La política “de la casta”
Situémonos en Gran Bretaña en 1945. Había una clase política que ganó la guerra y unificó todas las tendencias políticas y al pueblo detrás de ellas, para ese empeño titánico que fue plantar cara a Alemania que ocupaba toda Europa continental. La guerra terminó y Churchill convocó elecciones pues pensaba que tras el triunfo bélico nada se le podía resistir. Pero el pueblo estaba exhausto y ya no creía en la vieja política. Attlee, un político laborista, se presentó a las elecciones con un programa reformador que pretendía algo tan sencillo como llevar el bienestar a todas las clases sociales. Tras seis años de gobierno, sin cuestionar la estabilidad que ofrecía una Monarquía renovada y ejemplar, nacionalizó el Banco de Inglaterra, las industrias del carbón, el gas, la electricidad, los ferrocarriles, la aviación civil y la siderurgia; y creó el Servicio Nacional de la Salud llevando el estado de bienestar a todos los ciudadanos. Estado de bienestar impensable antes del estallido, en 1939, de la conflagración mundial.
Unos la llaman “clase política”. Ahora, unos insubordinados subidos al carro de la fortuna electoral la denominan “casta política”. Ellos, los de la “clase” o de la “casta”, con todas sus imperfecciones, errores, secuelas de corrupción, etc. fueron los que llevaron el bienestar a los británicos y los que, en España, a lo largo de estos cuarenta años, han cambiado la faz de nuestra patria común. Los que entonces denunciaban la fragilidad de la democracia formal y el dominio de las oligarquías, condujeron al mundo a una catástrofe que todavía, aún pasados más de setenta años, recordamos con espanto. Ahí está, en las cenizas de la historia, lo que consiguieron los fascismos y el comunismo. Y hoy resurgen, como si no hubiésemos tenido bastante, los populismos de distinto signo que cuando triunfan conducen, como en Venezuela, a sus países al desastre.
Un sistema político sirve mientras es útil. El nuestro, sin duda, precisa de serias reformas que habrá que afrontar en el inicio del reinado de Felipe VI y después de establecido el mapa partidista que surja de las siguientes elecciones generales. Los pactos serán necesarios para que las instituciones, incluida la Jefatura del Estado, vuelvan a funcionar con eficacia. No será suficiente el acuerdo de las mayorías, ya que habrá que contar con las minorías, algunas presumiblemente muy numerosas; y otras, que aglutinan el nacionalismo mayoritario en Cataluña y el País Vasco, de difícil encaje constitucional. Todos tendrán que ceder mucho si se pretende tener un marco político, económico y social estable para las próximas décadas. Todo ello marcará la estabilidad del futuro reinado u otra forma de Estado si el pueblo así lo decidiese.
A veces los problemas complejos tienen soluciones sencillas, mas hay que dar con ellas. El comienzo del reinado de Don Felipe no creo que tenga problemas sustanciales hasta después de las elecciones generales. Luego será el momento de la verdad, cuando se plantee, con la reforma de la Constitución, el difícil consenso con los nacionalistas catalanes y vascos. Parece complejo encuadrar a esas que hoy llamamos, vergonzantemente, “nacionalidades” como se escribió en la Constitución, dentro de una patria común. Una salida sería reconocer que se tratan de Estados o de Naciones. En el primer caso se enmarcarían dentro de la Nación española; y, de elegir la segunda vía, quedarían encuadrados en el Estado español. Y ello con un concierto económico a través del cual aportasen al Estado o Nación, España al cabo, aquellas cantidades de dinero que recaudasen para sostener los gastos comunes: ejército, asuntos exteriores, relaciones exclusivas con la Comunidad Europea y esos otros servicios que, por obvio, fuese más rentable tenerlos centralizados que repetidos. Ese es el problema fundamental de nuestra Constitución. No parece plausible que a Galicia, Andalucía o Valencia pueda interesarle este sistema ya que saldrían empobrecidos. Aunque como de lo que hablamos es de sentimientos, no de eficacia, todo es posible. Quizás a Canarias o a las Islas Baleares, por su insularidad, pedirían un estatuto especial. Navarra ya tiene concierto económico y la posibilidad, si sus ciudadanos lo decidiesen, de incorporarse al País Vasco, lo cual no parece probable.
Luego habría que retocar el funcionamiento de otras instituciones, como el Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas, el funcionamiento de la justicia, el papel de los fiscales o el de los partidos políticos en cuyas reformas no habría tantos problemas pues, de seguir como están, sufragáneos de los partidos, y algunos partidos sufragáneos de la corrupción, van directas al precipicio del desprestigio. Y entonces se plantearía la clave de la bóveda constitucional. Qué queremos los españoles: ¿una Monarquía o una República? La solución sería, también, sencilla. Como debería someterse a referéndum la reforma constitucional, los ciudadanos que decidiesen acudir a votar tendrían dos opciones claras. La misma Constitución, pero en una el Título Segundose denominaría “De la Corona” y en la otra “De la Presidencia de la República”. Los pormenores, como son la duración, que en la Monarquía está clara y en la República debería ser, por lo menos de siete o diez años y elegido el Presidente por dos tercios de las Cámaras, tampoco llevaría demasiadas complicaciones. Bueno, no habría problemas presumiendo, quizás con ingenuidad, buena voluntad y sacrificio como el que tuvieron los políticos de la Transición. Si hace casi cuarenta años y después de cuarenta más de Dictadura, el pueblo español y “la casta” política fue capaz de sacar a España de una situación muy compleja, ¿no serán capaces ahora de hacer algo bastante más sencillo quienes hemos rigen el gobierno con los votos de los ciudadanos? En el PSOE, al menos, se mueven y debaten. En el PP parece que no se han enterado de lo que ocurre en sus narices y sigue dirigido por una “casta” de políticos agotados de ideas y físicamente exhaustos.
