EDITORIAL: Trump, Sánchez y los jueces
En nada se parece la situación procesal de Donald Trump a la de nuestro presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Mientras que el primero se enfrenta a decenas de procedimientos civiles y penales y ya ha sido condenado varias veces, nuestro presidente no tiene ningún asunto pendiente con la justicia, ni se espera que lo tenga.
Por eso resulta tan chocante que las reacciones (nada menos que mediante dos cartas a la ciudadanía) ante una apertura de diligencias previas y citación a declarar a su mujer hayan sido tan extremas, y no tan distintas de las de Trump o de las de cualquier otro líder populista, ya sea de izquierdas o de derechas.
La apertura de diligencias previas provocó una primera carta a la ciudadanía y el retiro del presidente durante cinco días para meditar sobre su futuro, con amenaza de abandonar su puesto. Tras este sorprendente periodo de reflexión, unas manifestaciones de adhesión a su persona por parte de ciudadanos afiliados o votantes del PSOE y una visita a la Zarzuela para finalmente comunicar al Rey que continuaba en el puesto, hizo una alocución imputando el ataque a la oposición y a una supuesta conspiración mediática ultraderechista dirigida a destruirle.
Creemos que algunas de las preocupaciones del presidente en aquella alocución están justificadas, como explicamos en este editorial: los abusos del Derecho Penal por denunciantes temerarios que no sufren después ningún castigo, la falta de respeto de los medios a la presunción de inocencia, la creciente polarización de la sociedad y de los medios. Polarización, por otra parte, impulsada desde los partidos políticos, sin excluir al PSOE.
El problema es que el presidente concluía que el principal problema era la existencia de una supuesta conspiración contra él, aunque haya miles de personas que sufren la misma situación todos los años. El segundo problema es que el mensaje era extremadamente polarizador, pues presentaba a una sociedad estaba dividida en buenos y malos, y daba por supuesto que la «mayoría social» era la que estaba de su lado. Por otra parte, las medidas de regeneración anunciadas a día de hoy no se han concretado.
Parece que este tipo de comunicaciones directas con el pueblo, tan típicas de caudillismos y tan alejadas de las democracias representativas, se va a convertir en la norma.
Ayer, tras la citación a declarar de su esposa, mandó otra carta a la ciudadanía, de nuevo a través de twitter. En ella podemos encontrar los mismos signos preocupantes: referencias a una conspiración mediática, el relato de un único y maligno enemigo que engloba a todos los medios y partidos que no apoyan a su gobierno, el personalismo y los eslóganes (máquina de fango, coalición reaccionaria).
Todo esto es peligroso para la libertad de prensa y la convivencia, pero es mucho peor que los ataques se estén dirigiendo cada vez más claramente no ya contra las resoluciones de jueces individuales (cuya crítica es perfectamente legítima) sino contra el Poder judicial en su conjunto y sean tan parecidos a los de Trump. Este ha atribuido a los jueces intenciones políticas y en relación con uno de ellos ha señalado que su hija era una «rabiosa odiadora de Trump». Pues bien, en el primer párrafo de su carta, el presidente atribuye al juez una intencionalidad política a la citación, dada la cercanía de las elecciones. Aunque no ha sido el mismo presidente, desde el partido se ha descalificado al mismo juez porque su hija era concejal del PP. El conjunto de la carta implica que el juez es un instrumento más de la conspiración ultraderechista contra el presidente.
Podríamos considerar que esta carta no es más que una estrategia electoral, pues los últimos párrafos son una defensa de sus políticas y un llamamiento al voto a su partido. Quizás piense que, igual que a Trump, los juicios le dan votos en lugar de quitárselos pues le permiten asumir el papel de víctima de una conspiración. Pero nos estamos jugando mucho más que unas elecciones: que el presidente de Gobierno haga declaraciones acusando a jueces de interferencia política es un ataque gravísimo a la separación de poderes, al prestigio del poder judicial, y en último término al imperio de la Ley.
Todos los españoles, también la mujer del presidente, están sometidos a la Ley, y gozan de los recursos que esta les da para proteger su inocencia y exigir responsabilidades si se demuestra la temeridad de los denunciantes o la mala actuación del juez. Pero declaraciones como estas ponen en riesgo el Estado de derecho en su conjunto, que es la única defensa que tenemos los ciudadanos que no ostentamos el poder.
Editores del blog “¿Hay derecho?”
Entristecido con la candidez con la que se trata al querellante, que aunque fue absuelto, quedó más que clara su vocación chantajista de prostitución de la acción popular. Su intención no es alcanzar una eventual condena, sino la destrucción de la imagen pública del querellado, por eso no sirven las “responsabilidades si se demuestra la temeridad de los denunciantes”.
Estoy con lo dicho, pero creo que aquí Sánchez tiene razón en que el denunciante ha podido elegir el juez que le toca, poniendo la denuncia sabiendo quien está de guardia.
Esto debe ser reformado. La independencia judicial está envenenada si una de las partes puede elegir el juez.
Sánchez está en un laberinto , junto con el sector informativo , intelectual y social que le sigue y apoya , tan ciegamente.
Los partidos que votaron por Sánchez no lo hicieron por un programa común. Cada uno cree que esta vez si que cumplirá lo que les ha prometido y además, tienen programas e intereses contradictorios. Y necesita los votos de todos .
Sánchez, si continúa dependiendo de los mismos socios, no podrá cumplir los compromisos de una unión política en la que sus miembros han de tener un nivel mínimo de calidad democrática.
