El extraño caso del ex ministro López Aguilar y la “violencia de género”.
Entre las muchas noticias relativas a procesamientos de políticos o antiguos altos cargos, una de ellas, la del ex ministro López Aguilar, imputado por presuntos malos tratos a su ex mujer, destaca por una singular razón. Se da la paradoja de que se le podrían aplicar las previsiones de una ley de la que fue principal impulsor: la Ley Orgánica 1/2004 de 28 de diciembre de Protección Integral contra la Violencia de Género.
Su regulación fue en gran parte inspirada por la llamada “ideología de género”, que enmarca estos casos como manifiestaciones puntuales de una mítica “lucha de sexos” o de liberación del femenino respecto de la opresión masculina. Cuando una mujer es víctima de malos tratos por su marido o compañero, lo esencial para esa concepción no es tanto el abuso amparado en la superioridad física del agresor, en la sensación de impunidad que da la intimidad del hogar personal y, en demasiadas ocasiones, en un condenable sentido machista de superioridad que legitimaría al agresor frente a sí mismo. Sino que el agresor estaría siéndolo como hombre, y en contra de una víctima que lo sería esencialmente como mujer.
Las consecuencias de esta particular visión son, como poco, preocupantes. Una aureola de sospecha se extiende sobre los hombres, como partícipes del “género culpable”. Lo mismo que antiguas leyes la extendían en tiempos, por ejemplo, sobre los gitanos o sobre los conversos. La presunción de inocencia se difumina. Y el principio de igualdad ante la Ley, herencia venerable de las revoluciones que acabaron con el Antiguo Régimen, y principio esencial de nuestra Constitución, es arrumbado como trasto viejo e inservible. Las penas son agravadas por el hecho culpabilizador de que el agresor sea varón, aunque este “pecado original” ni siquiera dependa de su voluntad. Un tufo de arcaísmo se desprende así inevitablemente de este planteamiento, aunque se quiera disfrazar de progresista.
Las consecuencias son injustas y discriminatorias. Si en el seno de una pareja heterosexual el hombre comete violencia contra la mujer, surgen en favor de ésta toda una serie de derechos y salvaguardas, y en contra de aquél un severo agravamiento de las condenas penales previstas. Pero si tal violencia y abusos se producen en el seno de una pareja homosexual, ni lo uno ni lo otro. Esta víctima homosexual es para nuestro legislador una víctima de segunda.
Esa discriminación no sólo es injusta sino que es, también, innecesaria. Las medidas de protección deberían desplegarse en cualquier situación en la que una persona abusara sobre otra, la violentara y la aterrorizara con intención de dominarla con grave menoscabo de su dignidad humana. El que estadísticamente en esta situación incurran en más casos hombres actuando contra mujeres no es razón para excluir de la protección a los supuestos que no encajen en esa regla general. El dolor, el terror y la degradación de la persona se dan igual, y la misma debería ser la reacción de nuestro ordenamiento ante estas conductas aberrantes.
No puede dejar de sorprender que una Ley tan claramente contraria al principio de igualdad se aprobara en su día en las Cortes por cuasi-unanimidad. Lo que dice mucho de la calidad de nuestros representantes legislativos. O, más precisamente, del funcionamiento cuartelario de los grupos parlamentarios, es decir, de unos partidos políticos demasiadas veces alérgicos a la reflexión. El terror a la apariencia, a ser (injustamente) señalado como cómplice del terror machista, de ser visto como políticamente incorrecto, pesó entonces mucho más que cualquier consideración de justicia sustantiva.
Se han criticado también las medidas radicales previstas contra el agresor en la Ley. Pero esta crítica es probablemente injusta. La persecución de los malos tratos en muchas ocasiones no cuenta con la suficiente colaboración de las víctimas, a veces por razones socio-culturales y, en otras muchas, por estar aquéllas confusas o anuladas por el terror. Se han dado demasiados casos de mujeres que retiraron denuncias por malos tratos para acabar siendo asesinadas. Para compensar esta circunstancia la Ley prevé una especial proactividad de las autoridades y el despliegue de medidas drásticas con tal urgencia que no pueda comprobarse antes su proporcionalidad de forma exhaustiva.
Estas previsiones tienen, no obstante, un envés: el peligro de que mujeres no agredidas simulen haberlo sido con fines de venganza personal o, simplemente, para mejorar su capacidad negociadora respecto a sus cónyuges o convivientes en sus rupturas. Éstos pueden encontrarse de pronto con una sorpresiva detención, una noche en el calabozo, y con que caen sobre él medidas de alejamiento, restricciones de visita a sus hijos, y otras, que quebrarán por completo su vida y muy a menudo su salud psíquica y su patrimonio.
