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HD Joven: La Época del Tuit

Si tuviera usted que resumir el día de ayer usando sólo tres palabras, ¿cuáles elegiría? Es ciertamente difícil. Propongámonos ahora resumir el año 2016 de la misma forma. Peor. Igual que se dice que hay sentimientos que no se pueden describir con palabras, hay momentos de nuestra historia que, si es que se pueden describir, requieren de más de tres.

Nuestra época, en cambio, exige de nosotros lo contrario. La población se aburre rápidamente y está sometida a continuas distracciones, de manera que la información, las palabras, deben medirse escrupulosamente y no ahondar en frases o párrafos que aburran al lector. Tampoco el cliente quiere saber de “rollos técnicos”, ni le interesa entender los antecedentes de una consulta; quiere saber si lo que pidió es legal o no y, en el primer caso, cómo se puede hacer. Las presentaciones de PowerPoint en las reuniones de empresa deben ser visuales y llamativas; pocas palabras, muy gráficas y marcando lo importante en negrita. Los discursos políticos también están sometidos a esta tiranía del tiempo. Ahora que, además, varios partidos tienen representación parlamentaria, el tiempo escasea tanto que a veces un diputado dispone de diez míseros minutos para exponer la complejidad y las bonanzas de un proyecto de ley cuya aprobación o no podría cambiar la vida de toda la población (para bien o para mal).

Los tiempos que corren, como vemos, están acusados de una grave y temeraria superficialidad. Bien pudieran éstos cruelmente apodarse la “Época del Tuit”. Cruelmente porque el apodo guarda implícito un doble sentido: que por primera vez en la Historia tenemos muchísima información al alcance de nuestra mano, pero que no profundizamos nada en ella porque no disponemos de tiempo, ni de espacio. Tras años de sequía, la vida y la información sobre ella fluyen de forma agitada y rebosante, como el caudal de un río de los buenos, de los de antes. Pero, tan agitado es su curso, que no nos atrevemos a bañarnos en él.

Esta pugna entre la información y el tiempo, entre el exceso de una y la escasez de otro, no tiene fácil solución y probablemente se agravará en los años venideros: la mayoría de nosotros sufrimos o sufriremos de un creciente déficit de atención de no poca entidad y, a la vez, el exceso de información mencionado irá aumentando imparablemente. De esa manera, el ciudadano, como buscando un lingote de oro entre la crecida de un torrente tras una tormentosa lluvia, tratará de descubrir, entre toda la maraña, la información que valga la pena conocer y descartará la que consuma innecesariamente su preciado tiempo.

Siendo conscientes de ello, al comunicarnos nos enfrentamos continuamente a un dilema: ¿cómo describir algo complejo con pocas palabras? ¿Cómo dar una solución tan fácil a un problema tan complejo? El dilema, en verdad, tiene fácil respuesta: no se puede, porque no se pueden dar soluciones sencillas a problemas complejos, al contrario de lo que sugieren los populismos, hoy también in crescendo.

Y, si no me cree, comprobémoslo con el ejemplo de antes. Ahora que le he concedido un tiempo para pensar, se lo pregunto de nuevo: ¿cómo describiría el año 2016 en tres palabras?

El caso es que, dependiendo del medio al que se acuda, las palabras más famosas del año varían, tanto en cuanto a su importancia como a su significado. Como decía Guillermo D. Olmo en el ABC, en un contexto político internacional podrían ser varias las palabras que destacasen entre todos los acontecimientos que han protagonizado el año, que desde luego no son pocos: en España, nuestro eterno bloqueo, unas elecciones generales en junio y la esperada formación de Gobierno a finales de octubre; y, en el resto del mundo, el Brexit, los atentados de Niza y Berlín, la elección de Trump como Presidente de los Estados Unidos y la dimisión de Renzi en Italia; entre muchos otros. En ese contexto, decía, destacan las siguientes palabras: muro, Daesh, referéndum, posverdad y refugiados. Todas evocan algo, pero ninguna sacia nuestra irrenunciable sed de conocer.

Otras palabras me vienen a la mente. Palabras que han tenido un constante protagonismo durante el año 2016: bloqueo, (en) funciones y terceras (elecciones). Claro que, como advertía antes, existen otras que han adquirido un importante papel en el mundo, aunque en contextos distintos. Fundéu BBVA se ha encargado de seleccionar doce candidatas a la “Palabra de 2016”, entre las que se encuentran Brexit, sorpasso, encuesta, cuñadismo y vendehúmos y populismo, habiendo esta última ganado el torneo, precisamente esta mañana. A todos nos resultan familiares, ¿no es así? Y, a propósito, todas ellas han sido tratadas en este blog. Otros, en cambio, destacan las palabras fofisano, coworking y millennians. ¿Tendrán todas ellas alguna relación, algún nexo común? ¿Serán, conjuntamente, suficientes para valorar fielmente el transcurso del año?

En mi opinión, de ninguna manera. El año 2016 ha sido trascendental y significará mucho para la historia política de España. De hecho, en las Navidades pasadas, los Editores de HD Joven publicamos un artículo justo dos días antes de las elecciones generales, del 20-D, y ya entonces avecinábamos algunos de los instrumentos que iban a resultar fundamentales en el año 2016, cuyo efecto más evidente ha sido la ruptura del bipartidismo. Y, por coherencia con ese artículo y con esta sección, aunque esté convencido del despropósito que supone tratar de describir un año entero con sólo tres palabras, de entre dichos elementos, hoy elegimos las siguientes tres para describir el año 2016: joven, pacto y madurez.

El elemento joven ha tenido sin duda un efecto importante en el reparto de escaños en el Parlamento, igual que el incremento en el interés de los jóvenes por la política (lo que también ha sucedido, cierto es, entre el resto de la población). La cultura del pacto, obviamente, también: sin ella no tendríamos ni Gobierno. Ahora lo que nos falta es que la democracia alcance su mayoría de edad y podamos transitar pronto hacia el siguiente peldaño de la democracia y del Estado de Bienestar, que ya toca. Algunas cosas ya han cambiado, es verdad. Pero aún falta mucho por hacer; falta, irónicamente, mucho tiempo.

El próximo año se avecina no menos excitante. Aún están pendientes las elecciones de Francia y Alemania, nada menos, y quién sabe cuántas sorpresas más. ¿Cuáles serán las tres palabras que definan el año 2017? Dadas las circunstancias, nosotros apostamos por las siguientes: extremismos, Constitución y Merkel.

Pues bien, afrontar un nuevo año es una deliciosa excusa para afrontar nuevos retos. Y, para afrontar nuevos retos, es preciso también dotarse de medios para llevar aquéllos a buen fin. Por eso mismo, aprovechando el año nuevo, la necesidad que exigen las circunstancias y el hecho de que en sólo dos semanas cumplimos nuestros dos años en este blog, hemos decidido incorporar nuevos editores al equipo de HD Joven, lo cual se anunciará debidamente en el momento oportuno.

Por último, y si a estas alturas todavía alguien sigue leyendo este interminable post, sepa que se lo agradezco y que HD Joven le desea un feliz año nuevo.