Integración de carreras funcionariales y políticas: los «puentes de plata» de los ex altos cargos

 

Desde este blog hemos denunciado muchas veces la confusión entre las carreras políticas y las funcionariales (tan bien expresada en el gráfico de Kiko Llaneras para el País que acompañamos como imagen destacada) así como el dilema del “funcionario neutral” que no consigue llegar a los cargos más interesantes y mejor retribuidos profesionalmente al no ser afín a ningún partido o, más modestamente, por no tener amigos en política. Es un ejemplo claro de lo que Victor Lapuente y Carl Dahlstrom en su libro “Organizando el Leviathán” (cuya lectura recomiendo vivamente y que además se presenta esta tarde en Madrid) denomina el modelo de integración de las carreras políticas y funcionariales, que tan malos resultados da en términos de buen gobierno, rendición de cuentas, transparencia y efectividad frente al modelo propio de las democracias más avanzadas, que es el de la separación de las carreras políticas y funcionariales. Efectivamente, en el modelo en que las carreras de funcionarios y políticos están separadas los dos colectivos actúan como contrapeso el uno del otro, lo que mejora todos los indicadores de calidad del gobierno. Por el contrario en sistemas integrados, como el nuestro, todos los indicadores de calidad del gobierno descienden. Las razones son fáciles de comprender, los funcionarios que tienen que hacer méritos políticos para ascender en su carrera profesional no van a ser capaces de servir de contrapeso técnico y neutral eficaz a sus jefes políticos.  Además los funcionarios se desvinculan de una rendición de cuentas vinculada a su desempeño profesional frente a sus pares ya que solo responden frente a los políticos de turno y por cuestiones que no suelen tener nada que ver con el desempeño y la capacidad profesional.

En paralelo, los funcionarios profesionales y neutrales que no juegan a la política en estos sistemas integrados nunca pueden llegar a los puestos más altos de su carrera profesional puesto que están reservados para los funcionarios que sí han hecho política o que han sido complacientes con los políticos. Es el denominado techo de cristal del funcionario neutral. Los ejemplos son innumerables, pero por poner uno reciente pueden mirar a la cúpula de los mossos d´esquadra para hacerse una idea.Y es que Cataluña es un espejo claro donde contemplar el futuro que nos depara la creciente politización de nuestras Administraciones Públicas.

Estos casos son frecuentes en las Administraciones españolas, la estatal, la autonómica y la local.  Los ejemplos se suceden en  puestos codiciados (por sus retribuciones o/y sus condiciones de trabajo o/y las posibles salidas) tales como los puestos directivos en empresas públicas o en los puestos de trabajo en el exterior aunque la casuística en este último caso es muy variada. Por ejemplo, en la Administración General del Estado, mientras que el Ministerio de Asuntos Exteriores tiene un procedimiento preestablecido para el  nombramiento de Embajadores o el resto del personal diplomático , otros Ministerios recurren a sistemas mixtos que integran a funcionarios elegidos por sus méritos profesionales con otros elegidos por méritos políticos.  El Ministerio de Empleo provee de esta manera sus puestos de Consejeros y Agregados Laborales en el exterior.  El de Economía  lo hace con los Consejeros  Comerciales y los representantes españoles en organismos financieros internacionales. El Ministerio de Industria (que Incluye ahora a Turismo) lo hace con los Consejeros de Información Turística.  Los Consejeros de Interior son  elegidos por el Ministerio correspondiente y lo mismo ocurre en el Ministerio de Agricultura.  Probablemente hay más ejemplos pero basta con este botón de muestra. En definitiva, los destinos en el exterior son muy codiciados por diversos motivos y lo que es común en todos los supuestos en que para  su provisión rige la más absoluta discrecionalidad y una considerable dosis de opacidad. Lo mismo puede decirse también de otros puestos que se proveen por libre designación, como muchos de los que están reservados a los Abogados del Estado no necesariamente en el servicio exterior.Es interesante destacar que son puestos en principio reservados para funcionarios de alto nivel (A1)  y en algunos supuestos para los que pertenecen a determinados cuerpos  por entenderse que estos funcionarios son los que reunen las competencias necesarias para el desarrollo de las funciones encomendadas. Por ejemplo,  las Oficinas Comerciales están reservadas a los Técnicos Comerciales del Estado, los Consejeros de Interior se proveen por Comisarios de Policía y  los de Defensa por militares. En otros casos, como el los Consejeros y Agregados laborales no hay una reserva para determinados cuerpos.  Pero  el problema siempre es el mismo: faltan sistemas objetivos para evaluar los méritos profesionales y decidir entre los candidatos que concurren, teniendo en cuenta que estamos hablando de los puestos más interesantes desde el punto de vista profesional para los funcionarios interesados.

