Exhumación de Franco: ¿una oportunidad para un Memorial de la Guerra Civil y el franquismo?

La exhumación del cadáver de Franco, que si todo va según lo previsto se realizará hoy, ha exigido un procedimiento no exento de problemas jurídicos y técnicos, por no mencionar el debate político -y más en campaña electoral-, que convierten este acto necesario desde hace mucho tiempo en una baza política para unos y otros. En todo caso, cumplido con este complejo trámite y resueltos los aspectos jurídicos más controvertidos no estaría de más reflexionar sobre el destino final del Valle de los Caídos.

A juicio de los editores de este blog la exhumación de Franco ofrece una oportunidad única para alcanzar un consenso político -si es que nuestros representantes son capaces, claro- sobre qué hacer con este monumento. Porque más allá de su significado originario que no se puede desconocer estamos ante un monumento histórico que podría aprovecharse -como se ha hecho con otros monumentos fascistas en Roma, sin ir más lejos- para dotarle de un nuevo significado. Y este significado, a nuestro juicio, debería ser el de un Memorial (o Museo si se prefiere) de la Guerra Civil y el franquismo, de esos que proliferan por Europa y que nos hacen reflexionar a los que los visitamos sobre las tragedias del pasado y la suerte de vivir en una Europa próspera. Efectivamente, este tipo de monumentos ayudan a los ciudadanos no solo a entender mejor el pasado sino a apreciar mejor el presente y, en definitiva, a reconciliarse con su historia.

Por supuesto que no será una empresa fácil pero creemos que es inaplazable. Estamos hablando de una época objetivamente ya muy distante en el tiempo, aunque emocionalmente no lo esté tanto, por diversos motivos que convendría analizar con más detenimiento. Pero la Guerra Civil terminó nada menos que hace 80 años, y quedan ya pocas personas vivas que puedan recordarla y menos haber participado en ella. El régimen de Franco, siendo muy largo, duró menos que la actual etapa democrática. Dos de cada tres españoles no habían nacido cuando Franco murió, y de los que habían nacido muchos eran todavía niños. Es hora de ir colocando estos acontecimientos en el lugar que les corresponde, que es el de la Historia.

A nuestro juicio lo deseable sería despolitizar esta labor y dejar la tarea a los expertos. Cuando visitamos monumentos como el Memorial de Caen o el Monumento a los judíos de Europa asesinados en Berlín (al lado de la Puerta de Brandenburgo por cierto) la impresión que tenemos es que el trabajo que hay detrás es estrictamente profesional. No parece que se hayan tenido en cuenta ni consideraciones políticas ni los sentimientos patrióticos que puedan verse afectados por lo que allí se cuenta, máxime si tenemos en cuenta que muchos alemanes o franceses son descendientes de los protagonistas de aquellas enormes tragedias colectivas en un bando u otro. Entre otras cosas porque la exposición de los documentos y de las imágenes -eso sí, dentro del contexto que se facilita para su mejor comprensión- es suficientemente explicativa para cualquier visitante.

En todo caso, como decía David Rieff en su provocador libro Contra la memoria (Debate, 2012), no se trata tanto de que la memoria sea un deber moral, un acto de justicia y reparación, aunque en ocasiones puede serlo. Para nosotros, es algo más sencillo: se trata simplemente de que conozcamos mejor nuestra Historia reciente a partir de un monumento ante el cual es inevitable detenerse y reflexionar. Y esto es algo que hacemos poco y que como sociedad nos interesa mucho.