Efecto catártico del cine clásico, durante el confinamiento
Observar cómo Hugh Grant pasea, reflexivo, en la secuencia de montaje de la película Nothing Hill, con la canción “Ain’t No Sunshine”, me recuerda al efecto del coronavirus en estos tiempos. Vamos atravesando, como el protagonista, un sinfín de días, meses, que se pueden convertir en, quién sabe, estaciones y, mientras tanto, somos espectadores de una realidad nueva, que no sabemos muy bien cómo descifrar aún. Pero para interpretarla mejor, podemos recurrir al cine. Truffaut decía del cine “que lo importante es que te creas lo que ves”, aunque surja como la gran mentira o como la gran ilusión. En una realidad incompresible como ésta, el cine clásico (auténtico referente, genuino e inspirador para los que vinieron a continuación, y sus fragmentos) inspira certezas, realismo, historias de verdad. En el mundo de la incertidumbre, y de las dudas, no hay nada que me parezca más coherente. Pero “además de la lógica, para sobrevivir a esta realidad, necesitamos la imaginación” (Alfred Hitchcock). Los beneficios de la ficción en la psique están sobradamente demostrados, pero en el confinamiento, si cabe, han adquirido aún más valor. El cine tiene un efecto catártico, de auténtica salvación mental. Nos oxigena y revitaliza, al poner en […]