El abrazo: sobre la Ley de Memoria Democrática

El abrazo pintado por Juan Genovés expresa el sentido profundo de nuestra Transición: la reconciliación de las dos Españas con la reunión de los españoles en un proyecto de construcción democrática que terminó plasmándose en la aprobación de la Constitución de 1978 como una Constitución de consenso.

Pues bien, la Ley de Amnistía aprobada en 1977, unos meses después de que se celebraran las primeras elecciones democráticas, contempló la amnistía por todos los “actos con intencionalidad política” con independencia del resultado. Salieron de las cárceles presos políticos (entonces sí los había), pero también terroristas con delitos de sangre -algunos cometidos después de la muerte de Franco-, y se renunció a juzgar a torturadores franquistas y a perseguir crímenes de la Guerra Civil, de uno u otro bando. Esta ley venía a ser así la traducción jurídica de ese abrazo, expresión de esa reconciliación nacional.

No fue un trágala ni una ley de punto y final que sirviera a los dirigentes de una dictadura para auto-indultarse. La misma se entendió como “el presupuesto ético-político de la democracia, de aquella democracia a la que aspiramos, que por ser auténtica no mira hacia atrás, sino que, fervientemente, quiere superar y trascender las divisiones que nos separaron y enfrentaron en el pasado” (Arias-Salgado, UCD). Tanto es así que esta ley fue impulsada por la oposición, y muy en particular por el Partido Comunista. Como expresó su portavoz en el Congreso, Marcelino Camacho: “Nosotros considerábamos que la pieza capital de esta política de reconciliación nacional tenía que ser la amnistía. ¿Cómo podríamos reconciliarnos los que nos habíamos estado matando los ‘unos a los otros, si no borrábamos ese pasado de una vez para siempre?”.

Ahora, casi cincuenta años después de que se produjera aquel encomiable acto de reconciliación, el acuerdo alcanzado entre PSOE y Podemos para introducir una enmienda en la Ley de memoria democrática quiere abrir la puerta a procesos penales para indagar sobre los crímenes que en su día se produjeron. Desde la perspectiva jurídica, esta enmienda, de llegar a aprobarse, tendría un recorrido muy corto. Por un lado, porque la mayoría de los potenciales criminales a juzgar han fallecido. Y, por otro, porque, como ha declarado el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional, más allá de lo que disponga el Derecho internacional, la Constitución reconoce y ampara el principio de legalidad, que exige que una conducta para ser castigada fuera delito en el momento de su comisión (algo que no ocurría con los crímenes contra la humanidad durante el franquismo), y prohíbe su retroactividad. Además, se entiende que operaría la prescripción de los delitos por el transcurso del tiempo después de tantos años. Todo lo cual hace que, en la actualidad, no puedan juzgarse tales hechos en nuestro ordenamiento. El propio Ministro Bolaños lo reconocido públicamente: se trata de una medida sin eficacia práctica.

Entonces, ¿para qué se propone? Parece que por su simbolismo. Lo que ocurre es que, a mi entender, lo que esta enmienda pretende simbolizar es precisamente lo contrario de lo que sostienen los que la promueven. Esta medida se quiere presentar como un avance democrático cuando, en mi humilde opinión, no es más que un intento de seguir polarizando nuestro debate público, intoxicándolo, para evitar así que la opinión pública se ocupe de los problemas reales. Porque, ¿qué ganamos como democracia rescatando odios y brechas que nuestros abuelos cerraron? ¿Qué justicia hay en juzgar a personas que, a pesar de su pasado, ayudaron a levantar nuestra democracia? Se trata, en realidad, de una medida en la línea política de algunos de los socios del actual Gobierno cuyo objetivo declarado es erosionar los fundamentos del que bautizaron como “régimen del 78”.

Puedo comprender que se adopten políticas para “resignificar” espacios icónicos del franquismo como el Valle de los Caídos y considero que hemos tardado demasiado en afrontar la recuperación de las personas asesinadas durante la guerra y el franquismo que no recibieron digna sepultura. Hay por tanto espacio de mejora. Ahora bien, creo sinceramente que no hay mejor memoria democrática que el orgullo colectivo por la extrema generosidad que mostró la sociedad en la Transición para lograr esa reconciliación nacional que permitió construir nuestra actual democracia. Cualquier proceso de transición tiene imperfecciones e impurezas, nadie lo niega. Pero prefiero quedarme con los grandes logros de nuestra Transición y contribuir a construir un mito edificante que nos sirva a las generaciones sucesivas para avanzar en esos ideales de conciliación democrática.

5 comentarios
  1. O'farrill
    O'farrill Dice:

    Participé en política desde antes de la llamada Transición en un partido liberal de los que formaron UCD. Conocí un poco la trastienda constitucional y la nueva organización del Estado (que no era la que tenemos) y creí en esa reconciliación nacional porque ya existía con anterioridad a la Transición. Se trataba únicamente de simbolizarla en la Constitución, pero…. una nación unida es una nación fuerte y España además tenía enormes riquezas y un desarrollo industrial envidiable. Eso no encaja en las nuevas agendas mundiales que se nos imponen como nuevas religiones y por eso estamos en un proceso de destrucción nacional, de fragmentación territorial, social y cultural y de los consiguientes enfrentamientos que todo eso conlleva así como en una descomposición de principios y valores aumentada por un pánico irracional de una sociedad débil, sin pulso (“anómica” en palabras de Dalmacio Negro), asustada y con un horizonte lleno de incertidumbres.
    En ese escenario el “teatrillo” o “farsa” política con que se nos alimenta cada día, es lo de menos.
    Un saludo.

