Por qué oposité
Quizá sea un post poco novedoso, ya que se ha tratado en múltiples ocasiones en distintos foros, pero se trata de analizar una cuestión o, más bien, problema, que late en nuestro sistema universitario: los aspectos a mejorar en la Universidad pública española si se quiere conseguir un sistema justo y competitivo. Este post lo escribo desde una perspectiva personal y llena de sufrimiento al ver como un marco fundamental, como es la Universidad pública española, expulsa a mentes inquietas con ganas de mejorar y evolucionar, en lugar de atraerlas a quedarse y hacer carrera en ella. Al ser un post personal, empezaré identificándome: de 2005 a 2009 estudié la carrera de Derecho en la Universidad Complutense de Madrid donde obtuve el premio extraordinario. Al acabar empecé con el doctorado compatibilizándolo con el trabajo de abogada. Siempre he pensado que el Derecho debe servir para resolver problemas reales. De ahí dicha compatibilización, lo que algunos calificaron como excesiva ambición. La tesis doctoral la leí en enero de 2013 con premio extraordinario (lo de los premios no lo digo por presunción sino para que se aprecie el compromiso con la universidad, por lo que se dirá luego). Los años de doctorado y ciertas conversaciones me permitieron darme cuenta de los obstáculos que iba a tener si quería hacer carrera universitaria, pese a haber obtenido el título de doctor, esencial para progresar en la escala universitaria, del que, por cierto, algunos de los de allí carecen. Por ello, el 1 de febrero de 2014 decidí lanzarme al mundo de las oposiciones para intentar ganar el título de Notario que siempre había deseado y en lo que por circunstancias varias no me embarqué nada más acabar la carrera. Justo dos años más tarde, en febrero de 2016, puedo decir que lo he conseguido: ¡he ganado la oposición!
A partir de lo expuesto quiero apuntar algunos de los mayores problemas que, a mi juicio, presenta la Universidad y que no parecen difíciles de corregir… si existe voluntad, claro está. Con observar el sistema de oposiciones que, pese a la injusta crítica de muchos, atrae a los mejores expedientes, y aplicar sus principios de objetividad e imparcialidad, muchos de los problemas se superarían. Y digo que la crítica a la oposición es injusta porque aunque el sistema tiene cosas que se pueden mejorar como por ejemplo el esfuerzo memorístico que, podría pensarse, es excesivo, tiene algo que compensa lo negativo: la objetividad y la transparencia. A mi juicio, lo compensa y con creces. No olvidemos que tal esfuerzo memorístico va acompañado de la comprensión y la capacidad de relación, por lo que los opositores no somos loros como algunos dicen. Paso ya a exponer los principales problemas del sistema de acceso a la docencia en la Universidad.
El primero es el de la incertidumbre. Durante la oposición se sufre una gran incertidumbre porque no sabes si la vas a sacar o no. Este año para 100 plazas de notario (10 reservadas para personas con discapacidad) nos presentábamos 831 personas. Por tanto tienes incertidumbre sobre si vas a ser uno de los 100 que van a conseguir ganar el título de notario en esta convocatoria o vas a tener que aguantar esa incertidumbre otra/s convocatoria/s más, si el ánimo y la fuerza lo permiten. Lo que sí sabes con certeza es cuál es el temario, que tienes que cantar bien los temas en los dos orales, hacer un dictamen en condiciones y también una escritura y matemática financiera correcta. Sin eso no hay manera de aprobar, porque existen muchas personas, también dedicadas a tiempo completo, que tienen tantas ganas como tú de ganar la oposición. Personas que tienen un atributo básico para el éxito como es la constancia en el estudio y que en muchos casos han destacado por su trayectoria académica. En la Universidad es una incertidumbre distinta. No sabes cuál es el criterio objetivo de selección, si es que existe, ni quién lo pone, ni si se mira con los mismos ojos a todos, ni cuándo vas a poder tener oportunidad de optar a una plaza… En definitiva, una incertidumbre que te supera.
