Manipulador en Serie: sobre todólogos, expertos y cuñados
Hace poco he leído un artículo escrito por conocido que tiene por costumbre pontificar sobre temas importantes y actuales en los que supuestamente no tiene experiencia ni conocimiento experto. Es miembro de una conocida familia de empresarios españoles. Da igual el nombre, lo importante es el hecho en sí mismo. En el artículo escribe unas reflexiones sobre la guerra de Ucrania en las que viene a acusar a los lectores de ser ciegos seguidores de la corriente de opinión generalizada que apoya el heroísmo de Zelensky y la culpabilidad única de Rusia en el conflicto. Comienza el artículo diciendo que la opinión pública en occidente es monolítica. Que solamente defiende una versión de los hechos. Pero curiosamente más adelante en su artículo cita varios medios occidentales como fuentes de sus ideas contrarias.
Es posible que se refiera a que la gente en general solamente lee los titulares de los medios de comunicación generalistas. Estoy de acuerdo. Pero entonces, ¿a quién dirige este artículo? ¿Al gran público? Si fuera así, y siguiendo su teoría, nadie le leería, así que sería una pérdida de tiempo y un desperdicio. En mi opinión el citado autor se equivoca. El lector atento se ha informado sobre lo que se dice sobre Zelensky y sobre las razones de Rusia para considerar, injustamente, que Ucrania no puede entrar en la OTAN. También hemos podido comprobar que algunas de las fuentes que utiliza el autor son falsas o sesgadas. Por ejemplo, la repetida mentira de que Ucrania es más corrupta que Rusia. Según The Economist, revista que el mismo autor cita para otra cuestión, Rusia tiene una peor valoración que Ucrania.
Repasando otros artículos del mismo autor encuentro que ha utilizado la misma técnica para desacreditar las vacunas contra el COVID y las teorías del cambio climático. En términos policiales a esto se le llama un manipulador “en serie”, pero muy poco “serio”. El autor del artículo nos toma a los lectores por tontos. Pero, como decía Ortega, hay una diferencia entre el tonto y el perspicaz. Éste se sorprende a sí mismo siempre a dos dedos de ser tonto; por ello hace un esfuerzo para escapar a la inminente tontería, y en ese esfuerzo consiste la inteligencia. El tonto, en cambio, no se sospecha a sí mismo: se parece discretísimo, y de ahí la envidiable tranquilidad con que el necio se asienta e instala en su propia torpeza. El objeto de este artículo es encarecer al lector para hacer este esfuerzo.
En realidad, el autor de ese artículo no es un experto en los temas de que habla, es una falsa autoridad que debería de tener un especial cuidado a la hora de elegir los temas de los que habla y ceñirse a lo que realmente conozca, y no expandir las conclusiones a las que ha llegado tras una revisión más o menos sesuda de unos cuantos artículos e informes de expertos. Las consecuencias de extender ideas poco fundamentadas son graves, y en este caso se acentúan por el apellido ilustre que ostenta, lo que hace más peligrosas sus opiniones.
Hoy en día cualquier persona puede publicar un escrito sobre el tema que le apetezca sin mediación de intermediarios. Este hecho se ha mitificado como la panacea del siglo XXI, ya que no dependemos de los medios de comunicación vendidos al poder. Sin embargo, este supuesto acceso democrático e igualitario a la información no es real. Hay personas que tienen gran capacidad para hacer llegar sus opiniones a la opinión pública, sean rigurosas o tendenciosas, incluso aunque sean burdas mentiras. Algunos no solamente divulgan ideas, sino que pontifican y además consideran que lo que dicen los medios de comunicación tradicionales es falso. Un ilustre ejemplo es, o fue, Donald J Trump, por suerte para todos, ex presidente de los Estados Unidos.
Es bastante habitual también que profesionales de éxito consideren que sus grandes conocimientos en una materia concreta les convierten automáticamente en autoridades en otras materias de las que no tienen, realmente, no tienen un conocimiento especializado (por no hablar de los todólogos y expertos varios capaces de hablar de cualquier cosa en las tertulias de los medios). A esto el psicólogo americano Stanley Milgram lo llamó Sesgo de Autoridad. Está dentro de los sesgos cognitivos sociales o colectivos y parte de la noción de que existe una tendencia a atribuir mayor credibilidad y rigurosidad a las opiniones de una persona influyente sobre materias que no son de su área de conocimiento o experiencia. Por esta razón, las personas de cierta relevancia social tienen una responsabilidad añadida porque pueden hacer que la gente cambie su comportamiento siguiendo sus indicaciones, generando con ello confusión en quienes admiran lo que representa. Este fenómeno se ha generalizado durante la pandemia del COVID 19, con científicos que se han precipitado a dar recomendaciones sin tener conocimientos suficientes sobre las consecuencias que ello implicaba.