  2. Manu Oquendo
    Manu Oquendo Dice:

    Viví la Transición fuera de España y mi percepción entonces no fue directa ni de detalle.
    Tras mi regreso a España y durante los últimos treinta o treinta y cinco años he tratado de cerca a algunos de los actores políticos y legislativos de todo el espectro de la Transición y no me resulta fácil juzgar ni establecer relaciones causales que permitan relacionar claramente los resultados de hoy con las decisiones políticas y los actos jurídicos del ayer.
    En general, creo que aquella generación de políticos, con la excepción de Arzallus, –el gran recogenueces– , actuó de buena fe. Fueron los actos de generaciones que hoy han desaparecido o están en torno a los 80 años de edad.

    Además han sucedido muchas cosas que, aunque quisiéramos, nunca podríamos atribuir a factores internos porque lo más importante que nos ha pasado nos ha llegado ya Decidido desde el Exterior y esto no se hace evidente con una visión puramente Interior. Es como intentar entender las Leyes de Adoctrinamiento Infantil de promoción del mundo LGTBI –el resto no se tiene en cuenta– olvidando que en Febrero del 2006 nos llega la orden de hacerlo desde Europa.

    Lo peor, creo yo, es que desde el principio ha habido profunda Deslealtad en la acción política y legislativa de varios actores muy importantes. En paralelo se pueden atribuir dosis respetables de ingenuidad a los principales actores políticos de UCD y del resto de fuerzas de centro (derecha e izquierda) y de la entonces naciente derecha política democrática.

    A principios de los 90 se derrumba la URSS y nace en Occidente una Izquierda que los viejos marxistas llaman “post-marxismo”. Recuperan a Gramsci en su plenitud y, huérfanos de los argumentos clásicos del Marxismo –producción, proletariado industrial, etc–, dan un impresionante empujón a la “destrucción del sistema desde dentro” a través de la “guerra cultural” gramsciana reforzada con los recursos intelectuales de la escuela de Francfurt y afines que ya venían actuando en el entorno intelectual y universitario a ambos lados del Atlántico.
    Laclau y Mouffe con su “Hegemony and Socialist Strategy” de 1985 ponen el Manual de Procedimiendo del derribo final que prosigue delante de nuestras narices y desde las Instituciones. Fuera y dentro de España.

    Es evidente que esta gente ha conseguido la destrucción cultural de Occidente desde las propias Instituciones y sin que sus teóricos oponentes llegasen a entender lo que estaba sucediendo. No es este momento de entrar en detalle pero a poco que se recapacite sobre muchas cosas –pequeñas y no tanto– se verá que así es.

    En este valioso foro de pensamiento que propugna el reformismo también se ve que, por el motivo que sea, apenas hemos hablado de la labor de zapa desleal (sin duda constitucionalmente lo ha sido y lo sigue siendo) que se ha llevado a cabo por parte del nacionalismo vasco y catalán y, desde Rodríguez Zapatero, por parte de la Extrema Izquierda que, como antes de la Guerra Civil, siempre ha ocupado parcelas muy importantes del PSOE.

    Para que haya concordia y unión no se puede tener dentro del sistema democrático a quienes lo quieren destruir y además hay que querer responder a la “Guerra Ciultural” que han desencadenado desde hace décadas.

    Esto supone un trabajo ímprobo en el que no caben ingenuidades. Está por ver si hay voluntad para este esfuerzo en un momento donde sobre la Izquierda Post-Marxista actúan otras fuerzas del tipo NWO con los mismos objetivos de “deconstrucción” y “reset”.

    Saludos

  3. El sexador de gárgolas
    El sexador de gárgolas Dice:

    Los vascos quieren volver a 1788. Otros, menos ambiciosos, a 1917.

    Al final todos van a conseguir volver a 714. Y aún se preguntarán cómo y por qué.

    Si sobrevivimos al terror del bozal y al bakunalsozialismo rojo y pardo los estudiosos (palabras como analista o investigador han adquirido matices despectivos, y preferiría no utilizarlas) tendrán mucho que analizar y comprender, y les llevará un tan interesante como enorme trabajo el conseguir explicarse de forma medianamente racional cómo esta sociedad se arruinó hasta tal punto.