La independencia judicial es clave y no la quieren implantar a pesar de las advertencias y amenazas de la UE.
La continuidad del mismo gobierno compromete no sólo la financiación de los fondos que están condicionados al cumplimiento “verificado” de reformas estructurales contradictorias con los programas de sus socios, sino, también, la continuidad en esta .
¿ Con cuantos votos cuenta para la reducción del gasto público , del déficit y del endeudamiento o las reformas estructurales que nos exige la UE?.
¿Apoyarán los nacionalistas leyes contrarias a su programa y a sus apoyos ?.
Después de las elecciones en el País Vasco , ¿De quién está más cerca ideológicamente?. Si se decanta por el PNV ¿ qué le van a exigir los de Bildu para continuar apoyándole ?
Y en Cataluña , igual con los independentistas, si se decide por uno perderá los votos del otro y necesita de todos para sostener su presidencia.
Los que gestionan las Comunidades Autónomas que han apoyado a Sánchez , Canarias, Asturias y Castilla La Mancha, están entre las más beneficiadas del actual modelo de financiación ¿ De verdad se creen que si cambian de modelo no les perjudicará? ¿ Qué futuro les espera a sus políticos?. ¿ Y a los de la España vacía?.
Si Sánchez no puede continuar porque no adivinó lo que le sucedería ¿ Qué pasará con el PSOE y los proyectos que ha tenido que aceptar para asegurar su continuidad , como el de la amnistía? ¿ Y también, con los medios de información ,los intelectuales , profesionales …funcionarios públicos que le han apoyado tan ciegamente ?.¿Cómo no previnieron que se jugaban su futuro personal y profesional y que Sánchez, como no es de fiar , los podía dejar colgados en cualquier momento?.
Una pregunta inocente: ¿y si los “putos amos” han decidido cambiar de peón en el tablero de juego?. Sólo hay que recordar que la Política como tal ya no existe en estas supuestas democracias donde priman la ignorancia, la manipulación mediática y un sistema electoral que discrimina el valor del voto según circunscripción (artº 14 de la C.E.).
Seguimos creyendo que es la “soberanía nacional de la que emanan los poderes (todos) del Estado” (artº1.2. C.E.). Una cuestión retórica a la vista de la realidad: la representación política de la soberanía se la han apropiado en exclusiva los partidos, donde se impone incluso el también prohibido “mandato imperativo” o se pasa olímpicamente de la inmunidad de cada diputado obligándole a votar según intereses del partido (no de los ciudadanos).
El resultado: unas minorías promovidas desde el exterior y hábilmente conducidas desde el interior (recordar Suresnes 1974 y la supuesta renovación del PSOE) señalan con el dedo a quienes van a ungir con el poder (ejecutivo, por supuesto).
Un saludo.
No se entiende el empeño en meter al ex presidente Trump en todos los guisos.
EE.UU. tiene sus propias características sociales y políticas y los estadounidenses no creo que sean unos ciudadanos lerdos que no sepan desde hace muchos años (cuando el padre del propio clan Kennedy, alardeaba de haber votado varias veces en los mismos comicios o las oligarquías corporativas presumían de tener en nómina a senadores y congresistas o a juces).
En nuestra querida Europa y su representación política vuelan diversos grupos de presión que imponen sus reglas (tal como se descubrió recientemente) a la soberanía europea, si es que existe todavía. No hace falta dar nombres de asuntos que huelen raro.
Es más, en diferentes gobiernos europeos con constituciones liberales, los ejecutivos en vez de respetarlas, las han vulnerado o se han aprovechado para imponer restricciones a las libertades y derechos de toda una población. Y no ha pasado nada.
Fijémonos mejor en la viga en nuestro propio ojo, que en la paja del ajeno. Sobre todo cuando la información oficial se atiene a lo considerado “correcto”: estos son de los míos (silencio), ese otro no (a por él).
Un saludo.
Sánchez puede calumniar a quien le plazca y no le pasa nada? Ha incurrido Sánchez en un delito de calumnias al tachar de «corrupto» al hermano de Ayuso, a pesar de haber sido absuelto en España y en la Fiscalía europea, y Sánchez a sabiendas lo ha utilizado como un bulo más contra la oposición.
Queda claro y con pruebas de sobra, de que Sánchez es un: gran mentiroso, ataca a la oposición, se hace la victima, ha invadido -cuasi- todas las instituciones para beneficio propio, a comprado a la prensa mediante la mal llamada -publicidad institucional-, concede el perdón de delitos graves a delincuentes -ley de amnistía- a cambio de los 7 votos que necesita para seguir desgobernando, su mujer dirige una cátedra -ad-hoc- en una Universidad Pública, sin tener la titulación requerida, y es imputada por tráfico de influencias y corrupción, y el dice que es todo es un montaje de la ultraderecha, el comodín usado por este sujeto para descalificar a todo el que discrepa de sus pretensiones. El Fiscal General -de Sánchez- acusado de filtrar datos de un particular, como lo es el novio de Ayuso, todo una vez más, para atacar a la oposición. Al puro estilo chavista. Y muchas más cosas similares y llamativas. Este sujeto, no es un presidente digno de ser respetado por los españoles? Pienso que sois muy blandengues en esta editorial con Sánchez, en HAY DERECHO, se deben juzgar y valorar objetivamente, las acciones de los políticos, sin importar su signo político, y observo que sois muy tibios con los malos, me estáis decepcionando. Saludos.