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Contra las ruedas de prensa sin preguntas, o también: no le digas a mi madre que soy periodista

Periodismo: m. Captación y tratamiento, escrito, oral, visual o gráfico, de la información en cualquiera de sus formas y variedades.

Los políticos utilizan permanentemente los medios públicos y privados para confeccionar y emitir propaganda, pues no otra cosa son muchas de sus declaraciones, haciendo afirmaciones o estableciendo como datos fiables lo que en gran cantidad de ocasiones es, simple y llanamente, publicidad.  Se ha dicho por parte de asociaciones de prensa, y con razón, que son prácticas muy habituales el enviar a los medios periodísticos material previamente filtrado, la falta de transparencia, la pretensión de convertir a los gabinetes políticos en proveedores cuasi exclusivos de la información o la intención de manejar las agendas diarias, y en definitiva, la manipulación en el más amplio sentido. Todo eso es un misil en la línea de flotación de la independencia periodística, lo que implica que la información –no ya solamente la opinión- llegue al ciudadano tergiversada, alterada, disminuida, falseada.

Un ejemplo supremo de práctica lamentable en este sentido es ese engendro mal llamado ruedas de prensa en las que no se admiten preguntas. Pueden desarrollarse en su modalidad básica (yo hablo y vosotros me escucháis sin molestarme con vuestras objeciones),  modalidad mira quién pregunta  (hay preguntas pero las hace mi jefe de prensa o están previamente pactadas, que es como saberse antes las preguntas del examen), y, finalmente, la modalidad premium,  (ya ni estoy delante, me veis a través de una pantalla de plasma).

Es un espectáculo verdaderamente desolador contemplar cómo el político de turno hace un mitin en el que los espectadores silenciosos son decenas de periodistas con sus ordenadores y sus cámaras. Y lo es por varios motivos, no siendo el menos importante la imagen de subordinación del periodista al político.

Las ruedas de prensa sin preguntas son un no-sitio si se quiere ejercer la profesión periodística. El periodista es alguien que recoge la información, efectúa un tratamiento sobre ella, la ordena, analiza críticamente, contextualiza, complementa y aclara si fuere necesario, y la ofrece a sus destinatarios. Nada de esto se hace en aquéllas. El que acude se limita a trasladar una serie de datos que le proporciona alguien, en el tiempo, modo y contexto que a ese alguien le es más conveniente, y ni siquiera recoge materialmente la información, eso lo hacen las cámaras o los micrófonos. Su presencia no es necesaria.

Es realmente sorprendente y sintomático que una situación de este tipo, que tanto deteriora la imagen y el trabajo de la profesión periodística, no haya sido atacada de frente y en bloque por el estamento de prensa, planteando una negativa absoluta a acudir a estas mascaradas.  Si los políticos quieren decir algo pero sin someterse al escrutinio periodístico, que sus gabinetes remitan una nota de prensa, pero que no se les dé voz e imagen gratuitas para hacer llegar su propaganda a la sociedad, sin filtros y sin réplicas.

Lo cierto es que ya hace muchos años que los propios medios de comunicación se plantean cómo hacer frente a esta plaga, vean por ejemplo este artículo de 2004,  o esta denuncia al respecto de una asociación de periodistas en 2012, o estas declaraciones de la prestigiosa periodista Carmen de Riego en 2009, admitiendo que los periodistas son cómplices por admitirlas, o incluso hay animosas etiquetas de queja en twitter, como #sinpreguntasnohaycobertura…

…Pero, a pesar de todo, siguen existiendo. Un caso recientísimo de rueda de prensa sin preguntas se produjo el día 29 de octubre de 2016, en el que el ex secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, anunció en el Congreso  su renuncia al acta de diputado. No admitió preguntas ante una sala abarrotada de periodistas que se limitó a escucharle, pero al día siguiente apareció en el programa de televisión Salvados, de Jordi Évole, quien le hizo una entrevista amiga. Esto tuiteó al respecto Pilar Salvador, periodista de la Cadena Ser: Sánchez no acepta preguntas y mañana tiene cerrada la entrevista con Évole. Bravo por Évole. Pero así no. #investidura.

