¿Qué es el Estado de Derecho?

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Estado de Derecho significa esencialmente, que todos, los particulares y las instituciones públicas, y especialmente el Estado, están sujetos y limitados por unas normas abstractas (es decir, dirigidas a una generalidad), promulgadas conforme a un procedimiento reglado, conocidas por todos y aplicadas por funcionarios independientes como son los jueces.

El Estado de Derecho –cuyo origen conceptual se sitúa en el siglo XIX- es una de las mayores proezas intelectuales de la Humanidad, porque supone, en primer lugar, que el mismo Poder que crea la norma consiente en autolimitarse, sometiéndose a la norma abstracta promulgada. Es decir, es lo contrario de las dictaduras personales en la que las acciones de los que mandan no están sujetos a limitaciones o restricciones más allá de su voluntad. 

Además, el Estado de Derecho supone la interdicción de la arbitrariedad, dado que los poderes públicos no pueden actuar como les parezca en cada caso sino conforme a unas reglas previas y abstractas, que se imponen a su voluntad. Las normas son públicas y publicadas, conocidas por todos, de modo que se evita el oscurantismo de situaciones en las que los ciudadanos podrían verse afectados por leyes de las que incluso pueden desconocer su existencia porque no se han dado a conocer (lo que ha ocurrido en tiempos pasados e incluso en la actualidad en regímenes autoritarios). Es un saber a qué atenerse, igual para todos. Es decir, todo ciudadano puede saber si aquello que está pensando hacer es legal o no antes de hacerlo, y no que la legalidad de sus actos presentes dependa de decisiones futuras de otras personas, de forma que incluso pudiera suceder que unos mismos hechos sean considerados legales al ser realizados por una persona e ilegales si los realiza otra persona.

Así explicado, puede comprenderse la importancia del Estado de Derecho, pero también su fragilidad, porque el Poder, cualquier poder, tenderá siempre a romper las ataduras que le provoca aquél, y expandirse sin freno y con el menor control posible. Por eso, nunca debemos dar por garantizada la existencia y la buena salud del Estado de Derecho y es tarea de todos los ciudadanos estar permanentemente vigilantes en su defensa, en beneficio de toda la sociedad y de la democracia.

Fernando Gomá
Notario y patrono de la Fundación Hay Derecho