El 8 de marzo, yo paro

El 8 de marzo apoyo la huelga feminista que se ha convocado en nuestro país. Yo paro.

Esta es una fecha muy importante en la lucha por la igualdad de todos los ciudadanos. El 8 de marzo está institucionalizado como Día Internacional de la Mujer por la ONU desde el año 1975. Pero se trata de una fecha reivindicativa desde principios del siglo XX. En España esta fecha tiene además una connotación muy especial porque, en un día como este del año 1910, se aprobó la Real Orden que permitía la participación de las mujeres en la enseñanza superior en las mismas condiciones que los hombres. La Real Orden decía lo siguiente:

“Real Orden de 11 de junio de 1888 dispone que las mujeres sean admitidas á los estudios dependientes de este Ministerio como alumnas de enseñanza privada, y que cuando alguna solicite matricula oficial se consulte á la Superioridad para que ésta resuelva según el caso y las circunstancias de la interesada.

Considerando que estas consultas, si no implican limitación de derecho, por lo menos producen dificultades y retrasos de tramitación, cuando el sentido general de la legislación de Instrucción Pública es no hacer distinción por razón de sexos, autorizando por igual la matrícula de alumnos y alumnas. (…)

Madrid, 8 de Marzo de 1910.”

Este año tiene, sin embargo, unas connotaciones especiales, desde luego en España, pero también a nivel global. Y es que, por diversas y variadas razones, en los últimos meses parece haber revivido la necesidad de muchas mujeres de hacer visibles las desigualdades que nos siguen afectando.

Las conquistas políticas, laborales y sociales, parecieron por un tiempo convencer a una parte importante de nosotros de que la lucha feminista ya no tenía sentido, que habíamos conseguido equiparar los derechos de hombres y mujeres. Pero la realidad nos demuestra cada día que esto no es así.

Las mujeres somos excluidas sistemáticamente de las posiciones de poder, de los círculos de decisión, de los espacios de visibilidad. Las mujeres recibimos menores retribuciones, asumimos masivamente las tareas relacionadas con el cuidado – de niños, de ancianos, de personas dependientes –  y tenemos mayor riesgo de caer en la pobreza. Las mujeres sufrimos de forma cotidiana numerosas formas de violencia. A muchas mujeres se nos mata. Y se trata de hechos que afectan a las mujeres por el hecho de serlo, independientemente de su clase social o nivel socio-económico, nivel educativo o ideología. La reivindicación de la igualdad real debe por tanto ser transversal. Se trata de la mitad de la población, la mitad de la ciudadanía, y por primera vez se nos ha convocado de una forma tan clara a mostrar que todas estamos en la misma lucha. Y, aunque somos las mujeres las que paramos, se trata de una lucha que es también de los hombres y no contra los hombres. Este paro es una oportunidad para que nosotras mismas veamos la fuerza transformadora que tenemos si actuamos juntas, si visibilizamos las brechas que aún nos dividen y mostremos a los hombres que solo colaborando podremos eliminarlas.

No comparto el 100% de lo recogido en el Manifiesto del 8M. Pero no quiero desaprovechar esta oportunidad histórica para ser parte de este despertar. De este momento en el que las mujeres debemos luchar por nuestros derechos, que son independientes de cualquier ideología política, juntas. Es por eso también el momento para que las mujeres de todas las ideologías nos movilicemos y así evitar que ninguna ideología o partido trate de apropiarse de esta lucha que es de todas. De todos, en realidad.

Si tuviera que identificarme con algún manifiesto probablemente me siento más identificada con el manifiesto publicado por el colectivo de periodistas “Las periodistas paramos” o las mujeres del mundo del libro. Aunque ellas ya lo han hecho muy bien, voy a intentar resumir los motivos por lo que yo paro, y por los que creo que cualquier mujer que pueda permitírselo debería parar:

  • La brecha salarial. A pesar de los “negacionistas” es un hecho demostrado que las mujeres cobran de media menos que los hombres por los mismos trabajos, incluso en las mismas empresas. Es un hecho que las mujeres son las que en su inmensa mayoría reducen sus jornadas cuando es necesario, entre otras razones porque tienen salarios más bajos y la pérdida para la unidad familiar es menor y porque, y este es mi segundo motivo, se hacen cargo de la inmensa mayoría de los cuidados de otras personas. Asimismo sufren mayores tasas de desempleo y de precariedad laboral, todo ello a pesar de tener de media un mayor nivel educativo.
  • La falta de corresponsabilidad real en el cuidado de niños, ancianos, personas enfermas o dependientes, y por supuesto en el reparto de las tareas domésticas. Creo que, ya que por su situación personal o laboral muchas mujeres no podrán hacer huelga, habrá muchos pequeños gestos que podrían ser muy relevantes en este día. Si por ejemplo las madres no llevan o recogen a sus hijos del colegio y de sus actividades extraescolares, o si no les ayudan con las tareas y no se encargan de su merienda, su cena o del baño, se visibilizará esta tremenda realidad que es que en España las mujeres dedican de media dos horas y media más al día a las tareas domésticas que los hombres.
  • El techo de cristal, que impide que las mujeres alcancen puestos de responsabilidad y ostenten cargos de decisión relevantes en las mismas condiciones que los hombres. Y es que es una obscena realidad en todos los ámbitos de nuestra sociedad, incluso en aquellos donde las mujeres están plenamente integradas desde hace años o incluso son mayoría, como el mundo judicial o sanitario.

(Y si quieren consultar algunos datos sobre todo lo anterior les recomiendo un estudio de FEDEA sobre las brechas en el mundo laboral en España muy interesante.)

  • Por supuesto, la violencia machista, que sigue cobrándose vidas en nuestro país cada semana. Y que se traduce también en abusos sexuales y laborales cada día.
  • La invisibilización de artistas, científicas, literatas, ingenieras, politólogas, periodistas, expertas y profesionales en todos los campos, históricamente y aún hoy.

Para mí, y para muchas mujeres que harán huelga y con las que he tenido la oportunidad de hablar, el día 8 es un momento para gritar fuerte y alto que somos conscientes de las desigualdades que aún sufrimos por ser mujeres, que somos conscientes y estamos dispuestas a cambiarlo. Que somos conscientes y exigimos a los responsables públicos que tomen medidas para que estas situaciones de injusticia cambien. Que somos conscientes de que a pesar de la igualdad formal (al menos ante la Ley en nuestro país, en muchos otros evidentemente ni eso) sigue imperando una cultura machista que se materializa en desigualdades prácticas y muy reales. Que somos conscientes de que esta transformación requiere un profundo cambio cultural y educativo, y que por ello requiere de todas nosotras empujando en una misma dirección. Que somos más de la mitad del mundo y podemos y debemos pararlo, para que, aunque sólo sea por una horas, se reflexione sobre estas situaciones y también la otra mitad sea consciente y nos ayude a cambiarlo.

Independientemente de cómo se desarrolle la jornada de huelga y las manifestaciones, para mí esta convocatoria ya ha sido un éxito, porque ha servido para que llevemos más de una semana hablando de estas cuestiones y el debate haya tenido un importante reflejo en los medios de comunicación. Y, aunque no haya como es lógico un consenso total en la forma de solucionar el problema, sí hay un consenso mayoritario que reconoce que el problema existe – salvo alguna deshonrosa excepción-, y eso ya es un avance fundamental