El fraude fiscal es asunto de todos…..
Durante los próximos meses se hablará sobre la Reforma Fiscal presentada recientemente por el Gobierno. Los analistas discutirán la realidad de la bajada de impuestos, sus beneficiarios, su trascendencia social etc… Un sinfín de reflexiones cuyo punto de partida para los ciudadanos es saber si van a soportar menor carga impositiva por el conjunto de tributos. A nivel general, este proyecto limita con la imposibilidad de una disminución en la recaudación por las exigencias en torno al déficit fijadas para España.
Las opiniones se verán tamizadas por el devenir de las magnitudes económicas y en concreto, por un medidor muy correcto como son los ingresos por autoliquidaciones de impuestos, verdadera piedra angular sobre la que se construye nuestro sistema tributario.
Pero junto al enfoque de la reforma del sistema impositivo, estamos abocados a la búsqueda de nuevos ingresos sin gravar de forma recalcitrante a los mismos. En ese ámbito compete abordar intensamente una lacra social como es el fraude fiscal sufrido por todos nosotros y los países de nuestro entorno. El fraude fiscal es la ejemplificación de la falta de cohesión social por el desajuste que produce en las cuentas públicas. Evidencia la insolidaridad y la falta de compromiso de un país.
Periódicamente suelen aparecer informes evaluando su importe en comparación con el PIB y señalando los sectores más proclives. Muchos enmascaran una intención de carácter corporativo, económico o político. Sería una labor hercúlea de tiempo y medios aproximarse a una magnitud cierta del fraude fiscal en España debido a que, por su propia naturaleza, es opaco. Se utilizan estadísticas y se extrapolan cifras sobre las que se basan las elucubraciones con mayor o menor rigor. La innegable realidad palpable en el día a día es un incumplimiento de las cargas fiscales repartido entre todos los segmentos sociales. Por su originalidad en el enfoque resulta muy interesante el elaborado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA) titulado “El hueco que deja el diablo. Una estimación del fraude del IRPF con microdatos tributarios” . Utiliza una metodología consistente en rastrear determinadas pistas que evidencian la verdadera renta en el ámbito de las personas físicas y centradas en unas contingencias.
Sentada la base de la existencia de fraude fiscal en España como en nuestro entorno y a su vez la complejidad de su cálculo, procede ser imaginativo y buscar soluciones al problema. Aquí pueden aparecer cascadas de ideas con mayor o menor fundamento, algunas irrisorias, cuya finalidad es tapar una vía de escape pero que no solucionan el problema, entre otras cosas por su imposibilidad. La batalla, perdida de antemano, consiste en el intento de ir reduciéndolo sin que se atisbe el fin.
En este conflicto el armazón debe forjarse en tres puntos: la actuación coercitiva de la Administración, la simplificación del sistema y la más importante, la conciencia ciudadana. El fraude siempre parece ajeno y localizado en grandes empresas, profesionales o deportistas y patrimonios, tal vez porque son los más mediáticos y a veces las cifras apabullan. Pero no es cierto del todo. Este es un comportamiento practicado por muchos en distintas escalas, pero nunca reconocido y siempre atenuado en el pensamiento de que “otros lo hacen más”.
Si se pudiera dibujar un mapa social de ubicación de las bolsas de fraude señalaríamos, entre otras, a las grandes empresas con un fraude tecnificado mediante el abuso de la norma, la planificación fiscal agresiva o la utilización de los medios de presión para obtener ventajas normativas. Un catalogo de estas prácticas lo recoge el Informe de la OCDE (2012) denominado BEPS, “Informe Lucha contra la erosión de la base imponible y el traslado de beneficos fiscales” , en el marco internacional apoyado por el G20, así como el Informe sobre el Plan de Acción del 2014. También deberían aparecer los grandes patrimonios pertenecientes de forma directa o indirecta a personas físicas. El asesoramiento altamente especializado permite eludir la carga impositiva así como la planificación atenúa la progresividad. En un cajón cercano estarían los profesionales y Pequeñas y Medianas Empresas, el tejido empresarial de este país. La abundancia de operaciones en efectivo por su dificultad para rastrear, la deducibilidad de gastos improcedentes, las facturas falsas o falseadas en fin, un catalogo de prácticas extendidas y cuya finalidad es la elusión impositiva. Cualquiera que lea este post, sabrá de la ausencia de facturas en muchas de sus compras, la imposibilidad de pagar con tarjeta de crédito, los gastos personales a nombre de la empresa y un sinfín de prácticas defraudatorias injustificables.