Abogado en ejercicio del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid. Asesor del Ministro de Justicia (Landelino Lavilla) entre 1977 y 1979 . Colaboró en la redacción de la primera Ley Orgánica de la Democracia: Ley General Penitenciaria; e informó sobre varios artículos de la Constitución durante la etapa constituyente.
Fue Diputado en el Congreso de los Diputados durante la VI Legislatura, siendo Portavoz del Partido Popular en la Comisión Constitucional (1996-2000). Comisionado por las Cortes Generales participó en la redacción de la Carta de los Derechos Fundamentales de los ciudadanos de la Unión, que luego se integró como Parte II del Tratado de Constitución para Europa y que ahora es parte del Tratado de Lisboa.
Ha llevado causas muy importantes y ha obtenido algunas sentencias que han creado jurisprudencia, como la que otorgó el amparo a Violeta Friedman, ante quienes negaban la existencia del Holocausto. Es abogado de importante empresas internacionales.
Premio de la Fundación “Doron” de periodismo 1991 por su artículo “Israel y los derechos humanos”.
Me pareció interesante cuando lo leí ayer y aprovecho para comentarlo aquí.
El principio es una muy compartible defensa de la democracia representativa, aunque hay que recordar que el Informe Beveridge que asentó las bases teóricas del Estado del Bienestar en el Reino Unido es de 1942.
Sobre el encaje constitucional de los nacionalismo catalán y vasco, el País Vasco YA tiene Concierto Económico.
Yo en la cuestión económica soy partidario del federalismo y la corresponsabilidad fiscal, alemán o -sobre todo- estadounidense: en vez de un sistema de Conciertos, un presupuesto y sistema fiscal federal (español) y los sistemas homólogos autonómicos. El sistema federal se encarga de proveer el nivel mínimo de prestaciones a todos, y luego los ciudadanos de cada Comunidad Autónoma con sus votos eligen cuáles de esas prestaciones quieren ampliar y con cuántos impuestos. Y se acabaron los lloriqueos por la financiación y el gastar con pólvora del rey.
La cuestión política-institucional, sólo le veo un problema a que se haga una votación entre dos propuestas de Constitución: divide al país. Es el efecto de perder votaciones. Bueno otros problemas: falta de otras opciones y que realmente no creo que monarquía-república sea un ‘cleavage’ decisivo para merecer esa solución.
Y es que es responsabilidad de los representantes políticos ponerse de acuerdo en ofrecer a la ciudadanía un texto constitucional en el que se maximice la capacidad de “sentirse cómodos” cualquier opción política, pues una Constitución debe ser eminentemente una texto transaccional o si no recuerden los que nos durabana las constituciones “trágala” del siglo XIX.
De propina, algo que también debería invitarse a su autor a publicar aquí. -> http://elpais.com/elpais/2014/06/18/opinion/1403083009_518570.html
Vamos por un momento a pensar que lo que dicen los estudiosos de la política es correcto.
Aquellos cuya vida profesional es seguir las tendencias de opinión, la evolución a largo plazo de los problemas e ideas que la alimentan, los grandes ciclos de poder global y local, la capacidad del poder de mejorar las expectativas de masas y de personas individuales (dos entes de conductas radicalmente diferentes), etc.
Sociólogos, historiadores, analistas de geopolítica, filósofos políticos, moralistas, constitucionalistas, antropólogos, analistas de sistemas complejos, jerarcas religiosos, psicólogos, etc.
Personas que rara vez están en titulares y que suelen permanecer un tanto al margen del poder. Justo lo suficiente para no pasar a formar parte de su tecno-estructura psicológica o formal. Justo lo contrario de aquellos que buscan titulares para alinearse con alguna de las facciones en liza.
Esta gente nos viene avisando desde hace varias décadas de que estamos en un momento de Grandes y Profundos Cambios de modo casi determinista. Del mismo modo que Beveridge, –como recuerda Aldelgadog– estaba en el mapa desde Bismarck o desde León XIII. Es decir cincuenta años antes.
El problema, –uno de ellos e importante para la llamada clase media–, es que nuestro papel es cada vez más limitado y pasivo. Una clase social en declive porque no tiene capacidad de acción colectiva efectiva y está condenada al empobrecimiento
Una clase sin capacidad de influir en positivo sino de ser siquiera una de los vectores en juego.
Hablo del concepto de una Ciudadanía dueña de su Espacio Público capturado por un establishment político oligárquico como nos vienen avisando nuestros mejores académicos desde hace al menos 30 años.
Esta gente, hoy, nos dice que les da Terror que se acelere un cambio Constitucional de la mano de los mismos que nos han traído hasta aquí.
Que lo que corresponde es corregir con cambios legislativos menores la desastrosa deriva de España en algunos aspectos durante ya décadas.
Por Ejemplo:
El Estado Autonómico, nuestro principal Desastre según dice en público más de un “padre” de esta Constitución.
Buena parte de ello se corrige retomando dos o tres competencias –hay motivos sobrados para ello.
Ganando al tiempo en economía de escala con ahorro sustancial en dinero y racionalidad.
Y sin necesidad de tocar sus lados positivos de atención a los localismos y su valioso patrimonio cultural.
Plantear una cosa tan sencilla vía un “Pacto de Élites” es, de nuevo, Escamotear a la Ciudadanía Española nuestro ámbito natural de ejercicio de derechos y de vida.
Ayer, “el Bable obligatorio”.
A ver, señores, una cuadrilla de matones lingüísticos está condenando a generaciones de españoles a no saber bien un idioma que hoy conocen 450 millones de personas para aprender obligados idiomas artificiosos en corralitos minúsculos a costa de… nuestra capacidad de elegir.
No se puede hacer tortilla sin romper huevos.
