En ocasiones veo homínidos: las preguntas de Harari
Un amigo matemático al que no veo hace tiempo y que fue mi mentor en materias científicas, Juan Morán, me explicaba que Robert Wright, tras acabar “The Moral Animal” (VintageBooks, 1994) tuvo que escribir “Nonzero” (Little, Brown and Co, 2000) para suavizar algo el amargo sabor de boca de enfrentarse a la realidad. La realidad es como la tónica del anuncio, amarga, y no siempre “porque la has probado poco”, que es la mejor definición de la asignatura de Derecho romano de un alumno repetidor que finalmente cayó en mi aula: “…es como la cerveza, al principio amarga, pero luego te acaba gustando”.
Como un jurista no puede serlo – por definición – si no sabe de las cosas divinas y humanas, la antropología, la psicología (especialmente la evolutiva) y la sociología deberían ser materias troncales si existieran estudios de Jurisprudencia (logos) y no de mero Derecho o Ley (techné), pero, como dice un comentarista de esta bitácora, los leguleyos siempre nos perdemos en estas materias. A falta de formación, siempre hay libros y webs y Edge en los que ponerse al día de los avances de las ciencias humanas básicas, en cuanto el centro de sus estudio es nuestra especie: homo sapiens sapiens, como nos hemos denominado a nosotros mismos, para distinguirnos del resto de los grandes simios que a duras penas nos sobreviven y de los que ya se extinguieron.
El año apenas finalizado (concretamente en septiembre de 2014) ha sido el de la publicación en lengua española de “From Animals to Gods: A Brief History of Humankind” (2013) del antropólogo israelí Yuval Noah Harari, doctorado en Oxford y especialista en Historia militar , editado por Debate con un título fiel al original “De animales a dioses: breve historia de la humanidad”. Hay quien tacha de pesimista la visión del autor, pero las etiquetas “pesimista” y “optimista” no son más que una revelación del punto de vista del etiquetador al margen de una de las dicotomías en las que nos gusta clasificar las cosas y personas. En todo caso, el autor parece ser un “optimista bien informado” (W. Allen) o un “pesimista activo” (E. Sábato) porque a lo largo de las 493 páginas del volumen nos pone frente a algunas cuestiones de interés sobre nosotros mismos que, y esa es la principal virtud del libro, nos hacen pensar desde una perspectiva diferente.
O no tanto, porque otra de las summae divisiones de la humanidad (progres y fachas, rojos y azules, tirios y troyanos, güelfos y gibelinos, del madrí y del barça – con permiso de los atléticos -, de ciencias y de letras), es la de los que son de Hobbes (http://es.wikipedia.org/wiki/Thomas_Hobbes, aunque mejor y su “el hombre es un lobo para el hombre” y los que son de Rousseau aunque mejor y su “el hombre es bueno por naturaleza”. Harari parece ser más partidario del primero, porque, si bien no se pronuncia expresamente, los datos que aporta y las preguntas finales de su obra nos llevan más al Pinker de “La Tabla Rasa” (Paidós 2003) y anteriores que al de “Los ángeles que llevamos dentro: el declive de la violencia y sus implicaciones” (Paidós, 2012).
A los más próximos a Rousseau, Locke, Bentham, Mill y compañía que han despreciado la obra de Hobbes como apologista del anciennerégime es siempre objetivo recordarles que el autor del “Emilio” tuvo cinco hijos con Thérese de Vasseur, su sirvienta y definitiva pareja, a todos los cuáles llevó de inmediato a la inclusa, o sea, prácticamente a una muerte segura. No se sabe del autor del “Leviatán” que hiciera tal cosa.
La publicación de la obra de Harari en España, supongo que porque tiene un buen agente literario, no ha pasado desapercibida. Hasta ha sido objeto de debate en la televisión en la madrugada y en la radio , además de comentarios en los diarios “de mayor tirada”, como suele decirse pero hasta la fecha ninguno de nuestros ilustrados Editores ni cualquier otro colaborador versado en estos saberes, se ha decidido a publicar una “entrada”, por lo que me decido a hacerlo aprovechando que nieva fuera.
