress y para diariojurídico.es  Estábamos acostumbrados a fiscales generales del Estado de los más dóciles. El actual, según constan en el diario Expansión del 20 de marzo ha dicho claramente que “No hay un verdadero interés por reformar la justicia”. Es urgente e inaplazable una reforma de la justicia, aunque haya discrepancias sobre los modelos”, afirmó el fiscal general del Estado. “Vamos con mucho retraso y la sociedad demanda una reforma de la justicia pero como fiscal general soy bastante escéptico en que haya un verdadero interés en reformarla”..
No he visto ningún comentario al respecto, prueba del grave e inaceptable adormecimiento social en cuanto a las cosas realmente importantes Asimismo, ha de tenerse en cuenta que a Europa le preocupa la eficiencia del sistema judicial español. Así, puede leerse en la de la Recomendación del Consejo relativa al Programa Nacional de Reforma de 2013 de España, hecha pública el 29 de mayo de 2013, lo siguiente: “(17) …Las reformas encaminadas a mejorar el funcionamiento del sistema judicial siguen en curso, si bien algunas medidas están sufriendo retrasos y sigue habiendo margen para aumentar la eficiencia del Poder Judicial en España.
Al poco tiempo de las declaraciones del Fiscal General, el Consejo de Ministros del 4 de abril ha aprobado un anteproyecto de Ley Orgánica del Poder Judicial (reforma íntegra de la Ley)  Previamente se habían creado, en el seno de la Comisión General de Codificación del Ministerio de Justicia una Comisión Institucional para la elaboración de una propuesta de texto articulado de la Ley Orgánica del Poder Judicial y de la Ley de Demarcación y de Planta  y una  Sección especial para la reforma de la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa 
Hasta ahora, el Ministerio de Justicia parecía hacer de todo menos lo que debía de hacer. Como ejemplo, el artículo del actual Ministro de Justicia en La Razón, del 22 de enero de 2012: “España en marcha”, de auténtico mal gusto (o puro peloteo). Después podrían leerse notas de prensa del Ministerio de Justicia bien absurdas (“Ruiz-Gallardón restituye al Tribunal Supremo el Gran Collar de la Justicia”, 30 de enero de 2012), bien increíbles o mendaces (“Ruiz-Gallardón propone terminar con el reparto de cuotas partidistas en el CGPJ”, 25 de enero de 2012). Y qué no decir del “gran ofrecimiento” al CGPJ. Según la nota de Prensa del 7 de febrero de 2012, “En su primera visita al Consejo General del Poder Judicial, Alberto Ruiz-Gallardón ofrece al órgano de gobierno de los jueces nada menos que“colaboración, respeto e independencia”.
Hasta aquí las declaraciones propagandísticas, para no cansar a los lectores. Mientras tanto, los hechos contumaces desdicen constantemente las declaraciones, desde la imposición de las tasas judiciales (incluso con incentivos a los secretarios judiciales que más tasas cobren ) el recorte de la acción popular para prohibirla a partidos y sindicatos  nada menos que para impedir su ejercicio a partidos políticos, sindicatos u organizaciones empresariales con el objetivo de “evitar su politización y utilización abusivao la arbitrariedad con que se conceden los indultos.
En cuanto a los retrasos que padecen a diario los justiciables podemos poner múltiples ejemplos. Por seleccionar uno, el 20 de marzo de 2014 el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictó su Sentencia en el asunto C-139/12, relativo a una cuestión muy controvertida en España, relativa a la compatibilidad con el derecho de la UE del artículo 108 de la Ley de Mercado de Valores (un asunto de naturaleza tributaria). De los antecedentes relatados en la sentencia se deduce que la odisea del contribuyente comenzó en el lejano año de 1992.