En estos momentos es especialmente recomendable leer a Kahneman, que nos enseñó la distinción entre los que leen los titulares y a aquellos que elaboran sus juicios y decisiones basados en un nivel más profundo de lectura y análisis de los problemas y aplicar sus enseñanzas cuando se lea cualquier opinión sobre un tema importante y sobre todo si puede hacernos cambiar de opinión o comportamiento.
Me ha fascinado siempre esa frase –atribuida a Goebbels- que dice que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Siguiendo esta misma lógica quien sea capaz de desenmascarar esa mentira, tendrá una ventaja sobre el resto. Estará más preparado para las consecuencias negativas a largo plazo que las mentiras suelen causar. Como inversor que soy, si veo que mucha gente invierte en una acción o en un tipo de proyectos, tiendo a huir de ellos y, sin embargo, me gustan aquellos que, teniendo bondades inherentes, no están de moda. Creo que es una forma de hacer buenas inversiones.
Sin embargo, esta misma lógica no se puede aplicar a otros campos. Por ejemplo, y siguiendo con el dicho popular de la mentira, el hecho que mucha gente esté de acuerdo con una idea no implica que sea aconsejable ser contrario a esa corriente de opinión. Por supuesto, hay también sesgos que llevan a pensar que la opinión mayoritaria es la acertada, porque permite encajar en el grupo social (teoría de la espiral del silencio, de la politóloga alemana Elisabet Noelle-Neumann). Pero percibo que hay gente, posiblemente con un componente narcisista y pretencioso, que piensan que es inteligente llevar la contraria, porque la opinión mayoritaria “nunca” puede ser correcta.
Por supuesto, la verdad es compleja y tiene muchos componentes, pero la posición que las personas deben adoptar es al final una decisión ética, la que mejor se adapte a ciertos principios básicos: el respeto a los demás, el no uso de la violencia, la idea de que el fin no justifica los medios, la idea de proporcionalidad. Nosotros no permitiríamos que en nuestra presencia un padre apalizara brutalmente a su hijo por haberse portado mal ¿no? Pues eso.
Me comenta un amigo que me ha ayudado a redactar estas reflexiones que lea el libro de Jean Francois Revel llamado “El conocimiento inútil”. Ya en 1988, antes de la existencia de internet se daba este fenómeno de la manipulación de la opinión pública muy criticado por Revel en su libro. Revel se refería a la prensa, no a los falsos expertos manipuladores. Pero el principio es el mismo.
EL PROBLEMA ES CUANDO EN LA MANIPULACIÓN PARTICIPAN LOS MEDIOS MÁS INFLUYENTES.
La democratización de las fuentes de información ha hecho que la situación haya cambiado y los ciudadanos tengamos una oportunidad para mejorar la calidad de nuestros medios.
En la anterior gran crisis, el sector informativo consiguió que su relato de “la crisis imprevisible y de origen exterior “ tuvo tanto éxito que el que condujo aquella catástrofe, Zapatero, todavía es una autoridad en los medios que le apoyaron.
Pero la falta de crítica ocasionó que el desastre se prolongara hasta la presión exterior, con un coste social enorme (Joaquim Muns “Hemos tenido la mala suerte histórica de que la peor crisis en muchas décadas haya coincidido con la peor clase política en muchos años” , según Velarde “el mayor desastre para la economía desde la Guerra Civil “).
Esto fue evidente en la gran crisis, apoyaron una política económica regresiva y con ella, fueron también víctimas del desastre .
Para evitar que la opinión pública esté indefensa ante la manipulación en temas claves y la deficiente información, deberíamos resolver este problema básico para el buen funcionamiento de la democracia.
La vía más eficaz para solucionar esta tara, es que su sección política se vaya pareciendo a las otras que nos informan a los consumidores en otros campos menos trascendentales.
