Con las normas jurídicas ocurre lo mismo que con la moneda de curso legal, o que con cualquier clase de mercancía. Su excesivo número, su inflación, produce inevitablemente la devaluación de su valor. Y es ésta la situación que encontramos hoy en España, con tanto órgano legislativo dándole a la manivela de la producción legislativa. Las razones están claras. No ya sólo de esta forma tanta cámara legislativa pretende justificar su existencia, y el sueldo de sus componentes. Además, los políticos gobernantes consiguen titulares de prensa, y encuentran motivos para hacer declaraciones a los medios, por supuesto siempre en el sentido de “mirad cuántas cosas estamos haciendo, y cuánto puede avanzar el país (o el paisito) gracias a nuestros desvelos”. Además, felizmente para nuestra clase política, la producción legislativa tiene unos costes de producción escasos, descontado, claro está, el coste fijo de los diversos aparatos del poder legislativo. Coste fijo, puesto que el hecho de que legislen poco o mucho tiene escasa incidencia en sus presupuestos. Así, con mucho menos fondos públicos, el responsable político de turno puede conseguir el mismo espacio en la prensa que inaugurando, por ejemplo, un importante tramo de autopista. Y en esta sobrevaloración de la […]