El algoritmo y nuestra (exclusiva) app salvarán el Estado de Derecho
Está terminando un año en el que se ha incrementado la polarización y el crecimiento de los populismos nacionalistas, de izquierdas y de derechas, tanto en España como en el resto del mundo. En Hay Derecho estamos muy preocupados y creemos que no podemos ser insensibles a las críticas que se nos hacen desde un lado y otro por nuestro reformismo burgués o por ser demasiado políticamente correctos (la nueva “progrección política”).
No. Estamos dispuestos a innovar, a hacer un ejercicio de “thinking outside the Vox” para tratar de armonizar las reivindicaciones (quizás no tan contradictorias) de los quizás mal llamados populistas, gracias a las posibilidades que nos ofrece la moderna tecnología. Es hora de dejar dejar de citar a Kant, Hume, Smith, Robinson y Acemoglu (por no hablar de Aristóteles) que al fin y al cabo son o van a ser “dead white males” y a buscar la inclusión y la diversidad. Hay que citar a escritores como Harari, visionarios como Satoshi Nakamoto, científicos como He Jiangkui e instituciones como la Singularity University. Siguen siendo todos tíos, vale, pero la diversidad étnica no es comparable.
Pero no sólo eso, hay que ir más allá, buscando soluciones no solo en la inteligencia artificial y el blockchain -que ya podemos considerar “mainstream”- sino también en el transhumanismo y los implantes.
Por ejemplo, los últimos acontecimientos en España nos han convencido de lo inútil de apelar a la racionalidad y al bien común en cuestiones tales como la separación de poderes y la elección de los miembros del órgano de gobierno del Poder Judicial. Además es muy cansino oír una y otra vez -después de 33 años de ocupación partidista del CGPJ- los mismos argumentos en boca de los políticos y sus portavoces mediáticos, algunos supuestamente serios como el periódico “El País” para cuyos editoriales 33 años no son nada.
Así que en Hay Derecho hemos llegado a una conclusión drástica: para los partidos es inevitable tratar de convertir a los jueces en sus peones. Sí, conviene no engañarnos. Así que dejémonos de atajos: la solución pasa por su selección a través de un algoritmo diseñado con un sistema de inteligencia artificial, al que se proporcionaría la información de los magistrados extraída de su curriculum y, sobre todo, de las redes sociales. Hay ahí un tesoro de espontaneidad e información -a veces de años- que hay que explotar sin complejos; olvidémonos de esas comparecencias y entrevistas formales y estereotipadas en sede parlamentaria donde los aspirantes han pactado las preguntas con sus Señorías o si por casualidad (o porque el que pregunta es de Ciudadanos) les hacen una jorobada se limitan a contestar con un “no me consta”. No: con los datos de las redes sociales se puede saber de verdad quien es progresista y quien es conservador pero no de boquilla sino en su corazón; quien es amigo de quien pero de verdad y no para ocupar un sillón. También que opinan sobre cualquier tema polémico y de actualidad. Así que puestos a mangonear la Justicia, por lo menos hagámoslo tecnológicamente y no de forma chapucera: porque ahora al fin y al cabo algunos jueces trepas podrían engañar a sus patronos políticos fácilmente haciéndose pasar por lo que no son. Con un algoritmo ya no. Seguro que la correlación será exacta y en las redes sociales hay “poco ruido” y “mucha señal”.
Es cierto que el algoritmo podría ser manipulado por los mismos políticos -suponiendo que tuvieran la capacidad técnica, que es mucho suponer- o incluso hackeado por los bots de Putin, o que incluso podría no servir para defender la separación de poderes y la independencia de la Justicia pero en todo caso tendría la ventaja de que los algoritmos (por ahora) no tienen Whatsapp y al menos no nos enteraríamos.
En cuanto a otras cuestiones candentes como la cadena perpetua revisable también hay soluciones tecnológicas menos dependientes de la opinión pública, siempre más dispuesta al linchamiento que a los matices técnico-jurídicos. Para asegurar la robustez del sistema represivo se utilizaría la apropiadamente denominada cadena de bloques: la actuación de estos reos estaría programada mediante “smart contracts” integrados en la blockchain, imposible por tanto de manipular ni siquiera por los hackers que antes se dedicaban a “liberar” móviles: una verdadera cadena perpetua de bloques (“perpetual blockchain”) que nos pondría a todos a salvo como sociedad y satisfaría las ansias punitivas de incluso los ciudadanos más exigentes.
Y si todo falla, siempre cabe -sobre todo para los más pudientes- la posibilidad de implantarse un Hay Derecho. Se trata de una sencilla intervención quirúrgica en el cerebro para insertar una célula (tipo app) que permite detectar con precisión cuando es está produciendo una vulneración del Estado de Derecho desencadenando una reacción defensiva de las normas jurídicas. Funciona incluso en entornos muy polarizados. Estamos trabajando ahora mismo en estrecha colaboración con un equipo de prestigiosos neurocirujanos en los detalles, pero confiamos que esté disponible a lo largo del 2019. La idea es ofrecer importantes descuentos a los amigos y colaboradores de Hay Derecho y también -no en vano somos una organización probono- a algunos miembros de la élite político-económica que realmente andan muy necesitados de ayuda tecnológica para distinguir lo que es constitucional y lo que no o incluso lo que es legal de lo que es ilegal por no hablar de la pronta detección de conductas francamente delictivas que impediría la comisión de delitos por puro despiste.
Seguramente en poco tiempo contaremos con un grupo de fanáticos seguidores de nuestra propuesta, que se harán llamar los “HayDerechiers”, y a los que deberemos contentar con excitantes informaciones sobre nosotros y nuestros gustos y aficiones personales, en redes sociales como Instagram y Facebook. Fotos regenerando España, vídeos pensando soñadores en el Estado de Derecho o stories sobre nuestra dieta favorita para reforzar los checks and balances en estos días navideños serán demandados, lo sabemos y lo aceptamos. En Tinder no hay previsto desembarco aún, hayderechiers, pero…stay tuned!