Recientemente en este foro, se público un post titulado “Ironías de la vida, SICAV y dimisiones” de Francisco de la Torre, , analizando, ajenos a la banalidad y al oportunismo, la verdadera naturaleza de estos gestores de inversiones colectivas y su problemática. Y viene al hilo, porque un examen sobre el fraude fiscal debe despojarse de prejuicios, verdades a medias y demagogias al uso.
Para intentar erradicar esta contumaz realidad, el sistema tributario debe ser transparente y claro, con vocación de perdurabilidad y trasladando, tanto en el interior como en el exterior, la impagable seguridad jurídica. Algunos tributos ya están superados y deberían buscarse nuevas figuras con una mayor simplificación en su exacción y cuya gestión y control sea menos costoso para las dos partes de la relación jurídica tributaria.
En la misma medida y no menos importante, se necesita dotar a la Administración de medios materiales y humanos proporcionales al elevado censo de personas físicas y jurídicas. El factor humano y su implicación son vitales para el correcto funcionamiento. Su organización, estructura, provisión de puestos, nombramientos… debería recogerse en una norma pactado y ajeno a vaivenes políticos. La perdurabilidad de los equipos y la existencia de proyectos huyendo del corto placismo, garantizarían una mayor eficiencia. Todo ello coadyuvaría al cumplimiento del precepto no escrito en nuestro derecho por el cual “Todos los ciudadanos tienen derecho a que el resto pague sus impuestos”.
Junto a ello, ir sembrando en la sociedad la necesidad de contribuir a los ingresos del Estado como principio básico para poder cuestionar el uso y destino de los mismos. El cuerpo de instituciones públicas y privadas de este país que abarca desde Colegios profesionales, la Iglesia, Partidos Políticos… no se caracteriza por denunciar el fraude fiscal pese a ser conocedores de esta realidad. Se abanderan cuestiones o procesos candentes por posicionamientos ideológicos o políticos o cualquier motivo, sin que prevalezca el simple cumplimiento de la norma. Como señala el ingeniero Álvaro Guijarro, “todo comienza en la educación”.
Licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla en 1984. Inspector de Hacienda del Estado. Colaborador Honorifico en la Facultad de Derecho de Valladolid.
Muy interesante su artículo. Indudablemente el sistema tributario debería buscar un mayor grado de sencillez y previsibilidad, que contribuyera a una mayor seguridad jurídica y a una menor presión fiscal indirecta. Sucede que en muchas ocasiones el entorno evoluciona demasiado deprisa y las normas tributarias corren detrás de esa evolución, haciendo más complejo el sistema. Creo que cuanto más sencillo fuese el sistema, menos progresividad se perdería fruto del mayor acceso que tienen las rentas altas a una concienzuda planificación, que sería menos necesaria.
Sería bueno que la población en general tomase conciencia de que el fraude está mucho menos concentrado en torno a pocas personas de lo que parece, que la gente tomase conciencia de que es una realidad mucho más general. Expresiones como la de las “facturas sin IVA” son un buen ejemplo. No sólo participa en la difusión de ese fraude el pequeño empresario, sino también el consumidor o usuario. Porque, la mayoría de las veces hay más de una parte implicada en el fraude. Si todos los individuos cumplidores fueramos inflexibles con el fraude, los defraudadores tendrían mucho menos campo para actuar. En todos los ámbitos existen individuos proclives a no cooperar con los demás, pero la capacidad del grupo de personas que habitualmente coopera para no transigir es fundamental para acabar con las situaciones donde prima el comportamiento oportunista, porque evita que el defraudador habitual arrastre consigo a quien habitualmente no defrauda y porque el defraudador se ve castigado con no poder establecer la relación que esperaba, o al menos no poder establecer esa relación económica defraudando.
