Cataluña tras el referéndum (II). Una perspectiva canadiense en el análisis de su resultado.

Para analizar el referendum hay que partir de una clara limitación: los resultados anunciados distan de ser fiables. Falta un censo con garantías, y los procesos de administración de las votaciones y del recuento quedó en manos de voluntarios claramente sesgados hacia el secesionismo. Parece que hubo quien votó varias veces, y no podemos saber si esta anomalía estuvo o no extendida. En todo caso, y con esas premisas, lo que suponemos es que los votos reales en favor de la secesión pudieron ser menos, pero difícilmente más.

Pero aún con esa limitación el resultado no puede entusiasmar a los secesionistas. A pesar de que lo hayan celebrado con un entusiasmo, al menos aparente, como si fuera un triunfo.

En Canadá tuvieron también a finales del siglo pasado un problema semejante, con dos consultas refrendarias soberanistas unilateralmente convocadas por el Gobierno de Quebec sin contar con el Gobierno federal de Canadá. Menos problemáticas que la consulta catalana, por cierto, pues allí no había expresas prohibiciones constitucionales al respecto. El gobierno federal reaccionó entonces planteando una consulta a su Tribunal Supremo (allí con funciones de constitucional) sobre las condiciones en que un proceso de secesión podría ser admitido. En base a su dictamen se promulgó entonces la Ley federal canadiense “de Claridad” de 29 de junio de 2000, que dispone los requisitos que tendrían que cumplirse para que cualquier provincia canadiense (aunque el problema existiera sólo respecto de la francófona Quebec) pudiera separarse de Canadá y constituirse como un Estado independiente. De esta forma, Canadá es quizá el único país del mundo que prevé y regula la posibilidad de su partición, con un aperturismo al respecto muy avanzado.

Es interesante comparar los requisitos y exigencias de esa Ley con las condiciones que se han dado de hecho en el ilegal referendum que ha tenido lugar en Cataluña. Vamos a ello.

No existe un derecho a la separación unilateral.

Es evidente que en ese proceso de ruptura no sólo están implicados los habitantes de Quebec (u otra provincia), sino todos los canadienses. Por eso el proceso tendría que ser negociado, partiendo siempre de que los quebequeses expresaran una voluntad clara, y por una mayoría cualificada, de separarse.

De la misma forma, no puede reconocerse a los catalanes ese pretendido “derecho unilateral a decidir”, que tanto alegan los nacionalistas como fundamento de su proyecto. Se trata de un falso mito que carece de base en cualquier ordenamiento democrático internacional. Lo mismo que no puede existir en cualquier ámbito de la vida en el que en la decisión estén involucrados los intereses de otras personas. Por pretender partir de ese fundamento ni siquiera los líderes soberanistas de Escocia y Quebec han apoyado la vía experimental de Mas. Esa unilateralidad es, incluso para ellos, un obstáculo insuperable.

La necesidad de una pregunta clara.

La oscuridad de las preguntas planteadas en los referenda en Quebec fue una de las principales causas de la reacción federal canadiense que culminó con su Ley, precisamente bautizada por ello como “de Claridad” (“Clarity Act” o “Loi de clarification”). La del último referéndum anterior a la Ley, el de 1995, había sido la siguiente:

“¿Está usted de acuerdo en que Quebec debería convertirse en soberano después de haber hecho una oferta formal a Canadá para una nueva asociación económica y política en el ámbito de aplicación del proyecto de ley sobre el futuro de Quebec y del acuerdo firmado el 12 de junio de 1995?”.

Para evitar que un proceso tan importante y trascendente como una secesión parta de un principio tan turbio, y en la misma vía de necesaria bilateralidad, el Parlamento canadiense tiene la facultad de determinar si la pregunta es suficientemente clara como para provocar las negociaciones que puedan conducir a la separación.

En nuestro caso, en el referendum catalán ni siquiera hubo una pregunta, sino dos. Cuya combinación podría haber dado lugar a la expresión del deseo de ser algo tan extraño como un nuevo Estado pero no independiente. Esa complejidad, y el hecho de que a la segunda pregunta sólo pudiera contestar quien hubiere contestado afirmativamente a la primera, a la opción de que Cataluña se constituyera como nuevo Estado, implican necesariamente el incumplimiento de este requisito de claridad.

Una mayoría cualificada.

La Ley canadiense considera, con bastante justificación, y siguiendo el criterio de Dion, uno de sus promotores, que una mayoría por diferencia escasa, que podría desaparecer rápidamente en medio de las dificultades, sería insuficiente para dar legitimidad política al proyecto soberanista, habida cuenta de los cambios trascendentales para la vida de los quebequenses que se derivarían de la secesión.

Este requisito de mayoría cualificada ha existido también en otras consultas internacionales de separación. Incluso autoimpuesto por sus promotores. En el referendum por el que Montenegro se separó de lo que quedaba de Yugoslavia (en realidad ya sólo Serbia), por ejemplo, se exigió una participación de, al menos, el 50 % del censo. Y un apoyo a la secesión de, al menos, un 55% de los votantes.

