El mayor acto de piratería de la historia en la industria del cine…
… solo podría proceder de la mayor y más lucrativa franquicia que ha dado el mundo del celuloide en su historia: la saga 007. Y es que hoy, después de visionar por decimoquinta vez Nunca digas nunca jamás (Never Say Never Again, 1983), ha venido a mi memoria aquel súbito impacto que en mi más tierna infancia, como si de una bala calibre 7,65 x 17 disparada por una Walther PPK se tratase, produjo en mí el comprobar como Sean Connery aparecía con canas y renovado peluquín en plenos años 80 protagonizando ¡otra vez! una película de James Bond. No podía comprender en mi inocencia como ese mismo año Roger Moore había estrenado la fabulosa Octopussy, aunque la ausencia del clásico gunbarrel en la película de Connery, su infausta banda sonora completamente alejada del sonido Bond, y el reparto en el que toda la pléyade de históricos secundarios es sustituida por actores sin carisma, me hicieron sospechar que algo realmente siniestro subyacía, y que con los años lo conseguiría averiguar. Y ha sido mi dedicación profesional al ámbito del derecho la que me ha permitido comprender (o al menos eso creo) el porqué de tan chocante experiencia infantil. Y ya […]
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