Repetición escolar ¿Fracaso o única alternativa?
El pasado 30 de septiembre se publicaba el Real Decreto-ley 31/2020 por el cual se adoptan medidas urgentes en educación, entre ellas, la posibilidad de que las comunidades permitan pasar de curso sin límite de asignaturas suspensas, considerando la repetición como algo excepcional.
Esto es sencillamente un disparate, que además demuestra la incapacidad absoluta en materia educativa de los políticos, que trae como resultado el nefasto desempeño de España en las distintas evaluaciones. La repetición escolar ya está considerada por la LOMCE como algo excepcional, pese a que de facto no lo sea. Cuando el Ministerio propone aprobar sin importar el número de asignaturas suspensas devalúa más si cabe nuestro ya deficiente sistema educativo. Sin embargo esta cuestión nos puede permitir abordar la cuestión de la repetición para quien de verdad quiera afrontar uno de los grandes problemas de nuestro sistema educativo.
La repetición tiene como objetivo declarado que los alumnos que, pese a las medidas tomadas, no logren adquirir a final de curso los conocimientos mínimos necesarios, no avancen sin la base necesaria para poder seguir aprendiendo. La repetición irá acompañada de un programa de refuerzo específico para solucionar las carencias que han llevado al alumno a tal situación.
Es evidente que en la práctica esto no es ni remotamente así. La repetición escolar no es algo excepcional, cuando el 28,7% de los alumnos en España repiten al menos una vez (algunos más) durante la educación obligatoria, siendo la media OCDE el 11,4% y países de nuestro entorno como Reino Unido, los nórdicos o los bálticos, con buenos sistemas educativos, la tasa de repetición está entre el 2 y el 5%. Ahí sí es una excepción.
Además de lo comentado, la repetición pretende ser un incentivo negativo para promocionar el esfuerzo, dado que es indeseada por el propio alumno. Está comprobado que este incentivo tiene resultados en determinados alumnos, pero no en los que precisamente tienen problemas de capacidades o de su entorno para adquirir los conocimientos necesarios.
La repetición también puede impedir la devaluación de los títulos educativos, lo cual no ocurre cuando, a pesar de repetir, el alumnos no adquiere las capacidades e igualmente, aun tras un periodo mayor del establecido, adquiere tal título.
La repetición, una losa que se arrastra.
El problema es que por más que se declare una y otra vez la repetición como último recurso, no se desarrollan los mecanismos que impiden llegar al punto donde la repetición es necesaria. Pero lo peor de todo es que la repetición actual ni siquiera es un último recurso, sino una condena para el alumno que la sufre.
La repetición tiene unos costes muy altos, y para estar justificada debería haber firmes indicios de que los beneficios serán mayores.
El alumno obligado a repetir pierde un año de su vida descolgándose definitivamente de su promoción. Una vez se ha repetido, no hay forma de reintegrarse independientemente del esfuerzo por parte del alumno. Es un sistema que desincentiva cualquier esfuerzo. Además, repetir un curso que ya se ha dado, cuando varias de las materias han sido aprobadas, resulta altamente desmotivador.
La repetición separa al alumno de su grupo de iguales, lo cual supone en muchas ocasiones, especialmente para alumnos con dificultades de adaptación, un gran problema social que, posteriormente, se trasladará al rendimiento académico. Algunos argumentan que la separación de ciertos grupos puede ser positiva, pero estos son los casos menores y pueden ser tratados de otra forma. La repetición no deja de ser un estigma para muchos alumnos.
La correlación entre abandono escolar y repetición es alta. Tanto la propia repetición como la sobreedad son causas que llevan al abandono de los estudios.
Para el Estado, la repetición también tiene un coste económico al ocupar el alumno la plaza durante un año más. Por dar una referencia, en secundaria, en la escuela pública, el coste puede suponer unos 7.800 euros. No sólo puede ser entendido como ahorro en educación, sino como un coste de oportunidad para dedicarlo a solventar los problemas del alumno a través de otros medios, que también supondrán un coste.
Alternativas a la repetición
Eliminar la repetición no significa eliminar los problemas ya presentes en el alumno. Sin implementar medidas a esta, eliminarla sólo trae efectos negativos. Pero existen alternativas que pueden hacer mejorar el sistema educativo en España.