Efectivamente, así, no.

El Diccionario Oxford ha considerado que la palabra del año es postruthpostverdad, que define como una situación en que “los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública, que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”, es decir, básicamente una apelación a la irracionalidad para no aceptar en ningún caso opiniones de el otro: el otheringalgo contra lo que el periodismo serio debe combatir. Una rueda de prensa sin preguntas es, además de un oxímoron, una fuente de postverdades. Y con el uso que se hace de las redes sociales, estamos sobrados de ellas, o si no que se lo pregunten a @realDonaldTrump…

No se vea todo esto una crítica a los propios periodistas sino a los propietarios de los medios, ellos son los responsables de estas anomalías. La profesión periodística se encuentra en estos momentos en una situación de gran debilidad, peor pagada –y a veces ni eso- más inestable laboralmente que hace algunos años, sobrepasada por la frivolización de las noticias, por los clics en las webs, por los titulares de internet de usar y tirar, por tener mucho menos tiempo que antes para hacer mucho más que antes… Su labor esencial, captar y tratar la información para ofrecer un retrato veraz de los hechos, está trabada, no solamente por las dificultades propias y naturales de una tarea así, sino porque están continuamente segando el suelo bajo sus pies.

La enorme crisis económica de los medios, derivada en gran parte –aunque no de manera exclusiva – por la crisis general que empieza en 2008, provocó y sigue provocando despidos masivos en todos ellos, y una notable degradación del trabajo para los que se han quedado.  Se calcula que desde 2008 a 2015 han cerrado en España más de 350 medios de comunicación y más de 12000 periodistas han sido despedidos. Prestigiosas redacciones han quedado desmanteladas, y quienes hacen el trabajo son en muchas ocasiones autónomos o becarios mal pagados. En ocasiones se pretende que no cobren nada, que trabajen gratis porque tienen suficiente remuneración con el prestigio de escribir, o participar en general, en un determinado medio (en muchas redes sociales se ha acuñado por parte de los periodistas un lema a este respecto: “gratis no  trabajo”). Se pretende, además, que la producción de cada periodista sea muy elevada, y de asuntos muy variados.

Producir mucho, de todos los temas, muy barato y muy rápido, y bajo una gran presión laboral, es un cóctel explosivo que degrada notablemente el trabajo y el prestigio de la profesión periodística. Para denunciar y combatir este tipo de comportamientos o de prácticas es imprescindible una prensa independiente y con medios e intención de controlar al poder, sea el político, sea el económico o ambos.  Si no hay periodismo de calidad hecho por profesionales competentes, se desactiva uno de los instrumentos de control y denuncia más importantes. Y si no hay control, ancha es Castilla.

Se atribuye al periodista y escritor Tom Wolfe la frase no le digas a mi madre que soy periodista. Ella cree que trabajo como pianista en un club de alterne.  No es seguro que esos clubes necesiten aún pianistas, pero no hay nada de postverdad en decir que los ciudadanos necesitamos, más que nunca, periodismo y periodistas.

Espinete ya no existe. La situación de RTVE.

Alguien preguntó, con motivo del 60 aniversario de tve, dónde se encontraba Espinete. Nadie encuentra al famoso muñeco que durante años entretuvo las tardes de los niños españoles. Al parecer, ha desaparecido de Prado del Rey. No se sabe si estará en algún almacén o entre los escombros de algún edificio con amianto. El hecho es que Espinete no aparece por ningún lado. ¿Qué ocurriría si fuéramos a buscar un incunable a la Biblioteca Nacional o un óleo en los almacenes del Museo del Prado? rtve y su historia son parte del acervo cultural de nuestro tiempo, así debemos entenderlo y ser consecuentes con su importancia.

Esta pequeña anécdota nos sirve para ilustrar la situación en la que se encuentra rtve. Rtve está desaparecida, perdida, no la reconocemos, no la encontramos, está desdibujada, difuminada, sin rumbo. Es nuestra responsabilidad luchar por su recuperación.

