Breve comentario a las recomendaciones de CIVIO a la ponencia de reforma del indulto

Con ocasión de la tramitación parlamentaria de la proposición de ley presentada por el PSOE sobre reforma del indulto, la Fundación CIVIO ha remitido a los distintos grupos políticos un documento con una serie de recomendaciones muy bien fundamentadas, producto de su ya largo activismo en relación a este tema. Algo que, si lo pensamos bien, resulta a la vez deprimente y esperanzador.

Deprimente, porque no deja de ser absurdo que una democracia avanzada como la nuestra carezca de manera manifiesta de instituciones oficiales capaces de recopilar datos y hacer análisis serios de políticas públicas, especialmente en asuntos sensibles como este. Más absurdo todavía que el procedimiento legislativo esté tan defectuosamente diseñado, tanto en su origen pre parlamentario como a través de todo su desarrollo, que apenas da ocasión al debate y análisis técnico más o menos profundo. Y que, a la postre, esas deficiencias tengan que ser suplidas desde la sociedad civil, en esta ocasión por una pequeña fundación como CIVIO, eso sí, repleta de gente animosa y competente.

Eso es lo esperanzador, claro. Entre tanto español  súbitamente cabreado por el clientelismo, la corrupción, la opacidad y el deficiente funcionamiento de nuestras instituciones, hay algunos que han encauzado sus inquietudes desde hace tiempo por la vía lenta, pero fructífera, de la lucha por la transparencia y la reforma institucional. Cada vez más, sin duda, y eso me parece de los pocos motivos de esperanza de salir vivos del embrollo populista en el que tan irresponsablemente nos estamos metiendo.

Este proceso de reforma del indulto va a ser, sin duda, una buena piedra de toque: ¿Triunfará en sentido común institucional y la defensa del interés general, o presenciaremos de nuevo el festival demagógico al que nuestros partidos nos llevan tiempo acostumbrando? ¿Aprovecharán la oportunidad de modernizar la institución y salir al paso de los abusos denunciados por CIVIO, entre otros, durante todos estos años, o, por el contrario, la percibirán como una nueva ocasión coyuntural de poner en evidencia al contrincante político en aras a esa campaña electoral permanente en la que se han convertido las democracias modernas?

Las recomendaciones de CIVIO inciden especialmente en una serie de puntos clave que probablemente choquen (todos o algunos) con los intereses particulares de nuestros grupos políticos. El primero es la necesidad de informe favorable del tribunal para todo tipo de indultos, incluidos los parciales dentro de la misma escala, que son los más habituales. Quizás se podría dulcificar esa exigencia en algún caso sensible permitiendo su sustitución por el informe favorable del Congreso, pero en principio ya solo eso acabaría de raíz con la mayor parte de las oportunidades de abuso.

El segundo es la necesidad de una motivación clara, fundamentada y específica en relación al caso, evitando el socorrido recurso a fórmulas generales que terminan convirtiendo la exigencia en una tomadura de pelo.

El tercer punto clave es no introducir vetos a determinados delitos. Desde luego que el veto se vende demagógicamente muy bien. A ver quién es el guapo que sale a defender que se puedan indultar los delitos de violencia de género o de rebelión, por ejemplo. Pero si pensamos un minuto, nos daremos cuenta de que la gravedad o la repugnancia que nos pueda suscitar un determinado delito, abstractamente considerado al margen de sus circunstancias particulares, no puede ser un límite absoluto a la institución, al menos mientras pretendamos conservar su sentido. Lo importante es reforzar los principios de transparencia, control institucional y responsabilidad política a la hora de decidir un indulto. Si esto se preserva, el Estado no debería autolimitarse, menos aun por circunstancias políticas de carácter coyuntural.

Es verdad que determinados delitos presentan una dificultad especial, como los de corrupción, pues al prohibir indultar este tipo de delitos se pretende evitar que el Gobierno se indulte a sí mismo, aprovechando la institución para blindar redes clientelares y corruptas. Pero quizás esa finalidad se pueda conseguir mejor por la vía subjetiva (prohibiendo indultar a determinadas personas) como sugiere CIVIO, que por la objetiva.

En fin, estamos ante una magnífica iniciativa de la sociedad civil que, ojalá, obtenga la recepción que merece.

Por cierto, aquí les dejo nuestras dos últimas entradas sobre el tema:

La reforma del indulto para excluir los delitos de rebelión y sedición

La reforma del indulto