La lucha por el cumplimiento del derecho: El doloroso caso de la sargento Gloria Moreno.

Solo un 7% de mujeres forman parte de la Guardia Civil en la actualidad, a pesar de haber transcurrido ya treinta años desde que se aprobó la ley que permitía su acceso a tal cuerpo. Y tan solo un 2,9% ocupa puesto de suboficial.  Gloria Moreno, sargento del Seprona, forma parte de este exiguo porcentaje. El Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil) es una de los institutos más queridos de la Guardia Civil. Fue creado el mismo año en el que se aprobó la ley de acceso de la mujer a la referida institución. Y no es casual que sus especificas tareas sean necesarias en Lanzarote, en donde posee uno de los  destacamentos del total de 13 que hay en el territorio español. Y es que el 42% del territorio de  Lanzarote se encuentra bajo algunas de las figuras de protección de la naturaleza. Esta isla es Reserva de la Biosfera de la Unesco desde 1993.

Gloria Moreno ingresó en la Guardia Civil en el año 2006. No dejó de luchar hasta conseguir superar las pruebas de acceso al Seprona. Se sobrepuso, incluso, a una rotura de clavícula consecuencia del duro entrenamiento a que se tuvo que someter para ello. En un principio, fue destinada al Seprona de Burriana. Posteriormente, obtuvo el ascenso a sargento y pasó a dirigir el Destacamento del Seprona en Lanzarote. Fue la primera mujer que ocupó ese puesto y la única del Destacamento.

Al poco de llegar, dirigió, en septiembre de 2015, con el apoyo del Servicio Marítimo de Fuerteventura, una operación en la que sorprendió a 19 personas cazando y friendo  pardelas, ave especialmente protegida, en el Islote de Alegranza (que forma parte del Parque Natural del Archipiélago Chinijo). Se hizo eco de las  denuncias formuladas por ecologistas y organizaciones de defensa de la naturaleza que denunciaban esta práctica ilegal. Encaró con responsabilidad, valentía  y profesionalidad el furtivismo en Alegranza. Por primera vez, se realizaba una operación de esta importancia, no  solo por el número de personas sorprendidas sino también por la relevancia de las mismas: hombres importantes de la élite social y económica canaria. La calidad culinaria atribuida por los furtivos a estas aves hace de esta práctica ilegal una costumbre muy arraigada en los altos estamentos de la sociedad canaria. Por estos hechos el Juzgado de lo Penal núm. 1 de Arrecife acaba de condenar a diez de ellos  como autores del delito del artículo 334 1. a) del Código Penal: “el que cace, pesque, adquiera, posea o destruya especies protegidas de fauna silvestre”. Curiosamente entre los años 2008 y 2015 no se realizó ninguna intervención de la Guardia Civil en la referida isla, por la caza ilegal de pardelas.

Sin embargo, a partir de esta operación, la vida de Gloria cambió. Entre los meses de agosto de 2017 y marzo de 2019 se le han abierto siete expedientes disciplinarios por faltas leve, grave y muy grave. También es investigada en un proceso penal por falsedad documental. Estudiados los expedientes sancionadores y las causas que los motivaron, no se alcanza a entender razón  que ampare ninguno de ellos. Gloria Moreno actúa en cumplimiento de la ley, con sentido del deber, y muestra celo en la defensa del medio ambiente y la protección de los animales.

La falta de razón y fundamento de los siete expedientes sancionadores iniciados contra  la sargento Gloria Moreno, se evidencia en que, a fecha de hoy, solo dos de ellos se encuentran vivos: uno pendiente de resolución de recurso y otro en tramitación.

Sin embargo, el proceso penal contra Gloria Moreno por delito de falsedad en documento oficial sigue adelante. Este proceso tiene su origen en la repercusión mediática que tuvo la actuación de septiembre de 2015. Un técnico ayudante de biológos, destinado temporalmente en el islote de Alegranza para el estudio del halcón elenor,  contactó con Gloria para informarle de que un guardia, subordinado suyo, podía (supuestamente) haber pasado información a los pardeleros de los movimientos del Seprona.

Esta información, que en cumplimiento de su obligación, Gloria comunicó a su superior, finalizó con un auto de sobreseimiento provisional, dictado por el Juzgado de Instrucción núm. 3 de Arrecife. Ese sobreseimiento provocó que el guardia, subordinado de Gloria, le interpusiera una denuncia (por delito de denuncia falsa) que llevará a esta  a sentarse en el banquillo de los acusados en los próximos meses. El ministerio fiscal  y la acusación particular, ejercida por el referido guardia, piden cuatro y seis años de cárcel, respectivamente. Como letrada de Gloria Moreno, sorprende la petición no tanto de la acusación particular – cuya legitimación activa para ejercitarla en este proceso es más que discutible – pero sí la del ministerio fiscal sobre todo por el hecho de que apenas se investigaron, ni por la policía judicial, ni por el juzgado de Instrucción núm. 3 de Arrecife, los hechos referidos por Gloria a su superior.

Qué difícil es exigir, en ocasiones, el cumplimiento de la ley y que fácil puede ser infringirla. He visto, demasiadas veces en mi carrera profesional como abogada, cuán vulnerable puede acabar siendo quien procura el cumplimiento de la ley. Quien se empeña en su respeto termina convirtiéndose en víctima del sistema.

Resulta imprescindible que se esclarezcan los hechos que han dado lugar a que una persona con un alto sentido del deber y una vocación tan importante en defensa de la naturaleza se encuentre en esta situación. Durante los doce años previos que Gloria llevaba prestando servicio en la Guardia Civil nunca había sido expedientada. Incluso recibió algunos premios y reconocimientos por su compromiso en defensa de la naturaleza, la razón principal de su empeño en pertenecer al Seprona. Nos encontramos ahora en la situación contraria, que supone un grave daño para la dignidad personal y profesional de Gloria.

Gracias a los muchos apoyos que está recibiendo de la sociedad civil a través de la Plataforma Justicia para Gloria Moreno, de organizaciones ecologistas, asociaciones protectoras de animales, medios de comunicación, asociaciones de vecinos de Lanzarote, Unijepol, Greenpeace, o de la propia Rosa Montero, entre otros muchos,  la sargento Gloria Moreno sabe que no está sola.

Solo cabe confiar en que más pronto que tarde se lleguen a conocer los motivos últimos de esta persecución. Significaría que el Seprona, una de las especialidades más galardonadas de la Guardia Civil, podría seguir contando con una mujer que realmente defiende la finalidad para la que fue creada la referida institución y que lucha por la efectiva incorporación de la mujer a tan benemérita institución. Reconocer a Gloria daría razón al viejo Ihering en la justeza de la lucha por el cumplimiento del derecho. Lastimosa lucha pero necesaria y, quizás, algún día, triunfante.