El interviniente en un mercado que defrauda en los diferentes impuestos tiene la ventaja de unos menores costes y unos mayores beneficios con lo que, si no es arrinconado por los individuos cumplidores, tendrá ventaja y expulsará a los cumplidores del mercado. Creo que la alternativa que tienen los cumplidores es sólo establecer relaciones con los cumplidores, de manera que los defraudadores perderían su ventaja. Para que ello sea posible, el individuo cumplidor debe ser plenamente consciente de que cada vez que transige está dando un paso hacia atrás, está ayudando a que los defraudadores triunfen.
Reciba un cordial saludo.
Estupendo artículo. Solamente falta, desde mi humilde punto de vista, considerar dentro del análisis, la pertinencia de la inversión efectuada con lo recaudado, el celo con que se protege el erario y la calidad de las obras y servicios puestos a disposición de los ciudadanos.
Creo que se disminuiría el fraude y se aportaría más al erario si no se dilapidara el dinero en obras faraónicas inútiles, si no estuviera la corrupción tan presente en la gestión del erario y si tuviésemos servicios a la altura del esfuerzo que realizamos los ciudadanos. ¿Pagar para que lo roben y/o lo tiren?
Un saludo a todo el equipo de Hay Derecho.
Mario
Desde luego que hay Fraude Fiscal.
Comienza -como todo- con la vulneración del texto constitucional (art. 31, 1º: Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio).
Así, sin Sistema Tributario Justo, ajeno a la capacidad económica, y que redistribuye quitando a los pobres para dar a los muy ricos, con una progresividad consistente en que cuanta menor sea tu capacidad económica, más pagas; y viceversa, ¿tenemos un Sistema Tributario o un régimen de diezmos?
La primera Revolución -dejemos al margen a Cronwell- tuvo su disparador en la ausencia de consentimiento de los “colonos” americanos respecto a los tributos impuestos por una Corona que se demostraba ajena a tales forzados contribuyentes.
No hay fraude fiscal; hay robo y estafa por medio de la fiscalidad.
¿Pagar impuestos? Por la fuerza y con dolor. Como cuando me atracan
Probablemente el autor del post esté muy cercano a ese cuerpo de la inspección de Hacienda más preocupado en recaudar más que en gastar mejor. Se olvida que el sentido de la contribución o tributación es para cubrir los gastos reales de los servicios públicos, no los gastos arbitrarios, despilfarrados y sin control real desde hace décadas, como prueban los escasos casos que, como cuentagotas van apareciendo. La receta del autor empieza por “actuación coercitiva de la Administración” ¿más todavía? Mal empezamos. Sigue con algo que es verdad: “simplificación del sistema”. Supongo que conoce todos los estudios hechos sobre inseguridad tributaria del sistema que, por cierto, no lo inventan los defraudadores, sino los amigos de los defraudadores con poder para ello. Continúa con la “conciencia ciudadana”. Como bien dice Lege Ferenda y otros comentaristas, hay conciencia pero de que nos roban a mansalva desde las AA.PP. Es decir, que si nos ponemos a reajustar presupuestos y estructuras administrativas y chiringuitos, veremos que el 30% aproximadamente nos lo podemos ahorrar y seguir viviendo. Como remate, el autor pide más refuerzos de estructura. Oiga, ponga a trabajar a los funcionarios que hay evitando las duplicidades de agencias tributarias estatales, autonómicas y municipales, requieran a las grandes corporaciones con sus inventos de fundaciones, empresas de servicios, etc.etc. y DEJEN EN PAZ A LA GENTE NORMAL que lo único que pretende es sacar su vida adelante a pesar del sistema. Ya está bien de que los malos administradores intenten meter en cintura a los administrados. ¿Cuántas facturas de gastos de representación las pide el titular con IVA? Intente pedir la factura con IVA por unas entradas en un teatro oficial y ya verá. Por favor, estamos en la desconfianza hacia quienes nos administran y cada vez más cabreados.
