El Tribunal Constitucional: la politización y sus consecuencias
El problema de la palabra democracia es que su etimología es de sobra conocida: significa que el poder (cracia) corresponde al pueblo (demos). Eso hace que se asocie de manera automática a la existencia de elecciones, a que el pueblo decida sobre todo ejercicio del poder. Y no es cierto. La principal diferencia entre autocracias y democracias no es la celebración de elecciones sino la existencia de límites del poder. Poco después de la revolución francesa ya Constant advertía que las tiranías de los monarcas absolutos hicieron pensar que el problema estaba en el ejercicio por una sola persona, pero que pronto quedó claro que el problema residía en el poder mismo: «El poder, siempre activo, siempre inquieto, derriba uno tras otro todos los diques que se le oponen y penetra en todas las parcelas de la esfera individual, invadiendo poco a poco la libertad del ciudadano». Para evitarlo se diseñó por Montesquieu el sistema de separación de poderes, y la idea de los checks and balances en Estados Unidos. Hasta ChatGPT pone como primer rasgo diferencial de las democracias la distribución del poder, y como segundo las elecciones libres. Pero parece que no nos lo terminamos de creer, y eso […]
Licenciado en Derecho en 1989 (ICADE- E1). Notario en la oposición de 1991. Doctor en Derecho. Patrono de la Fundación Hay Derecho. Autor de artículos en El País, ABC, Nueva Revista, y de diversas publicaciones de Derecho Mercantil y otras materias.