Si los datos y óptica del autor son destacables, el subtítulo (“Breve historia de la humanidad”) es inexacto. El libro se divide en cuatro Partes: La primera de ellas aborda la revolución cognitiva que nos hizo “sapiens”, la segunda la revolución agrícola, la tercera la unificación de la humanidad y la cuarta la revolución científica, pero no de un modo ordenado y detallado en los tiempos de nuestra historia, sino a saltos, casi como si el autor considerase que esos cuatro “momentos” de nuestra especie son los saltos en nuestro “equilibrio puntuado” (Gould), pero si uno esperaba un análisis pormenorizado (como era mi caso), primero milenio a milenio y luego siglo a siglo, no va a encontrarlo, así que el libro responde al título con un sentido crítico y una conclusión inversa a la de “La Física del Futuro” de Michio Kaku (aunque este deja igualmente abiertas sus incertidumbres sobre nosotros mismos).
La obra es todo menos antropocentrista, aunque sea un trabajo sobre nuestra especie, pues no es una loa a nosotros mismos y a nuestras capacidades, sino un interrogante continuo sobre por qué hemos devenido lo que somos, cómo utilizamos nuestras capacidades, la aceleración de la Historia y, sobre todo, para qué usamos nuestra potencia mental. Estamos con el Dr. Ing. Julio Martínez Calzón cuando plantea que los grandes hitos del Universo son physis, bio, logos, techné y eikoniké (virtualidad) y que el cerebro es un computador cuántico que está haciendo real lo virtual. J. Wagensberg se conforma con y preconiza la importancia del “cómo”, pero Harari y otros seguimos pensando, que el por qué y el para qué son más importantes que el cómo si uno tiene capacidad de raciocinio, decisión y acción.
Si, al final, somos una especie cualquiera en un planeta cualquiera de un sistema solar cualquiera de una galaxia cualquiera de un Universo cualquiera, siempre cabe la consolación última de que nuestra destructiva existencia y la supuesta comprensión científica del mundo son realmente anecdóticas. Si Uds. lo prefieren, se apuntan con R. Dawkins y S.Blackmore a la teoría del “meme”. O bien, de nuevo con Sábato, solicitan Uds. al Sr. Secretario General de Naciones Unidas que les dé de baja en la humanidad, por instancia fechada con póliza de veinticinco, certificada con acuse de recibo.
Harari no hace ni lo uno ni lo otro en su libro. Da hechos y hace preguntas, la última de las cuales es: “¿Hay algo más peligroso que unos dioses insatisfechos e irresponsables que no saben lo que quieren?”. Tengo la fortuna de vivir junto al bosque. A veces veo gamos o jabalíes, conejos, liebres, buitres y águilas desde casa. Sé que el suelo ahora está mucho más alto, pero en ocasiones creo ver una familia de homínidos en dirección Sur-Sudeste, desde la montaña al valle. Primero van dos machos armados con piedras y palos, grandes, impresionantes, detrás, hembras con crías a su espalda y pecho, otras mayores ordenando la marcha, en la parte posterior, un par de ejemplares lisiados. Aunque he leído a Martínez de Pisón, Carbonell y Arsuaga, no distingo bien qué clase de nosotros son. Les veo seguros de sí mismos, pero no saben dónde van ni qué les espera. Es en esto en lo que veo que son nosotros.
Hay algo, sin embargo, a lo que este interesante volumen no hace referencia, como tantos de ciencias: la importancia en nuestra especie de naturaleza del sentido de la ética, la Justicia, la equidad y el Derecho como freno a nuestra violencia innata y a nuestro irrefrenable deseo de más sin saber por qué ni para qué. Frans de Waal y otros han estudiado la ética en los simios. Tal vez Harari deje la historia de la ética, la moral y del derecho para un segundo libro, como Wright y podamos ver si nuestro oficio tiene un sentido más allá de la vorágine normativa.
Licenciado en Derecho, 1986. En abril de 1993 fundó CASAS & GARCIA-CASTELLANO, ABOGADOS, bufete que dirige en la actualidad, con especialización en las áreas internacional, marítimo, societario inversiones y seguros. Miembro del Colegio de Abogados de Madrid, de la Asociación Española de Derecho Marítimo, Premio ELCANO de la Armada Española en 1988. Ha sido profesor de Derecho Romano de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid y del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), así como de diversos cursos de postgrado (ESADE, ENERCLUB, IEEM). PDG por el IESE. Participa habitualmente en cursos y seminarios.
El origen de la ética probablemente venga del hecho de que, para que un grupo homínido prosperarse, se necesitaba una cierta empatía intragrupal, pues sólo así existía consistencia y colaboración internas, necesarias para hacer frente a los ataques enemigos (y para prevenir la autodestrucción del grupo por conflictos internos). Por eso la ética o empatía fue evolutivamente favorecida por la selección natural.