Buenos Días
Recentralizar es políticamente mala idea para la ciudadanía. Uno de los fundamentos del Federalismo es que ningún poder tenga todo el poder. La distribución de competencias es la otra pata de un sistema de ‘checks and balances’.
Muy interesante su artículo. coincido con usted en que las iniciativas populistas llevan a los países al desastre. En algunos casos, pueden tener alguna razón en que existe una clase o casta que está perjudicando seriamente a su país en beneficio particular de sus miembros. Aunque puedan tener razón en que en algunos países esa clase dirigente esté perjudicando al país, a mi entender, es claro que las soluciones al problema no pasan por intercambiar una casta, la antigua, por otra nueva, más cercana a ellos. Tampoco pasan por la modulación o restricción de los derechos y libertades, como se ha hecho en algunos países de América, sino más bien todo lo contrario. Pasa por un ejercicio más activo y revitalizador de nuestros derechos y libertades. Y pasa por defender todas las garantías que da nuestro sistema.
En el caso español, ¿pasa la necesidad de dar una nueva energía a nuestro país por un reforma constitucional? Puede que sí. Estoy completamente de acuerdo en que todos los grupos implicados deberán hacer muchas cesiones y en que habrá que tener en cuenta a las minorías, ya que no se puede hacer una reforma que rompa el espíritu de consenso incluyente de las minorías. Lo que tienen que tener claro los distintos grupos políticos es qué están dispuestos a ceder y a cambio de qué. Todavía parece que ese proceso no está suficientemente maduro, pero puede estarlo en un plazo no demasiado largo.
Una consideración importante en el proceso de reformas que se pueda abrir es la lealtad. El pacto de una reforma constitucional exigirá un sistema muy abierto, que permita gobernar según sus ideas a grupos de diferentes opiniones según vayan obteniendo en cada momento el apoyo mayoritario de la población. Pero también exige un cierto nivel de concreción, de compromisos concretos que cada grupo habrá de asumir con el resto. Esos compromisos supondrían en muchos casos renuncias para cada grupo político, que deberán ser respetadas. De poco sirve decir que voy a renunciar a algo, a cambio de que mis posturas sean tenidas en cuenta en otros aspectos, si al día siguiente de la renuncia me planteo como recuperar aquello a lo que he renunciado. Quien toma esa posición, se ve forzado a trabajar por la erosión de un pacto que él mismo ha firmado. Creo que no es el camino.
Reciba un cordial saludo.
1º Nada es gratis y el llamado y malentendido “Estado del Bienestar” hizo aguas en los años setenta. Desde entonces los países que se atrevieron a reformarlo (UK de Tatcher y los EEUU de Reagan, incluso Suecia) son los que hoy están mejor. China, por otro lado, no tiene estado del bienestar y va como una moto.
2º Por qué tendríamos que reconocer al País Vasco o Cataluña como naciones formando parte de una estado confederado que no existe en ningún sitio ¿Explíquenos por favor, por qué son naciones o por qué Francia o España no lo son.
La reforma del modelo territorial debería ir, justamente, en sentido contrario (no se les puede dar más, porque no hay más) eliminando por ejemplo el insolidario “Cupo Vasco” dejando claro que los nacionalistas catalanes consigan algo parecido.
3º Con relación al debate monarquía-república quiero decir que “el problema de la república en España son precisamente los republicanos” dado que los republicanos de nuestros días se dicen herederos políticos de aquellos que se sublevaron contra “SU” república en el golpe de estado de octubre de 1.934 (1.400 muertos) simplemente porque había ganado las elecciones la derecha. Y son también el problema porque se han alistado a la deriva del nacionalismo catalán basada en el “España nos roba” (la España POBRE nos roba) soslayando con ello la que siempre dijeron que había sido su principal seña de identidad: La SOLIDARIDAD con los más desfavorecidos
El Reino Unido de la Thatcher en realidad nunca desmontó, por ejemplo, la Sanidad. EE.UU. no tenía Estado del Bienestar que desmontar, y aún así Medicare y Medicaid son los programas federales que obtienen mayoría absoluta de aprobación por la ciudadanía y que ni siquiera los neocon se atreven a tocar.
Sobre recentralización, ver respuesta a Manu Oquendo.
Para hablar de la república hay que hablar de la república, no de la IIª República Española.
Me pareció interesante cuando lo leí ayer y aprovecho para comentarlo aquí.
El principio es una muy compartible defensa de la democracia representativa, aunque hay que recordar que el Informe Beveridge que asentó las bases teóricas del Estado del Bienestar en el Reino Unido es de 1942.
Sobre el encaje constitucional de los nacionalismo catalán y vasco, el País Vasco YA tiene Concierto Económico.
Yo en la cuestión económica soy partidario del federalismo y la corresponsabilidad fiscal, alemán o -sobre todo- estadounidense: en vez de un sistema de Conciertos, un presupuesto y sistema fiscal federal (español) y los sistemas homólogos autonómicos. El sistema federal se encarga de proveer el nivel mínimo de prestaciones a todos, y luego los ciudadanos de cada Comunidad Autónoma con sus votos eligen cuáles de esas prestaciones quieren ampliar y con cuántos impuestos. Y se acabaron los lloriqueos por la financiación y el gastar con pólvora del rey.
La cuestión política-institucional, sólo le veo un problema a que se haga una votación entre dos propuestas de Constitución: divide al país. Es el efecto de perder votaciones. Bueno otros problemas: falta de otras opciones y que realmente no creo que monarquía-república sea un ‘cleavage’ decisivo para merecer esa solución.
Y es que es responsabilidad de los representantes políticos ponerse de acuerdo en ofrecer a la ciudadanía un texto constitucional en el que se maximice la capacidad de “sentirse cómodos” cualquier opción política, pues una Constitución debe ser eminentemente una texto transaccional o si no recuerden los que nos durabana las constituciones “trágala” del siglo XIX.