Estos requisitos de participación no se alcanzaron, por ejemplo, en el referéndum (legal) de la última reforma del Estatuto catalán (donde desgraciadamente no se exigió un requisito de quorum especial). Ni mucho menos se habrían alcanzado en esta última consulta, donde según los datos de los organizadores (insisto, poco fiables además) sólo votó alrededor de un 37% del censo. Y ello a pesar de incluir a los menores de edad mayores de 16 años, un sector de población que, dado el control de la educación por el nacionalismo, probablemente habrá reforzado la opción soberanista.

Con ese quorum tan bajo, el resultado de un 80% en favor de la secesión deja de ser tan significativo. Todo indica que el voto no nacionalista decidió no movilizarse. A lo que sin duda ayudó el carácter unilateral y no acordado del proceso y su manifiesta ilegalidad. Si el voto hubiera alcanzado los porcentajes de, por ejemplo, las elecciones generales el resultado final podría haber sido muy distinto.

El derecho de permanecer en el país de porciones del territorio con una mayoría cualificada que rechace la separación.

Este es otro principio fundamental de la Ley de Claridad. Quienes defienden el “derecho a decidir” no pueden negarlo a porciones de su propio territorio. No puede pretenderse que Canadá o España puedan dividirse pero Quebec o Cataluña no. La flexibilidad, si se predica, ha de ser en ambos sentidos. Por tanto, este punto tendría que estar necesariamente en la agenda de las negociaciones que se abrirían (no culminarían) con el referéndum.

Conforme a los resultados manifestados por los organizadores, de las 41 comarcas catalanas, sólo en 12 de ellas se superó el 50% de participación. Y no precisamente las más pobladas. Entre todas juntas apenas superarían los 390.000 votantes de los 6.290.000 aproximadamente en toda Cataluña. Y dentro de ellas, si en una votación definitiva se exigiera, por ejemplo, una mayoría cualificada de la totalidad del censo, ese requisito sólo habría sido alcanzado en cinco de ellas.

 

En gran parte de la costa, las grandes zonas industriales y en el area metropolitana de Barcelona, entre otros territorios, la participación fue sensiblemente menor. E incluso fue también menor el voto favorable a la independencia. No resulta difícil pensar que en un referéndum pactado que tuviera fuerza decisoria, los contrarios a la independencia se sentirían más concernidos y movilizados y podrían alcanzar mayorías cualificadas en, al menos, tales territorios. Esa es la mayor fragilidad del proyecto secesionista.

En este caso, ¿iban a estar dispuestos los líderes nacionalistas a admitir la partición de Cataluña para que esas porciones de territorio permanecieran en España? Porque España no debería estar dispuesta a renunciar a defender la voluntad mayoritaria de los habitantes de esos territorios. Y, aun si lo estuviera, el nuevo Estado nacería con una fractura interna terrible, que amenazaría su estabilidad. Los casos de Ucrania, y de otros países de la antigua Unión Soviética con zonas de mayoría prorrusa, y los conflictos que por ello se han producido, deberían ser al respecto un motivo de reflexión.

El proceso de secesión tendría que ser negociado.

En todo caso el referéndum positivo sería sólo el comienzo de un complejo proceso de negociación, en el que tendrían que considerarse entre otras muchas cosas la seguridad de los derechos individuales y el respeto a las minorías. Se descarta así la virtualidad de cualquier declaración unilateral de independencia, idea tan grata para algunos de nuestros nacionalistas catalanes.

Una independencia unilateral en un país democrático, donde se respetan los derechos individuales y las peculiaridades regionales de carácter cultural o lingüístico, no tendría, además, ninguna opción de poder ser internacionalmente reconocida.

Conclusión.

Un proceso de potencial separación planteado en estas coordenadas, que son perfectamente razonables, tendría enormes dificultades para quienes ahora estimulan la desafección a España desde el victimismo. Donde han tenido lugar consultas, incluso sin tales garantías, como en Quebec antes de la Ley de Claridad, o en Escocia, se recuerda la tensión, la división social y la frustración que el proceso causó. En esas coordenadas nuevas, las posibilidades de éxito en el empeño de los soberanistas para alcanzar sus objetivos finales serían muy remotas. Y el riesgo a afrontar, incluso para ellos, inmenso.

Tal vez por ello hoy ni la secesión de Quebec ni un proceso de consulta para conseguirlo están en la agenda de prioridades de la gran mayoría de los quebequeses. Ni los nacionalistas cuando han estado en el poder provincial se han atrevido a impulsarlo de nuevo. En la mayoría de los casos, las secesiones en países democráticos no tienen sentido.

