Yo elijo a mi jefe. Reflexiones sobre el sistema de gobernanza de las Universidades españolas
Imagínese un sector de futuro de la economía española que moviese en torno a un 1% del PIB, con cerca de 200.000 empleados y con más de 1 millón y medio de clientes y en el que los empleados eligieran a sus jefes.|
Pues ese sector existe y se llama Universidades Públicas Españolas. Efectivamente, y como bien recoge nuestro compañero Jesús Fernández Villaverde de www.nadaesgratis.com en su post en el sistema universitario español es la propia comunidad universitaria la que elige a su máximo dirigente, el Rector según se describe en la Ley Orgánica de Universidades Ley 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades (B.O.E. 24/12/2001), modificada por la Ley Orgánica 4/2007, de 12 de abril, (B.O.E. 13/04/2007).
En el artículo 20 de dicha ley se establece que el Rector será elegido por el Claustro, o por la Comunidad Universitaria mediante elección directa y sufragio universal, según se indiquen en los estatutos de cada universidad. Dado que el Claustro, también es elegido mediante sufragio universal, según se describe en el artículo 13, ambos métodos se basan en el mismo principio de funcionamiento.
El Rector es elegido por sufragio universal ponderado; somos democráticos, pero aún hay clases. Cada Universidad fija en sus estatutos la ponderación pero siempre con una mayoría de los profesores doctores con vinculación permanente a la Universidad. El resto se distribuye entre el resto de profesores, personal de administración y servicios y alumnos. La proporción suele ser de algo más de un 50% para los profesores doctores con vinculación permanente, 10% para el resto de docentes e investigadores, 10% para el personal de administración y servicios y un 25% para los alumnos (sí, los alumnos también votan). Esto de los alumnos es algo así como si para nombrar al presidente de Telefónica pudiéramos votar los clientes de la operadora. Un argumento electoral clarísimo sería bajar los precios y otro mejorar el 1004. Más allá de eso creo que los clientes (alumnos) pocos argumentos tienen para decidir. Buena muestra de ello es que la media de votación de los alumnos en la universidad española está en torno al 10%. En cualquier caso, al ser ponderado, el 10% de alumnos que votan acaban teniendo el 25% de peso en la elección. Si votase un solo alumno, ese alumno tendría un 25% de peso en la elección. Pero bueno… son matices sin importancia.
Pero el problema no acaba ahí, porque también los decanos de las facultades y los directores de departamento son elegidos por las juntas de facultad y el consejo de departamento respectivamente por lo que el mecanismo de elección de los “jefes” no se acaba en el Rector sino que sigue hasta el último rincón del sistema de gobierno de la universidad. Ya que somos democráticos, vamos a serlo hasta el final.
De cara a la galería este proceso democrático de elección de los líderes es visto como un sistema muy avanzado de gestión y los elegidos se muestran muy orgullosos de que sus compañeros (subordinados a partir de ese momento) les hayan elegido libremente frente a los retrógrados mecanismos de elección de un jefe por su mérito y capacidad. La próxima vez que volemos en un avión seremos más modernos y elegiremos democráticamente al piloto entre el pasaje a ver qué pasa. Como bien dice Jesús Fernández-Villaverde los gestores públicos deben ser nombrados por los poderes ejecutivos que son los que nos presentan al conjunto de los ciudadanos y no por los propios empleados públicos a los que gestionan.
Hay otro elemento que viene a pervertir todavía más este avanzado mecanismo de gestión y es que, normalmente, el Rector solo se puede presentar a 2 mandatos y es tradición universitaria reelegir al Rector a no ser que se haya pasado de la raya, es decir, que no haya contentado suficientemente a sus súbditos en el primer mandato. Y en la Universidad, el no salir reelegido, es vivido por los Rectores francamente mal, por lo que buen cuidado tienen de no pisar más callos de la cuenta en su primer mandato. Yo pensaba que entonces habría que esperar al segundo mandato de los Rectores para abordar los cambios profundos que exige la Universidad Española. Pero hete aquí que un prestigioso catedrático me sacó de mi error. El segundo mandato es para descansar del primero, que a estas alturas no nos vamos a meter en líos. El sistema universitario español es clientelar y endogámico (he conocido departamentos con más de 5 familiares, la inteligencia va en los genes) y el Rector, que luego tiene que volver a su facultad y a su departamento a recibir favores, prefiere que se tenga un buen recuerdo de él.