Estupendo artículo Eduardo y muchas gracias por la cita. Estoy muy de acuerdo con el artículo y con este otro, que publica otro inspector de Hacienda, Carlos Lamoca, hoy en El Mundo: http://www.elmundo.es/opinion/2014/08/07/53e3e175e2704e616d8b4584.html
Un solo matiz, el artículo que citas: Ironía de la Vida, Sicav y dimisiones no es un post en este blog, sino un artículo que publiqué en http://www.eldiario.es y que amablemente los editores reprodujeron. No deja de ser irónico y relevante del Estado de la cuestión del fraude en España, que el artículo fuese una segunda parte de este otro: http://blogs.publico.es/dominiopublico/1518/sicav-una-reforma-necesaria/ que ya tiene cinco años y que siga vigente, lo que hace un daño muy importante a la conciencia fiscal: todo el Mundo sabe a estas alturas que el régimen de las SICAV necesita una reforma, y que por supuesto no debería ser controlado por la CNMV sino por la Agencia Tributaria, y sigue sin haber cambio. Luego, los mismos que deciden que no eso no hay que reformarlo se quejan del aumento del fraude y del populismo.
Gracias por el brillante post.
Veo que no existen respuestas a las cuestiones de base: ¿ el sentido de los impuestos públicos se deslegitima desde la corrupción de los sistemas? ¿Qué opinan sobre la continua inseguridad jurídica que provoca el Poder para someter a los ciudadanos? Lo entiendo, ellos sólo son unos simples funcionarios (pagados por quienes son acosados) que cumplen una misión pública: dotar de medios al Estado para que los administradores del Estado lo gasten como les parezca oportuno. Obediencia sin responsabilidad, ya que ello supone conciencia moral. Lo mismo que el resto de los cuerpos con funciones policiales. Hago lo que me mandan. Ahora recoger más dinero, aún conociendo la injusticia del sistema o del procedimiento. Dirán que ellos no son políticos y se limitan a cumplir las normas. Lo dicho: rehuir la propia responsabilidad personal (más importante que la funcionarial) que nos quitaría el sueño; pero, eso sí, disponer de control absoluto sobre los demás desde la Agencia Tributaria, en definitiva tener el PODER. Dicho esto, reitero la posibilidad contrastada personalmente de REDUCIR EL GASTO DE LAS AA.PP en porcentajes que permitirían no seguir acogotando a los ciudadanos:
a) Reajuste del sistema autonómico ya que es parte del Estado (les guste o no les guste a algunos)
b) Desaparición de todo tipo de excrecencias administrativas y recuperación de lo institucional
c) Desaparición de todo tipo de subvenciones públicas a los mil “inventos” privados: desde fundaciones, ONGs, organizaciones sindicales, empresariales, etc.etc.
d) Reducción drástica de cargos y directivos públicos, así como de representantes políticos
e) Control previo del gasto público con respecto al fondo del mismo (intervención Gral. del Estado)
f) Control previo de la constitucionalidad de las normas (gobernar no es legislar, menos aún cómo se hace)
g) Revisión y reducción drástica del corpus legislativo actual (normas claras no sujetas a interpretaciones interesadas)
h) Reajuste funcional y organizativo de todas las AA.PP. eliminando de verdad duplicidades y poniendo a trabajar a los funcionarios al servicio de los ciudadanos, no al servicio de los jefes.
i) Incentivación (en lugar de persecución) de las actividades legítimas. Libertad de emprendimiento en lugar de trabas administrativas y burocráticas.
¿Sigo……?