De propina, algo que también debería invitarse a su autor a publicar aquí. -> http://elpais.com/elpais/2014/06/18/opinion/1403083009_518570.html
Vamos por un momento a pensar que lo que dicen los estudiosos de la política es correcto.
Aquellos cuya vida profesional es seguir las tendencias de opinión, la evolución a largo plazo de los problemas e ideas que la alimentan, los grandes ciclos de poder global y local, la capacidad del poder de mejorar las expectativas de masas y de personas individuales (dos entes de conductas radicalmente diferentes), etc.
Sociólogos, historiadores, analistas de geopolítica, filósofos políticos, moralistas, constitucionalistas, antropólogos, analistas de sistemas complejos, jerarcas religiosos, psicólogos, etc.
Personas que rara vez están en titulares y que suelen permanecer un tanto al margen del poder. Justo lo suficiente para no pasar a formar parte de su tecno-estructura psicológica o formal. Justo lo contrario de aquellos que buscan titulares para alinearse con alguna de las facciones en liza.
Esta gente nos viene avisando desde hace varias décadas de que estamos en un momento de Grandes y Profundos Cambios de modo casi determinista. Del mismo modo que Beveridge, –como recuerda Aldelgadog– estaba en el mapa desde Bismarck o desde León XIII. Es decir cincuenta años antes.
El problema, –uno de ellos e importante para la llamada clase media–, es que nuestro papel es cada vez más limitado y pasivo. Una clase social en declive porque no tiene capacidad de acción colectiva efectiva y está condenada al empobrecimiento
Una clase sin capacidad de influir en positivo sino de ser siquiera una de los vectores en juego.
Hablo del concepto de una Ciudadanía dueña de su Espacio Público capturado por un establishment político oligárquico como nos vienen avisando nuestros mejores académicos desde hace al menos 30 años.
Esta gente, hoy, nos dice que les da Terror que se acelere un cambio Constitucional de la mano de los mismos que nos han traído hasta aquí.
Que lo que corresponde es corregir con cambios legislativos menores la desastrosa deriva de España en algunos aspectos durante ya décadas.
Por Ejemplo:
El Estado Autonómico, nuestro principal Desastre según dice en público más de un “padre” de esta Constitución.
Buena parte de ello se corrige retomando dos o tres competencias –hay motivos sobrados para ello.
Ganando al tiempo en economía de escala con ahorro sustancial en dinero y racionalidad.
Y sin necesidad de tocar sus lados positivos de atención a los localismos y su valioso patrimonio cultural.
Plantear una cosa tan sencilla vía un “Pacto de Élites” es, de nuevo, Escamotear a la Ciudadanía Española nuestro ámbito natural de ejercicio de derechos y de vida.
Ayer, “el Bable obligatorio”.
A ver, señores, una cuadrilla de matones lingüísticos está condenando a generaciones de españoles a no saber bien un idioma que hoy conocen 450 millones de personas para aprender obligados idiomas artificiosos en corralitos minúsculos a costa de… nuestra capacidad de elegir.
No se puede hacer tortilla sin romper huevos.
Buenos Días
Muy interesante su artículo. coincido con usted en que las iniciativas populistas llevan a los países al desastre. En algunos casos, pueden tener alguna razón en que existe una clase o casta que está perjudicando seriamente a su país en beneficio particular de sus miembros. Aunque puedan tener razón en que en algunos países esa clase dirigente esté perjudicando al país, a mi entender, es claro que las soluciones al problema no pasan por intercambiar una casta, la antigua, por otra nueva, más cercana a ellos. Tampoco pasan por la modulación o restricción de los derechos y libertades, como se ha hecho en algunos países de América, sino más bien todo lo contrario. Pasa por un ejercicio más activo y revitalizador de nuestros derechos y libertades. Y pasa por defender todas las garantías que da nuestro sistema.
En el caso español, ¿pasa la necesidad de dar una nueva energía a nuestro país por un reforma constitucional? Puede que sí. Estoy completamente de acuerdo en que todos los grupos implicados deberán hacer muchas cesiones y en que habrá que tener en cuenta a las minorías, ya que no se puede hacer una reforma que rompa el espíritu de consenso incluyente de las minorías. Lo que tienen que tener claro los distintos grupos políticos es qué están dispuestos a ceder y a cambio de qué. Todavía parece que ese proceso no está suficientemente maduro, pero puede estarlo en un plazo no demasiado largo.
Una consideración importante en el proceso de reformas que se pueda abrir es la lealtad. El pacto de una reforma constitucional exigirá un sistema muy abierto, que permita gobernar según sus ideas a grupos de diferentes opiniones según vayan obteniendo en cada momento el apoyo mayoritario de la población. Pero también exige un cierto nivel de concreción, de compromisos concretos que cada grupo habrá de asumir con el resto. Esos compromisos supondrían en muchos casos renuncias para cada grupo político, que deberán ser respetadas. De poco sirve decir que voy a renunciar a algo, a cambio de que mis posturas sean tenidas en cuenta en otros aspectos, si al día siguiente de la renuncia me planteo como recuperar aquello a lo que he renunciado. Quien toma esa posición, se ve forzado a trabajar por la erosión de un pacto que él mismo ha firmado. Creo que no es el camino.
Reciba un cordial saludo.
1º Nada es gratis y el llamado y malentendido “Estado del Bienestar” hizo aguas en los años setenta. Desde entonces los países que se atrevieron a reformarlo (UK de Tatcher y los EEUU de Reagan, incluso Suecia) son los que hoy están mejor. China, por otro lado, no tiene estado del bienestar y va como una moto.
2º Por qué tendríamos que reconocer al País Vasco o Cataluña como naciones formando parte de una estado confederado que no existe en ningún sitio ¿Explíquenos por favor, por qué son naciones o por qué Francia o España no lo son.