Las denuncias falsas suponen un abuso intolerable y un nuevo tipo de maltrato ejercido por esas falsas víctimas, en realidad victimarias. Sin embargo es conocido que demasiadas veces no se persiguen y tales conductas quedan impunes. E incluso que existen abogados que, amparados en esa impunidad de facto que también a ellos les ampara, recomiendan su interposición a sus clientes simplemente como mejor estrategia procesal. No sólo esos hombres inocentes, también las mujeres que son víctimas verdaderas salen perjudicadas por esa banalización irresponsable.
Tal vez la misma “corrección política”, el miedo de ciertas autoridades a aparecer como cómplices ante una opinión pública sensibilizada ante el fenómeno intolerable de la violencia machista, ha llevado a este cierto mirar hacia otro lado demasiadas veces cuando se dan estas abusivas denuncias falsas. Si la intimidad del hogar fue en su día una forma de encubrir la conducta aberrante del maltrato, el manto casi tan denso de esos nuevos prejuicios amparan hoy otras nuevas formas de injusticias y coacciones. Y ello ante el silencio casi universal de nuestra clase política.
Hacer un seguimiento a las leyes importantes, como se hace en otros países, para valorar su funcionamiento, mejorar su eficacia y corregir disfunciones, sería una práctica muy saludable de la que nuestros legisladores han abdicado. Se ha comprobado estadísticamente que la Ley no ha conseguido reducir sustancialmente la violencia doméstica. Pero eso no tiene que significar necesariamente un fracaso absoluto de la misma si ha habido para ello razones extrínsecas. El caso López Aguilar supone una oportunidad para el debate público de todas estas cuestiones. De plantear la desintoxicación ideológica de la norma, su perfeccionamiento y la exigencia de responsabilidades en caso de abusos, por puntuales que puedan éstos ser.
No somos, sin embargo, tan ingenuos como para pensar que el ex ministro va a sufrir los mismos rigores que un ciudadano de a pie. De hecho ya se ha hablado de tratos privilegiados o, al menos, de intentos de trafico de influencias por su entorno. No sabemos si hay alguna base para ello, ni si existe o no fundamento para esa imputación. Pero la ejemplaridad estaría especialmente justificada en este caso, dado el protagonismo del personaje en la génesis de esta Ley. No se entendería que los rigores, también en este ámbito, fueran solo para los ciudadanos que no son parte de la clase política. Pero esa ejemplaridad no es virtud a la que nuestros partitócratas nos tengan muy acostumbrados. Sería una pena que por esa vía, sea culpable o inocente López Aguilar, la clase política y nuestros legisladores desaprovecharan la ocasión para reflexionar sobre esta materia.
Fernando Rodríguez Prieto nació en Madrid el 10 de febrero de 1962. Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Notario (Oposiciones Madrid 1988). Ha ejercido en Andoain, Bergara y Beasain, las tres localidades situadas en Guipúzcoa, y desde 2006 ejerce en Coslada, Madrid. Es también mediador y árbitro.
La llamada violencia de género, mal empezamos, incardina el mal que reprime con penas de cárcel en una característica de la persona muy, muy genérica: pertenecer al sexo masculino. Una vez ganada esta batalla el estigma se extiende al 50% de la población de un país a pesar de que a la mayoría de esa mitad les resulta tan ajeno como practicar budú.
Tras ello, lo esperable: los efectos de la Ley recaen sobre todos los hombres, con los resultados que conocemos, incluido el exministro.
Una injusticia, porque lo que identifica al maltratador no es ser hombre sino ser una persona violenta con más fuerza que su víctima.
Las escasas denuncias falsas, alguna habrá, nunca terminan en el hombre en el cementerio.
Claro, bien dicho, y en EEUU las denuncias falsas contra un negro tampoco acabarían con un blanquito en la tumba, pero eso no justificaría una ley racista que perjudicara a la población negra aunque porcentualemte cometan más delitos violentos.
