De nuevo sobre daños morales. Una sentencia con luces y sombras para la propiedad intelectual
El pasado 17 de marzo, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha dictado una sentencia a propósito de la cuestión prejudicial planteada por nuestro Tribunal Supremo, que por fin deja claro lo que muchos pensábamos: en materia de propiedad intelectual (e industrial por extensión) el daño moral se debe indemnizar, lo diga o no lo diga expresamente la ley. Después de la espantosa transposición de la Directiva 2004/48 al Derecho español, lo único que faltaba es que las indemnizaciones se limitaran al exiguo importe que para el daño material resulta (casi siempre) de aplicar el artículo 140.2.b de la Ley de Propiedad Intelectual. Como para que encima el daño moral quedara sin compensar. En la que se apodó como “Directiva Antipiratería” se pedía que, cualquiera que fuera la opción en materia indemnizatoria utilizada por los Estados miembros, el perjudicado recibiera una compensación integral del daño, se manifieste éste en su esfera moral, en su esfera patrimonial, o en ambas, como era el caso. La Directiva ofrecía amplios márgenes, pero el legislador español optó por transponerla con prisas y “de aquella manera”, es decir, limitándose a copiar una parte del texto de aquella, para finalmente obtener de tan original […]
Javier Espin Granizo, becado por su notable curriculum, se licenció en Derecho, en 2014, y fue admitido en la primera promoción del programa de Doctorado 99/2011 en la Universidad Complutense. Allí, de la mano del profesor Yzquierdo Tolsada, trabaja en la actualidad en su Tesis Doctoral, tratando de ofrecer alternativas a la tímida respuesta que por el momento ofrece el Derecho español a la piratería en la propiedad intelectual.
Fue finalista en 20013, entre más de 600 personas, del concurso “Premios Telefónica Jóvenes Emprendedores”, tras haber desarrollado una aplicación móvil llamada Trivial Jurídico. Tal vez su vocación por la materia nació cuando esta aplicación, que finalmente no pudo ser lanzada al mercado, sí pudo ayudar a que una importante editorial jurídica española creara exactamente la misma la aplicación, poco después, con el nombre de Be Legal.