La reforma del modelo territorial debería ir, justamente, en sentido contrario (no se les puede dar más, porque no hay más) eliminando por ejemplo el insolidario “Cupo Vasco” dejando claro que los nacionalistas catalanes consigan algo parecido.
3º Con relación al debate monarquía-república quiero decir que “el problema de la república en España son precisamente los republicanos” dado que los republicanos de nuestros días se dicen herederos políticos de aquellos que se sublevaron contra “SU” república en el golpe de estado de octubre de 1.934 (1.400 muertos) simplemente porque había ganado las elecciones la derecha. Y son también el problema porque se han alistado a la deriva del nacionalismo catalán basada en el “España nos roba” (la España POBRE nos roba) soslayando con ello la que siempre dijeron que había sido su principal seña de identidad: La SOLIDARIDAD con los más desfavorecidos
Recentralizar es políticamente mala idea para la ciudadanía. Uno de los fundamentos del Federalismo es que ningún poder tenga todo el poder. La distribución de competencias es la otra pata de un sistema de ‘checks and balances’.
El Reino Unido de la Thatcher en realidad nunca desmontó, por ejemplo, la Sanidad. EE.UU. no tenía Estado del Bienestar que desmontar, y aún así Medicare y Medicaid son los programas federales que obtienen mayoría absoluta de aprobación por la ciudadanía y que ni siquiera los neocon se atreven a tocar.
Sobre recentralización, ver respuesta a Manu Oquendo.
Para hablar de la república hay que hablar de la república, no de la IIª República Española.
El Estado del Bienestar no puede ser desvinculado de los Derechos Fundamentales y las Libertades Públicas que el Estado ha de garantizar. Los susceptibles de amparo constitucional, de manera inmediata; y los demás, desarrollándolos (desarrollar, no demoler) por las Leyes aprobadas por el órgano legislativo competente en cada caso.
… el órgano legislativo competente en cada caso. Cual será, será, what ever will be, will be. ¿Ayuntamiento? ¿Diputación? ¿Parlamento Autonómico? ¿Nacional? ¿Algún organismo de la U.E.? ¿El Colegio profesional? ¿Otros órganos constitucionales?
La organización del Estado ha alcanzado tal complejidad que debería ser objeto de estudio e investigación en las Escuelas Técnicas Superiores de Ingeniería Industrial.
Es el objetivo; que el ciudadano se sienta tan pequeñito frente al poder político/administrativo, que en vez de entender, acepte la palabra cuasidivina del político de turno. Hasta ahora. Porque ya nadie confía en ningún político. Por desgracia. Y por los propios méritos de los que ahora tanto se quejan.
La opción: Reformar la Constitución. Miedo me da. Expropiados nuestros Derechos Fundamentales, arruinados y más que cabreados unos con otros, otros con otros y unos con unos, vamos más rápido que Alonso con McLaren. Al precipicio. Sin Derechos efectivos, con miedo y divididos, vamos a reformar la Constitución como si estuviésemos cavando nuestra propia tumba. Mientras el pistolero nos apunta con su colt 45 a la cabeza.
Dinamitarlo todo, parece ser la solución generalmente aceptada.
El Estado del Bienestar no puede ser desvinculado de los Derechos Fundamentales y las Libertades Públicas que el Estado ha de garantizar. Los susceptibles de amparo constitucional, de manera inmediata; y los demás, desarrollándolos (desarrollar, no demoler) por las Leyes aprobadas por el órgano legislativo competente en cada caso.
… el órgano legislativo competente en cada caso. Cual será, será, what ever will be, will be. ¿Ayuntamiento? ¿Diputación? ¿Parlamento Autonómico? ¿Nacional? ¿Algún organismo de la U.E.? ¿El Colegio profesional? ¿Otros órganos constitucionales?
La organización del Estado ha alcanzado tal complejidad que debería ser objeto de estudio e investigación en las Escuelas Técnicas Superiores de Ingeniería Industrial.
Es el objetivo; que el ciudadano se sienta tan pequeñito frente al poder político/administrativo, que en vez de entender, acepte la palabra cuasidivina del político de turno. Hasta ahora. Porque ya nadie confía en ningún político. Por desgracia. Y por los propios méritos de los que ahora tanto se quejan.
La opción: Reformar la Constitución. Miedo me da. Expropiados nuestros Derechos Fundamentales, arruinados y más que cabreados unos con otros, otros con otros y unos con unos, vamos más rápido que Alonso con McLaren. Al precipicio. Sin Derechos efectivos, con miedo y divididos, vamos a reformar la Constitución como si estuviésemos cavando nuestra propia tumba. Mientras el pistolero nos apunta con su colt 45 a la cabeza.
Dinamitarlo todo, parece ser la solución generalmente aceptada.
Pudiendo luchar por nuestra libertad en la puerta del sol ¿por qué luchamos por nuestra esclavitud a las puertas del palacio real?
“Nadie sabe lo que puede un cuerpo”, dijo uno de nuestros grandes filósofos. Hoy ese cuerpo es, la “MULTITUDO”; la rica multitud de variedad de personas que componemos esta sociedad. ¿No valoramos también la variedad de las especies en la naturaleza?, entonces, ¿porqué no la admitimos entre nosotros? Nadie sabe lo que juntos, como un cuerpo, podemos lograr. Pero no me cabe duda científica que la potencia de todos en libertad es infinitamente mayor que la de muchos siendo esclavos.
Admiremos el valor de esos pioneros que miran por la potencia de la multitud de todos.
Pudiendo luchar por nuestra libertad en la puerta del sol ¿por qué luchamos por nuestra esclavitud a las puertas del palacio real?