Lo que fuimos. Quien tuvo, retuvo.

España ya tiene nuevo gobierno. Hay que ponerse a trabajar rápidamente para recuperar el tiempo perdido. Dentro de las tareas más importantes del nuevo ejecutivo se encuentran aquellas encaminadas a recuperar la credibilidad de las instituciones públicas que han salido muy deterioradas de la crisis que además de económica, ha sido y es, de confianza.

Uno de los sectores más sensibles a la pérdida de esta confianza son los medios de comunicación, construir su credibilidad e independencia pueden significar años de esfuerzo; perderla, apenas un suspiro. La sociedad española tiene una asignatura pendiente con sus medios públicos.

La implosión de la importancia de los medios de comunicación en las sociedades europeas tuvo lugar al mismo tiempo que España sufría una dictadura. De aquellas aguas, estos lodos. Radio Nacional de España (rne) inició sus emisiones durante la Guerra Civil, Televisión Española (tve) hace 60 años, en plena dictadura del General Franco y la web de rtve (rtve.es) nació apenas hace 9 años, en 2008.

Nadie duda de la importancia que para los españoles tuvieron sus medios públicos durante la dictadura y la transición. Mientras el régimen se mantenía firme, a través de las ondas de rne y sobre todo, de las pantallas de tve, los españoles observábamos otras formas de vida que envidiábamos. Esa paulatina modernización de la sociedad española, en parte gracias a rne y tve, facilitó lo que más tarde se produjo; la llegada de la democracia y el fin de la anomalía que significaba una dictadura en Europa.

Llegó la democracia y aparecieron nuevos periódicos y nuevas emisoras de radio y por fin, nuevas televisiones; primero las autonómicas y después las privadas. Y muy poco cambió en rtve; nadie fue capaz de darse cuenta que rtve debía ser protegida, como un bien de todos. La alegría de la libertad recién estrenada nos hizo perder el cuidado a aquello que nos pertenece como propio. rtve entró en una continua crisis de identidad.

No sabía o no podía o le dejaban encontrar su sitio. En 2007 se produjo un hecho inédito, el primer intento serio de desgubernamentalización de rtve. Se introdujo la elección de su presidente por consenso. En aquel momento, el gobierno socialista invitó al PP a consensuar un consejo de administración y presidente por mayoría cualificada. rtve renació, los ciudadanos empezaron a sentirse identificados de nuevo con sus medios públicos, con su forma de informar, entretener y formar.

El sueño duró muy poco. Los dos presidentes elegidos por consenso (Luis Fernández y Alberto Oliart) renunciaron a sus cargos. Los ataques a su independencia y la falta de una financiación suficiente y estable hicieron naufragar el intento.

Lo que somos. La marcha atrás.

Se nombraron dos nuevos presidentes (Leopoldo González-Echenique y José Antonio Sánchez) básicamente con el apoyo del gobierno (el PP y la antigua Convergencia y Unió también votó a favor) la consecuencia fue la pérdida de prácticamente todo lo construido durante el periodo anterior (2007-2011). Por decisión del nuevo gobierno se redujo la aportación del Estado a la empresa en alrededor de 1.200 millones de euros durante el periodo 2012-2016. rtve es la empresa pública cuya aportación del Estado se redujo de forma más abultada. De un plumazo se perdió la independencia, no consensuándose el nombre del presidente, y se atestó el golpe definitivo a la suficiencia y estabilidad en su financiación, el antecedente fue la supresión de la publicidad.

El último CIS es demoledor, los informativos de tve, que eran referencia mundial, ya no son la primera referencia informativa en su país. Han perdido nada menos que 20 puntos en apenas cinco años (2011-2016) en el ranking como opción informativa preferida para informarse.