Como ya hemos dicho, , se trata siempre de nombramientos de libre designación –al haberse definido así en las Relaciones de Puestos de Trabajo lo que hacen habitualmente nuestras Administraciones Públicas para sustraerlos a las reglas del concurso de méritos – y no es difícil que la discrecionalidad se transforme en pura y simple arbitrariedad a medida que aumenta la politización de nuestras Administraciones Públicas. Y es que los mejores puestos son el botín a repartir entre los que han ocupado puestos políticos de un Gobierno u otro, en una concepción patrimonialista de lo público muy española. Los méritos para aspirar a estos puestos no son solo profesionales o sobre todo no son exclusivamente profesionales, sino consisten en haber servido en un alto cargo al jefe político de turno, que así puede recompensarles por sus desvelos no siempre en interés de la Administración..

Algunos casos han sido muy mediáticos dado el perfil de las personas implicadas recordemos el intento de nombrar al ex Ministro Soria para un puesto de Director ejecutivo en el Banco Mundial del que hablamos en su día en el blog .  Con el cambio de Gobierno disponemos de una abundante nómina de ex altos cargos que, de no encontrar mejor solución para sus intereses personales, políticos y profesionales, esperan que el nuevo Gobierno (“hoy por ti, mañana por mí“) les facilite ese “puente de plata” y les conceda algunos de estos destinos. Para eso se han sacrificado por los intereses generales siendo Ministros, Secretarios de Estado o Directores Generales o Secretarios Generales Técnicos.  No es que todos estos altos cargos tengan una remuneración generosa pero algunos sí la tienen y quienes los ocupan lo hacen porque les interesa por una razón u otra, lo que es muy legítimo. Lo que es más dudoso es que haya que darles esta compensación en diferido por los servicios prestados a costa de otros funcionarios que han seguido con sus carreras profesionales y, sobre todo, a costa de los intereses de los ciudadanos si no se elige a los más idóneos.

Como suele suceder,  cuando se utiliza este “puente de plata” los principios de mérito y capacidad, de igualdad de oportunidades y de neutralidad de los funcionarios públicos son obviados.  Los funcionarios que no se han dedicado a la política tienen menos opciones que los que sí han pasado por ella, por mucha experiencia, méritos profesionales y conocimientos de idiomas y del país en que han de prestar sus servicios que tengan. Este abuso creciente de la libre designación (una de las consecuencias más claras de la integración de las carreras políticas y funcionariales) ha sido denunciado por la doctrina incontables veces y nuestross Tribunales de Justicia han ido dictando sentencias (a golpe de los recursos de algunos audaces que de esta manera se enemistan con los superiores) limitando las posibilidades de hacer de que los órganos decisores hagan de su capa un sayo pero esto no ha llevado a que las malas prácticas se corrijan ni a que las sentencias se acaten. En fin, la preocupación es creciente no solo para los funcionarios que podrían optar a estos puestos por tener méritos profesionales contrastados sino también para los ciudadanos y para las empresas, que pueden encontrarse con funcionarios poco capaces en oficinas y servicios públicos importantes.

Es más, no solo se concede a este “puente de plata”a funcionarios que han cesado en sus cargos políticos.  A veces, ya desde el cargo –cuando se ve venir que la cosa no va a durar- se pide el relevo o, ya puestos, se produce un autonombramiento. A algunos ya se les puede estar ocurriendo ahora mismo, dada la situación política.,.  Se trata de facilitar la salida de la política de los compañeros a los que “hay que buscar acomodo”.  Con independencia de su ejecución y de su servicio a los intereses generales.  Cuenta más su servicio al partido de turno.

Las convocatorias para  este tipo de puestos se realizan regularmente todos los años.  Si en ciclos políticos normales, casi todos los años hay alguno de estos casos,  en las circunstancias actuales hay cola de ex altos cargos esperando  a las próximas convocatorias. .

Conviene señalar que  esta forma de provisión de puestos entre ex políticos y altos cargos no siempre fue así.  Se inició como una solución puntual y extraordinaria al caso de un ex Ministro socialista al que hubo que rescatar después de una dimisión, pero se ha convertido en una práctica “paralegal” que cada vez se extiende más y afecta a más puestos. Mientras el resto de la sociedad española avanza hacia la meritocracia y la transparencia,la Administración Pública pese a las promesas de reforma sigue utilizando fórmulas viejunas para ocupar puestos clave para ciudadanos y  empresas.

En definitiva, estamos ante otra versión de las puertas giratorias pero dentro del sector público, y ante un poderoso incentivo para que los funcionarios se pasen a la política, otro de los males endémicos de España que denuncia Lapuente en su ensayo. La política resulta que no solo no te resta años de antigüedad (gracias a los servicios especiales a los funcionarios que ocupan puestos políticos se les cuentan todos los años en dichos puestos como si estuvieran en servicio activo) sino que te permite llegar a los escalones más altos de tu profesión sin haberla ejercido a veces durante lustros, usando el cargo como un cómodo trampolín para obtener estas plazas, con independencia de que se reúnan o no los requisitos de idoneidad. Veremos próximamente cuantos “puentes de plata” utilizan los ex altos cargos del PP en detrimento de los intereses generales por los que tanto se sacrificaron. Y luego veremos cuantos ex altos cargos del PSOE hacen lo propio porque conviene no engañarse: el viejo bipartidismo en esto –como en otras cuestiones- funciona como un tiro.