Desde esta casa se denuncia día sí día también el régimen oligárquico y todas sus corruptelas -las élites extractivas que diría César Molinas- y hoy nos encontramos esto. ¿No sería más coherente un articulo sobre la abstención fiscal?
La abstención fiscal, el no pagar impuestos, está justificado moralmente según el estado de la cosa política en este país. Como ciudadabo no resulta razonable ser cómplice de la corrupción y financiar la ausencia de democracia.
Soy consciente de que lo que propongo no es legal pero estoy profundamente convencido de su legitimidad, no representan a los administrados expoliados, la oligarquía política no permite que la sociedad civil tenga control del poder ni que elijamos representantes que han de administrar las rentas extraídas, ¿se ha de consentir que nos extraigan la renta en estas circunstancias cuando está más que probado que la corrupción es factor y fundamente de gobierno? Respuesta simple: No.
Muy interesante su artículo. Indudablemente el sistema tributario debería buscar un mayor grado de sencillez y previsibilidad, que contribuyera a una mayor seguridad jurídica y a una menor presión fiscal indirecta. Sucede que en muchas ocasiones el entorno evoluciona demasiado deprisa y las normas tributarias corren detrás de esa evolución, haciendo más complejo el sistema. Creo que cuanto más sencillo fuese el sistema, menos progresividad se perdería fruto del mayor acceso que tienen las rentas altas a una concienzuda planificación, que sería menos necesaria.
Sería bueno que la población en general tomase conciencia de que el fraude está mucho menos concentrado en torno a pocas personas de lo que parece, que la gente tomase conciencia de que es una realidad mucho más general. Expresiones como la de las “facturas sin IVA” son un buen ejemplo. No sólo participa en la difusión de ese fraude el pequeño empresario, sino también el consumidor o usuario. Porque, la mayoría de las veces hay más de una parte implicada en el fraude. Si todos los individuos cumplidores fueramos inflexibles con el fraude, los defraudadores tendrían mucho menos campo para actuar. En todos los ámbitos existen individuos proclives a no cooperar con los demás, pero la capacidad del grupo de personas que habitualmente coopera para no transigir es fundamental para acabar con las situaciones donde prima el comportamiento oportunista, porque evita que el defraudador habitual arrastre consigo a quien habitualmente no defrauda y porque el defraudador se ve castigado con no poder establecer la relación que esperaba, o al menos no poder establecer esa relación económica defraudando.
El interviniente en un mercado que defrauda en los diferentes impuestos tiene la ventaja de unos menores costes y unos mayores beneficios con lo que, si no es arrinconado por los individuos cumplidores, tendrá ventaja y expulsará a los cumplidores del mercado. Creo que la alternativa que tienen los cumplidores es sólo establecer relaciones con los cumplidores, de manera que los defraudadores perderían su ventaja. Para que ello sea posible, el individuo cumplidor debe ser plenamente consciente de que cada vez que transige está dando un paso hacia atrás, está ayudando a que los defraudadores triunfen.
Reciba un cordial saludo.
Estupendo artículo. Solamente falta, desde mi humilde punto de vista, considerar dentro del análisis, la pertinencia de la inversión efectuada con lo recaudado, el celo con que se protege el erario y la calidad de las obras y servicios puestos a disposición de los ciudadanos.
Creo que se disminuiría el fraude y se aportaría más al erario si no se dilapidara el dinero en obras faraónicas inútiles, si no estuviera la corrupción tan presente en la gestión del erario y si tuviésemos servicios a la altura del esfuerzo que realizamos los ciudadanos. ¿Pagar para que lo roben y/o lo tiren?
Un saludo a todo el equipo de Hay Derecho.
Mario
Desde luego que hay Fraude Fiscal.
Comienza -como todo- con la vulneración del texto constitucional (art. 31, 1º: Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio).
Así, sin Sistema Tributario Justo, ajeno a la capacidad económica, y que redistribuye quitando a los pobres para dar a los muy ricos, con una progresividad consistente en que cuanta menor sea tu capacidad económica, más pagas; y viceversa, ¿tenemos un Sistema Tributario o un régimen de diezmos?
