Melancolía postdirectiva (y II): La necesidad de una “manada directiva”.
La crisis y, sobre todo, la corrupción ha provocado un descreimiento entre la población hacia las instituciones y en particular hacia los partidos que hace más actual que nunca la necesaria creación de una función directiva profesional que, sobre todo en la Administración del Estado se ha demostrado, no solo inmune a la corrupción, sino que se ha erigido en su principal antídoto. Antonio Muñoz Molina recientemente relacionaba directamente corrupción con “el desguace de una administración colonizada por los partidos políticos y privada de una de sus facultades fundamentales, que es el control de oficio de la solvencia técnica y la legalidad de las actuaciones”. Hoy más que nunca se debe reforzar un extracto de técnicos superiores independientes dispuestos y preparados para trabajar con cualquier partido desde una ausencia de militancia o decantación (parece una obviedad). La búsqueda de espacios independientes gerenciales de lo público más que sometidos a los partidos resulta ya acuciante. Se trata sencillamente de desarrollar y aplicar lo previsto normativamente en la ley, tanto en la LOFAGE como en el Estatuto Básico del Empleado Público, de aprovechar la totalidad de los limitados recursos humanos existentes y de, obvio es decirlo, profesionalizar una función directiva que por ley […]
Salomon Salieri es el seudónimo de un Administrador Civil del Estado con nueve trienios y más de 20 años de ejercicio como directivo a sus espaldas que ha colaborado con gobiernos de los dos signos en puestos , entre otros, de alto cargo o en el entorno del Presidente del Gobierno. Es jurista, ha sido muchos años subdirector general y ha cosechado múltiples participaciones y colaboraciones internacionales en especial en el ámbito de la cooperación. Su dedicación en exclusiva al servicio público intentando llenar de contenido al dogma de la profesionalidad intenta combinarlo con la observación de la Administración desde el exterior como observador independiente en una suerte de viaje astral que cree –o al menos desea- que le acerca más a la lucidez que a la esquizofrenia. También se hizo doctor en derecho para demostrarse que no todo se hace por dinero