Si nos planteamos una reforma constitucional, ese ejemplo puede ser tenido en cuenta. Pero no es solo esa cuestión la única que debe de ser abordada. Nuestro modelo territorial es ineficiente, ha generado administraciones regionales sobredimensionadas donde se han multiplicado las redes clientelares. La cesión de ciertas competencias, como en Justicia y Sanidad, no parece haberse hecho con el objetivo de conseguir el mejor servicio posible a los ciudadanos, sino para satisfacer otros intereses. La cesión de la educación ha sido utilizada en algunas regiones con claros propósitos de adoctrinamiento. Y de ninguna manera debería consentirse que cualquier Gobierno, nacional o regional, pudiera disponer de medios de comunicación públicos, o de capacidad de influencia en los privados, como para que pudiera utilizar ese poder con fines propagandísticos de cualquier proyecto político, sea el que sea.

Todas esas cuestiones, junto con otras esenciales, como una verdadera separación de poderes, la apertura democratizadora de los partidos o el restablecimiento de los controles y equilibrios frente al poder político, deben ser consideradas en el nuevo pacto constitucional que nos lleve a mejorar nuestra democracia, a conseguir una mejor clase política y a eludir los riesgos de la extensión de la corrupción y del populismo. No podemos resignarnos al actual deslizamiento hacia un Estado fallido. Necesitamos plantear un nuevo proyecto de España que sea capaz de ilusionar. El desafío secesionista catalán no tendría opciones en ese nuevo escenario.

43 comentarios
  1. de Lege Ferenda
    de Lege Ferenda Dice:

    Estimado editor, es complicado hablar del “Derecho a decidir”.
    ¿Se trata de Libertad? Entonces, hay que actuar con Responsabilidad. Sin Responsabilidad no hay Libertad posible. Y sin Libertad, no hay Independencia.
    Luego, antes hemos de establecer de qué hablamos.
    Así, ¿aceptaríamos la decisión de la mayoría y la convertiríamos en Ley? ¿Aunque vaya en contra de tus convicciones? ¿Somos capaces de gobernarnos según la decisión de la mayoría? ¿En que condiciones?
    Estimo que el punto de partida está en cuestión. ¿Democracia directa (plebiscitaria) o Democracia representativa (de partidos o notables)?
    Por cual optamos y en que condiciones es algo que debería establecerse para saber de qué hablamos cuando decimos “Derecho a decidir”.
    Por aquéllo de la Responsabilidad y la Libertad, sin las cuales no hay Independencia.
    Porque varía el significado de la respuesta. ¿Si quieres que los notables o partidos decidan por ti o si quieres decidir con responsabilidad y en Libertad?
    Si damos por supuesto que no hay condiciones a la democracia representativa, o incluso si damos por sentado que el cuerpo social rechaza mayoritariamente el régimen de partidos instaurado por la Constitución -aprobada bajo la atenta vigilancia de la oficialidad de dentro y de fuera de aquélla España que ya no existe más que en el recuerdo de algunos-, podemos equivocarnos y no alcanzaremos nunca el equilibrio dinámico que necesita una sociedad responsable y libre. Nos agotaremos sólo para empeorar la situación.
    Porque hay Querellas que responden al principio de Utopía; decía el buen Tomas que”creamos a los ladrones para poder castigarlos después”. Sustituyan (o no) “ladrones” por “sediciosos” e interpreten.
    Estimo que el llamado 15M aportó -con todas sus limitaciones ya de partida- mucho. Y a muchos, en distintos grados, pero a muchos.
    Por ejemplo, la consciencia de la existencia de un, cada vez menos etéreo, “Control Social”, entidad solo lejanamente vinculada con el aparato político -incluso con el financiero- se ha hecho sólida en muchos.
    De una u otra forma, la definición de la opción mayoritaria entre Democracia directa o Democracia representativa, y en que condiciones, es necesaria.
    Una Reforma Constitucional puede ser un cauce para resolver la cuestión. Pero podría ser como matar moscas a cañonazos … dentro de casa.
    En fin, es difícil opinar. Mucho más redactar un artículo como el que nos ha regalado, como guinda del anterior, por lo que mi agradecimiento es duplicado.
    Saludos.

  2. de Lege Ferenda
    de Lege Ferenda Dice:

    Estimado editor, es complicado hablar del “Derecho a decidir”.
    ¿Se trata de Libertad? Entonces, hay que actuar con Responsabilidad. Sin Responsabilidad no hay Libertad posible. Y sin Libertad, no hay Independencia.
    Luego, antes hemos de establecer de qué hablamos.
    Así, ¿aceptaríamos la decisión de la mayoría y la convertiríamos en Ley? ¿Aunque vaya en contra de tus convicciones? ¿Somos capaces de gobernarnos según la decisión de la mayoría? ¿En que condiciones?
    Estimo que el punto de partida está en cuestión. ¿Democracia directa (plebiscitaria) o Democracia representativa (de partidos o notables)?
    Por cual optamos y en que condiciones es algo que debería establecerse para saber de qué hablamos cuando decimos “Derecho a decidir”.
    Por aquéllo de la Responsabilidad y la Libertad, sin las cuales no hay Independencia.
    Porque varía el significado de la respuesta. ¿Si quieres que los notables o partidos decidan por ti o si quieres decidir con responsabilidad y en Libertad?
    Si damos por supuesto que no hay condiciones a la democracia representativa, o incluso si damos por sentado que el cuerpo social rechaza mayoritariamente el régimen de partidos instaurado por la Constitución -aprobada bajo la atenta vigilancia de la oficialidad de dentro y de fuera de aquélla España que ya no existe más que en el recuerdo de algunos-, podemos equivocarnos y no alcanzaremos nunca el equilibrio dinámico que necesita una sociedad responsable y libre. Nos agotaremos sólo para empeorar la situación.
    Porque hay Querellas que responden al principio de Utopía; decía el buen Tomas que”creamos a los ladrones para poder castigarlos después”. Sustituyan (o no) “ladrones” por “sediciosos” e interpreten.
    Estimo que el llamado 15M aportó -con todas sus limitaciones ya de partida- mucho. Y a muchos, en distintos grados, pero a muchos.
    Por ejemplo, la consciencia de la existencia de un, cada vez menos etéreo, “Control Social”, entidad solo lejanamente vinculada con el aparato político -incluso con el financiero- se ha hecho sólida en muchos.
    De una u otra forma, la definición de la opción mayoritaria entre Democracia directa o Democracia representativa, y en que condiciones, es necesaria.
    Una Reforma Constitucional puede ser un cauce para resolver la cuestión. Pero podría ser como matar moscas a cañonazos … dentro de casa.
    En fin, es difícil opinar. Mucho más redactar un artículo como el que nos ha regalado, como guinda del anterior, por lo que mi agradecimiento es duplicado.
    Saludos.

  3. de Lege Ferenda
    de Lege Ferenda Dice:

    Si yo me pudiera independizar del Estado, también lo haría. Y le pediría daños y perjuicios. Resulta ilusionante iniciar una nueva transformación de la sociedad. Será mucho mas divertida que en los 70′. En lugar de grises repartiendo melodías de goma y porrazos a mansalva, con posterior TOP -ahora AN; eso poco cambió; hay una Jurisdicción de lo Represivo, inadvertida pero real-, ahora habrá discusiones en prime time. Los gritos e insultos continuarán ante los Tribunales. Con focos y tinta en papeles. Habrá lazos de colores, que pronto serán tantos como pantones; habrá talleres de abrazos y espectáculos con luz y color … y tortilla de patatas, en lugar de mítines. Los futbolistas y sus novias sentarán cátedra en televisión. Los intelectuales cambiarán, por fin, de coche. El show de la democracia en estado puro. Vote Ariel. No, no, vote Colón.
    Pero nadie discutirá de la soledad y el desamparo en que se nos ha dejado; la aniquilación de la familia extensa, y la destrucción de la familia estricta. DE nuestro desamparo frente a los poderes no estatales. Nuestro desamparo frente al estado. Nadie hablará de lo que se debe hablar. La Disonancia Cognitiva, y la dictadura de chocolate disfrazada de Democracia, nos lo impedirán. Apenas tendrán que molestarse los dueños del “Control Social”. Caminaremos con paso firme hacia el precipicio. Lo de siempre.
    Quizás el escollo esté en quererlo todo ya. Así no se puede controlar nada. Salvo que hayas creado -o contribuido a crear- el caos. En ese caso, si es posible algún control. Suficiente. Demasiados colorines; demasiadas divisiones. Demasiadas luchas contra los molinos. Mientras los gigantes se descojonan. Y nosotros nos debilitamos.
    En la Grecia antigua, antes de Solón, el Gobierno Aristocrático (oligárquico) tenía como máxima causar al pueblo todo el daño que fuese posible. No, no eran sádicos, sino prácticos. Cuanto más debilitados estén los muchos, menos opciones tendrán de imponerse a los pocos. Como ahora.
    Grecia salió de aquélla gracias a Solón. Que tras construir una República, se fue. Es la diferencia: la clandestinidad y la guerra civil permitieron conocer bien a los líderes; antes de aceptarlos como tales. Parecido a lo que sucedió durante la Dictadura de Franco. Aunque aquí se truncó por las traiciones de los lideres clandestinos. Clandestinos, ocultos, de sus organizaciones, esencialmente. Como cuando el médico, Vicente (con cedilla) Navarro, el del pograma pograma pograma económico de Podemos, llevó a Carrillo a recibir las bendiciones del departamento de estado yankie antes de ponerle la peluca. EL mismo médico que ahora se ha mostrado tras Podemos.
    Tropezaremos en la misma piedra las veces que decidan los que deciden.