Lo curioso es que tanto el programa electoral de Partido Popular  publicado el 1 de noviembre de 2011 –es decir, poco después de publicada la Ley37/2011- hacía un diagnóstico bastante certero en su epígrafe 5.2 ” Justicia ágil y previsible” del mal funcionamiento de la Justicia, que no lo olvidemos es la”garantía última de los derechos y libertades de los ciudadanos” como dice el propio programa. ¿Donde han quedado también las bellas palabras del Discurso de Investidura, del 19 de diciembre de 2011 en el Congreso de los Diputados, del Presidente del Gobierno sobre la Administración de Justicia? ¿Donde las dramáticas del Ministro de Justicia en su comparecencia del 25 de enero de 2012 en la Comisión de Justicia del Congreso de los Diputados?
Merece la pena recordar que según el Ministro ““En las actuales circunstancias, la relación entre justicia y economía adquiere una especial visibilidad y un mal funcionamiento de la justicia comporta siempre un daño profundo a la convivencia, pero no lo duden, señorías, también tiene consecuencias económicas (…) Señorías, actualmente se encuentra inmovilizada en los tribunales de nuestro país una ingente cantidad de recursos financieros; son varias decenas de miles de millones de euros los que están pendientes de que se dicten resoluciones definitivas en los respectivos pleitos. Hasta que dichas resoluciones se produzcan, estos bienes, que son absolutamente necesarios para nuestra economía, están bloqueados. Comprenderán, señorías, que no podemos permanecer inactivos y que no nos podemos limitar a contemplar esta realidad. Tenemos que actuar decididamente, tenemos que adoptar las medidas que sean precisas para que todos esos recursos reviertan, y lo hagan lo antes posible, al circuito económico para conseguir el máximo beneficio para la economía de nuestro país. Para ello solamente hay un camino: acometer las reformas organizativas que sean necesarias para que nuestros tribunales puedan dar respuesta definitiva a los conflictos planteados y para que, además, lo puedan hacer en el plazo más breve posible…Hacemos un flaco favor a la economía nacional cada vez que demoramos, por poner un ejemplo, la consolidación de la doctrina jurisprudencial derivada del retraso en la tramitación de los recursos atribuidos a la competencia de nuestro Tribunal Supremo, porque esto genera un alto grado de inseguridad jurídica y perjudica de una forma rotunda las oportunidades económicas de España…”
¿Ha pasado tanto tiempo que ya no nos acordamos de todo esto?.
La necesaria reforma de la Justicia se ha puesto de manifiesto desde muchas otras instituciones que han elaborado propuestas o recomendaciones como las propuestas de la Fundación Impuestos y Competitividad . el clamor por la falta de seguridad jurídica es casi universal en ámbitos tan relevantes como el tributario. a”.
No obstante todo lo anterior, surge alguna esperanza de una primera lectura del anteproyecto de LOPJ aprobado el viernes. Entre otras medidas y en línea con alguna de las preocupaciones expuestas por algunas instituciones encontramos la fijación de doctrina jurisprudencial vinculante del Tribunal Supremo (artículo 32) la cuestión jurisprudencial previa ante el Tribunal Supremo (artículo 33 y ss) o la generalización del interés casacional como cauce para acceder a todos los órdenes jurisdiccionales del Tribunal Supremo, con independencia de la materia y cuantía del asunto (artículos 43 y 44)[2].
 

[2] Asuntos estos a los que he dedicado, humildemente, algunos desvelos. Para el que pueda estar interesado: “¿Quo vadis, Tribunal Supremo? En defensa del garante de la seguridad jurídica en un mundo de leyes desbocadas” (Artículo Monográfico, septiembre 2012. Editorial jurídica Sepín); “Jurisprudencia en tiempo real” (Cinco Días, 24 de noviembre de 2009); “La necesaria reforma de la casación” (Expansión, 29 de abril de 2011); “En defensa del contribuyente” (Cinco Días, 29 de octubre de 2012); “Eficiencia en lo contencioso-administrativo” (Cinco Días, 31 de mayo de 2013 y ¿Hay Derecho?, 1 de junio de 2013).