Los grupos en que había esa ética intragrupal prevalecieron frente a aquéllos en que no existía.
Es notable que algunas religiones, concretamente las tres del tronco bíblico, elevaron además la ética a categoría religiosa (con premio o castigo post-mortem), lo que favorecía también la supervivencia.
En el Corán es pecado comer carne de cerdo o beber alcohol (Ambas conductas son muy desfavorecedoras de la supervivencia, por la triquinosis y el alcoholismo respectivamente.) Eso no ocurría en otras religiones, como la adoración a dioses griegos o romanos. Así, en Roma había conductas que eran delito (civil), pero no pecado (religioso). No obstante, surgieron éticas civiles (Séneca, el estoicismo) al margen de lo religioso.
En el judaísmo, el cristianismo y el islamismo hay una confluencia prácticamente total entre delito y pecado (entre ética y moral), y ello parece muy favorecedor de la supervivencia, pues existe una motivación muy intensa para no incurrir en conductas antigrupales: un “policía” interno llamado conciencia, remordimiento, arrepentimiento… De ahí quizá el éxito de estas tres religiones (monoteístas), que son, con mucho, las más profesadas en el planeta.
Lo que está claro es que, elevada o no a la categoría de religión (o sea, se sea creyente o no), hoy como al principio de los homínidos la ética y la empatía siguen siendo imprescindibles para la supervivencia de la especie.
Gracias, Luisa. Me parece un gran misterio, pero lo cierto que que la ética, la moral, la religión y el derecho, tras el lenguaje (y más el abstracto) permiten la cooperación de grupos o sociedades que no tienen nada, absolutamente nada en común. He citado a De Waal porque me parece interesante su línea de trabajo y bastantes de sus libros están traducidos:http://es.wikipedia.org/wiki/Frans_de_Waal. Tal vez la etología debiera formar parte de los intereses de un aprendiz de jurista. La cosa es que hay especies que cooperan y la nuestra es una de ellas (en ambos sentidos!).
Luisa, decir que el éxito de una religión en concreto es por su “contenido” es muy algo muy dudoso y poco serio científicamente hablando. A ver si se cree usted que el dogma de “sed fecundos y multiplicaos” y las espadas no tuvieron que ver… La confluencia entre delito y pecado se da porque viene muy bien ante la falta de medios, no por otra razón. Es una forma muy ocurrente de evitar acciones conductuales negativas. Por otro lado, en el mundo prehistórico difícilmente podía existir una empatía intragrupal siendo que empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro y en aquella época la reflexión era escasa, más bien animal, y más cercana al egoísmo genético que explica Dawkins (aquí es cuando se da uno cuenta de que un imbécil sin información en el año 2015 puede ser lo más cercano a aquel homínido del Neolítico por decir algo). No, Luisa, no, no era cuestión de una ética paleolítica/neolítica, sino de comprobación empírica que el grupo generaba mayor supervivencia que el individualismo. La ética viene con la reflexión, pero para que aparezca se necesita antes información y sí, efectivamente, cierta empatía (reflexión+empatía=ética). Pero si ni siquiera el DRAE registró nunca un término como “empático” (ahora, después de hacer el ridículo en este sentido para que lo han puesto en revisión), me dirá usted qué espera del desarrollo ético.
Con que un jurista/economista medio de los que pasean por este blog entienda el 25% de este artículo yo me daría por satisfecho, Jesús. Por cierto, las materias siempre en mayúscula, al igual que la de Derecho. Porque no es lo mismo la psicología de las personas que la Psicología como ciencia (que aunque los numéricos digan que no, la Psicología y Sociología tienen mucho de ciencia, aunque no exacta, obviamente). Es por ello que no es lo mismo el derecho a la libertad de expresión o el derechode las persona, que el Derecho en sí mismo, por mucho que algunos leguleyos se obstinen en lo contrario.
Por otro lado, no es cuestión simplemente de leerse 40 libros sobre qué somos, sino entender que quizás somos más idiotas de lo que pensamos. Ese sería el mejor comienzo para entender por qué suceden según qué cosas. De todas formas, es muy complicado que una sociedad que tiene la misma capacidad reflexiva que unos simios en Tanzania (comenzando por todo tipo de cargo institucional rimbombante y de nombre muy largo) pueda llegar a entender de qué va la historia (o la Historia).
Saludos.