  4. de Lege Ferenda
    de Lege Ferenda Dice:

    Si yo me pudiera independizar del Estado, también lo haría. Y le pediría daños y perjuicios. Resulta ilusionante iniciar una nueva transformación de la sociedad. Será mucho mas divertida que en los 70′. En lugar de grises repartiendo melodías de goma y porrazos a mansalva, con posterior TOP -ahora AN; eso poco cambió; hay una Jurisdicción de lo Represivo, inadvertida pero real-, ahora habrá discusiones en prime time. Los gritos e insultos continuarán ante los Tribunales. Con focos y tinta en papeles. Habrá lazos de colores, que pronto serán tantos como pantones; habrá talleres de abrazos y espectáculos con luz y color … y tortilla de patatas, en lugar de mítines. Los futbolistas y sus novias sentarán cátedra en televisión. Los intelectuales cambiarán, por fin, de coche. El show de la democracia en estado puro. Vote Ariel. No, no, vote Colón.
    Pero nadie discutirá de la soledad y el desamparo en que se nos ha dejado; la aniquilación de la familia extensa, y la destrucción de la familia estricta. DE nuestro desamparo frente a los poderes no estatales. Nuestro desamparo frente al estado. Nadie hablará de lo que se debe hablar. La Disonancia Cognitiva, y la dictadura de chocolate disfrazada de Democracia, nos lo impedirán. Apenas tendrán que molestarse los dueños del “Control Social”. Caminaremos con paso firme hacia el precipicio. Lo de siempre.
    Quizás el escollo esté en quererlo todo ya. Así no se puede controlar nada. Salvo que hayas creado -o contribuido a crear- el caos. En ese caso, si es posible algún control. Suficiente. Demasiados colorines; demasiadas divisiones. Demasiadas luchas contra los molinos. Mientras los gigantes se descojonan. Y nosotros nos debilitamos.
    En la Grecia antigua, antes de Solón, el Gobierno Aristocrático (oligárquico) tenía como máxima causar al pueblo todo el daño que fuese posible. No, no eran sádicos, sino prácticos. Cuanto más debilitados estén los muchos, menos opciones tendrán de imponerse a los pocos. Como ahora.
    Grecia salió de aquélla gracias a Solón. Que tras construir una República, se fue. Es la diferencia: la clandestinidad y la guerra civil permitieron conocer bien a los líderes; antes de aceptarlos como tales. Parecido a lo que sucedió durante la Dictadura de Franco. Aunque aquí se truncó por las traiciones de los lideres clandestinos. Clandestinos, ocultos, de sus organizaciones, esencialmente. Como cuando el médico, Vicente (con cedilla) Navarro, el del pograma pograma pograma económico de Podemos, llevó a Carrillo a recibir las bendiciones del departamento de estado yankie antes de ponerle la peluca. EL mismo médico que ahora se ha mostrado tras Podemos.
    Tropezaremos en la misma piedra las veces que decidan los que deciden.

  5. plazaeme
    plazaeme Dice:

    Muchas gracias. Interesante y claro. Y probablemente la única forma de desactivar ese argumento tan poderoso políticamente de: “no nos dejan votar”.
    Tengo una duda. La idea expresada en el párrafo que se titula: “El derecho de permanecer en el país de porciones del territorio con una mayoría cualificada que rechace la separación”.
    Yo también tenía la misma idea. Pero creo que viene de algunas frases del intercambio epistolar de Dion con Bouchard (PM Quebec), que fueron el prologómeno de la ley. Decía Dion: “”there is neither a paragraph nor a line in international law that protects Quebec’s territory but not Canada’s. International experience demonstrates that the borders of the entity seeking independence can be called into question, sometimes for reasons based on democracy”. Que yo expresaría así: El principio (democracia) que sirve para dividir Canadá, también debe de servir para dividir Quebec.
    Pero luego la Clarity Act lo expresa de una forma mucho más oscura y problemática. Y no hace ninguna mención a ese principio de democracia, sino a (1) los Territorios de los Pueblos Aborígenes, y (2) los derechos de las minorías. Cito:
    3. (2). No Minister of the Crown shall propose a constitutional amendment to effect the secession of a province from Canada unless the Government of Canada has addressed, in its negotiations, the terms of secession that are relevant in the circumstances, including the division of assets and liabilities, any changes to the borders of the province, the rights, interests and territorial claims of the Aboriginal peoples of Canada, and the protection of minority rights.
    http://laws.justice.gc.ca/eng/acts/C-31.8/FullText.html
    Mi duda es que aunque menciona negociaciones sobre posibles cambios en las fronteras de la provincia que se secesiona, no veo que exprese directamente la relación de esos posibles cambios con una falta de mayoría de apoyo a la secesión en algunas “porciones del territorio”.
    Perdón por el rollo. Pero tal vez alguien que lo haya estudiado más me pueda sacar de mi duda.

    • Fernando Rodríguez Prieto
      Fernando Rodríguez Prieto Dice:

      Yo creo que esa Ley sólo establece los principios básicos que tendrían que presidir una hipotética negociación. Tampoco determina cuál tendría que ser la concreta mayoría cualificada que diera origen al proceso, ni cuáles serían los motivos concretos para un movimiento de fronteras. Pero parece claro que la necesidad de proteger a una minoría unionista que fuera claramente mayoritaria en algún territorio podría o incluso debería ser un motivo suficiente.
      ¡Gracias por la apreciación!