Si te compras un vehículo, es una decisión habitual y acertada el recurrir a la revista del automóvil que consideras más competente e independiente y al contrario, parece imprudente creerte la publicidad de los productores de automóviles.
Comprobarás, como en el resto de secciones y revistas temáticas (viajes, música, cine, gastronomía..) que no hay tertulianos sino que procuran utilizar gente más preparada que los lectores, para asegurar su credibilidad.
Allí aparecen todos los datos de cada automóvil que corresponden a sus diferentes apartados: el motor, el interior, el comportamiento, la conducción, el consumo ….y el precio. Y normalmente, puedes compararlos con sus competidores.
Imaginaos si el periodismo político, antes de las elecciones, hiciera semejante valoración de los candidatos con un análisis de su capacitación técnica y sus propuestas de gestión pública: economía, educación, justicia, servicios públicos, pensiones…finalizando con un examen y una valoración sobre la calidad de los programas, sus deficiencias y sus costes.
Y ello, de una manera honesta e independiente, para evitar corruptelas que arruinen el prestigio de la publicación.
Y que, en lugar de “candidatos televisivos” asesorados por especialistas en imagen, concurran a los debates con sus equipos respectivos para convencer a los expertos escogidos por la ciudadanía (no por los medios) que hayan demostrado su competencia y su compromiso con el interés público en las áreas que más afectan a los ciudadanos .
Y que los lectores o seguidores, como hacen con las otras secciones, los abandonen cuando comprueben que les han engañado.
Lamentablemente su propuesta supone la existencia de personas honestas y competentes que mágicamente han sido seleccionadas para evaluar candidatos. No. Quienes hoy evalúan son seleccionados por los dueños de los medios de comunicación para que apliquen los criterios de los dueños que poco o nada tienen que ver con los intereses de la población en general y mucho con sus intereses puramente personales. Para vender sus productos los dueños recurren a información veraz en deportes y espectáculos pero supongo que la competencia por proveer esta información se ha vuelto mucho más intensa y por eso les cuesta vender sus productos. Los dueños han seguido la estrategia alternativa de informar a sus tribus siendo El País ejemplo bien claro de esa elección.
¿ Cómo van a denunciar la incompetencia y la corrupción de los políticos si reciben de ellos las subvenciones?.
Es muy importante, para eliminar la corrupción y la incompetencia de la gestión pública, base de una democracia eficiente, el que tengamos una información independiente y veraz.
En nuestro artículo sobre el tratamiento selectivo de la corrupción en los medios de España “ ¿ Por qué cuando había más corrupción que ahora , la gente no lo percibía?” 17-1-2016 Hay Derecho ) nos quejamos de la falta de rigor informativo de los medios en materia de corrupción“.
Incluimos el texto que publicó la revista Capçalera del Col-legi de Periodistes de Catalunya de junio de 2013.” EL COLOR DE LA CORRUPCIÓN “, de Pablo Rey Mazón
La conclusión no puede ser más crítica para sus compañeros de profesión: “casi todos dejan de cubrir, o lo hacen pero dedicándoles menos espacio, los casos de los partidos “amigos” o más afines. Sólo un ciudadano bien informado, con una dieta informativa que incluya todos los colores, podrá escapar de la visión partidista de un sólo periódico”
Para la reducción de la corrupción en España es fundamental que la sociedad tome conciencia de que los recursos que aporta al Estado son para que los dirigentes públicos los gestionen en beneficio de la población y para esto, es indispensable que tenga, sobre ellos, un permanente control.
Necesitamos un sistema serio de seguimiento de la corrupción ya que bastantes medios, como se puede comprobar en nuestro artículo, están contaminados por la política. Y lo que quiere la ciudadanía es que acabe toda la corrupción no un trozo del pastel.
Sería útil contar con un instrumento que publicara, anualmente, los casos de corrupción detallando las fechas en que esta se produjo, las denuncias, las personas condenadas y la cantidad defraudada .Al compararlos con los políticos podríamos tener una idea actualizada de la entidad real de la corrupción, de su evolución y como se reparte entre los grupos, tanto en número como en cantidad global defraudada.
Al final del año y en base de ello ,si ampliamos este seguimiento a los medios (TV,radios..) mas seguidos y comparamos su denuncia con el volumen y los colores de la tarta , podremos tener una clasificación de los que son más honestos y de los que anteponen sus intereses a la información objetiva y así reduciremos la manipulación .