El segundo problema, relacionado con lo anterior, la falta de objetividad. A modo de ejemplo, ¿tiene sentido que quiénes van a evaluar la tesis doctoral sean propuestos por el doctorando? Es decir, ¿tiene sentido que el juzgador sea designado por el juzgado? Aunque el nombramiento efectivo lo hace el órgano correspondiente de la Universidad, la realidad es que éste depende de ciertos criterios con los que el doctorando puede jugar. Vamos, que está en sus manos la decisión de quien compondrá su tribunal. Se podrá rebatir esta crítica diciendo que el trabajo del doctorando está ya hecho y que su mérito está ya reconocido por la preparación de la tesis. Pero el opositor también tiene hecho ese trabajo durísimo y, pese a ello, tiene que ser capaz de exponer los temas ante un tribunal que le evalúa con absoluta objetividad. No importa quién eres, ni qué edad tienes, ni de quién procedes… Solo importa cómo expongas los temas. En definitiva, un único criterio para la selección: el mérito. Esto es lo que hace que la oposición atraiga a tantas personas: la seguridad de que si das la talla ganarás la oposición. Lo difícil es conseguir dar la talla haciéndote con el programa. Si en la Universidad rigiese ese mismo criterio del mérito estoy segura de que muchos buenos estudiantes se animarían a quedarse en ella.
Otro punto positivo de la oposición es que el tribunal está integrado por miembros de distintos cuerpos de élite. En Notarías, que es la que más conozco, cuenta con tres notarios, un registrador de la propiedad o mercantil, un abogado del Estado, un magistrado y un catedrático o titular de Universidad. El tribunal de tesis, por el contrario, está integrado exclusivamente por “doctores con experiencia investigadora acreditada y reciente” (así lo dicen las normas de la UCM, disponibles en la web). La diversidad me parece un valor añadido de la oposición que se podría trasladar a la Universidad. Seguramente para el doctorando, si desea publicar su tesis, le resultará interesante tener distintos puntos de vista. La valiosa opinión doctrinal del catedrático puede verse complementada con una más práctica del magistrado, aunque no sea doctor…
Otro problema es el ambiente. Algo que a mí me ha enriquecido en la oposición y que me ha ayudado mucho para preparar el tercer examen –el temido dictamen- ha sido comentar los problemas y dudas con otros compañeros opositores que estaban en mi misma situación. A pesar de ser una “competición” mucho más real porque eran 45 plazas para los más de 400 que se examinaban en mi tribunal el trato con mis compañeros ha sido excelente. Pese a que en la Universidad la competencia no debería existir, la realidad es que existen varias “escuelas” y en una de ellas te encuadran. El ambiente podría mejorar si unas escuelas se complementaran con otras y, sobre todo, si los docentes tuvieran motivación por lo que hacen y ganas de investigar, de lo que muchos carecen…por supuesto, que la culpa no la tienen ellos, sino el sistema, que como he dicho antes no premia el mérito y el esfuerzo lo que, sin duda, desmoraliza.
Existe también una pirámide demasiado escalonada y con escalones muy altos y separados entre ellos. El trato entre los escalones más bajos y los más altos es algo distante y con un marcado carácter reverencial que también, creo, está fuera de lugar –y de tiempo-. A Dios gracias eso yo no lo he sufrido pues el trato con los catedráticos más cercanos ha sido siempre excelente. En la oposición mis preparadores de orales y de dictamen me han tratado siempre de igual a igual, con gran cariño y consideración, quizá siendo conscientes de lo dura que es la oposición y lo mucho que puede perjudicar a un opositor un comentario poco afortunado.
Esta es mi opinión sobre los problemas de la Universidad que me duele destacar pero que creo que debo hacer, pues debería ser un foro en el que permanecieran los mejores estudiantes para crear un cuerpo de élite y reconocido. Y me duele especialmente porque creo que son problemas fáciles de corregir y si no se corrigen es por falta de voluntad. Podría discutirse si hoy en día el método de la oposición es el mejor sistema de selección o existen otros mejores donde se respeten dos puntos clave: el mérito y la objetividad. Yo me manifiesto una defensora del sistema de oposición.
Y ya para terminar: espero que no se me malinterprete y que nadie entienda estas palabras como una manifestación de resentimiento. No me duele en prenda reconocer la gran valía de muchos profesores universitarios y del esfuerzo que hacen día a día.