Los españoles elegimos libremente donde queremos informarnos, entretenernos o formarnos. Estos tres objetivos básicos de los medios públicos que nacieron con la televisión pública pionera en Europa, la BBC, no sé cumplen a día de hoy en rtve. Su canal principal no llega al 10% de audiencia (9,8 en 2015) y el resto de sus emisiones son irrelevantes (los cinco canales de tve (La1, La2, Clan, tdp, 24h) apenas superan el 16,6% de share. Nuestras televisiones hermanas de Reino Unido, Francia, Italia o Alemania se encuentran muy cerca o incluso superan el 30% de cuota de mercado.

Si miramos a nuestra radio pública la situación no es mejor, solo un 9,5 % de los españoles la prefieren para informarse frente a un 33% de la SER y un 15% de COPE.

Aún más dramática es la realidad de rtve.es que pierde el tren del presente gracias a una nefasta gestión huérfana de visión, estrategia, ambición e inversión. Hasta aquí lo que ya sabemos y ahora qué hacemos?

Lo que seremos. Mirando al futuro

Primero, aprender de los errores. Nunca más los medios públicos pueden estar al servicio del gobierno de turno. Los medios públicos están al servicio de toda la sociedad, de todos los ciudadanos. Debe dar voz a la diversidad de la sociedad, debe tender puentes entre los territorios y diferentes sensibilidades.

Los medios públicos tienen que mantener una relación de lealtad con la Jefatura del Estado, los tres poderes del mismo (legislativo, ejecutivo y judicial) y además con las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos. Desde su independencia institucional rtve debe ser impulsor de la industria del conocimiento y del mundo audiovisual. Debe establecer estrechas relaciones con otras instituciones culturales, científicas, artísticas, etc…de forma que rtve sea su ventana a España y al mundo.

Especial importancia tiene el servicio público que rtve debe prestar en el exterior, tanto para los españoles que viven fuera, los que viajan, los que quieren aprender el español y también los otros idiomas del Estado, los que nos visitan y aquellos que quieran conocer nuestra cultura. Destacar la ayuda que rtve debe prestar a la expansión de nuestras empresas en el mundo.

También es esencial la labor que tiene que llevar a cabo dentro de España para un mejor conocimiento entre las Comunidades Autónomas con respeto a sus diferencias que suman, nunca restan.

Si no queremos perder el tren de las nuevas tecnologías rtve debe desarrollar sus servicios interactivos a través de su web, rtve.es. Las nuevas generaciones nos lo exigen, sus formas de acceder al conocimiento ya no es como era antes e internet es su mejor aliado para ellos. rtve será digital o no será.

Los medios públicos deben entretener, claro que si. Deben informar, eso sí, deben proporcionar una información de calidad, plural, independiente que ayude a construir una opinión pública libre. Y debe incorporar a todos sus formatos la formación en valores de convivencia democrática, de crítica constructiva, creatividad, respeto a la diversidad y pluralidad de nuestra sociedad, todo ello con total transparencia al servicio de una sociedad cada vez más compleja.

rtve debe encontrar su sitio.

Los políticos que nos representan tienen que tenerlo claro, nunca más pueden tener la tentación de utilizar los medios públicos de forma partidaria y si ponerla a trabajar al servicio de una sociedad cada vez más plural y diversa. Si lo hacen, los ciudadanos se lo reconocerán, si no se lo demandarán. Por cierto, la tan admirada BBC depende funcionalmente del equivalente a lo que sería el ministerio de medios de comunicación, cultura y deporte. Ahí lo dejo, no es casual.

Dótenla de unos órganos realmente independientes y profesionales. Presidente y Consejo. No hagan un paripé; si los consejeros son correveidiles de los partidos que les propongan, ese consejo hará inoperantes el principio de independencia y la gestión de la empresa. El control parlamentario, en el parlamento, con luz y taquígrafos, no en un órgano de control político en forma de Consejo de Administración. Establezcan una financiación suficiente y estable. Permitan al Presidente presentar su proyecto frente al Parlamento. En resumen, den certezas, seguridad, sosiego, respeto y tiempo. El resto, déjenlo en manos de los profesionales.

Y por último, “la responsabilidad de los medios públicos va más allá de la audiencia pero sin, en ningún caso, renunciar a ella, es más, no tienen sentido sin aquella”.