“Nadie sabe lo que puede un cuerpo”, dijo uno de nuestros grandes filósofos. Hoy ese cuerpo es, la “MULTITUDO”; la rica multitud de variedad de personas que componemos esta sociedad. ¿No valoramos también la variedad de las especies en la naturaleza?, entonces, ¿porqué no la admitimos entre nosotros? Nadie sabe lo que juntos, como un cuerpo, podemos lograr. Pero no me cabe duda científica que la potencia de todos en libertad es infinitamente mayor que la de muchos siendo esclavos.
Admiremos el valor de esos pioneros que miran por la potencia de la multitud de todos.
Quizás, estimado Teilhard, en la Puerta del Sol, ayer, nadie luchaba por otra libertad diferente a la de la libertad del dictador. El conflicto fue inducido.
http://www.eldiariomontanes.es/nacional/201406/20/jorge-vestrynge-entre-detenidos-20140620095937.html
Cito: “Sobre las 20:30 horas Jorge Vestrynge, que participaba en la protesta, ha dicho que se quería ir a su casa, ha intentado saltar el fuerte cordón policial que rodeaba a los concentrados, lo que ha motivado que la Policía cargase contra los congregados. La Policía ha detenido al expolítico y a otras cuatro personas, en unos incidentes en los que tres agentes han resultado ahora …”.
¿Quien gobierna un bosque? Cada uno de sus integrantes. Seamos como árboles.
Quizás, estimado Teilhard, en la Puerta del Sol, ayer, nadie luchaba por otra libertad diferente a la de la libertad del dictador. El conflicto fue inducido.
http://www.eldiariomontanes.es/nacional/201406/20/jorge-vestrynge-entre-detenidos-20140620095937.html
Cito: “Sobre las 20:30 horas Jorge Vestrynge, que participaba en la protesta, ha dicho que se quería ir a su casa, ha intentado saltar el fuerte cordón policial que rodeaba a los concentrados, lo que ha motivado que la Policía cargase contra los congregados. La Policía ha detenido al expolítico y a otras cuatro personas, en unos incidentes en los que tres agentes han resultado ahora …”.
¿Quien gobierna un bosque? Cada uno de sus integrantes. Seamos como árboles.
Suscita Aldelgadg el debate de la centralización vs la descentralización.
Como le tengo por veterano supongo que es consciente de que es la respuesta estándar del nacionalismo disgregador y que, como suele suceder cuando dejamos de vigilar la semántica, es un falso debate.
Cuando digo “Recuperar para el estado la competencia educativa” no estoy hablando de “Re-centralizar” del mismo modo que cuando se transfirió a las autonomías tampoco se “Descentralizó” sino que se “Fragmentó” que es algo completamente diferente.
Las Autoctonías han usado esa función del estado moderno (tema que daría para hablar un buen rato) para forzar identidades falsas sin alternativa alguna sirviendo como instrumento coactivo de replicación de una monoidentidad y de paso devolvernos a la población de mayor fracaso escolar del mundo.
Un fenómeno este que se ilustra a la perfección en Cataluña donde va ligado al monolingüismo autóctono convirtiendo una región antes puntera en una de las peores de España. Hasta tal punto que sus alumnos pudientes, sus mejores profesores y las Universidades que pueden (ESADE, IESE) se vienen a Madrid en cuanto pueden lo mismo que ha hecho Deusto para salir del corral nacionalista.
El tema es otro más de los que nos causan un daño hondo y cobardemente silenciado que nos restringe la Movilidad, el Ámbito vital y nuestro supuesto Derecho a por lo menos a educar a nuestros hijos en Español con más de Cuatrocientos millones de hablantes en vez de condenarles sin tener por qué a ser educados en una lengua construida a toda prisa en los sesenta y setenta para poder marcarles y dar trabajo a los nacionalistas más sectarios.
Esto, estimado Adelgadog, es un clamor silencioso en todos esos sitios de gente incapaz de salir a decirlo por miedo y que observa atónita a un estado impotente hasta para hacer cumplir sentencias por lo que en el fondo no son más que sectarios fascistas en el sentido más auténtico del término. Una réplica perfecta del “Caudillo” a quien siempre aspiraron a suceder. Así que puestos a decidir decidamos tras hablar bien clarito y libremente.
Así que de descentralizar, nada.
Recuperar el control y delegar en funcionarios leales y bien formados.
No en Etasunos, “Bloqueiros” o profesores de Esquerra que conforman la mayoría del sistema escolar de esos lugares adoctrinando a cuenta de Dos Presupuestos: El Político y el Educativo.
Saludos
Recuperar la competencia educativa es recentralizar.
La transferencia de la competencia es descentralización.
Esos son conceptos básicos.
Lo demás, y va aparte de lo anterior, son conflictos identitarios.
Suscita Aldelgadg el debate de la centralización vs la descentralización.
Como le tengo por veterano supongo que es consciente de que es la respuesta estándar del nacionalismo disgregador y que, como suele suceder cuando dejamos de vigilar la semántica, es un falso debate.
Cuando digo “Recuperar para el estado la competencia educativa” no estoy hablando de “Re-centralizar” del mismo modo que cuando se transfirió a las autonomías tampoco se “Descentralizó” sino que se “Fragmentó” que es algo completamente diferente.
Las Autoctonías han usado esa función del estado moderno (tema que daría para hablar un buen rato) para forzar identidades falsas sin alternativa alguna sirviendo como instrumento coactivo de replicación de una monoidentidad y de paso devolvernos a la población de mayor fracaso escolar del mundo.
Un fenómeno este que se ilustra a la perfección en Cataluña donde va ligado al monolingüismo autóctono convirtiendo una región antes puntera en una de las peores de España. Hasta tal punto que sus alumnos pudientes, sus mejores profesores y las Universidades que pueden (ESADE, IESE) se vienen a Madrid en cuanto pueden lo mismo que ha hecho Deusto para salir del corral nacionalista.