Y con ello, quedarán retratados los medios de la “ la denuncia selectiva” y los que en esta materia ofrecen una información veraz y completa al servicio de los ciudadanos.
El tema actual de la adquisiciones por el sector público durante la pandemia sería un buen momento para probarlo. Basta comparar el volumen y responsabilidad de los fraudes con la denuncia de los medios para valorar si los mismos están al servicio de la sociedad o de sus intereses políticos y/o económicos. Y sobre todo hay que fijarse en las primeras planas para conocer “su intención “( ver el artículo referido)
Dos cosas me han quedado claras tras la lectura de este post.
1) Que existe una clara indisposición o animadversión hacia el autor del artículo que critica.
2) Que no refuta ni una sola tesis de ese artículo, al que niega veracidad o consistencia, por ir firmado por ese alguien con el que tiene esa indisposición.
Todo eso adornado con citas que, a juicio del autor del post, demuestran su superioridad ética e intelectual.
El autor lanza una serie de acusaciones sobre quienes intentan buscar la verdad en la maraña de mentiras en que estamos zambullidos. Es lo “políticamente correcto” contra la “herejía” disidente. Nada nuevo bajo el sol. La “santa inquisición”, la “caza de brujas macartyana”, el fundamentalismo de los poderes y su bien engrasada propaganda (Edward Berneys de quien fueron discipulos aplicados los totalitarios), la filantropía convertida en negocio, etc. etc. es ese caldo de cultivo lleno de patógenos mucho más peligrosos que los simples virus.
Propaganda y publicidad. Ahora toca Ucrania olvidando las guerras más antiguas y con más víctimas en el resto del mundo. Todos obedeciendo las consignas, tragando los mensajes y reverenciando los dogmas, vomitados por los antes dignos medios de comunicación, sobre una sociedad agredida desde la prepotencia del poder.
Un poder despótico por muy mayoritario que sea (Tocqueville), que impone consignas, tiene sus liturgias y corifeos y, sobre todo, mucho dinero con que comprar y vender mentiras.
Aclaremos unas cosas. Por muy “divinos” que se consideren algunos, el planeta Tierra seguirá con sus cambios climáticos de acuerdo con sus movimientos alrededor del Sol (son más de cien y no los voy a enumerar….¡tranquilos!) y dependiendo de las radiaciones de la estrella solar. Algo muy simple que se enseñaba en el “plan antiguo” durante el Bachillerato.
Los virus son, han sido y seguirán siendo parte de los ecosistemas terrestres, produciendo en los seres vivos interacciones beneficiosas para los sistemas inmunes. Otra cosa es querer jugar con ellos con intenciones sospechosas.
La “guerra” en Ucrania tiene antecedentes con referencias en las “primaveras” y conflictos montados a lo largo del mundo por operaciones encubiertas o de “falsa bandera”, desde hegemonías imperiales anacrónicas que han manipulado y monitorizado situaciones políticas a su conveniencia. La Ucrania rusa (esa es su realidad histórica desdeel siglo IX) tuvo el primer golpe de estado contra su presidente legítimo Yanukovich, en la célebre plaza del Maidán, al igual que en España se quitó de enmedio al presidente Suárez por no entusiasmarle mucho eso de la OTAN (luego sería cabiado el “OTAN de entrada NO” por un “OTAN,SI” del mismo PSOE (bajo la batuta económica de Flick y Flock), lo que le ganó la presidencia del gobierno.
En fin, estimado articulista, también se dice que “un pesimista es un optimista bien informado”. A lo mejor es que somos demasiados los pesimistas ante la realidad del mundo globalizado…. Al final, cada cual es libre (por ahora) de pensar, opinar, escribir, hablar o sentir lo que nos apetezca. Se llama “libertad” y cuando falta sólo quedan robots orwellianos.
Un saludo.
Para aclarar lo de las portadas y la denuncia selectiva de la corrupción de nuestros principales medios y la peligrosidad para la salud de la democracia el no tener un periodismo independiente y honesto, os acompaño este texto del artículo :
“Las portadas, son el lugar donde los periódicos condensan la información más importante del día. Las portadas del día siguiente están presentes en los informativos nocturnos de noticias de televisión y radio y en las conversaciones de Twitter de madrugada. La selección de noticias y su enfoque en portada configuran su línea editorial más casi que su línea editorial oficial”.
