De filicidios y género

Los filicidios son posiblemente los crímenes que más horror generan en la población. Estuporosos por un lado, por la incapacidad para entender como alguien puede matar a un ser indefenso, y aterrados por la empatía que nos hace ponernos en el lugar del progenitor superviviente.

Cada vez que nos encontramos ante una nueva muerte de un menor a manos de su progenitor o progenitora volvemos a asistir a un debate estéril sobre quien mata más, si mujeres u hombres, basado en una manipulación de las estadísticas, muchas veces torticera, otras por pura ignorancia, en un despliegue mediático basado en especulaciones que acaba desinformando y contribuyendo a la polarización de la sociedad, en la reiteración de mitos relacionados con los filicidios y, por último, en el uso político de los mismos. Y absolutamente nada de lo anterior ayuda a que nos centremos en el único objetivo que deberíamos tener ante este problema: aprender a prevenirlos e intentar erradicarlos.

Los filicidios, igual que ocurre con los abusos sexuales intrafamiliares en la infancia, son tabúes sociales, de los que nos defendemos mentalmente etiquetando al autor de enfermo mental o monstruo, a pesar de que no en todos los casos exista un trasfondo patológico. Así, alejamos el miedo a que pueda ocurrir en nuestro entorno más cercano. Cerrar los ojos a una realidad es el mayor obstáculo para poder evitarla. La otra venda en los ojos la constituye el desconocimiento, por parte de profesionales sanitarios o del ámbito jurídico, de los signos o pródromos que en ocasiones preceden a algunos casos.

Para empezar, hay que saber que no todos los filicios son iguales, y no se trata del sexo quien los comete, si no de las situaciones sociales y factores psicológicos que influyen directamente en la génesis de los mismos. Según una de las primeras clasificaciones realizadas (Resnik 1969), existen cinco motivaciones principales que delimitan a su vez cinco tipos de filicidios: filicidio por hijo no deseado, filicidio accidental, filicidio altruista, filicidio psicótico agudo y filicidio vengativo.

  • Filicidio por hijo no deseado: Este grupo estaría compuesto en su mayoría por neonaticidios (aquel que es cometido en las primeras 24 horas de vida). De todos, este es posiblemente, junto con el accidental, el subtipo del que se conocen mejor los factores de riesgo y, por lo tanto, el que se podría prevenir con mayor eficacia desde la educación, los servicios sanitarios y sociales.

Entre los factores más habituales encontrados en los filicidios por hijo no deseado según diferentes estudios están: Ignorancia de la familia y allegados de la situación de gravidez (Barone, Bramante, Lionetti & Pastore, 2014; González &Muñoz-Rivas, 2003; Krischer et al., 2007; Resnick, 1969; Company, A., Pajón, L., Romo, J. & Soria, M. Á. 2015). Es habitual encontrar también situaciones de carencia de redes de apoyo social y familiar, abandono por parte de la pareja, carencia o lejanía de la misma o que el embarazo sea consecuencia de abusos o agresiones sexuales.

Muchas veces esta situación va a acompañada de ausencia de recursos económicos, desconocimiento de los canales para acceder a un IVE (Interrupción voluntaria del embarazo) o ausencia de capacidad para desplazarse hasta donde existan estos recursos. La autora del crimen en estos casos mayoritariamente es la madre, suelen encontrarse personalidades inmaduras o que se ven desbordadas por la maternidad, pueden ser adolescentes o muy jóvenes aunque no siempre.

Respecto al modus operandi suele cometer el acto en soledad, sin cómplices, no aparece la conducta suicida tras el hecho y sí hay conciencia forense y ocultación o desplazamiento del cuerpo (Company et Al, 2015). El mayor escollo para la prevención es esta ocultación de la situación de gravidez, que impide que haya una visibilidad por parte de los profesionales sanitarios, ya que no recurren al sistema de salud  para ningún tipo de cuidado o evaluación prenatal, dificultando la posibilidad de prevenir el delito. Podría ayudar en algunos casos aumentar la educación sexual y la difusión de información sobre I.V.E y la dación en adopción.

  • Filicidio Accidental: Es otro de los tipos más frecuentes junto al anterior. En este la muerte no es propositiva, suele ocurrir durante un episodio violento hacia el menor, es frecuente que exista una situación de negligencia y maltrato continuado hacia el mismo. Una de las causas más conocidas es el “Síndrome del Zarandeo”, en el que una agitación brusca provoca que el cerebro impacte contra el cráneo al carecer aun de musculatura cervical provocando severas lesiones o la muerte (Esbec y Gomez Jarabo 2000).

Los factores de riesgo de maltrato infantil, así como los signos y síntomas que deber causar una alerta en los profesionales están sobradamente documentados y en nuestro país existen protocolos socio-sanitarios de protección la infancia perfectamente instaurados, así como una legislación específica. En estos casos la investigación siempre debe ir más allá de los responsables materiales del hecho con el fin de subsanar lagunas o fallos del sistema e implementar los conocimientos e implicación de los profesionales. En este tipo de filicidios los causantes suelen ser tanto el padre como la madre sin diferencias significativas.