La primera Revolución -dejemos al margen a Cronwell- tuvo su disparador en la ausencia de consentimiento de los “colonos” americanos respecto a los tributos impuestos por una Corona que se demostraba ajena a tales forzados contribuyentes.
No hay fraude fiscal; hay robo y estafa por medio de la fiscalidad.
¿Pagar impuestos? Por la fuerza y con dolor. Como cuando me atracan
Probablemente el autor del post esté muy cercano a ese cuerpo de la inspección de Hacienda más preocupado en recaudar más que en gastar mejor. Se olvida que el sentido de la contribución o tributación es para cubrir los gastos reales de los servicios públicos, no los gastos arbitrarios, despilfarrados y sin control real desde hace décadas, como prueban los escasos casos que, como cuentagotas van apareciendo. La receta del autor empieza por “actuación coercitiva de la Administración” ¿más todavía? Mal empezamos. Sigue con algo que es verdad: “simplificación del sistema”. Supongo que conoce todos los estudios hechos sobre inseguridad tributaria del sistema que, por cierto, no lo inventan los defraudadores, sino los amigos de los defraudadores con poder para ello. Continúa con la “conciencia ciudadana”. Como bien dice Lege Ferenda y otros comentaristas, hay conciencia pero de que nos roban a mansalva desde las AA.PP. Es decir, que si nos ponemos a reajustar presupuestos y estructuras administrativas y chiringuitos, veremos que el 30% aproximadamente nos lo podemos ahorrar y seguir viviendo. Como remate, el autor pide más refuerzos de estructura. Oiga, ponga a trabajar a los funcionarios que hay evitando las duplicidades de agencias tributarias estatales, autonómicas y municipales, requieran a las grandes corporaciones con sus inventos de fundaciones, empresas de servicios, etc.etc. y DEJEN EN PAZ A LA GENTE NORMAL que lo único que pretende es sacar su vida adelante a pesar del sistema. Ya está bien de que los malos administradores intenten meter en cintura a los administrados. ¿Cuántas facturas de gastos de representación las pide el titular con IVA? Intente pedir la factura con IVA por unas entradas en un teatro oficial y ya verá. Por favor, estamos en la desconfianza hacia quienes nos administran y cada vez más cabreados.
Estupendo artículo Eduardo y muchas gracias por la cita. Estoy muy de acuerdo con el artículo y con este otro, que publica otro inspector de Hacienda, Carlos Lamoca, hoy en El Mundo: http://www.elmundo.es/opinion/2014/08/07/53e3e175e2704e616d8b4584.html
Un solo matiz, el artículo que citas: Ironía de la Vida, Sicav y dimisiones no es un post en este blog, sino un artículo que publiqué en http://www.eldiario.es y que amablemente los editores reprodujeron. No deja de ser irónico y relevante del Estado de la cuestión del fraude en España, que el artículo fuese una segunda parte de este otro: http://blogs.publico.es/dominiopublico/1518/sicav-una-reforma-necesaria/ que ya tiene cinco años y que siga vigente, lo que hace un daño muy importante a la conciencia fiscal: todo el Mundo sabe a estas alturas que el régimen de las SICAV necesita una reforma, y que por supuesto no debería ser controlado por la CNMV sino por la Agencia Tributaria, y sigue sin haber cambio. Luego, los mismos que deciden que no eso no hay que reformarlo se quejan del aumento del fraude y del populismo.
Gracias por el brillante post.
Desde esta casa se denuncia día sí día también el régimen oligárquico y todas sus corruptelas -las élites extractivas que diría César Molinas- y hoy nos encontramos esto. ¿No sería más coherente un articulo sobre la abstención fiscal?
La abstención fiscal, el no pagar impuestos, está justificado moralmente según el estado de la cosa política en este país. Como ciudadabo no resulta razonable ser cómplice de la corrupción y financiar la ausencia de democracia.