No obstante, estoy convencido de que la mayor parte de los Rectores españoles acceden a sus puestos cargados de buenas intenciones y con el mejor de los ánimos para tratar de mejorar sus maltrechas universidades. Pero el propio sistema que les encumbra a su cargo se convierte en el que les imposibilita llevar a cabo la mejora de fondo que se necesita. En primer lugar por el propio perfil de los Rectores. Que un catedrático de microbiología, o de filosofía comparada o de derecho procesal (por poner algunos ejemplos) extraordinario docente e investigador, vaya a ser un buen gestor de una organización de miles de personas y decenas de millones de euros de presupuesto no es algo evidente. Pero este es uno de los males menores, porque todo se puede aprender. El verdadero problema surge de los compromisos (muchas veces demagógicos) adquiridos por el Rector durante el proceso electoral para atraer a sus votantes, y que terminan condicionando consciente o inconscientemente todas las difíciles decisiones que el Rector debe tomar durante su mandato. Además el candidato a Rector se suele apoyar durante la campaña electoral en diversos personajes que tienen capacidad de influencia sobre los diferentes colectivos universitarios, personajes con los que se tiene una deuda y que acaban convirtiéndose en directores de orquesta en la sombra durante el mandato del Rector y que, desgraciadamente, no siempre se mueven por el interés común.
Soluciones tan “ingeniosas” como que un doctor no pueda ser docente en la universidad donde se doctora, o que el Rector y los decanos sean gestores profesionales de Universidad elegidos por su mérito y capacidad por organismos o consejos de administración independientes y que estén fuera de la presión de los empleados universitarios quedan muy lejos en nuestro país, pero son lo habitual en las universidades más prestigiosas del mundo.
Las consecuencias de este sesudo, moderno y avanzado mecanismo de elección de los líderes del sistema universitario español saltan a la vista y no hay más que acercarse a cualquier ranking medianamente serio de las universidades en el mundo para ver por donde andan (o mejor dicho por donde no andan) las universidades españolas. Sobre el día a día que yo viví cuando fui gerente de una universidad pública, puedo decir que el entorno laboral que genera este mecanismo diabólico de elección del jefe es imposible de gestionar. Me tenía que preocupar más de ir saludando con cara muy simpática por los pasillos a los “electores” que de hacer una gestión eficiente de los recursos materiales y de las personas a mi cargo.
Curiosamente muchos políticos y gestores universitarios echan pestes de este sistema de gobierno en privado pero luego… no hacen nada para cambiarlo. Es un sistema con profundos vicios en su funcionamiento pero a su vez con muchos intereses creados y con una gran capacidad de presión social y por eso nadie se atreve a meterle mano. Quizá debería plantearse el gobierno el militarizarlos, aunque creo que eso de elegir al capitán por votación todavía no ha llegado.
En fin, que queda mucho por hacer; pero como me dijo un buen amigo, no esperes que el sistema universitario sea arreglado por sus propios inquilinos. La solución tiene que venir de fuera y con el panorama político que tenemos, creo que podemos esperar sentados. También tengo que decir que en la Universidad he conocido a algunas de las personas más brillantes y comprometidas (a la par que desilusionadas) con las que me he encontrado en mi trayectoria profesional pero también con algunos de los mayores chupópteros del sistema público. En apoyo de los primeros va este post.
Ing. de Telecomunicación por la Universidad Politécnica de Madrid, con la calificación de Sobresaliente y Master Executive MBA por el Instituto de Empresa.
Desde el año 2009 es socio director de iclaves donde aporta su experiencia de gestión pública y privada en áreas relacionadas con la innovación y la tecnología.
Su trayectoria profesional en el sector público se inicia en el año 2002 cuando entra a formar parte de la Entidad Pública Empresarial Red.es dependiente del Ministerio de Industria, donde desempeña el cargo de director corporativo de operaciones y donde es responsable de los grandes programas puestos en marcha por la Entidad en ese periodo.
Posteriormente desempeña el cargo de Gerente de la UNED desde el año 2006 al 2008. Previamente ocupó diversos cargos de responsabilidad en Telefónica y otras empresas del sector privado.