Gracias, KC. A mí también me gustaría comprender algo más que el 1% del algo, pero no me da la cabeza, qué vamos a hacerle. Como “astrópólogo” de cabecera de este blog, espero yo que algún día nos oriente con “posts” sobre Antropología, Psicología, Sociología, Etología y todo eso que forma la base real (en curso de averiguación) y compleja (véase lo que dicen por el Instituto de Santa Fe y tantos otros lugares) de la Jurisprudencia. Yo al niño de Turkana y a Lucy les tengo respeto, vaya Ud. a saber si fueron discriminados o agredidos, como Malala por levantar la mano y decir que algo no les parecía justo. ¿Por qué algo nos parece justo o injusto? Forma parte del 99% de cosas que ignoro. Si nos diéramos cuenta de que no sabemos nada de nada, como se supone que dijo Sócrates según Platón, según no se sabe cuántas versiones de versiones de lo que dijo Sócrates, y tratásemos de ir más despacio, bueno, tal vez sabríamos qué queremos hacer con la potencia de cálculo de nuestro caletre.
¿Por qué algo nos parece justo o injusto?
Esta pregunta tiene las mismas raíces materiales que aquella de por qué algo nos parece bello o no. Y posiblemente tenga mucho que ver con un final biológico en el que si a uno no le gusta que le aporreen la cabeza cuando sale de casa porque duele, lo jurídicamente lógico es pensar que lo justo es no hacer lo que no queremos que nos hagan (algo que ya intentaron explicar los “juristas” de hace 2000 y 3000 años para establecer las primeras normativas locales). No hay que ser Kelsen para entender cuál pueda ser la objetividad jurídica de “lo justo”, al menos en los casos esenciales.
Jesús, lo que yo tenía que escribir ya lo escribí. Ahora que escriban otros que probablemente lo harán mejor. Yo tan sólo apunto. Appunto, que dirían los italianos.
Gracias a Oquendo y a JJGF por sus comentarios en privado. Quiero aclarar que no había bloqueado el modesto autor los comentarios ayer, que se esperaban porque hubieran sido muy ilustrativos y enriquecedores, sino que debió tratarse de una cuestión técnica. Como dice Harari, aquí estamos hablando virtualmente entre desconocidos, lo cual es en sí mismo una cosa extraña. Yo veo una pantalla de un computador y un teclado en realidad, una casilla donde salen letras negras sobre fondo grisáceo y Uds. hay comunicación…es extraño, pero es y no ocurre porque haya un computador, ocurre incluso antes de que los homininos (como dice Carbonell) se creyesen sapiens.
Jesús, sobre esto último que comentas – lo humano que hay en el mundo virtual- un post reciente y muy bien escrito por Alejandro Labajos, profesor, músico y jesuita.
http://www.entreparentesis.org/blog/152-la-red-en-libertad-y-por-amor
Gracias de nuevo, JJGF. Imagino que el texto del padre Labajos, S.J. refleje una realidad. Me atrevo a apostillar que lo peligroso del pensamiento jesuita – en abstracto- , dicho sea con todo respeto, es que es capaz de argumentar una cosa y su contraria, y esto es posiblemente un reflejo de la peripecia vital de San Ignacio, de cuya vida real sabemos poco, porque la correspondencia más interesante ha convenientemente desaparecido, así que, como toda Orden o confesión – como diría Harari -, es una “red” virtual basada en ideas virtuales (no fenomenológicas, no demostrables ni reproducibles, sin que yo descarte por ello que sean la verdad o todo lo contrario). Tengo otra idea distinta de todo esto de Internet : “Fama nocet”, la fama daña y, si me piden una entrevista, me excuso. Sólo publico en este blog porque se dieron las circunstancias iniciales para ello, no tengo twitter ni Facebook ni intención de “tenerlos” ni usarlos, aunque creo que los intereses colectivos encuentran una buena forma de comunicación en este peligroso “Ídolo” totémico. ¿Puede la red ser un instrumento de la “charitas” como dice el padre Labajos? Pues parece que ya se ha visto que sí, tanto como para la egolatría y el egotismo. Una llave de tuercas es una herramienta “sole purpose” pero una caja de herramientas sirve para muchos.