Podría entrar en esta categoría el Síndrome de Munchaussen por poderes (SMP) o Desorden Factico por Poderes según la clasificación DSM IV-TR, aunque por su complejidad este trastorno merece un post propio y cuyas afectadas principalmente son mujeres.

Filicidio Altruista, que puede ir seguido del suicidio del autor o autora, en cuyo caso se suele denominar suicidio ampliado. Aquí no estamos hablando exclusivamente de niños, pueden ser hijos mayores de edad afectos de enfermedades. La motivación en este caso sería “aliviar el sufrimiento”, en ocasiones nos encontramos la presencia de enfermedades graves o discapacidades severas en el hijo, pudiendo existir un trasfondo depresivo en el progenitor o el diagnostico reciente de una enfermedad oncológica o neurodegenerativa, en cuyo caso, el cuidador se plantea la imposibilidad de continuar con los cuidados y el miedo al futuro de su hijo. Generalmente subyace la idea de “que nadie le va a cuidar como él”, habitual en el síndrome del cuidador y frecuentemente hay una situación objetiva de ausencia de redes familiares y sociales de apoyo y precariedad económica. No es una tipología muy frecuente ya que al ser una situación real, lo habitual es que estén bajo la supervisión de los servicios sociales.

El problema es cuando la idea de “sufrimiento futuro” tiene componentes irracionales, provocados por una depresión psicótica, un delirio o un brote psicótico. En ambos casos, real e irreal, las motivaciones del homicidio se entienden como forma de cuidado, matarles evita el abandono de los hijos y el sufrimiento futuro (Mugavin 2005, West 2007) aunque el segundo, etiológicamente, pertenecería a la categoría inferior. Dado que mayoritariamente las cuidadoras familiares son mujeres, en este tipo también es más habitual que sea cometido por ellas.

  • Filicidio Agudamente Psicótico: En este caso el trasfondo psicopatológico sería la presencia de alucinaciones, estados epilépticos, o brotes psicóticos agudos; subyace una idea delirante que puede ser primaria o secundaria. Puede ser confundido con la categoría anterior, aunque desde el punto de vista psiquiátrico la etiología es diferente. Los brotes psicóticos van a cursar con elevada frecuencia con delirios; pensamientos ilógicos, con frecuencia muy extravagantes, aunque no siempre, sin base real, que no están basados en una creencia cultural compartida. Pueden pasar desapercibidos si hay un componente paranoide y la persona que los sufre oculta sus ideas a sus allegados. En los casos que hay un trasfondo psicopatológico como el filicidio altruista en el marco de una depresión psicótica, o de una depresión postparto y el filicidio agudamente psicótico nos encontramos, no solo con que es difícil detectarlo, sino que es aún más difícil actuar con rapidez y eficacia.

“No es fácil hacer una valoración de riesgo suicida, dado que requiere tiempo y conocimientos especializados, siendo impensable que se pueda realizar adecuadamente desde Atención Primaria, por otro lado, la tardanza en la derivación a Atención Especializada y la carestía de plazas de Salud Mental en hospitales y centros de día hacen que seamos sumamente ineficaces en la prevención del suicidio en general. También puede ocurrir que el malestar generado por el tema puede impedir que el médico indague específicamente los pensamientos filicidas (Friedman & Resnick 2016).

Por otro lado, es frecuente que la consulta que se reciba sea realizada por terceros preocupados ante los signos y síntomas o la evolución de los mismos que presente un familiar. En estos casos la dificultad que supone que una persona no pueda ser evaluada, diagnosticada y tratada sin su consentimiento, es uno de los escollos insalvables, ya que incluso aunque se reciban alertas por parte de familiares, es imprescindible una orden judicial para realizar un internamiento involuntario y este no se puede realizar desde el sistema sanitario sin evaluar directamente al paciente. Lo que genera una situación de difícil respuesta rápida. La vía actual, comunicar la situación a través de los asuntos sociales, que pueden no encontrar ningún hallazgo que les parezca relevante, ya que estamos ante una valoración psiquiátrica, no social, no solo es excesivamente lenta, sino que incluso puede adelantar el desenlace, al provocar que la persona se siente acorralada o piense que corre el riesgo de que le sea retirada la tutela de los menores y adelante la consumación del filicidio.” (Gutierrez 2021).

