¡Compremos productos catalanes!

Imaginemos que en Cataluña se produjera repentinamente una enorme catástrofe natural, un terremoto o un tsunami que arrasara con todo su territorio, que dejara a la intemperie a multitud de personas, que arruinara las vidas, negocios y futuro de tantas y tantas personas inocentes.  Qué duda cabe de que tal desgracia provocaría de inmediato en toda España una reacción de pesar, solidaridad y deseo de ayudar a todas esas personas para que el dolor fuera menor y para que pudieran recuperarse cuanto antes. Y sería la actitud correcta y más humana.

Pues bien, Cataluña en estos momentos se encuentra azotada por una catástrofe, no natural sino artificial, pero cuyos efectos pueden ser tan demoledores como aquélla: un nacionalismo radical y profundamente antidemocrático ha decidido romper con el Estado de Derecho, incumplir las leyes que nos protegen a todos de la tiranía del poder ilimitado y lanzarse de cabeza a un delirio separatista enajenado por completo de racionalidad.

Esto, que tiene consecuencias políticas que han sido y seguirán siendo abundantemente comentadas en el blog, ya está afectando dramáticamente a las vidas y las economías domésticas de todos los catalanes, y es previsible que lo haga con mucha más dureza en los meses futuros. Una economía, la catalana, que en el año 2017 iba a recuperar el nivel anterior a la crisis , se está desplomando por momentos y se encuentra ahora en peligro de recesión, con todo lo que eso significa: despidos, cierre de empresas, ejecuciones bancarias por impago,  jóvenes con su futuro profesional restringido cuando no perdido del todo, ansiedad y angustia… Pobreza.  Un “desastre económico sin paliativos” a medio plazo, en palabras de un ex conseller de Artur Mas. La odiada crisis que creíamos haber superado.

Una catástrofe económica artificial generada por una deriva antihistórica, antieuropea y completamente estúpida amenaza a Cataluña y a los catalanes. Ante esto, ¿cómo debemos responder desde el resto de España? ¿Cuál será nuestra actitud?  Es inevitable que, en un primer momento, nos asalten un cúmulo variado de emociones, muchas veces contrapuestas entre sí. Las catástrofes las provocan en grado sumo. Pero aunque nos dejemos llevar por ellas, podemos y debemos elegir cuáles de esas emociones han de regir nuestro comportamiento.

No optemos por las emociones del resentimiento, el despecho, la venganza o la tristeza, negándonos a consumir productos o servicios que vengan de Cataluña para generar un boicot económico. Hay otras emociones igualmente poderosas y mucho más positivas que nos llaman en estos momentos de crisis: la empatía con tantas personas y familias a las que lamentablemente les esperan tiempos duros, sueños rotos, esfuerzos de tantos años que se truncan y un futuro económico peor, en vez de mejor; la conciencia de que esto es una catástrofe generada por unos señoritos aprendices de brujo que han jugado a ser luchadores por la libertad, que ya está afectando a millones de personas, y que en nuestra mano está no agravarla, sino, por el contrario, contribuir a suavizarla en la medida de lo posible.

España, ha dicho con toda justicia Josep Borrell, no tiene quien le escriba. No tenemos, o lo tenemos de manera muy imperfecta, un relato común que nos una a partir de los sentimientos, que nos explique por qué es mejor seguir caminando juntos en vez de separados. Quizá es que ese relato debamos escribirlo entre todos, y ahora se nos presenta una oportunidad de demostrar nuestro deseo de hacerlo. Para los que pensamos y sobre todo sentimos que España, a pesar de tantas cosas (a veces madre y siempre madrastra, que dijo el poeta) merece la pena como proyecto de convivencia y prosperidad comunes, estos meses dramáticos han de ser una llamada sin matices a la solidaridad activa.

Compremos productos catalanes, porque miles y miles de personas que viven de sus negocios lo necesitan. Hay unos compatriotas, los que viven en Cataluña, en grave peligro, pasando angustia diaria y con un futuro ennegrecido, y necesitan nuestra respuesta. “…Ayúdennos y rescátennos a los de a pie, a los que dudamos por nuestros modestos ahorros, por nuestro trabajo, por nuestros hijos. De verdad, estamos con el agua al cuello, enterrados en la nieve, esperando una ayuda que no llega y deseando que todo esto pase, que se acabe de una vez.”, esto se ha escrito en un artículo de La Vanguardia titulado expresivamente: Help!!.

Compremos productos catalanes, porque debemos combatir junto con la buena gente que hay en Cataluña a los radicales extremistas que forman una parte del movimiento separatista, para los cuales, cuanto peor vaya todo, mejor, dado que su objetivo último no sería la secesión, sino la imposición de un régimen totalitario y xenófobo, para lo cual necesitan destruir la democracia y fomentar el caos.

Compremos productos catalanes, porque si, además de los sentimientos utilizamos la cabeza, la caída económica de Cataluña va a afectarnos a todos muy negativamente, como su prosperidad hasta hace pocos meses nos ha estado beneficiando.

Compremos productos catalanes, porque, como dice Manuel Jabois, al final la mayoría de los que han provocado todo esto saldrán indemnes, y pagarán los de siempre.

Compremos productos catalanes, porque siempre los ha habido y los sigue habiendo de enorme calidad, la cual solamente se logra con ímprobos esfuerzos y sacrificios durante muchos años por parte de los que los producen, y lo que cuesta años levantar puede ser destruido en pocos meses.

Compremos productos catalanes, demos un mensaje efectivo de apoyo y empatía (y de inteligencia), hagamos público que los compramos en conversaciones y redes sociales (#yocomproproductoscatalanes), impliquémonos cada uno en la medida de nuestras posibilidades.

Porque la única alternativa a ayudar es no ayudar, y esa negativa no puede ser una alternativa, compremos productos y contratemos servicios catalanes.