Jesús, sobre esto último que comentas – lo humano que hay en el mundo virtual- un post reciente y muy bien escrito por Alejandro Labajos, profesor, músico y jesuita.
http://www.entreparentesis.org/blog/152-la-red-en-libertad-y-por-amor
Cualquiera puede ver hominidos próximos a Hobbes (el leviatan) circulando por la ventana tv, esos del Estado Islámico por ejemplo, pero referencias antropológicas que lo justifiquen ya son mas difíciles de encontrar:
http://www.gramscimania.info.ve/2013/07/homo-homini-deus-por-que-rousseau-y.html
Por cierto el “escándalo” de la progenie de Rousseau -objetivamente donar hijos al estado no equivale a condenarlos al Taigeto-, es reprobable también por la excusa esgrimida: «Pensaba obrar como ciudadano y como padre, y me consideraba como un miembro de la República de Platón.»
Como dice la vicehobbit ‘si todos hicieran lo mismo, a ver cómo pagábamos los sobres’.
.
Saludos
Curiosa la entrada que aporta Ud., D. Viernes. No tengo autoridad para pronunciarme sobre esto, claro, pero, sí, México, Siria, Ucrania – la visión inversa de lo que hacemos a inocentes, sin rechistar ni enterarnos que nos aporta el Sr. Oquendo en sus comentarios. Los niños bomba de Sendero Luminoso o los talibanes (hace una semana el penútimo conocido), Beslán, Peshawar, ayer mismo en Georgia…será que es un tema de lucha de clases, pero no lo veo así. La cuestión sustancial, no obstante, es como Pol-Pot y Agnes Goshka son de la misma especie y ambos son capaces de lo peor y de lo mejor siendo de la misma especie y en nombre de “ideas”. El escándalo de la progenie de Rousseau, cuando se escucha su música y se lee lo que escribe demuestra que (con Sábato de nuevo) los ángeles y los demonios libran una batalla en nosotros, para decirlo más literaria que científicamente. Diamond, a quien Harari cita en agradecimientos también ha explicado su versión, basada en hechos:http://en.wikipedia.org/wiki/Guns,_Germs,_and_Steel
Disculpe el retraso en la respuesta. Acierta usted al calificar el enlace que envié de curioso, sobre todo porque un 80% o mas del contenido es un copia-pega descarado de artículos aparecidos en un blog americano de divulgación científica:
http://blogs.scientificamerican.com/cross-check/2014/08/12/war-is-our-most-urgent-problem-lets-solve-it/
Intuyo que ‘Armas, germenes y acero’ es un buen libro aunque no lo he leído. De todas formas a Diamond se le critica por basarse en estudios parciales de otros antropologos, por ejemplo el controvertido de Chagnon sobre los Yanomamis, o por las hipótesis reduccionistas que utiliza en sus propios trabajos:
“Diamond defiende que los pueblos indígenas (a los que denomina “sociedades tradicionales”), aun cuando han experimentado cambios parciales tras el contacto, viven mas o menos como lo hacía la humanidad hasta “el temprano origen de la agricultura, hace unos 11.000 años en el Creciente Fértil”. Pero la idea de que los pueblos indígenas de la actualidad viven como los ancestros de la humanidad ha sido rebatida por muchos científicos. Como todas las sociedades, las tribales cambian constantemente para sobrevivir y son tan modernas y forman parte de siglo XXI tanto como el resto de personas.”
http://www.lrb.co.uk/v35/n22/james-c-scott/crops-towns-government
Otro polémica en la que se ha visto envuelto es por la defensa que hace del gobierno pacificador:
“Diamond expone que las sociedades tribales son considerablemente más violentas que las industrializadas y que “la mayoría de sociedades a pequeña escala [están] atrapadas (…) en un estado de guerra”. Sus conclusiones abogan por la imposición de los gobiernos estatales al sostener que “la mayor ventaja de un gobierno estatal es que trae consigo la paz”.
A lo que desde la web survival.es le responden: “no menciona la brutalidad y la opresión sufrida por los pueblos de Papúa Occidental a manos de la ocupación indonesia desde 1963, que ha causado la muerte de, al menos, 100.000 indígenas papúes a manos de los militares indonesios.”
La cuestión es si un mundo de luces y sombras hobbesianas es el mejor posible, no si es el único posible como dice Obama.
Cualquiera puede ver hominidos próximos a Hobbes (el leviatan) circulando por la ventana tv, esos del Estado Islámico por ejemplo, pero referencias antropológicas que lo justifiquen ya son mas difíciles de encontrar:
http://www.gramscimania.info.ve/2013/07/homo-homini-deus-por-que-rousseau-y.html
Por cierto el “escándalo” de la progenie de Rousseau -objetivamente donar hijos al estado no equivale a condenarlos al Taigeto-, es reprobable también por la excusa esgrimida: «Pensaba obrar como ciudadano y como padre, y me consideraba como un miembro de la República de Platón.»