¿Cómo que alguna denuncia falsa habrá? ¡Pero si de la miles de denuncias sólo alrededor del 15% acaban en sentencias condenatorias! ¿Es que en la mayoría de los casos son culpables y no hay pruebas? Eso no se lo cree nadie, y cuando alguien osa poner en duda la verdad oficial se le apesta públicamente. Tengo amigos policías y una amiga secretaria judicial y ellos atestiguan que hay muhísimas denuncias falsas lo que pasa es que muchas no prosperan, y las que lo hacen luego no se investigan. ¿Quién se atreverá a cambiar esta situación flagrantemente injusta? Nadie.
Si le hecha una mirada a la proporción de sexos entre los suicidas, comprenderá que muchas denuncias falsas sí acaban con el denunciado en el cementerio.
Las denuncias falsas no matan directamente a nadie, pero si si dañan su honor y pueden provocar, como bien ha dicho Antonia Tobajas, que algunas personas se quiten la vida. Además, hacen que se utilicen indebidamente los recursos de muchos órganos jurisdiccionales penales, que terminan malgastando un tiempo precioso en investigar hechos que, en realidad, no se han producido.
Si nos ponemos a hablar de anécdotas, puede decirse que se ha llegado a denunciar falsamente a un muerto. Recomiendo mirar el contenido del siguiente enlace: http://sierranortedigital.com/portada/05/05/2015/opinion/se-ha-delinquido-desde-el-otro-barrio/.
Eso no es cierto, por desgracia.
Asimetría es Injusticia.
López Aguilar hizo todo lo que pudo, con un inmenso cinismo, por instaurarla. Convenía.
La destructiva forma de actuar de la Ideología de Género, sus promotores, sus beneficiarios y sus damnificados debieran ser objeto de más y mejor atención y estudio porque se ha constituido en un bastión instrumental del sistema.
Cuando analizamos el proceso de acumulación y desempeño del Poder, sus Fines estratégicos y sus medios Tácticos sin poner en su lugar ni cuestionar los Arquetipos Humanos que el Sistema Promociona a través de hasta el código penal y los impedimentos a la libertad de expresión estamos cooperando.
Buenos días
Dicho sea con todos los debidos respetos, pero creo que muchos " hombres" ( no todos, comparto la opinión de Manu Oquendo), de los que habéis hecho comentarios en este foro en contra de la ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, poco contacto visceral y directo habéis tenido con mujeres víctimas de violencia de género, y admitiendo, vaya por delante, que la ley tiene múltiples fallos siendo suceptible de una profunda reforma.
Pero la realidad es esta:
Los estudios detectan que el acoso a sus parejas y la vigilancia a través de las nuevas tecnologías y los mensajes de móvil por parte de los adolescentes va en aumento. Los datos de un informe realizado por la Universidad Complutense y el Ministerio en 2011 eran aterradores (https://www.msssi.gob.es/ssi/violenciaGenero/publicaciones/colecciones) y,lamentablemente, desde entones ha crecido el número de adolescentes procesados por violencia de género. Contamos con un dato escalofriante: casi la mitad de las adolescentes de este país consideran una prueba de amor que su pareja la llame constantemente para controlar su tiempo, que no le permita llevar cierta ropa o salir con cierta gente, que se crea con derechos sobre ella.
La ley se centra en la protección de las víctimas que ya lo son y asume el origen indiscutible de la violencia –las relaciones de género en nuestra cultura. Para prevenirla, recomienda campañas de información e invertir en educación.
Lo primero se ha llevado a cabo con relativa eficacia. Pese a las excepciones, creo sinceramente que los medios informativos en general han asumido su papel y respondido con responsabilidad histórica a la hora de informar sobre casos de violencia de género. Las políticas educativas, sin embargo, no han sido capaces de ofrecer alternativa a todo el entramado cultural responsable en último término de la violencia. Y es que, aunque existe condena expresa de la violencia física contra las mujeres, no se produce necesariamente una condena de las prácticas sociales, culturales y simbólicas que la sustentan.
Esa es mi opinión….
Patricia, yo creo que hay gente, mujeres y hombres, que no acaban de entender que las mujeres maltradas y las mujeres que denuncian falsamente son dos problemas totalmente distintos y os empeñais en mezclarlos. Lo único que une esos dos problemas es una muy mala ley que no está solucionando el maltrato y que además crea otros.
Esto es muy importante que quede claro, porque es insufrible que cada vez que alguien hable mal de la ley se le acuse de insensible para arriba.
¿Además ése supuesto origen indiscutido de dónde sale? ¿Es una verdad revelada?, ¿realmente es el machismo el único origen? Mi padre es más machista que yo, y mi abuelo era más que mi padre, y ninguno de ellos se les ocurrió tratar mal a sus mujeres. La ideología de género es una estafa cultural y científica y fuente de nuevos sufrimientos y maltratos.