  4. Daniel Iborra
    Daniel Iborra Dice:

    Una prioridad de los ciudadanos es la revisión del concepto de “ progresismo “ que tanto ha influido en nuestra cultura política para evitar el fraude, la incompetencia, la corrupción y el despilfarro
    “ Democracy Index ” reparte los países en grandes grupos : Democracia plena, Democracia imperfecta , Régimen híbrido y Régimen autoritario La clasificación sitúa a España , de momento y en descenso desde el gobierno actual, en los de Democracia plena .
    Están situados en el grupo de Régimen autoritario , entre otros , Venezuela y Cuba .
    Podemos, Izquierda Unida , E.R.C. y EH BILDU ( y más como la CUP….) han demostrado su admiración por el régimen político que impera en estos países . Solo tienes que fijarte que en los índices de calidad democrática están los últimos y no es por casualidad sino por sus notas en los campos investigados.
    El 19 de septiembre de 2019, la Unión Europea situó oficialmente al comunismo al mismo nivel que el nazismo, tras aprobar una resolución en la que se condenó que «ambos regímenes cometieron asesinatos en masa, genocidios y deportaciones, y fueron los causantes de una pérdida de vidas humanas y de libertad a una escala hasta entonces nunca vista en la historia de la humanidad».
    Los europarlamentarios pedían, además, que todos los Estados miembros «hagan una evaluación clara y basada en los crímenes y actos de agresión perpetrados por los regímenes comunistas totalitarios y el régimen nazi .
    Mientras cualquier novedad en otro campo que no sea el político se incorpora de inmediato en nuestra cultura de consumidores, en el ámbito político pueden pasar 100 años y continuamos con los mismos tópicos, mitos y dogmas. Solo se explica por “el perfil de creyentes” de muchos votantes De ahí que venimos insistiendo en la “secularización de la política” en España para tener un Estado más eficiente.
    Es necesario que los ciudadanos construyamos un relato desde nuestra óptica corrigiendo el que hasta ahora ha monopolizado un sector informativo influyente al servicio principal de sus intereses políticos , con una acreditada carencia de compromiso con los valores de una democracia plena –

    Ya que, después de un siglo de experiencia, continuamos sin ver en el tratamiento de las opciones políticas algo que nos parece evidente: el que no se diferencia entre los que son demócratas ( de democracia plena) y los partidarios regímenes autoritarios
    Antes era más difícil pero con la información actual no se entiende.
    Con ello, tendríamos una selección adaptada al interés de los ciudadanos que quieren vivir en sociedades prósperas y libres y no en cárceles.
    La revisión de nuestra memoria histórica debería estar en manos de demócratas y no en defensores de regímenes autoritarios.

  5. Daniel Iborra
    Daniel Iborra Dice:

    Joaquín Leguina en El Economista del 14/12/2021 , ha escrito otro importante artículo sobre “ ¿ Historia democrática ?”.
    “Pero lo peor de esta “memoria democrática” es que pretende resaltar y condenar las tropelías del franquismo y a vez olvidar las que se cometieron durante la II República y los asesinatos cometidos en la retaguardia republicana durante la guerra civil. Guerra que representó la mayor tragedia de la Historia de España.
    En 2017, Rubén Buren y yo publicamos una novela –que ganó el Premio Alfonso X- en torno a la historia del bisabuelo de Rubén, el anarquista Melchor Rodríguez, conocido como El Ángel Rojo, que salvó la vida a miles de personas conservadoras en la retaguardia madrileña, aunque nada pudo hacer contra los masivos asesinatos cometidos aquí, por ejemplo en Paracuellos del Jarama. Esa masacre seguía la política de exterminio de clase inaugurada por Lenin (seis millones de muertos) y continuada por Stalin, que llegó a 20 millones de muertos. La masacre de Paracuellos no debe separarse de los asesinatos de presos en la cárcel Modelo.
    Esta barbaridad se pretende ocultar y nadie, que yo sepa, hará una película sobre aquella tragedia. Y me pregunto cuántos actores se negarían a participar en lo que probablemente considerarían una “justificación del franquismo”.
    Lo que nunca se ha escrito es que los asesinos que cometieron aquella masacre eran miembros del “glorioso” Quinto Regimiento, que siempre estuvo en manos del Partido Comunista de España.”
    El 4 de noviembre de este año 2021, los medios publicaban que el Tribunal Penal Internacional , daba por concluido “el examen preliminar “ sobre Venezuela y da inicio a “una investigación formal” a este país por “ supuestos crímenes de lesa humanidad”, cometidos en las manifestaciones antigobierno de 2017 en las que murieron cerca de cien personas . Sin precedentes en la historia del continente americano “ la primera vez que en América Latina se consigue semejante hito “ ( El Mundo 7-11-2021 “Maduro debería sentarse en el banquillo “ J. Imbroda )
    En la votación del Parlamento Europeo de 31 de enero de 2019, centrada en la situación de crisis en Venezuela sobre el apoyo a Guaidó frente a Maduro y “condenando enérgicamente la represión feroz y la violencia , que han causado asesinatos y heridos ..instando a las autoridades venezolanas de facto a que pongan fin a todas las violaciones de derechos humanos, a que exijan responsabilidades a sus autores y a que velen por que se respeten plenamente todas las libertades fundamentales “ , votaron en contra ERC, Podemos , Izquierda Unida , los comunes y el BNG (PdeCat se abstuvo a diferencia del PNV que votó a favor) .
    ¿ Qué legitimidad tienen estos partidos para determinar nuestra “ memoria democrática “ a la vista de sus antecedentes “?

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