El tema es otro más de los que nos causan un daño hondo y cobardemente silenciado que nos restringe la Movilidad, el Ámbito vital y nuestro supuesto Derecho a por lo menos a educar a nuestros hijos en Español con más de Cuatrocientos millones de hablantes en vez de condenarles sin tener por qué a ser educados en una lengua construida a toda prisa en los sesenta y setenta para poder marcarles y dar trabajo a los nacionalistas más sectarios.
Esto, estimado Adelgadog, es un clamor silencioso en todos esos sitios de gente incapaz de salir a decirlo por miedo y que observa atónita a un estado impotente hasta para hacer cumplir sentencias por lo que en el fondo no son más que sectarios fascistas en el sentido más auténtico del término. Una réplica perfecta del “Caudillo” a quien siempre aspiraron a suceder. Así que puestos a decidir decidamos tras hablar bien clarito y libremente.
Así que de descentralizar, nada.
Recuperar el control y delegar en funcionarios leales y bien formados.
No en Etasunos, “Bloqueiros” o profesores de Esquerra que conforman la mayoría del sistema escolar de esos lugares adoctrinando a cuenta de Dos Presupuestos: El Político y el Educativo.
Saludos
El artículo de Jorge Trías contiene uno de los tópicos más consolidados del debate político español. Consiste este lugar común en que, en España, sólo caben dos formas de articular el Estado: o somos una monarquía parlamentaria, o somos una república parlamentaria. Este debate estereotipado sobre la forma del Estado es dominante tanto en los medios de comunicación como en ámbitos más especializados.
Trías lo expresa claramente cuando escribe: los ciudadanos deberían elegir entre una monarquía o una república cuyo presidente sería elegido “por dos tercios de las Cámaras”.
Mi pregunta sería: “¿y por qué no una república presidencialista, como la norteamericana, o la francesa?”. Esta tercera opción -una república presidencialista como la que gobiernan hoy Obama u Hollande- no les interesa ni a nuestros republicanos, que sólo admiten la parlamentaria. No es sólo una falta de interés político, sino que es también una falta de interés intelectual: esa hipótesis ni se plantea, ni se menciona, no existe. Que España fuera una república con un presidente con poderes ejecutivos como Obama es algo, para nuestros tratadistas y creadores de opinión, tan impensable como que España se integre en la “Commonwealtf”, o que el budismo se convierta en religión mayoritaria.
No defiendo yo (necesariamente) un modelo de república presidencialista aquí y ahora. Lo que quiero señalar es que nuestro debate político y mediático sobre este asunto está sumamente empobrecido cuando se afirma que sólo cabe frente al modelo monárquico un modelo republicano de extracción parlamentaria.
Las razones creo que hay que buscarlas en nuestra Historia, y por eso sospecho que nuestro debate (el actual) entre monarquía y república no es un debate sobre nuestro futuro, sino un ajuste de cuentas a nuestro pasado.
¿Y cómo sabe vd. que TODOS los republicanos españoles defienden lo mismo y es exactamente lo que usted dice?
Yo soy republicano y abogo por un Presidente ejecutivo. Ya está falseada su afirmación.
El artículo de Jorge Trías contiene uno de los tópicos más consolidados del debate político español. Consiste este lugar común en que, en España, sólo caben dos formas de articular el Estado: o somos una monarquía parlamentaria, o somos una república parlamentaria. Este debate estereotipado sobre la forma del Estado es dominante tanto en los medios de comunicación como en ámbitos más especializados.
Trías lo expresa claramente cuando escribe: los ciudadanos deberían elegir entre una monarquía o una república cuyo presidente sería elegido “por dos tercios de las Cámaras”.
Mi pregunta sería: “¿y por qué no una república presidencialista, como la norteamericana, o la francesa?”. Esta tercera opción -una república presidencialista como la que gobiernan hoy Obama u Hollande- no les interesa ni a nuestros republicanos, que sólo admiten la parlamentaria. No es sólo una falta de interés político, sino que es también una falta de interés intelectual: esa hipótesis ni se plantea, ni se menciona, no existe. Que España fuera una república con un presidente con poderes ejecutivos como Obama es algo, para nuestros tratadistas y creadores de opinión, tan impensable como que España se integre en la “Commonwealtf”, o que el budismo se convierta en religión mayoritaria.
No defiendo yo (necesariamente) un modelo de república presidencialista aquí y ahora. Lo que quiero señalar es que nuestro debate político y mediático sobre este asunto está sumamente empobrecido cuando se afirma que sólo cabe frente al modelo monárquico un modelo republicano de extracción parlamentaria.
Las razones creo que hay que buscarlas en nuestra Historia, y por eso sospecho que nuestro debate (el actual) entre monarquía y república no es un debate sobre nuestro futuro, sino un ajuste de cuentas a nuestro pasado.
Gracias por el comentario, Aldelgadog.
Es cierto que una las acepciones de “descentralización” es la “política”. Por ello sostengo que es un uso inadecuado del término.
Otras formas de Descentralización son radicalmente diferentes porque “el Centro” siempre conserva poderes de supervisión, delegación y la responsabilidad última.
En España se trata de vender la “Descentralización Política” como lo que no es: medidas racionalizadoras fruto del viejo principio de subsidiaridad y eficiencia gestora.
La “Descentralización” política nunca puede traer eficiencia porque le es consustancial la destrucción de cualquier economía de escala, la base principal de la productividad. Es por tanto “Fragmentación” del poder político y no otra cosa. “Ruptura del soberano en trozos”.
Su propia definición formal da por sentado que sus actos pueden ser opuestos a los designios del órgano donde reside la soberanía nacional para que prevalezca la decisión de la parte a la cual se ha trasladado una competencia.
Pero es que, además, es cuestionable que la CE consagre en su texto que partimos de un modelo Centralizado. El Art 27 No lo hace.