Como dice la vicehobbit ‘si todos hicieran lo mismo, a ver cómo pagábamos los sobres’.
.
Saludos
De vez en cuando viene bien leer un libro como el de Yuval Harari aunque sea para relativizarnos y caer en la cuenta de lo difícil que resulta “encuadrarnos” esquemáticamente.
Eso de poder “imaginar” cosas y reglas con la fruición de esta especie resulta tremendo sobre todo si lo hacemos en conjunción con nuestro gregarismo y las “ventajas” que la especialización proporciona.
En mi caso lo dejé a medias y es posible que vuelva a retomarlo en unas semanas. Lo dejé en cuanto comenzó a embarrarse con lo del “género”. Un tema que me aburre soberanamente porque tiendo a verlo como una concesión al “mercado” de lo políticamente correcto que, a fin de cuentas, siempre es lo que al Poder conviene. Ahora conviene.
A juzgar por la publicidad imperante ahora nos convienen hombres dóciles, preferiblemente con cara de tontos ante una chica listísima y pizpireta y ambos buenos consumidores de depiladores corporales. Con su pan se los coman.
En paralelo, hace unos días terminaba el primer borrador de la traducción de “Instinct of the Herd in Peace and War”. de W. Trotter.
Un amigo, psiquiatra forense en Francia, me recomendó que, mientras iba acabando, fuese repasando el trabajo de Freud al respecto. Además de coetáneos se conocieron y se citan mutuamente. Otra época. Otra ciencia.
De todas formas la prosa de un neurocirujano inglés educado a finales del XIX no encuentra sencillo equivalente en el español actual. Supongo que me queda por delante una larga corrección del texto final pero no me arrepiento de haberle dedicado casi una hora diaria durante el último año. Traducir despacio es una buena forma de captar un texto.
Me parece que estamos muy lejos de discernir qué somos y cómo somos. Con demasiada facilidad nos auto ubicamos muy lejos del resto del reino animal. Es el caso de gran parte de la Psicología que, como disciplina, rehúye nuestra asombrosa cercanía. Estudian nuestras neuronas pero olvidan que son como la de la Aplysia.
Trotter lo enfocaba desde lo que él llama la perspectiva “biológica” y a partir de los modelos gregarios que predominan entre los mamíferos más intensamente sociales (no todos lo son). Y, cómo no, el asunto del liderazgo de los rebaños, manadas, jaurías, bandadas, bancos, hormigueros y colmenas ocupa su lugar en dicha obra.
Trotter apunta hacia un horizonte evolutivo en el cual los seres humanos superan el concepto de pastoreo y sociedades de adultos inspiran a sus administradores en vez de lo que hasta ahora viene sosteniendo el sistema.
Si estamos evolucionando ¿podemos elegir hacia dónde?
Saludos cordiales
Ya decíamos anoche que era una pena el problema técnico porque, Sr. Oquendo, este debate no va de política actual y los comentarios lo hacen interesante. Hay una bruma de insensatez, populismo multilateral y urgencias que no nos deja ver bien. El libro pierde en muchas ocasiones, como he tratado de indicar en el comentario. Comparto que el excurso sobre el género cansa bastante, aunque parece un hecho que los machos de primates tenemos mayor tendencia a la violencia inmediata. La cuestión principal en el libro no es tanto la violencia como la virtualidad: imaginamos complejos constructos que no podemos ver ni tocar basados en leyendas sobre leyendas sobre leyendas en vez de detenernos y reflexionar. Acaso no podemos, evidentemente, no tenemos elección ninguna, pero la cuestión es que la mente también permite elegir, aunque sea en banda estrecha: “sí/no” en la conducta individual. ¿Hasta qué punto? No sé, acaso la traducción de Trotter que Ud. ha acabado arroje luz sobre este punto, si está disponible, porque seguro que muchos no tenemos un inglés del XIX como para entenderlo y menos si hay que leerlo con Freud o Jung u otros contemporáneos en la otra mano. En el último párrafo del comentario trataba de destacar el hecho (el libro lo menciona, pero de pasada) que de las construcciones teóricas del ser humano una, el Derecho verdadero, parece un intento de arreglar las cosas por las buenas, de “hacer mejores a los hombres” como dice el Digesto. “Misterium fascinans”, decía mi maestro. Gracias a todos y buena semana.