Por supuesto, es sólo mi opinión.
Un abrazo
Muy buen comentario Fernando. Ahora vete preparándote para un linchamiento. Un saludo.
Me ha gustado mucho el artículo. Estoy de acuerdo en que no incluir protección en el ámbito de las parejas homosexuales parece injustificable y me temo que fue simplemente por motivos de imagen.
Mucho ojo con el tema que comenta Patricia. Es algo que me han comentado de primera mano profesores de instituto que me ha desconcertado absolutamente y que no tengo ni idea de los motivos pero parece que hay más acoso machista adolescente hoy día que hace 20 años
Yo no lincho a nadie…
Evidentemente que la ley del 2004 es susceptible de muchas mejoras, y en en mi opinión debe ser mejorada en lo relativo al ámbito subjectivo de protección y me estoy refiriendo al caso de los hijos víctimas de violencia de género o parejas del mismo sexo, que todos sabemos que quedan fuera del " halo" protector de la ley especial.
Sin embargo desgraciadamente esta es la realidad del mundo…
https://www.youtube.com/watch?v=44clJyG-vU4
La llamada violencia de género, mal empezamos, incardina el mal que reprime con penas de cárcel en una característica de la persona muy, muy genérica: pertenecer al sexo masculino. Una vez ganada esta batalla el estigma se extiende al 50% de la población de un país a pesar de que a la mayoría de esa mitad les resulta tan ajeno como practicar budú.
Tras ello, lo esperable: los efectos de la Ley recaen sobre todos los hombres, con los resultados que conocemos, incluido el exministro.
Una injusticia, porque lo que identifica al maltratador no es ser hombre sino ser una persona violenta con más fuerza que su víctima.
Las escasas denuncias falsas, alguna habrá, nunca terminan en el hombre en el cementerio.
Asimetría es Injusticia.
López Aguilar hizo todo lo que pudo, con un inmenso cinismo, por instaurarla. Convenía.
La destructiva forma de actuar de la Ideología de Género, sus promotores, sus beneficiarios y sus damnificados debieran ser objeto de más y mejor atención y estudio porque se ha constituido en un bastión instrumental del sistema.
Cuando analizamos el proceso de acumulación y desempeño del Poder, sus Fines estratégicos y sus medios Tácticos sin poner en su lugar ni cuestionar los Arquetipos Humanos que el Sistema Promociona a través de hasta el código penal y los impedimentos a la libertad de expresión estamos cooperando.
Buenos días
Claro, bien dicho, y en EEUU las denuncias falsas contra un negro tampoco acabarían con un blanquito en la tumba, pero eso no justificaría una ley racista que perjudicara a la población negra aunque porcentualemte cometan más delitos violentos.
¿Cómo que alguna denuncia falsa habrá? ¡Pero si de la miles de denuncias sólo alrededor del 15% acaban en sentencias condenatorias! ¿Es que en la mayoría de los casos son culpables y no hay pruebas? Eso no se lo cree nadie, y cuando alguien osa poner en duda la verdad oficial se le apesta públicamente. Tengo amigos policías y una amiga secretaria judicial y ellos atestiguan que hay muhísimas denuncias falsas lo que pasa es que muchas no prosperan, y las que lo hacen luego no se investigan. ¿Quién se atreverá a cambiar esta situación flagrantemente injusta? Nadie.
Si le hecha una mirada a la proporción de sexos entre los suicidas, comprenderá que muchas denuncias falsas sí acaban con el denunciado en el cementerio.
Dicho sea con todos los debidos respetos, pero creo que muchos " hombres" ( no todos, comparto la opinión de Manu Oquendo), de los que habéis hecho comentarios en este foro en contra de la ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, poco contacto visceral y directo habéis tenido con mujeres víctimas de violencia de género, y admitiendo, vaya por delante, que la ley tiene múltiples fallos siendo suceptible de una profunda reforma.
Pero la realidad es esta:
Los estudios detectan que el acoso a sus parejas y la vigilancia a través de las nuevas tecnologías y los mensajes de móvil por parte de los adolescentes va en aumento. Los datos de un informe realizado por la Universidad Complutense y el Ministerio en 2011 eran aterradores (https://www.msssi.gob.es/ssi/violenciaGenero/publicaciones/colecciones) y,lamentablemente, desde entones ha crecido el número de adolescentes procesados por violencia de género. Contamos con un dato escalofriante: casi la mitad de las adolescentes de este país consideran una prueba de amor que su pareja la llame constantemente para controlar su tiempo, que no le permita llevar cierta ropa o salir con cierta gente, que se crea con derechos sobre ella.