Como ocurre a menudo, bastaría con desarrollar y poner en práctica lo ya contemplado en la ley, hacer de la repetición verdaderamente el último recurso, tomando medidas menos dañinas que solucionen mejor el problema.
Se debe aplicar un principio de prevención, es decir, el final del curso académico no suele ser buen momento para aplicar medidas que podrían haberse tomado tiempo atrás si se detecta a tiempo una carencia.
La ley educativa ya contempla los programas de apoyo escolar aunque estos a menudo no tengan aplicación práctica. De hecho, la ley actual contempla que la repetición debe ir obligatoriamente emparejada a estos programas, lo cual evidentemente no ocurre. El apoyo escolar es una atención personalizada al alumno adecuada a sus necesidades, que puede implicar más horas de clase o atención diferente en el horario escolar. El problema de esta última opción es que, mal llevada a cabo, puede derivar en auténticos guetos de “malos estudiantes” que empeoren aún más sus resultados. Una interesante alternativa es el apoyo escolar por parte de estudiantes de cursos superiores de forma remunerada.
La flexibilización del currículum, de forma similar a lo que ocurre en el sistema universitario, podría ayudar a que el alumno pueda pasar de curso arrastrando las asignaturas que no haya superado, si se considera conveniente. Una vez más esto ya está contemplado, pero la puesta en práctica hace que no se repitan asignaturas, sino que únicamente se realice un examen final para decidir si se aprueba o no, sin formación previa. Si alguien no adquiere competencias en determinada asignatura, debe recibir formación académica en ella.
El problema del sistema educativo español es la ausencia de atención personalizada al alumno. Es mucho más difícil solventar las carencias de un alumno pasando de curso sin necesidad de repetir cuando este ha de recibir la misma formación, y de la misma forma, que el resto de sus compañeros. Hay veces que ciertos conceptos que pueden necesitar más tiempo de repaso o una forma de explicar alternativa para cierto alumno, sin necesidad de que este vea ralentizada toda su formación.
Saber atender a los alumnos cuando tienen dificultad con conceptos concretos impide arrastrar problemas que terminan perjudicando a la materia y al curso escolar su conjunto. La rigidez del actual sistema implica que para ayudar a un alumno a menudo se necesite ralentizar a toda la clase, y muchas veces se termina por no ayudarle. En este aspecto, la formación de los profesores y los grupos más pequeños puede permitir dar esa atención personalizada sin que las dificultades de alguno lastren al resto ni se dejen sin atender. En general, un cambio del sistema, menos centrado en unos conocimientos concretos y más en el desarrollo de habilidades, permite que cada alumno aprenda a un ritmo diferente atendiendo a sus necesidades.
La existencia de tutores de acompañamiento para los alumnos con dificultades, especialmente formados, puede ayudar a tratar las carencias del alumno. No todos los alumnos con dificultades tienen las mismas dificultades. Es muy diferente si estas se deben a un entorno familiar desfavorable, a unas capacidades menores, o a la existencia de algún tipo de diversidad, y se necesitan profesores que no sólo sepan enseñar, sino tratar estos problemas.
Teniendo en cuenta que los costes de repetir son mucho más altos para el alumno cuando se dan en cursos más tempranos, la opción de la repetición debería reservarse especialmente a los finales de ciclo.
Muchos de estos problemas ya están contemplados en la ley y existen programas que, sobre el papel, los tratan, como los Programas de diversificación, que reciben diferentes nombres según la Comunidad Autónoma, pero la realidad es que a menudo no cumplen su función, relajando los criterios para pasar de curso o impartiendo un menor contenido a los alumnos con dificultades, pero esto no soluciona los verdaderos problemas, que los alumnos arrastran.
La repetición a menudo no es una solución sino un problema añadido para los alumnos con dificultades, la tasa de repetición en España evidencia un problema no sólo en el alumnado sino en el sistema, pero eliminar la repetición sin introducir alternativas, tal y como se pretende desde el Ministerio, sólo ahondará los problemas de nuestro sistema educativo, cada vez menos meritocrático, condenando a los alumnos que pasen de curso a unas carencias educativas de por vida.
Estudiante de Derecho y Ciencias políticas en la Universidad Carlos III.