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Red de abogadas y abogados de España: ¿Lágrimas en la lluvia?

I’ve seen things you people wouldn’t believe (….). All those moments will be lost in time, like tears in rain. Time to die. 

Del guion original de la película “Blade Runner”. 

No es por casualidad que para encabezar este artículo haya evocado el final de la película Blade Runner, del director Ridely Scott. Tales palabras me asaltaron hace unos días, a finales de noviembre de este año 2019, en Córdoba, durante el Congreso de la Abogacía Independiente al que había sido invitado en calidad de magistrado. 

Y es que, como reza la cita cinematográfica, estaba asistiendo a una cosa increíble: cientos de abogados, organizados sin apoyo institucional, hablaban con una claridad inaudita: pedían la dignificación del turno de oficio o la conciliación de la vida personal y familiar, entre otras reivindicaciones. Son síntomas de un malestar soterrado, una energía contenida que estaba emergiendo con fuerza sísmica. 

Espectáculo inquietante, sin duda, para algunos. ¿Quiénes eran esos que saltaban a la palestra sin padrinos oficiales?; ¿de derechas o de izquierdas?; ¿respaldados por algún partido? No es de extrañar que a los políticos-togados y, en general, a los que están enredados en redes clientelares, les produzcan desasosiego las iniciativas que no encajan en su lógica ideologizada. 

Espectáculo esperanzador, en cambio, para otros. Yo conocía a algunos de sus más destacados protagonistas como Verónica del Carpio, Elena Jubera o José Muelas. Hace unos años impulsaron una corriente en redes sociales conocida como “Brigada Tuitera” que, merced una sucesión de cargas digitales, consiguió frenar los propósitos de imponer una irrestricta ley de tasas judiciales. Ahora, bien curtidos en la milicia ciudadana, cabalgaban de nuevo. 

Aun no siendo yo abogado, me contagié de un espíritu pionero, sintiendo ser testigo de un momento histórico. Y, sobre todo, muy orgulloso. Era el único juez al que habían llamado, como representante de la Plataforma Cívica por la Independencia Judicial, asociación en cierto modo paralela, pues compartimos puntos esenciales. 

Uno de ellos es la exigencia de despolitizar el gobierno del Poder Judicial. En la actualidad todos y cada uno de los vocales de su Consejo son escogidos por los grupos parlamentarios. El resultado ha sido bochornoso: clandestinos cambalaches para colocar a los afines, a los agraciados por el intercambio de cromos. La solución es bien simple: retornar al modelo mixto previsto en la Constitución. Casi me entristeció tener que oír semejantes obviedades de boca de los señores letrados cuando, en llamativo contraste, aquellos que nos gobiernan, pero a los que no hemos elegido, danzan alegremente al son que otros les tocan. 

Otro, no menos importante, es la democratización interna de la Abogacía. ¿Por qué no cuentan los colegiados de cauces representativos basados en el sufragio universal, libre, igual, directo y secreto para todos ellos, como colectivo conjunto? Anomalía muy parecida a la que sufre la judicatura. Llevamos en la Plataforma años reclamando el principio “un juez, un voto”, tal como proclamaron los revolucionarios franceses. Parece, empero, que hay quien está muy a gusto con el mantenimiento de estructuras neo-estamentales de corte medieval. 

Pero, más allá de coincidencias programáticas, me inundaba otro motivo de satisfacción: veía nacer en Córdoba, ciudad de la que soy oriundo, la Red de Abogadas y Abogados de España. Su acta fundacional se firmó ese día en la otrora capital de la Bética, próspera provincia de un Imperio que nos legó el Derecho Romano. Noble símbolo: la razón jurídica frente a la barbarie de la servidumbre clientelar. Estando, como está, la Plataforma compuesta no sólo por jueces, sino también por letrados, se abría un ágora luminosa, un espacio de encuentro para el diálogo, al más puro estilo clásico. 

Bien pensado, con todo, no dejaban de estar teñidas de cierta melancolía las frases del guion que tanto me había inspirado: “lágrimas en la lluvia”, “tiempo de morir”. ¿Qué futuro le aguarda a esta red de valientes?; ¿quedarán atrapados dentro de los entresijos de la maquinaria neo-feudal de la justicia politizada? 

El futuro es un misterio. Ni el mismísimo Zeus lo conoce. Pero los augurios son muy propicios. Tal como los rebeldes franceses encerrados en la sala del juego de la pelota, hace doscientos años, esta red representa el futuro, el vigor de una ciudadanía resurgente desde las bases y que no depende de intermediarios corporativos. De corazón les deseo toda la suerte, señores letrados y letradas de España. La van a necesitar.