De vez en cuando viene bien leer un libro como el de Yuval Harari aunque sea para relativizarnos y caer en la cuenta de lo difícil que resulta “encuadrarnos” esquemáticamente.
Eso de poder “imaginar” cosas y reglas con la fruición de esta especie resulta tremendo sobre todo si lo hacemos en conjunción con nuestro gregarismo y las “ventajas” que la especialización proporciona.
En mi caso lo dejé a medias y es posible que vuelva a retomarlo en unas semanas. Lo dejé en cuanto comenzó a embarrarse con lo del “género”. Un tema que me aburre soberanamente porque tiendo a verlo como una concesión al “mercado” de lo políticamente correcto que, a fin de cuentas, siempre es lo que al Poder conviene. Ahora conviene.
A juzgar por la publicidad imperante ahora nos convienen hombres dóciles, preferiblemente con cara de tontos ante una chica listísima y pizpireta y ambos buenos consumidores de depiladores corporales. Con su pan se los coman.
En paralelo, hace unos días terminaba el primer borrador de la traducción de “Instinct of the Herd in Peace and War”. de W. Trotter.
Un amigo, psiquiatra forense en Francia, me recomendó que, mientras iba acabando, fuese repasando el trabajo de Freud al respecto. Además de coetáneos se conocieron y se citan mutuamente. Otra época. Otra ciencia.
De todas formas la prosa de un neurocirujano inglés educado a finales del XIX no encuentra sencillo equivalente en el español actual. Supongo que me queda por delante una larga corrección del texto final pero no me arrepiento de haberle dedicado casi una hora diaria durante el último año. Traducir despacio es una buena forma de captar un texto.
Me parece que estamos muy lejos de discernir qué somos y cómo somos. Con demasiada facilidad nos auto ubicamos muy lejos del resto del reino animal. Es el caso de gran parte de la Psicología que, como disciplina, rehúye nuestra asombrosa cercanía. Estudian nuestras neuronas pero olvidan que son como la de la Aplysia.
Trotter lo enfocaba desde lo que él llama la perspectiva “biológica” y a partir de los modelos gregarios que predominan entre los mamíferos más intensamente sociales (no todos lo son). Y, cómo no, el asunto del liderazgo de los rebaños, manadas, jaurías, bandadas, bancos, hormigueros y colmenas ocupa su lugar en dicha obra.
Trotter apunta hacia un horizonte evolutivo en el cual los seres humanos superan el concepto de pastoreo y sociedades de adultos inspiran a sus administradores en vez de lo que hasta ahora viene sosteniendo el sistema.
Si estamos evolucionando ¿podemos elegir hacia dónde?
Saludos cordiales
Básicamente somos primates, mamiferos homínidos. La evolución de nuestra especie, como la de todos los animales, se ha servido de las emociones para ayudarnos a sobrevivir, la razón, situada en el lóbulo frontal de nuestro cerebro recibe una información de nuestro entorno que ha sido previamente filtrada por un sistema de “seguridad” emocional que nos garantice la supervivencia.
Cuando somos capaces de superar el filtro emocional podemos aproximarnos un poco a la racionalidad , pero no podemos olvidar que el primate está siempre vigilante. Con la razón buscamos una justificación a los actos y pensamientos que tienen su origen en la parte más primitiva de nuestro cerebro.
Superar las emociónes es el gran reto del progreso humano, los momentos sublimes se producen cuando somos capaces de entender, superar las emociones y disfrutar conscientemente de ellas.
En el fondo no somos muy distintos de una ameba, tendemos a la supervivencia y la cooperación es un mecanismo más de supervivencia que nos proporciona una ventaja evolutiva, por eso la capacidad de empatizar se transmite de una generación a otra.
Les recomiendo leer a Damasio, y a Rizzolatti para entender lo que somos.
En realidad el progreso de la humanidad no es más que una tendencia de todo ser vivo, no podemos renunciar a nada de lo que nos ha ayudado a llegar a donde estamos.
Básicamente somos primates, mamiferos homínidos. La evolución de nuestra especie, como la de todos los animales, se ha servido de las emociones para ayudarnos a sobrevivir, la razón, situada en el lóbulo frontal de nuestro cerebro recibe una información de nuestro entorno que ha sido previamente filtrada por un sistema de “seguridad” emocional que nos garantice la supervivencia.