La ley se centra en la protección de las víctimas que ya lo son y asume el origen indiscutible de la violencia –las relaciones de género en nuestra cultura. Para prevenirla, recomienda campañas de información e invertir en educación.
Lo primero se ha llevado a cabo con relativa eficacia. Pese a las excepciones, creo sinceramente que los medios informativos en general han asumido su papel y respondido con responsabilidad histórica a la hora de informar sobre casos de violencia de género. Las políticas educativas, sin embargo, no han sido capaces de ofrecer alternativa a todo el entramado cultural responsable en último término de la violencia. Y es que, aunque existe condena expresa de la violencia física contra las mujeres, no se produce necesariamente una condena de las prácticas sociales, culturales y simbólicas que la sustentan.
Esa es mi opinión….
Las denuncias falsas no matan directamente a nadie, pero si si dañan su honor y pueden provocar, como bien ha dicho Antonia Tobajas, que algunas personas se quiten la vida. Además, hacen que se utilicen indebidamente los recursos de muchos órganos jurisdiccionales penales, que terminan malgastando un tiempo precioso en investigar hechos que, en realidad, no se han producido.
Si nos ponemos a hablar de anécdotas, puede decirse que se ha llegado a denunciar falsamente a un muerto. Recomiendo mirar el contenido del siguiente enlace: http://sierranortedigital.com/portada/05/05/2015/opinion/se-ha-delinquido-desde-el-otro-barrio/.
Patricia, yo creo que hay gente, mujeres y hombres, que no acaban de entender que las mujeres maltradas y las mujeres que denuncian falsamente son dos problemas totalmente distintos y os empeñais en mezclarlos. Lo único que une esos dos problemas es una muy mala ley que no está solucionando el maltrato y que además crea otros.
Esto es muy importante que quede claro, porque es insufrible que cada vez que alguien hable mal de la ley se le acuse de insensible para arriba.
¿Además ése supuesto origen indiscutido de dónde sale? ¿Es una verdad revelada?, ¿realmente es el machismo el único origen? Mi padre es más machista que yo, y mi abuelo era más que mi padre, y ninguno de ellos se les ocurrió tratar mal a sus mujeres. La ideología de género es una estafa cultural y científica y fuente de nuevos sufrimientos y maltratos.
Por supuesto, es sólo mi opinión.
Un abrazo
Muy buen comentario Fernando. Ahora vete preparándote para un linchamiento. Un saludo.
Me ha gustado mucho el artículo. Estoy de acuerdo en que no incluir protección en el ámbito de las parejas homosexuales parece injustificable y me temo que fue simplemente por motivos de imagen.
Mucho ojo con el tema que comenta Patricia. Es algo que me han comentado de primera mano profesores de instituto que me ha desconcertado absolutamente y que no tengo ni idea de los motivos pero parece que hay más acoso machista adolescente hoy día que hace 20 años
Yo no lincho a nadie…
Evidentemente que la ley del 2004 es susceptible de muchas mejoras, y en en mi opinión debe ser mejorada en lo relativo al ámbito subjectivo de protección y me estoy refiriendo al caso de los hijos víctimas de violencia de género o parejas del mismo sexo, que todos sabemos que quedan fuera del " halo" protector de la ley especial.