  • Por último, estaría el Filicidio como venganza: en el que un progenitor mata a su hijo con el único objetivo de hacer sufrir al otro progenitor. En algunos casos se percibe al menor en ocasiones como una “extensión” o una parte de la expareja (Carruthers 2016; Liem, M., & Koenraadt, F. 2008). El uso del término “Violencia Vicaria” en estos casos ha sido muy polémico, no solo porque no debe ser equiparado con la violencia de género, si no por el uso del mismo. Mucho se ha hablado de que si el termino vicario procede del Aprendizaje Vicario de Bandura, no es así, si tomamos la definición de Vicario podemos leer “adjetivo · nombre masculino y femenino1. [Persona] Que ayuda o sustituye a alguien en sus funciones. Un vicario es aquel que toma el lugar de otro, el suplente, el sustituto.

Cuando hablamos de Violencia Vicaria hablamos del modo de ejercer la violencia, a través de terceros, es una violencia “per interdita parte”, los ejemplos más habituales de este tipo de violencia están vinculados a regímenes totalitarios o a situaciones de guerra, como aquellos casos en los que ante la resistencia a confesar o dar información, la tortura se aplicaba a los familiares del interrogado, padres, hijos y mujeres por igual.

La Violencia Vicaria no es un sinónimo de la violencia de género, al igual que tampoco lo es la violencia física o la violencia institucional. Cuando hablamos de Violencia de Genero hablamos del sujeto victimizado (mujer) y del motivo de la agresión (ser mujer). En este subtipo nos encontramos un mayor número de varones como autores. Como refieren Company et Al (2015) entre los factores hallados encontramos violencia previa por parte de los hombres, amenazas contra el otro progenitor y los menores, amenazas de suicidio también previas a la separación e intentos autolíticos previos no consumados. La violencia vicaria puede ser ejercida por ambos progenitores, pero solo será violencia de género cuando se trate de una acción contra la madre en el marco de una relación afectiva presente o pasado. Las diferencias entre los primeros tipos y este último son evidentes. También lo es la dificultad para detectarlos y prevenirlos.

“En el Filicidio por venganza no suele haber un trasfondo psiquiátrico, aunque diferentes estudios hablan de la elevada prevalencia de Trastornos de personalidad, siendo este un área en el que son necesarios muchas más investigaciones con el fin de desarrollar estrategias de prevención, detección y valoración de peligrosidad. (Company el al 2015). Es en este grupo donde aparecen mayor número de varones como autores. A diferencia de los dos anteriores, en los cuales el tratamiento psiquiátrico y psicológico puede hacer desaparecer la idea filicida, en este caso no estaríamos ante una enfermedad mental, por lo que los tratamientos se consideran ineficaces. También es esta la categoría en la cual la relación entre proceso de separación y acto criminal es más evidente.” (Gutierrez 2021)

El objetivo de nuestra sociedad debe ser proteger a todos los niños por igual, pero para ello debemos conocer los factores que inciden en cada uno de los tipos, encauzar el debate hacia la necesidad de investigación, a la mejora de formación de los profesionales jurídicos, sanitarios y de los servicios sociales, a desarrollar una red de salud mental eficaz y rápida y al desarrollo de herramientas de valoración de peligrosidad más eficaces.

 

Referencias:

Barone, L., Bramante, A., Lionetti, F. & Pastore, M. (2014). Mothers who murdered their child: An attachment-based study on filicide. Child Abuse & Neglect, 38 (9): 1468- 1477. doi: 10.1016/j.chiabu.2014.04.014

González, D. & Muñoz-Rivas, M. (2003). Filicidio y neonaticidio: Una revisión. Psicopatología Clínica, Legal y Forense, 3 (2): 91-106.

Company, A., Pajón, L., Romo, J. & Soria, M. Á. (2015). Filicidio, infanticidio y neonaticidio: estudio descriptivo de la situación en España entre los años 2000-2010. Revista Criminalidad, 57 (3): 91-102.

Esbec, E. (2000). El psicólogo forense en el proceso penal. Evaluación psicológica de la víctima. En E. Esbec y G. Gómez-Jarabo (Eds.), Psicología forense y tratado jurídicolegal de la discapacidad (pp. 153-217). Madrid: Edisofer.

Mugavin, M. (2005). A Meta‐Synthesis of Filicide Classification Systems: Psychosocial and Psychodynamic Issues in Women Who Kill Their Children. Journal of forensic nursing, 1(2), 65-72.doi: https://doi.org/10.1111/j.1939-3938.2005.tb00016.x

West, S. (2007). An overview of filicide. Psychiatry, 4(2). 48

Gutierrez A. ¿Quién es capaz de matar a un niño? Filicidios en contexto de separación parental. Anuario de Derecho de Familia. Editorial Tirant lo Blanc (2021)

Carruthers, G. (2016). Making sense of spousal revenge filicide. Aggression and violent behavior, 29, 30-35. doi: https://doi.org/10.1016/j.avb.2016.05.007

Liem, M., & Koenraadt, F. (2008). Filicide: A comparative study of maternal versus paternal child homicide. Criminal Behaviour and Mental Health, 18, 166-176. doi: https://doi.org/10.1002/cbm.695