Diario de Barcelona: El Principe carlista y los orígenes del nacionalismo.
Hace unos días tuvo lugar en Barcelona, en el monasterio de Santa Ana, un acontecimiento insólito: Carlos Javier y Ana María de Borbón-Parma y Orange-Nassau, hijo -y esposa- de Carlos-Hugo de Borbón-Parma y de la princesa Irene de Holanda (Orange-Nassau), presentaron en público al heredero del carlismo y pretendiente de la Corona de España. Estas cosas solo pasan en Cataluña o en Navarra. Como procedo de una familia de tradición carlista –mi abuelo, Bartomeu Trias i Comas había sido diputado por Vic en 1918, Senador por Gerona en 1920 y por Barcelona en 1923, por la Comunión Tradicionalista- cuando Carlos-Hugo se trasladó a España en el año 1979 para presentarse a las elecciones generales, le traté durante unos meses junto a la princesa Irene, su mujer, y su hermana María Teresa. Me parecieron personas inteligentes, muy cultas y, sobre todo, imaginativas. Pateamos Navarrra de Norte a Sur y de Este a Oeste. Trataban inclinar el carlismo hacia un partido socialista y moderno. Era una rara combinación. Tan rara que fracasó en las elecciones generales de 1979 y Carlos Hugo ya no volvió a presentarse como candidato. En cambio, muchos militantes carlistas navarros de entonces terminaron en Navarra en Herri Batasuna; y los de Cataluña, o sus herederos, hoy pueblan las filas del independentismo.
Gran parte de esa ansia secesionista de Cataluña y de Navarra o del País Vasco –ya se que me dirán que no una a unos y otros- hay que situarla en esa defensa de los fueros con las armas durante las tres guerras carlistas que asolaron España durante el siglo XIX. Desde luego hay muchos otros ingredientes, pero esos, los ingredientes más conservadores, mamados en las ubres del carlismo, fueron muy importantes. El historiador Jesús Pabón fija los elementos esenciales de los orígenes del catalanismo, de donde surgió el nacionalismo, en estos cuatro: 1º El proteccionismo económico. 2º El federalismo político en su doble vertiente, la de Pi y Maragall y la del particularismo –preferentemente catalán- de Valentí Almirall. 3º El tradicionalismo, con la recuperación del romanticismo (Duran i Bas, en lo jurídico; Balmes y Torras i Bages en lo religioso; y Esterlic en lo intelectual). Y, 4º El renacimiento cultural basado en la recuperación de la lengua que, según Pabón, “constituye la raíz más honda y más vieja del catalanismo”. Francesc Macià, siendo teniente-coronel participó junto a carlistas y federalistas, por ejemplo, en el movimiento Solidaritat Catalana.
Nada es por casualidad. Los desencuentros vienen de muy lejos, casi dos siglos en los que el catalanismo incipiente del XIX se convirtió en nacionalismo radical en la Segunda República, y tras los cuarenta años de franquismo, volvió a resurgir en su doble vertiente, la catalanista y nacionalista de Tarradellas, Unió, la Lliga y parte de Convergencia, sin cuestionar la unidad estatal de España; y la nacionalista de la otra parte de Covergencia y la Esquerra cuya meta última era, sencillamente, la secesión. Se echa en falta un debate sosegado sobre las consecuencias de esta hipotética secesión. Si fuese posible ese debate, con cifras, datos, estadísticas, no con falsedades, cifras trucadas o sentimientos, gran parte de los secesionistas, de aquellos que creen lo que se les dice sin una base crítica, se quedarían espantados de las consecuencias que esa secesión traería consigo. Si en Gran Bretaña se hubiese explicado, sobre todo a los jóvenes, las verdaderas consecuencias del BREXIT, habrían votado en masa en lugar de quedarse cómodamente en sus casas esperando que otros decidiesen por ellos.
Jhon Donne, el poeta metafísico inglés de principios del XVII, escribió unas meditaciones que bien vale la pena traer aquí, pues como anillo al dedo como anillo al dedo, encaja con lo que está pasando en Gran Bretaña, lo que ocurre en Cataluña y en España, y lo que puede ocurrir si determinados populismos aislacionistas triunfasen en el mundo. Una meditación que invita a la reflexión: “No man is an island, entire of itself; every man is a piece of the continent, a part of the main. If a clod be washed away by the sea, Europe is the less, as well as if a promontory were, as well as if a manor of thy friend´s or of thine own were: any man´s death diminishes me, because I am involved in mankind, and therefore never send to know for whom the bells tolls; it tolls for thee”. (Ningún hombre es una isla, autosuficiente. Cada hombre es un trozo del continente, una parte del todo. Si el mar se llevara un pedazo de tierra, Europa quedaría disminuida, del mismo modo que si fuera un promontorio o la hacienda de tus amigos o la tuya propia: la muerte de cualquier hombre me disminuye, pues formo parte de la humanidad. Por lo tanto, nunca preguntes por quién tañen las campanas. Tañen por ti. Traducción libre mía, perfectamente mejorable)
¿Queremos ser más pequeños, vivir con menos referencias, ser más pobres? Sigamos caminando hacia no se sabe dónde, como ese centenar de carlistas que asistieron en el monasterio de Santa Ana a la solemne y exótica presentación real, algo que probablemente ni la familia Borbón-Parma y Orange-Nassau, educada en la modernidad, puede creer sin sonrojarse. ¿Queremos ser grandes, formar parte de una cultura hispánica amplia en la que la lengua y la nacionalidad catalana tenga su pleno desarrollo, queremos seguir creciendo en riqueza en un mundo globalizado y, sobre todo, queremos seguir en paz? Busquemos, entonces, puntos de coincidencia y las sinergias vendrán, nuevamente, por añadidura. Hasta hace pocos años los catalanes éramos respetados en España. Ahora comienza a percibirse un cierto hartazgo. Es posible que el gobierno, hasta el día de hoy, no haya hecho nada, absolutamente nada, excepto enviar los problemas políticos planteados en Cataluña a los tribunales. Pero me temo que, aunque la actitud fuese otra, aunque en el futuro el gobierno de España buscase una solución que no fuese el referéndum sí o sí, la del gobierno de la Generalitat y la de su Parlament, mayoritariamente secesionista, no cambiaría. La Meditación XVII de John Donne sería un buen punto de partida antes de empezar a hablar. Quizás.
Abogado en ejercicio del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid. Asesor del Ministro de Justicia (Landelino Lavilla) entre 1977 y 1979 . Colaboró en la redacción de la primera Ley Orgánica de la Democracia: Ley General Penitenciaria; e informó sobre varios artículos de la Constitución durante la etapa constituyente.
Fue Diputado en el Congreso de los Diputados durante la VI Legislatura, siendo Portavoz del Partido Popular en la Comisión Constitucional (1996-2000). Comisionado por las Cortes Generales participó en la redacción de la Carta de los Derechos Fundamentales de los ciudadanos de la Unión, que luego se integró como Parte II del Tratado de Constitución para Europa y que ahora es parte del Tratado de Lisboa.
Ha llevado causas muy importantes y ha obtenido algunas sentencias que han creado jurisprudencia, como la que otorgó el amparo a Violeta Friedman, ante quienes negaban la existencia del Holocausto. Es abogado de importante empresas internacionales.
Premio de la Fundación “Doron” de periodismo 1991 por su artículo “Israel y los derechos humanos”.