Cuando somos capaces de superar el filtro emocional podemos aproximarnos un poco a la racionalidad , pero no podemos olvidar que el primate está siempre vigilante. Con la razón buscamos una justificación a los actos y pensamientos que tienen su origen en la parte más primitiva de nuestro cerebro.
Superar las emociónes es el gran reto del progreso humano, los momentos sublimes se producen cuando somos capaces de entender, superar las emociones y disfrutar conscientemente de ellas.
En el fondo no somos muy distintos de una ameba, tendemos a la supervivencia y la cooperación es un mecanismo más de supervivencia que nos proporciona una ventaja evolutiva, por eso la capacidad de empatizar se transmite de una generación a otra.
Les recomiendo leer a Damasio, y a Rizzolatti para entender lo que somos.
En realidad el progreso de la humanidad no es más que una tendencia de todo ser vivo, no podemos renunciar a nada de lo que nos ha ayudado a llegar a donde estamos.
Sin embargo, sin emociones, qué es el arte, la música, la justicia, qué será del enfermo inútil para todos? Es curioso lo que Ud dice, Sr. Hernández: se lo digo a un amigo muy religioso: somos amebas en busca de homeostasis…pero el libro comentado lo que plantea es que la razón, como Ud indica, no es sino un producto de un proceso evolutivo y las potencias que da, unidas a lo que somos como especie, dónde llevan?
D. Viernes (o es Sr. Viernes), porque depende de que sea nombre o apellido…
Muy interesante su comentario del 15/02. Supongo que no se actualizan los “posts”, pero por si alguien regresa despistado, aquí tienen un interesante hipervínculo:
http://edge.org/conversation/yuval_noah_harari-daniel_kahneman-death-is-optional
D. Viernes (o es Sr. Viernes), porque depende de que sea nombre o apellido…
Muy interesante su comentario del 15/02. Supongo que no se actualizan los “posts”, pero por si alguien regresa despistado, aquí tienen un interesante hipervínculo:
http://edge.org/conversation/yuval_noah_harari-daniel_kahneman-death-is-optional
Me parece especialmente grato que el blog recoja cuestiones tan sustantivas cómo tratar de explicar quienes somos, de donde venimos y, lo más importante, donde queremos ir. Coincido con el comentario del Sr. Hernández en cuanto a la explicación puramente biológica (material) del ser ser humano y su aprendizaje racional a lo largo del tiempo, pero también creo importante resaltar los factores emocionales (espirituales) de lo que llamamos alma. Supongo que hay un pulso constante entre unas partes y otras y que eso, a la larga, nos va enriqueciendo. De todas formas (y a pesar del asunto de los géneros) coincido también en que el varón (macho) en su papel de “protector” suele tender a esa “violencia inmediata” de que habla el Sr. Casas con más frecuencia de la que sería deseable. Lo ocurrido en el caso de la comandante Cantera (entre miles de casos parecidos) viene a demostrar que no sólo somos capaces de las aberraciones instintivas de la especie, sino de que no nos avergonzamos de ellas, lo que es mucho peor. ¡Qué gran oportunidad tuvo ayer el ministro para decir: “Sra. Cantera, me avergüenzo en nombre del Ejército por lo ocurrido. Vd. es el “honor” que nos dignifica, su agresor es la mancha que nos humilla a todos”! En vez de eso “llegó el comandante y mandó callar….”.
Discrepo totalmente de esta frase "Hay algo, sin embargo, a lo que este interesante volumen no hace referencia, como tantos de ciencias: la importancia en nuestra especie de naturaleza del sentido de la ética, la Justicia, la equidad y el Derecho como freno a nuestra violencia innata y a nuestro irrefrenable deseo de más sin saber por qué ni para qué"
Harari no habla de otra cosa en todo el libro, la ética es (como la ideología) otra realidad imaginada que genera comportamientos grupales. La ética es una cosa creada, educada y madurada en la vida ontogenética de cualquier persona (el bien, el mal, la voluntad), gracias a una adquisición filogenética del homo (via darwin), que es la capacidad biológica de crear "verdades" inventadas para la acción colectiva; cualidad creada conjuntamente con el nacimiento del lenguaje … que es eso mismo, cerebro lingüistico= revolución cognitiva, la imvención de la abstracción, el símbolo, "El nombre de la rosa", el niño aprende y aprende los valores al empezar a hablar, no puede ser de otra manera.