Soy consciente de que lo que propongo no es legal pero estoy profundamente convencido de su legitimidad, no representan a los administrados expoliados, la oligarquía política no permite que la sociedad civil tenga control del poder ni que elijamos representantes que han de administrar las rentas extraídas, ¿se ha de consentir que nos extraigan la renta en estas circunstancias cuando está más que probado que la corrupción es factor y fundamente de gobierno? Respuesta simple: No.
No solo es legal su propuesta, sino que además, es constitucional. Soy Objetor Fiscal desde hace unos 10 años. Aunque es complicado, dado que la recua de canallas que nos gobiernan considera que la Objeción de Conciencia -derecho declarado constitucionalmente- solo cabe en cuanto a un Servicio Militar que ya no es obligatorio.
Y es complicado porque has de renunciar a ganar dinero. El otro sistema es aprovechar la “crisis del delito fiscal” generada por Ansarcollár I, el Catastrófico, al despenalizar el fraude fiscal por debajo de los 90.000 euros anuales”. Personalmente, no estoy dispuesto a delinquir por mucho que los delincuentes de altos vuelos lo consideren legítimo; por ello mi opción ha sido la del “decrecimiento voluntario”. De lo que me alegro inmensamente. A lo largo de esta década “objetora”, he aprendido a vivir.
Como tantos otros ciudadanos, uno paga sus incontables impuestos. Pero hace ya mucho tiempo que el sistema fiscal, en su infinita globalidad, dejó de ser Natural: –justo, eficiente y razonable–. Las tres condiciones de la sostenibilidad.
En resumen: Es Injusto. Es Destructivo. Es Irracional.
Trataré de esbozar someramente las tres razones.
Es Injusto…… porque en vez de dejar “Lo Suyo” en manos de “Cada Uno” hace todo lo contrario: Quita Coactivamente a cada uno “Lo Suyo” y lo hace en Proporciones que incentivan la Autodestrucción.
Ataca por tanto uno de los medios esenciales de autonomía y realización humana convirtiendo a las personas en Dependientes del Poder.
Es Destructivo….. Puesto que Impide la asignación eficiente de recursos generando Externalidades que nunca analizamos –dado que hacerlo actuaría en contra de los intereses del Poder Político– y que son, fundamentalmente, de dos tipos.
A).
Distorsiona los precios, es decir, los mecanismos de asignación eficaz de recursos productivos, destruyendo la “presunta” base funcional del sistema: el Ahorro y el Mercado. (Dime de que presumes….)
Hoy más del 50% del Precio final de cualquier producto o servicio –desde la energía a los servicios legales– es su coste fiscal explícito. Si consideramos la fiscalidad implícita nos acercamos al 65%.
B)
Como bien explica O’Farrill, Obliga al crecimiento constante del Gasto dado que, lógicamente, el Poder, entre todas las opciones para su ejercicio, ha elegido la que más le interesa. la más cómoda: Erigirse en Redistribuidor en vez de en Impulsor de la creación de Riqueza Real.
Por último:
Es Irracional….porque las conductas Razonables y Racionales son fuertemente Desincentivadas mientras se Incentivan el Free-Riding y el Rent Seeking a escala masiva y se crea una dinámica de Autodestrucción irreversible en el momento en el que el número de dependientes sociales excede las capacidades de los –cada vez menos– auténticamente productivos.
Una situación que perpetúan las Cúpulas en el Poder mientras se destruye el Conjunto Social por anulación racional de la energía colectiva (el viejo fenómeno del acogotamiento del rebaño por negación de horizonte)
Un tema este muy lógico pero insuficientemente explorado.
Nuestro sistema funciona basado en:
-La compra competitiva del voto segmentado.
-La capacidad de imponer (sin posibilidad de defensa alguna) el coste de la compra del voto a quienes convenga al poder.
–La capacidad de cambiar las reglas de juego durante el propio partido con la continua creación de nuevas formas de fiscalidad.