El texto constituyente, al contrario de lo habitual no es explícito en asignar al Estado –como único sumatorio del Constituyente– responsabilidad sobre el proceso educativo. En vez de Estado usa el difuso y vergonzante “Poderes Públicos”.
Aquello debió de ser una batalla campal porque si el nacionalismo -y otras ideologías del Hombre Nuevo–, no pueden echar mano de hijos ajenos están muertos.
Lo que Francia (Unitaria) o Argentina (Federal) hacen de modo inequívoco aquí se diluye en la vaga expresión “Poderes Públicos”. El resultado es que se va legislando con batallas campales cada vez que se aborda Educación. No es de sorprender que tengamos el peor sistema educativo en resultados y uno de los peor relación resultados/coste.
Esto es impensable en cualquier órgano de la naturaleza y de ahí el pollo monumental y los resultados que España obtiene.
Como en otras tantas cosas el Estado Autonómico es un chollo para la casta política hipetrofiada y un fiasco organizativo que no puede funcionar con un mínimo de racionalidad, ni respetar derechos básicos.
Sus resultados serán siempre deficientes por la entropía que genera.
En cualquier otro tipo de organización: biológica, tribal, social, empresarial, deportiva los organismos tienen un órgano deliberativo-decisorio y una serie de procesos que en respuesta al principio de eficiencia y subsidiariedad otorgan a órganos subordinados distintos grados de responsabilidad en la deliberación, la respuesta y la acción.
Aquí no y luego nos preguntamos ¿Qué hemos hecho?
Esta forma de Descentralización Política –horizontal– si bien parece descongestionar un grupo de funciones centrales lo hace multiplicando su coste por N, N=Autonomías–, y sienta las bases para la formación de élites locales con intereses particulares, que atentan contra el bien común.
Saludos
Esta constitución, cuanto más se la mira y cuanto más se compara, más indisociable resulta de nuestros problemas que son siempre mucho mayores que los de nuestro entorno.
Interesante debate el promovido por este post en el que resaltaría las cuestiones siguientes:
1.- No existe un modelo de una situación que pueda servir para darnos soluciones, por lo que debemos darlas nosotros o aceptar resignadamente las que nos den los demás.
2.- El debate sobre la forma de estado y su representación máxima es menor ante los problemas reales de la gente.
3.- “No hay pan para tanto….” Sencillamente tenemos un modelo de organización política del estado que no nos podemos permitir. Es tan simple como preguntar a los ciudadanos si están dispuestos a pagar menos (centralización) o pagar más (autonomías y “nacionalidades”).
4.- Mientras nos enredamos en debates jurídicos, por muy interesantes que sean, el barco va a la deriva con riesgo de naufragar. ¿No sería mejor ayudar a evitar la catástrofe?
5.- ¿Qué significan nuestros pequeños conflictos territoriales ante lo que se nos puede venir encima? Se habla ya de la necesidad de una guerra que dé “seguridad y riqueza”. ¿A quienes?
6.- ¿Alguien se ha preguntado el porqué de la proliferación de estos conflictos en puntos estratégicos y en Europa en estos momentos?
7.- El mundo está destrozándose por intereses bastardos que nos marcan desde cómo debemos vivir a cómo debemos morir. Eso sí decididos por nuestras democracias representativas.
8.- La sociedad está aherrojada entre el miedo provocado por la inseguridad jurídica que se le impone y el infantilismo tecnológico del consumo de servicios de todo tipo desde los sanitarios a los culturales.
9.- Nuestras personas más preparadas intelectual y políticamente prefieren ver los toros desde la barrera a mojarse y sólo parecen moverse por incentivos económicos ¿y los incentivos morales?
10.- Estamos en tiempos de cambios que exigen más libertades reales, más compromisos ciudadanos (no todo son nuestros derechos), un humanismo que prevalezca sobre los juguetes tecnológicos alienantes y una sabiduría que esté sobre los “especialistas” para saber dirigirlos adecuadamente.
Interesante debate el promovido por este post en el que resaltaría las cuestiones siguientes:
1.- No existe un modelo de una situación que pueda servir para darnos soluciones, por lo que debemos darlas nosotros o aceptar resignadamente las que nos den los demás.
2.- El debate sobre la forma de estado y su representación máxima es menor ante los problemas reales de la gente.
3.- “No hay pan para tanto….” Sencillamente tenemos un modelo de organización política del estado que no nos podemos permitir. Es tan simple como preguntar a los ciudadanos si están dispuestos a pagar menos (centralización) o pagar más (autonomías y “nacionalidades”).
4.- Mientras nos enredamos en debates jurídicos, por muy interesantes que sean, el barco va a la deriva con riesgo de naufragar. ¿No sería mejor ayudar a evitar la catástrofe?
5.- ¿Qué significan nuestros pequeños conflictos territoriales ante lo que se nos puede venir encima? Se habla ya de la necesidad de una guerra que dé “seguridad y riqueza”. ¿A quienes?
6.- ¿Alguien se ha preguntado el porqué de la proliferación de estos conflictos en puntos estratégicos y en Europa en estos momentos?
7.- El mundo está destrozándose por intereses bastardos que nos marcan desde cómo debemos vivir a cómo debemos morir. Eso sí decididos por nuestras democracias representativas.
8.- La sociedad está aherrojada entre el miedo provocado por la inseguridad jurídica que se le impone y el infantilismo tecnológico del consumo de servicios de todo tipo desde los sanitarios a los culturales.
9.- Nuestras personas más preparadas intelectual y políticamente prefieren ver los toros desde la barrera a mojarse y sólo parecen moverse por incentivos económicos ¿y los incentivos morales?
10.- Estamos en tiempos de cambios que exigen más libertades reales, más compromisos ciudadanos (no todo son nuestros derechos), un humanismo que prevalezca sobre los juguetes tecnológicos alienantes y una sabiduría que esté sobre los “especialistas” para saber dirigirlos adecuadamente.