  6. plazaeme
    plazaeme Dice:

    Muchas gracias. Interesante y claro. Y probablemente la única forma de desactivar ese argumento tan poderoso políticamente de: “no nos dejan votar”.

    Tengo una duda. La idea expresada en el párrafo que se titula: “El derecho de permanecer en el país de porciones del territorio con una mayoría cualificada que rechace la separación”.

    Yo también tenía la misma idea. Pero creo que viene de algunas frases del intercambio epistolar de Dion con Bouchard (PM Quebec), que fueron el prologómeno de la ley. Decía Dion: “”there is neither a paragraph nor a line in international law that protects Quebec’s territory but not Canada’s. International experience demonstrates that the borders of the entity seeking independence can be called into question, sometimes for reasons based on democracy”. Que yo expresaría así: El principio (democracia) que sirve para dividir Canadá, también debe de servir para dividir Quebec.

    Pero luego la Clarity Act lo expresa de una forma mucho más oscura y problemática. Y no hace ninguna mención a ese principio de democracia, sino a (1) los Territorios de los Pueblos Aborígenes, y (2) los derechos de las minorías. Cito:

    3. (2). No Minister of the Crown shall propose a constitutional amendment to effect the secession of a province from Canada unless the Government of Canada has addressed, in its negotiations, the terms of secession that are relevant in the circumstances, including the division of assets and liabilities, any changes to the borders of the province, the rights, interests and territorial claims of the Aboriginal peoples of Canada, and the protection of minority rights.
    http://laws.justice.gc.ca/eng/acts/C-31.8/FullText.html

    Mi duda es que aunque menciona negociaciones sobre posibles cambios en las fronteras de la provincia que se secesiona, no veo que exprese directamente la relación de esos posibles cambios con una falta de mayoría de apoyo a la secesión en algunas “porciones del territorio”.

    Perdón por el rollo. Pero tal vez alguien que lo haya estudiado más me pueda sacar de mi duda.

  7. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Felicitar al autor por un excelente artículo.
    Es interesante ver cómo el Independentismo medra en las zonas rurales y se reduce sustancialmente en pueblos y ciudades tanto del interior como de la costa. Lérida o Barcelona, Tarragona, Tortosa o Gerona, Sort o Figueras, Mora D’Ebre o Cambrils, da igual.
    En los pueblos muy pequeños es donde la simple asistencia a una reunión contraria a la opinión del poder dominante y “subvencionante” se hace notar y se evita. “No tengamos líos”
    No sólo en el interior de Cataluña sino en cualquier lugar de España. No hemos superado el caciquismo.
    Asunto aparte es conseguir espacio público para la exposición de disidencia en cualquier localidad controlada por el Nacionalismo.
    El grueso de la población está acogotado por las coacciones, imposiciones y amenazas nacionalistas de todo tipo y se inhibe consciente de que nadie vendrá a defenderla porque esa conducta es la que dicta el Instinto Gregario. El Instinto que rige nuestras relaciones colectivas y el desarrollo de nuestra mente desde la infancia. Consciente e Inconscientemente.
    A esta hora sólo he podido ver los dos comentarios de Lege Ferenda. Como se costumbre para tomar nota y regresar a ellos.
    Un saludo cordial y muchas gracias.

  8. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Felicitar al autor por un excelente artículo.

    Es interesante ver cómo el Independentismo medra en las zonas rurales y se reduce sustancialmente en pueblos y ciudades tanto del interior como de la costa. Lérida o Barcelona, Tarragona, Tortosa o Gerona, Sort o Figueras, Mora D’Ebre o Cambrils, da igual.

    En los pueblos muy pequeños es donde la simple asistencia a una reunión contraria a la opinión del poder dominante y “subvencionante” se hace notar y se evita. “No tengamos líos”
    No sólo en el interior de Cataluña sino en cualquier lugar de España. No hemos superado el caciquismo.

    Asunto aparte es conseguir espacio público para la exposición de disidencia en cualquier localidad controlada por el Nacionalismo.

    El grueso de la población está acogotado por las coacciones, imposiciones y amenazas nacionalistas de todo tipo y se inhibe consciente de que nadie vendrá a defenderla porque esa conducta es la que dicta el Instinto Gregario. El Instinto que rige nuestras relaciones colectivas y el desarrollo de nuestra mente desde la infancia. Consciente e Inconscientemente.

    A esta hora sólo he podido ver los dos comentarios de Lege Ferenda. Como se costumbre para tomar nota y regresar a ellos.

    Un saludo cordial y muchas gracias.