Sin embargo desgraciadamente esta es la realidad del mundo…
https://www.youtube.com/watch?v=44clJyG-vU4
De extraño caso nada: "Una mujer despechada es capaz de cualquier tontería"
Dijo Garfio, y a continuación habló con Campanilla, y ésta traicionó a Peter Pan
De extraño caso nada: "Una mujer despechada es capaz de cualquier tontería"
Dijo Garfio, y a continuación habló con Campanilla, y ésta traicionó a Peter Pan
Me alegra que este tema tan poliédrico salga en el blog aunque sea con ocasión de un caso concreto porque, indudablemente, provocará un debate interesante sobre el mismo a partir de las tesis mostradas por el autor. Hace unos días incluía por mi parte un comentario sobre las imágenes de auténtica violencia de género de un policía sobre una activista desarmada y desnuda, delante del propio ministro de Interior que, al parecer, no ha tenido la menor repercusión. Ni la agresión del policía ni la no intervención en defensa de la agredida por parte del ministro parecen haber tenido consecuencias, lo que me lleva a reflexionar sobre las diferentes interpretaciones que, al parecer y de forma interesada, tiene el tema. La violencia siempre es un atentado a la libertad de las personas salvo que sea un ejercicio de autodefensa. Como tal atentado a la libertad se muestra cuando el fuerte impone al débil sus exigencias, incluso con la excusa de protegerlo. Ahí tenemos el pecado original en el caso de matrimonios con la fórmula "hasta que la muerte nos separe" o de simples parejas que se basan en ese modelo "matrimonial". Todos sabemos que son "promesas" de difícil cumplimiento y encadenan a las personas, pero nadie tiene la valentía de denunciarlas en su forma y en su fondo o cuando se hace, todo el entorno social y familiar se manifiesta en contra de las mismas (esas convenciones hipócritas que nos lastran porque -dicen- dan estabilidad social a cambio de tragedias e infelicidad). El caso mencionado en el artículo es una muestra más de sumisión y miedo por parte de una persona a otra o, por el contrario, una manera de buscar el desprestigio personal del exministro por rencor o despecho. Tanto en una cosa como en otra no se puede mirar a otro lado y conviene aclararlo todo. ¿Porqué se denuncia agresión y se retira después la denuncia? Lo dice la propia víctima en sus declaraciones ante el juez: "Si hubiera estado callada, no me habría agredido" asumiendo su posible culpa. La libertad de opinión o de expresión de la víctima sólo quedaba contrarrestada -como en el caso del policía- con la violencia física. ¡Y aún queremos justificarlo!
El fondo del asunto es la propia Ley. La igualdad ante la la ley, es de los temas consagrados por la humanidad en sus sistemas legislativos. Es principio recogido en Constituciónes de todas sociedades desarrolladas, "igualdad ante la Ley". De pronto llega un iluminado con convicciones sectarias, relativiza la situación en nombre de lo que él está convencido y del progreso y nos retrotrae a los albores del Derecho. ¿Ignorancia, estupidez? No, garantizar votos a la secta. Esto es lo grave, el mezquino interés que subyace.
En relación al nivel legislativo el PP tampoco saca aprobado. En la última Ley contra el blanqueo de capitales, otorga a las organizaciones financieras la potestad de imponer la "diligencia debida", que como todos sabemos es un concepto jurídico, claro y conciso. Después nos quejamos de la saturación de la Justicia.
Saludos
El giro que ha dado el caso del Sr. López Aguilar con la peculiar retirada de la denuncia por parte de su ex, merece una cierta reflexión sobre las motivaciones del mismo. Una podría ser el reconocimiento del maltrato pero también la asunción de "que se lo merecía" como parece suceder al retirar la denuncia pero ratificarse en la misma. Los hechos son ciertos pero -al parecer- hay eximentes en la conducta del supuesto maltratador. Otra es la sensación de "culpabilidad abstracta" con que muchas mujeres se sienten con respecto a su matrimonio acusándose de los problemas que puedan surgir. En este caso tiene mucho que ver el entorno familiar que prefiere muchas veces a una persona desgraciada que un "escándalo" social. Otra es el derecho al "perdón" por todo lo ocurrido y "pelillos a la mar" para salvar el matrimonio, tal como suelen aconsejar los "consejeros" dedicados a esto: un viajecito juntos, más comunicación y…¡hasta la próxima!
El giro que ha dado el caso del Sr. López Aguilar con la peculiar retirada de la denuncia por parte de su ex, merece una cierta reflexión sobre las motivaciones del mismo. Una podría ser el reconocimiento del maltrato pero también la asunción de "que se lo merecía" como parece suceder al retirar la denuncia pero ratificarse en la misma. Los hechos son ciertos pero -al parecer- hay eximentes en la conducta del supuesto maltratador. Otra es la sensación de "culpabilidad abstracta" con que muchas mujeres se sienten con respecto a su matrimonio acusándose de los problemas que puedan surgir. En este caso tiene mucho que ver el entorno familiar que prefiere muchas veces a una persona desgraciada que un "escándalo" social. Otra es el derecho al "perdón" por todo lo ocurrido y "pelillos a la mar" para salvar el matrimonio, tal como suelen aconsejar los "consejeros" dedicados a esto: un viajecito juntos, más comunicación y…¡hasta la próxima!