A través de estas portadas se llega a la conclusión de las grandes diferencias que recibe la misma corrupción y durante idéntico período (del 4 de enero al 8 de febrero de 2013) en los diferentes medios.
Porcentaje de superficie que cada periódico dedica por partido/institución sobre el total de artículos de dicho periódico sobre corrupción durante el periodo estudiado.
“EL PAIS, dedica a la corrupción de media por día un 23%, con la siguiente distribución: un 80% para el PP y el resto se reparte un 20%. El rojo del PSOE, no aparece por ningún lado.
EL MUNDO, le dedica un 43%, al PP un 50%, 20% CIU y al PSOE, un 13%.
ABC, le dedica un 33%, con un amplio porcentaje dedicado al PP pero, en su mayor parte, para defenderlo.
Los periódicos catalanes tienen un menor espacio para la corrupción.
LA VANGUARDIA, un 18%, 75% al PP y el 25% repartido entre el resto.
Nuestros medios de comunicación tienen un gran reto para recuperar la credibilidad social.
Porque si está acreditado que la percepción de la corrupción va relacionada con su cobertura mediática ¿Por qué no la denunciaron en el periodo central de la misma? ¿Fue por interés o por ignorancia? ¿Como nos van a convencer de que la ignoraban cuando todo el mundo la conocía y no eran profesionales de la información? Por poner un ejemplo claro… ¿Que hicieron los medios catalanes para averiguar si era cierta la denuncia que hizo Maragall en el Parlament? Si hay periódicos o programas de TV que son incapaces de dedicar ni un pequeño porcentaje de su principal atención a la corrupción del “partido amigo” ¿Seguirán denunciando la corrupción cuando este partido acceda al poder? ¿La denuncia de la corrupción tiene por finalidad evitarla para la ciudadanía o reducir la cuota de votos del enemigo político? Y si el amigo es un incompetente ¿denunciarán la incompetencia o intentarán ocultarla o enmascararla buscándole un responsable anterior, interior o exterior a donde dirigir la frustración de la sociedad? “
Un buen amigo al que pedí que me revisara el post antes de publicarlo me recomendó que no hablara sobre el tema de Ucrania para no desviar la atención. No le hice caso y cometí un error. Mi post intenta llamar la atención sobre los peligros del sesgo de autoridad. No pretendo opinar sobre Ucrania, ni sobre las vacunas, ni sobre temas de los que no soy experto. Respecto a la libertad de expresión, soy el más firme defensor. Pero ninguna libertad es absoluta. Y el ejercicio de ésta por algunos puede tener efectos colaterales. Sin embargo no prohibiría nunca su publicación.
Agradezco al autor su comentario y el objetivo de su artículo: los peligros de los sesgos de autoridad.
Cuando personajes como el Sr. Gates pontifica sobre pandemias, vacunas, ecología o alimentación, arrogándose la posibilidad de influir en los gobiernos títeres para imponer sus teorías, me cabe la duda de su formación personal.
Cuando el presidente del Foro de Davos pontifica sobre las agendas que se impondrán a gobiernos títeres, en función de la salvación del planeta, me convence del verdadero peligro para el planeta: los intereses codiciosos de unos cuantos.
Cuando las agencias de la ONU están contaminadas por la financiación de sus actividades, me doy cuanta de hasta qué punto ha caído la sociedad en la propaganda institucional.
Cuando la UE en sus órganos directivos asumen e imponen tales intereses a ciudadanos que suponen ignorantes, siguiendo las pautas establecidas desde los poderes mundiales, tengo lástima por la Europa que fué y que ya no es.
Cuando se han visto y comprobado los muchos errores de estas supuestas organizaciones que incluyen la falta de alimentos hacia los años 80 del siglo pasado (Club de Roma) y la necesidad de control de la población; cuando se anunciaba que Nueva York quedaría sumergida en el año 2010 a consecuencia del “cambio climático”, ignorando las más elementales cuestiones como los movimientos marinos de transgresión y recesión de los océanos; cuando se habla de “géneros” esperpénticos ajenos a la Biología más básica; cuando se eleva lo distópico a categoría científica y el mundo del “cómic” y las series preside los poderes mundiales….
Cuando todo eso ocurre, conviene preguntarse siempre el “qui prodest” y a quien perjudican, quien paga y para qué, quienes se covierten en marionetas para servir a sus amos…..
Un saludo.