  9. Gonzalo García Abad
    Gonzalo García Abad Dice:

    Un excelente análisis. El objetivo de toda reforma debe ser mejorar el bienestar de la gente. Creo que Cataluña ha tenido un problema de mal funcionamiento institucional y de pérdida de dinamismo. A mí me parece que la radicalización de las posturas nacionalistas no conduce a la recuperación del dinamismo. Simplemente una comparación, la comparación entre el nacionalismo catalán y el vasco. El nacionalismo vasco ha tendido a una suavización de sus posturas, táctica a mi entender y observando con expectación lo que suceda en Cataluña. En 2007 Cataluña tenía una tasa de paro sólo tres décimas más alta que la vasca, en 2013 la diferencia fue de un 6,5%, aunque la diferencia se ha reducido en los últimos trimestres. El comportamiento de la renta per cápita también ha sido mejor el vasco.
    Creo que la radicalización de las posturas nacionalistas de diversos tipos lleva a un intenso choque cultural. Según Idescat, en Cataluña en 2013 residían 1.100.000 extranjeros, de los cuales 238.000 venían de un solo país, Marruecos. Creo que Cataluña ha perdido gran parte del dinamismo receptor de inmigrantes, y que parte de los problemas han venido tras la Constitución Española. Cataluña ha recibido muchos inmigrantes, particularmente a muchos extranjeros, pero están surgiendo tensiones. Resulta desalentador ver cómo señores como Celestino Corbacho o Xavier García Albiol hayan sido alcaldes de municipios tan importantes como Hospitalet y Badalona poniendo el énfasis en los problemas que trae la inmigración y no en sus oportunidades, y sobre todo en la mejor articulación del cinturón de Barcelona.
    Una cuestión muy importante es la cultural. El nacionalismo sigue empeñado en hablar de la lengua y cultura propias, cuando el catalán es un patrimonio universal. No existe más que una cultura, la cultura universal. Creo que la gran asignatura pendiente es articulación cultural, comprender que la cultura de quienes llegan no es una cultura extraña y que hay que resolver los roces que puedan surgir, a la misma vez que se aprovechan las oportunidades. De lo contrario, Cataluña se verá condenada al ensimismamiento y la miseria.
    El resto de España debe aportar todos los recursos posibles a la tarea de invertir en una Cataluña mejor articulada, sobre todo culturalmente. Es muy importante la promoción nacional e internacional del catalán y de la cultura en catalán. Y quizá haya que plantear cómo se puede ayudar a vertebrar internamente mejor Cataluña. Los beneficios de una Cataluña mejor articulada serán grandes para todos.
    Un cordial saludo.

  10. Gonzalo García Abad
    Gonzalo García Abad Dice:

    Un excelente análisis. El objetivo de toda reforma debe ser mejorar el bienestar de la gente. Creo que Cataluña ha tenido un problema de mal funcionamiento institucional y de pérdida de dinamismo. A mí me parece que la radicalización de las posturas nacionalistas no conduce a la recuperación del dinamismo. Simplemente una comparación, la comparación entre el nacionalismo catalán y el vasco. El nacionalismo vasco ha tendido a una suavización de sus posturas, táctica a mi entender y observando con expectación lo que suceda en Cataluña. En 2007 Cataluña tenía una tasa de paro sólo tres décimas más alta que la vasca, en 2013 la diferencia fue de un 6,5%, aunque la diferencia se ha reducido en los últimos trimestres. El comportamiento de la renta per cápita también ha sido mejor el vasco.

    Creo que la radicalización de las posturas nacionalistas de diversos tipos lleva a un intenso choque cultural. Según Idescat, en Cataluña en 2013 residían 1.100.000 extranjeros, de los cuales 238.000 venían de un solo país, Marruecos. Creo que Cataluña ha perdido gran parte del dinamismo receptor de inmigrantes, y que parte de los problemas han venido tras la Constitución Española. Cataluña ha recibido muchos inmigrantes, particularmente a muchos extranjeros, pero están surgiendo tensiones. Resulta desalentador ver cómo señores como Celestino Corbacho o Xavier García Albiol hayan sido alcaldes de municipios tan importantes como Hospitalet y Badalona poniendo el énfasis en los problemas que trae la inmigración y no en sus oportunidades, y sobre todo en la mejor articulación del cinturón de Barcelona.

    Una cuestión muy importante es la cultural. El nacionalismo sigue empeñado en hablar de la lengua y cultura propias, cuando el catalán es un patrimonio universal. No existe más que una cultura, la cultura universal. Creo que la gran asignatura pendiente es articulación cultural, comprender que la cultura de quienes llegan no es una cultura extraña y que hay que resolver los roces que puedan surgir, a la misma vez que se aprovechan las oportunidades. De lo contrario, Cataluña se verá condenada al ensimismamiento y la miseria.

    El resto de España debe aportar todos los recursos posibles a la tarea de invertir en una Cataluña mejor articulada, sobre todo culturalmente. Es muy importante la promoción nacional e internacional del catalán y de la cultura en catalán. Y quizá haya que plantear cómo se puede ayudar a vertebrar internamente mejor Cataluña. Los beneficios de una Cataluña mejor articulada serán grandes para todos.

