In memoriam, Pablo de la Nuez de la Torre

 

 

 

 

 

El miércoles día 18 de septiembre falleció mi padre, Pablo de la Nuez de la Torre. Siempre es difícil hablar de un padre, y más cuando su muerte es tan reciente. Pero lo voy a intentar para nuestra comunidad de Hay Derecho,  porque sencillamente este proyecto no hubiera sido posible sin su generosidad. Como saben algunos de nuestros seguidores, Hay Derecho (entonces entre interrogantes) nació como una asociación sin ánimo de lucro formada por varios amigos juristas. Su objetivo fundamental era el blog en el que estoy escribiendo ahora mismo. Pero al cabo de unos años nos pareció que había que hacer algo más: el problema era que para montar una Fundación había que aportar una dotación fundacional inicial de una cierta importancia y, sobre todo, había que confiar en que el proyecto pudiera salir adelante.  En definitiva, había que buscar un financiador que compartiese la preocupación por el futuro del Estado de Derecho y de la democracia liberal y que tuviera la suficiente cercanía con algún miembro del grupo de los fundadores como para pensar que lo que sólo existía como una idea sobre el papel se pudiera hacer realidad.

Ese financiador fue mi padre. Había nacido el 31 de diciembre de 1932, por tanto sabía bien que la democracia liberal y el Estado de Derecho son ideas civilizatorias por las que hay que luchar, que hay periodos oscuros y largos donde no existen y que, incluso cuando se reconquistan, son siempre logros precarios y que hay que cuidar y mantener. Él tenía muy presente la historia, que no sólo había leído sino que había vivido en primera persona.

Mi padre era un liberal en el sentido más profundo del término, profundamente escéptico y alérgico a los extremismos de todo tipo, y una persona con unas inquietudes intelectuales enormes -lo prueba su inmensa biblioteca sobre todas las materias- con un gran sentido del humor, lo que siempre ayudaba en las no pocas discusiones familiares sobre cualquier tema, pero que también sabía reírse de sí mismo (algo menos sencillo que reírse de los demás). Tenía una profunda curiosidad por todo, curiosidad que mantuvo intacta hasta el último día de su vida: estaba leyendo una historia de Japón que yo le regalé después de mi viaje de este verano y que no pudo terminar. Era, además, extremadamente trabajador y responsable.

Por otra parte, tenía una visión muy clara de lo que nuestro país había sido, era y podía llegar a ser. Cuando yo me quejaba, siempre me recordaba de dónde veníamos: él había vivido el franquismo y sabía lo mucho que España había mejorado.

Aunque había estudiado Derecho, después profesionalmente no se dedicó a la abogacía: hizo oposiciones primero a Inspector técnico fiscal del Estado, después a Agente de Cambio y Bolsa y acabó reconvertido en corredor de comercio primero y notario después. Conocía pues profundamente el mundo del Derecho y las Administraciones públicas, así como el sector privado desde distintas perspectivas. Eso también ayudaba, porque entendía bien los problemas jurídicos e institucionales y la importancia de las buenas políticas públicas.

Era, por tanto, la persona perfecta a quien acudir. Quizás también el que yo fuera su hija ayudara; pero estoy segura de que el proyecto de la Fundación Hay Derecho realmente le gustó y le pareció muy necesario. Casi diez años después puedo decir que estaba orgullosísimo de lo logrado a partir de esta semilla inicial que creció y creció gracias a las aportaciones de otras muchas personas inquietas e igualmente generosas, al entusiasmo y a la dedicación del equipo de la Fundación, primero muy artesanal y luego más profesional, y al apoyo de tantos y tantos colaboradores y amigos que nos han acompañado y nos acompañan en esta  estupenda aventura. Afortunadamente pudo conocer, unos días antes de su muerte, la gran repercusión de nuestro informe del Estado de Derecho y estuvo leyendo las reseñas de los varios periódicos que, como buen liberal, leía (todavía en papel).

En fin, las despedidas siempre son muy tristes, y más después de una vida tan larga y tan vivida y disfrutada. Pero me queda un profundo agradecimiento por haber confiado en mí, en el proyecto de Hay Derecho y por tantas otras cosas que nos dio a su gran familia de 5 hijos y 14 nietos y que no cabrían no ya en un post, sino en un libro.

Papá, te voy a echar muchísimo de menos. Que la tierra te sea leve.

 

 

5 comentarios
  1. Juan Laguna
    Juan Laguna Dice:

    Querida Elisa: mi más sentido pésame por esta dolorosa noticia.
    Desconocía el origen de HD, pero he podido comprobar como tu valentía y la de tus compañeros, eran un acicate constante en la suma de voluntades de este magnífico e imprescindible que son hoy la gran familia de HD.
    Un fuerte abrazo.

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  2. Antonio Ruiz-Clavijo Laencina
    Antonio Ruiz-Clavijo Laencina Dice:

    Lamento su fallecimiento, pero es una suerte para él y para todos los que habéis convivido con él que haya llegado en plenas facultades. Un saludo afectuoso.

    Responder

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