Esta forma de proceder es intrínsecamente Perversa y no tiene límite hasta que el sistema colapsa, fase en la que nos encontramos, mientras continúa creciendo la fiscalidad total por mucho que pretendan “reformarla” de cara a la galería.
La respuesta vendrá tras el reconocimiento de que, si no hay Dios, ¿Cómo va a haber un Poder superior en la Tierra?
Habrá que limitarlo. ¿O no?
Saludos
Como tantos otros ciudadanos, uno paga sus incontables impuestos. Pero hace ya mucho tiempo que el sistema fiscal, en su infinita globalidad, dejó de ser Natural: –justo, eficiente y razonable–. Las tres condiciones de la sostenibilidad.
En resumen: Es Injusto. Es Destructivo. Es Irracional.
Trataré de esbozar someramente las tres razones.
Es Injusto…… porque en vez de dejar “Lo Suyo” en manos de “Cada Uno” hace todo lo contrario: Quita Coactivamente a cada uno “Lo Suyo” y lo hace en Proporciones que incentivan la Autodestrucción.
Ataca por tanto uno de los medios esenciales de autonomía y realización humana convirtiendo a las personas en Dependientes del Poder.
Es Destructivo….. Puesto que Impide la asignación eficiente de recursos generando Externalidades que nunca analizamos –dado que hacerlo actuaría en contra de los intereses del Poder Político– y que son, fundamentalmente, de dos tipos.
A).
Distorsiona los precios, es decir, los mecanismos de asignación eficaz de recursos productivos, destruyendo la “presunta” base funcional del sistema: el Ahorro y el Mercado. (Dime de que presumes….)
Hoy más del 50% del Precio final de cualquier producto o servicio –desde la energía a los servicios legales– es su coste fiscal explícito. Si consideramos la fiscalidad implícita nos acercamos al 65%.
B)
Como bien explica O’Farrill, Obliga al crecimiento constante del Gasto dado que, lógicamente, el Poder, entre todas las opciones para su ejercicio, ha elegido la que más le interesa. la más cómoda: Erigirse en Redistribuidor en vez de en Impulsor de la creación de Riqueza Real.
Por último:
Es Irracional….porque las conductas Razonables y Racionales son fuertemente Desincentivadas mientras se Incentivan el Free-Riding y el Rent Seeking a escala masiva y se crea una dinámica de Autodestrucción irreversible en el momento en el que el número de dependientes sociales excede las capacidades de los –cada vez menos– auténticamente productivos.
Una situación que perpetúan las Cúpulas en el Poder mientras se destruye el Conjunto Social por anulación racional de la energía colectiva (el viejo fenómeno del acogotamiento del rebaño por negación de horizonte)
Un tema este muy lógico pero insuficientemente explorado.
Nuestro sistema funciona basado en:
-La compra competitiva del voto segmentado.
-La capacidad de imponer (sin posibilidad de defensa alguna) el coste de la compra del voto a quienes convenga al poder.
–La capacidad de cambiar las reglas de juego durante el propio partido con la continua creación de nuevas formas de fiscalidad.
Esta forma de proceder es intrínsecamente Perversa y no tiene límite hasta que el sistema colapsa, fase en la que nos encontramos, mientras continúa creciendo la fiscalidad total por mucho que pretendan “reformarla” de cara a la galería.
La respuesta vendrá tras el reconocimiento de que, si no hay Dios, ¿Cómo va a haber un Poder superior en la Tierra?
Habrá que limitarlo. ¿O no?
Saludos
Pues yo pienso que, al punto al que han llegado las cosas, la fiscalidad “invasiva y abusiva” que practican los estados es un problema mucho mayor que el fraude. A fin de cuentas hay leyes injustas y despóticas y existe el derecho a combatirlas y a escapar de ellas. Hace mucho que esto carece de legitimidad y de lógica. Veremos si tiene arreglo porque me temo que tampoco.