    Un cordial saludo.

  11. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Varios. Por comentarios de Plazaeme y Albert.
    A la pregunta de Albert.
    Hola, Albert:
    La situación canadiense no es –ni podría legalmente ser– la base de la nuestra por varios motivos, entre ellos los siguientes.
    Canadá no tenía leyes al respecto. Nosotros sí.
    Nuestro procedimiento de secesión es claro y aprobado por las mayorías más importantes conocidas en democracia alguna: 92% en Cataluña. Exige la participación de todos los españoles afectados. Es de sentido común y nadie en su sano juicio puede honradamente pretender otra cosa.
    Canadá, de hecho, es todavía hoy un Estado Colonial que se ha apropiado –y muy recientemente en términos históricos– de tierras ajenas y con un notable exterminio de nativos. No tan grande como en los EEUU pero no despreciable.
    Este hecho, crucial en cuestiones de autodeterminación jurídica según derecho internacional, pesa en todos los canadienses y sin embargo no se da en España.
    De hecho en España lo que sucedió en el 409DC fue una invasión y apropiación de territorio (Tarraco, Ampurias, etc. –de hecho toda la Tarraco de la división provincial del siglo II– por godos Alanos con exterminio de la población de entonces), es decir, captura colonial inversa a la que conviene al nacionalismo que por eso la oculta. (Ver “Historia de la Civilización Ibérica” de Olveira Martins, 1860, con varias ediciones en toda España, Aguilar, por ejemplo)
    Esta circunstancia canadiense puede explicar la duda de Plazaeme sobre el texto complementario que cita y que de hecho bloquea cualquier reclamación ( que sería totalmente legítima, by the way) por parte de los nativos.
    Por otra parte las provincias de Barcelona, Tarragona, Lérida y Gerona suman 32,000 Kms cuadrados. ( Y alguien debería tratar de entender el tipo de fenómeno psíquico que aqueja a quien dedica su vida a recluirse en tal espacio porque no es nada fácil)
    Quebec tiene Tres veces el Tamaño de España, Un millón y medio de Kms2, y en Canadá puedes viajar horas en avión sin ver a un solo asentamiento humano, como mucho alguna mina a cielo abierto que no funciona desde Octubre a finales de Abril. El espacio es totalmente diferente a escala de la psicología y la vida humana.
    Es decir en esto España no puede ni debe “aprender” ni de los errores de Cameron –que pasará a la historia británica como “el cortito nefando” con los mismos errores que antes ha cometido España– ni mucho menos de una Colonia Extractiva, como Canadá, que trata de olvidar su historia real en el sillón del Psiquiatra Comunitario.
    Por contra, España es una nación muy vieja que ha olvidado mucho de su historia.
    Realmente somos una “panda-masocas” porque nos hemos especializado en recordar lo malo y olvidar lo bueno copiando, de paso, errores ajenos.
    Saludos.

    • viernes
      viernes Dice:

      A ver estimado Oquendo un inciso, no creo que el exterminio en tierras que solo conocían la dominación imperial sea un precedente histórico en contra de los actuales indígenas cat-alanos, porque si no tendríamos que remontarnos a la desaparición de los neandertales y la colonización homosapiens de la Tarraconensis. Además no parece muy imparcial teniendo en cuenta que a los propios invasores romanos les costo unos dos siglos colonizar “pacíficamente” toda Iberia, no?

    • plazaeme
      plazaeme Dice:

      Hola, Manu Oquendo.
      Tengo la impresión de que lo que llamas “texto complementario” que cito, es la madre del cordero. O sea, la Clarity Act propiamente dicha. Mira la versión PDF si tienes dudas:
      http://laws.justice.gc.ca/PDF/C-31.8.pdf
      Por otra parte, salvo el asunto de los “teritorios indios”, no veo tanta diferencia relevante entre Canadá y España. En otros textos -estos sí, complementarios- el TS Canadá explica que aunque la constitución no permite la secesión, sería políticamenet inviable impedirla contra una mayoría clara y sostenida en el tiempo. Y que la respuesta “no es legal” podría no ser del todo convincente para la comunidad internacional. Que al final, y de cara a una secesión unilateral, tendría la última palabra. Resumido: Si no vas a mandar los tanques, piensa bien lo que haces. Y visto así yo creo que es una opinión muy sensata, muy práctica, y perfectamente trasladable a España.
      El tamaño y la “psicología del territorio” puede ser un tema apasionante. Siempre que no nos impida mirar la realidad. Y la realidad es que hay naciones estado más pequeñas que Cataluña.
      Por cierto, también es la realidad que en Quebec se han olvidado de plantear más referendos después de la Clarity Act. Y que las suma de los partidos separatistas en las elecciones varias, desde la Clarity Act, ha pasado de 49% (referendo 1995) a 25% (elecciones generales 2014).